Jane Eyre

Jane Eyre Resumen y Análisis Capítulos 1-5

Resumen

Capítulo 1

La novela comienza con Jane Eyre, de diez años, en la casa de la familia Reed en Gateshead Hall. El Sr. Reed, tío de Jane, la acogió en su casa después de que sus padres murieran, pero él también murió poco después. La Sra. Reed siempre estuvo resentida por el favoritismo de su esposo hacia Jane y aprovecha cada oportunidad para maltratar a la niña, a quien incluso niega muchas veces el permiso para jugar con sus primos Eliza, John y Georgiana.

En una ocasión, Jane está leyendo cuando John empieza a maltratarla y humillarla gritándole que es una huérfana dependiente de su familia. El joven la golpea con el libro y Jane lucha para defenderse. Al ver la escena, la señora Reed considera inapropiado el comportamiento de la niña y hace que los sirvientes la encierren en la “habitación roja”, el cuarto de la casa donde murió el señor Reed.

Capítulo 2

Jane es encerrada en la habitación roja, llamada así por el color de sus cortinas y muebles. La habitación contiene un retrato en miniatura del Sr. Reed, que murió allí años atrás. Mientras la encierran, la sirvienta Bessie reprende a Jane por su desobediencia y le advierte que no enoje a Dios. Jane está enojada por la injusticia de su situación familiar y se pregunta por qué siempre la maltratan mientras sus primos son mimados, sobre todo cuando su tío le hizo prometer a la señora Reed que cuidaría de ella. De repente, un rayo de luz entra en la habitación y Jane grita, convencida de que es el fantasma de su tío. Su grito de terror alerta a Bessie, la señorita Abbot y la señora Reed, pero ellas la acusan de engaño y se niegan a liberarla. Jane se desmaya.

Capítulo 3

Jane se despierta, vagamente consciente, sintiéndose enferma. Rodean su cama Bessie y el Sr. Lloyd, el boticario. La familia Reed no está y Bessie le trae una tarta de frutas y un libro. Sin embargo, Jane se siente tan angustiada por su experiencia en la habitación roja que no puede comer ni disfrutar la historia, e incluso llora después de que Bessie le canta una canción triste sobre un huérfano.

Una vez que Bessie se va, Jane intenta contarle al señor Lloyd sobre el fantasma del Sr. Reed que se le presentó en la habitación. El señor Lloyd no le cree, y cada vez que ella menciona los abusos que sufre en Gateshead, él enfatiza en que tiene suerte de vivir en una casa tan hermosa, y le pregunta si preferiría vivir con parientes pobres. Jane admite que no, incluso si esos parientes fueran amables. El Sr. Lloyd luego le pregunta si le gustaría ir a la escuela, y esa posibilidad entusiasma a Jane.

El Sr. Lloyd le recomienda a la Sra. Reed que envíe a Jane a la escuela. Más tarde, mientras finge estar dormida, Jane escucha a las sirvientas, la señorita Abbot y Bessie, hablar sobre sus padres. La madre de Jane era miembro de la acaudalada familia Reed, pero se quedó sin dinero cuando se casó con un clérigo pobre transgrediendo los deseos de su padre. Poco después del nacimiento de Jane, sus padres murieron de tifus mientras visitaban personas pobres en un pueblo industrial. La señorita Abbot y Bessie admiten que los antecedentes de Jane son trágicos, pero que sería más fácil compadecerse de ella si fuera una niña bonita y simpática.

Capítulo 4

Pasa el tiempo y Jane recupera su salud, pero sigue sintiéndose infeliz y maltratada. Un día, la niña desafía a la Sra. Reed y le pregunta qué pensaría su difunto esposo de su comportamiento. La Sra. Reed castiga a Jane por la pregunta impertinente, pero la muchacha registra una mirada de miedo que hasta entonces no había visto en su tía.

A mediados de enero, el Sr. Brocklehurst, dueño del pensionado Lowood, al que Jane podría ingresar como alumna, visita la casa e interroga a Jane sobre sus creencias religiosas. Cuando ella no menciona los Salmos entre sus partes preferidas de la Biblia, puesto que no los considera interesantes, el señor Brocklehurst le advierte que eso es un signo de maldad y que debe arrepentirse y limpiar su "corazón malvado". La Sra. Reed le dice al Sr. Brocklehurst que espera que Lowood reforme a Jane, porque es una mentirosa. La acusación duele a la niña, quien más tarde enfrenta a su tía, defendiendo su honestidad y lanzando una serie de recriminaciones. La Sra. Reed queda atónita, pero la sensación de victoria no le dura a Jane, quien muy pronto empieza a sentir remordimiento. Más tarde se siente mejor, cuando Bessie le confía que la prefiere antes que a los otros niños.

Capítulo 5

Cuatro días después, Jane emprende viaje hacia la escuela Lowood. Una vez allí, se encuentra en una habitación gris y fría, llena de otras chicas. La muchacha conoce las rutinas de la escuela, que consisten en recitaciones bíblicas, lecciones académicas regulares y comidas insuficientes y poco sabrosas. También conoce a la amable señorita Temple y a una compañera, Helen Burns, quien le informa a Jane que todas las estudiantes allí son huérfanas cuya matrícula está en gran parte cubierta por benefactores. Más tarde, una de las maestras más desagradables, la señorita Scatcherd, maltrata a Helen en clase. Para su sorpresa, la estoica Helen soporta su castigo sin quejarse.

