Fedro

Fedro Resumen y Análisis Recapitulación del diálogo: Mensaje a Lisias e Isócrates, Plegaria a Pan (277a-279c)

Resumen

Recapitulación del diálogo

Mensaje a Lisias e Isócrates

Al concluir, Sócrates y Fedro recuerdan que inicialmente se propusieron examinar el ataque a Lisias por haber escrito discursos, y se preguntaron entonces qué discursos son los que están escritos con arte y cuáles no. En este sentido, observan dos puntos que forman parte del arte del discurso: en primer lugar, hay que conocer la verdad y ser capaz de definir todo aquello sobre lo que se habla; en segundo lugar, hay que comprender la naturaleza del alma del público y preparar cada discurso en consecuencia.

Además, hay que reprochar a quien crea que escribe verdades de gran importancia. Pues el hombre digno sólo escribirá para divertirse y aprender sobre lo que es justo, noble y bueno. El discurso escrito por este hombre digno puede ser llamado legítimo y puede extenderse naturalmente a otras almas buenas. El productor de tal discurso puede ser llamado filósofo, pues es un amante de la sabiduría. Por otro lado, el hombre que se detiene en sus escritos y pretende creer que en ellos se ha fijado alguna verdad será llamado "poeta o escritor de discursos o redactor de leyes" (278d-e).

Plegaria a Pan

Finalmente, tras una oración al dios Pan en la que Sócrates dice haber rogado con mesura, él y Fedro emprenden el camino de vuelta a la polis.


Análisis

En esta última sección del libro, Sócrates resume principalmente lo que ha venido antes afirmando: la importancia primordial de la filosofía para el discurso hablado y escrito. Por extensión, desprecia a todos aquellos que se detienen en sus escritos en detrimento de la dialéctica filosófica. El filósofo, repite Sócrates, sólo escribirá o fijará la palabra para divertirse. Este carácter lúdico ya desde el principio parece anunciarse cuando, al recostarse bajo el plátano en la primera parte de Fedro, Sócrates y Fedro reconocen a ese espacio como un buen lugar para "jugar" (229b).

Luego de esta breve conclusión, el diálogo entre ambos hombres culmina con una oración a Pan. Pan es un dios de los pastores y los rebaños representado por un ser que es mitad hombre y mitad animal: sus miembros inferiores son los de un macho cabrío. Lleva, también, cuernos y barba. Figura, junto con los silenos y sátiros, en el cortejo de Dioniso. La invocación a este dios no es un mero formalismo: encarna una fuerza fecundante, una suerte de paternidad del discurso. A pesar de tratarse de una deidad inferior, hay que considerar que para Sócrates todos los dioses son sabios y buenos después de todo. Esta plegaria es un gesto de modestia ante la divinidad, sea cual sea su jerarquía.

Sin embargo, un detalle puede parecer contradictorio: resulta extraño que la plegaria sea dirigida justamente a Pan, que tanto valora la siesta y a aquellos que le rinden tributo durmiendo siesta, ya que Sócrates menciona en el diálogo que sería bueno conversar para vencer el sueño del mediodía. Por otra parte, no es casual que al terminar la plegaria se apele a la noción de moderación o "justa medida" de las cosas: "¿Necesitamos hacer algún otro pedido, Fedro? Pues para mí está en su justa medida lo que he rogado" (279c). Esta noción de moderación, metríos, es crucial en todo cuanto tiene que ver con las actividades humanas. Es una idea de gran importancia en la filosofía platónica: Platón la caracteriza como aquello que sirve de patrón de medida en el ámbito de las actividades humanas y la especifica a través de conceptos como "lo debido", "lo conveniente" y "lo oportuno".

Por último, la referencia final al valor de la amistad es sumamente importante para la comprensión del diálogo en su conjunto, ya que como bien dijimos la amistad es el vínculo supremo en tiempos de Sócrates y Platón. El verdadero diálogo, el filosófico, solo puede darse cuando, gracias a un lazo de amistad profunda, existen entre los dos hombres la reciprocidad y la comunidad.