Análisis

Narrada en primera persona por su protagonista, la novela busca desde un principio una suerte de identificación entre el lector y el personaje que da título al libro. Se trata, además, de un personaje que suscita la compasión y la empatía, en tanto al inicio del relato Jane es una niña de apenas diez años, huérfana y maltratada constantemente por la familia en cuya casa habita. Brontë incorpora un gran número de tragedias sufridas por la niña en las primeras páginas de la novela; estas injusticias y pesares delinean lo que será el inicio de un camino de aprendizaje. Jane cuenta con los atributos clásicos para protagonizar una típica novela de formación o aprendizaje: un personaje sensible con fuerza interior, valentía y sentido de la justicia en un entorno poco amable. Y efectivamente, como en una novela de aprendizaje, Jane Eyre madurará a través de una serie de obstáculos y definirá su identidad.

Al mismo tiempo, la novela define desde el principio un juego de fuerzas contrapuestas, la del bien y la del mal. La temática moral y religiosa, conjugada con el estilo romántico, conducirán la novela erigiendo a Jane como eje representativo de inocencia, bondad, racionalidad, inteligencia, justicia, honestidad. Como contracara de la protagonista, desfilarán por el libro personajes que se identificarán con la injusticia, el mal, el pecado, el vicio, la mentira. El estilo y la atmósfera asociados con este segundo grupo de personajes abrirán la puerta a elementos de la tradición literaria gótica, como ya se hace visible en estos primeros capítulos.

Gran parte de la estructura narrativa del texto se configura en torno a la novela gótica, popularizada en el siglo XVIII, que utiliza escenarios y eventos sobrenaturales, llenos de suspenso y misteriosos para crear una atmósfera de horror y morbosidad. El cuarto rojo en que Jane es encerrada injustamente presenta de por sí un escenario ominoso, pleno de simbología mortuoria, infernal, y que a su vez posibilita el ingreso de elementos fantásticos, como el fantasma del señor Reed que Jane cree ver.

Además de las cualidades del espacio, el encierro es de por sí una cuestión típicamente gótica, y se repetirá, a modo de motivo, a lo largo de toda la novela. El encierro tendrá que ver, en varias ocasiones, con la materialización de la voluntad de un hombre por sobre la de una mujer. En este caso, es la palabra de John la que es tomada como verdadera por sobre la de Jane, y es su versión de los hechos la que produce que la niña sea encerrada, acusada de loca y mentirosa. No debemos perder de vista este hecho cuando, varios capítulos más adelante, veamos una suerte de reproducción de esta situación en el caso de Bertha Mason. Salvando las distancias, en ambas ocasiones veremos, entre otras cosas, el reflejo de los valores y ordenamientos propios de una sociedad victoriana regida por una desigualdad de género que coloca al hombre por encima de la mujer en lo que respecta a derechos y capacidad de decisión.

Otro rasgo de la sociedad que se hace evidente en estos primeros capítulos es la diferencia de clases y el modo en que esta parecería configurar no solo el poder económico de las personas sino también su valor. Cuando Jane protesta por ser castigada injustamente, una de las sirvientas de Gateshead, la señorita Abbott, asegura que Jane no debe figurarse que está “en igualdad de condiciones que las señoritas y el señorito Reed solo porque viva con ellos” (p.15). La señorita Abbot explica la razón, aparentemente lógica e incuestionable, de esta desigualdad: “Ellos son muy ricos, y usted no tiene dónde caerse muerta; por lo tanto, su obligación es la de mostrarse humilde y procurar ser agradable con todos” (p.16). El personaje deja en claro, así, una idiosincrasia de la época, según la cual la justicia no se dirime entre las personas de una sociedad en calidad de iguales, sino que la inocencia o culpabilidad de las personas puede bien decidirse en razón de su posición en la escala social y la riqueza que poseen.

Es interesante, en relación a esto último, el modo en que Jane, estando en la particular situación de ser pobre dentro de una familia rica, incorpora parte de la idiosincrasia de la casa en que se crio: “para mí, la pobreza era sinónimo de degradación”(p.32), admite la narradora protagonista en relación a ese momento de su vida. Solo con educación y experiencia, Jane reacomodará su perspectiva y sus ideas en relación con la diferencia de clases.

Las ideas de Jane, así como su temperamento, se verán moldeados por su experiencia en Lowood (educativa pero también interpersonal, social). A priori, la escolarización le permitirá a Jane acercarse a la libertad o, al menos, a cierta autonomía: al instruirse, tendrá la posibilidad de trabajar como institutriz, no dependiendo así, para su sostén, del matrimonio con un hombre.

Sin embargo, las nociones de independencia y autonomía habitan en la protagonista desde un principio. A sus diez años, es una niña capaz de posicionarse por lo que cree o piensa, fiel a sus ideas o impresiones, incluso cuando estas no parecen ser apreciadas como las más convenientes o agradables para su interlocutor (lo cual se evidencia en su intercambio con el señor Brocklehurst). Aunque con los años se volverá más proclive a intentar comprender el punto de vista ajeno, esta suerte de fidelidad a sí misma acompañará a Jane durante toda la novela, siendo el eje configurativo de su personalidad. Jane no cederá ante la injusticia, ni callará sus pensamientos frente a los demás, sin importar quiénes sean estos ni cuánto poder tengan. Procurará, además, priorizar siempre su independencia a la hora de tomar decisiones. Es este carácter de la protagonista, principalmente, el que vuelve a Jane Eyre una novela destacada por la crítica feminista: el libro fue tomado como una suerte de cuestionamiento al patriarcado como eje de las normativas sociales de la época victoriana (y de todos los tiempos).