El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo

El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo Resumen y Análisis Parte 1, Capítulos 7-12

Resumen

Capítulo 7: En casa de Tom Bombadil

Al llegar a su casa, los hobbits son recibidos por la esposa de Tom Bombadil, Baya de Oro, una mujer hermosa y agradable que cautiva su atención y los hace sentir bienvenidos. Los aventureros pueden descansar, bañarse, comer y recuperar fuerzas. Durante la noche, Frodo tiene una pesadilla con los Jinetes Negros, pero luego vuelve a dormir tranquilamente. Al día siguiente, el clima lluvioso les impide seguir, por lo que se quedan en la casa de Bombadil escuchando sus historias. Él les explica que es muy antiguo, que está allí antes que el río y los árboles. Esa misma noche, Bombadil cuestiona a los hobbits sobre sus aventuras. Frodo le muestra el Anillo y se lo entrega voluntariamente. Bombadil se lo coloca en el dedo, pero el Anillo no le produce ningún efecto. Cuando se lo devuelve, Frodo se lo coloca en el dedo para asegurarse de que Bombadil no lo está engañando de ninguna manera, y desaparece automáticamente de la vista de sus amigos, pero Bombadil sigue viéndolo. Bombadil entonces les explica que el Anillo no tiene ningún poder sobre él.

Capítulo 8: Niebla en la Quebrada de los Túmulos

La noche es bastante tranquila, aunque en un momento Frodo escucha un inquietante canto mientras duerme. Después del desayuno, los hobbits se despiden de Bombadil y toman el camino principal, hasta que este se transforma en una serie de valles. En un momento, llegan a una roca que les produce una extraña somnolencia y termina por dormirlos profundamente. Cuando despiertan, se sienten confundidos y se encuentran rodeados por una niebla fría y espesa. Para no perderse, los hobbits caminan juntos, formando una fila con Frodo adelante. Sin embargo, dicha estrategia no les sirve de nada; Frodo descubre de pronto que está solo, y que incluso su poni se ha ido. Al llamar a gritos a sus amigos, escucha una voz que sale del suelo y siente que algo lo sujeta por la pierna. Frodo y sus amigos son atrapados por los tumularios, espíritus malignos que moran en las tumbas de los antiguos hombres del oeste.

La situación es crítica, pero Frodo canta para llamar a Tom Bombadil y este aparece a tiempo para rescatarlos con otra de sus canciones. Gracias a Bombadil, los hobbits se reúnen con sus ponis, salen de la quebrada de los Túmulos y retoman el camino principal. Desde allí, continúan el viaje en dirección a una antigua posada llamada “El Poney Pisador”, ubicada en la ciudad de Bree. Como es un lugar en el que a veces residen hobbits, Frodo adopta la identidad del señor Sotomonte y les recuerda a sus amigos que no lo llamen jamás por su nombre verdadero, ya que no quiere que nadie de la Comarca se entere de su aventura.

Capítulo 9: Bajo la enseña de "El Poney Pisador"

La ciudad de Bree es la capital de las homónimas tierras de Bree. Allí viven humanos amigables, que están acostumbrados a tratar con todo tipo de habitantes no-humanos de la región. Cuando los hobbits llegan a la posada “El Poney Pisador”, los atiende el dueño, el señor Cebadilla Mantecona, quien les otorga una cómoda habitación y los invita a cenar en el salón común, junto a todos los residentes de la posada.

Durante la cena, Frodo nota que un humano de aspecto viejo y curtido por el sol los observa desde una esquina de la habitación. Le informan que se llama Trancos y es un montaraz del norte. A Frodo le preocupa que Trancos sea un enemigo y decide ir a hablar con él, pero su conversación se ve interrumpida porque Pippin les cuenta a los borrachos del salón historias que pueden ponerlos en peligro. Para desviar la atención que la gente pone en su amigo, Frodo se sube a una mesa y canta una canción. Así se gana la atención de todos los presentes, aunque en un momento, por culpa de los nervios, se cae de la mesa al suelo y, accidentalmente, el Anillo se le desliza en uno de sus dedos. Los presentes, primero divertidos por la caída, quedan estupefactos con la desaparición del hobbit. Invisible, Frodo se arrastra hasta la esquina en donde está Trancos y se quita el Anillo. Todos quieren saber cómo hizo el hobbit para desaparecer, seguros de que se trata de magia, pero Frodo insiste en que solo se arrastró por debajo de la mesa. Cebadilla lo reprende por asustar a sus clientes y, además, le dice que debe transmitirle un mensaje muy importante.

Capítulo 10: Trancos

Trancos va a la habitación de los hobbits y les ofrece información a cambio de que le permitan acompañarlos durante una parte de su aventura. Sin embargo, Frodo se niega a realizar un pacto hasta no saber más sobre la identidad del desconocido. Entonces, Trancos revela que escuchó su charla en la entrada de Bree sobre su nombre falso y, además, revela que estaba buscando a un hobbit llamado Frodo Bolsón que coincide con su descripción. Para finalizar, Trancos le aclara que el accidente con el Anillo le puede traer problemas con ciertas personas de la ciudad, como el bandido Bill Helechal. De repente, alguien toca la puerta y Trancos se oculta en un rincón. Se trata del señor Mantecona, que trae una carta de Gandalf para Frodo. En la charla, Mantecona menciona la aparición de los Jinetes Negros, y, en ese momento, Trancos sale de su escondite para decir que esos jinetes vienen de Mordor, y que representan un gran peligro.

La carta tiene meses de antigüedad y, en ella, Gandalf le advierte a Frodo del peligro que corría incluso cuando permanecía en la Comarca. Además, le avisa sobre Trancos, que verdaderamente se llama Aragorn, una persona en la que puede confiar y de quien obtendrá gran ayuda. Trancos revela su verdadera identidad frente a Frodo y así planean juntos el viaje a Rivendel. Sin embargo, su charla es interrumpida por Merry, que había estado fuera de la posada y vio a los Jinetes Negros en la ciudad. Como precaución, los hobbits no duermen en su habitación, sino que dejan las sábanas extendidas con almohadas por debajo para que simulen sus cuerpos durmiendo y se mudan a otro cuarto. Aragorn hace guardia durante la noche para protegerlos de cualquier ataque.

Capítulo 11: Un cuchillo en la oscuridad

Mientras los hobbits duermen en la posada de Bree, Gordo Bolger permanece despierto en la casa de Cricava, en Los Gamos. Tres figuras negras que deambulan por los alrededores golpean a la puerta y, como no reciben respuesta, la derriban para entrar. Gordo Bolger, al tanto de que un peligro se cernía sobre él, ya había escapado de la casa, y los aldeanos vecinos prenden las alarmas y se preparan para la batalla. Ante tanto alboroto, las sombras huyen.

En Bree, los hobbits se despiertan y comprueban que su habitación fue requisada durante la noche. Los hobbits se preparan para iniciar el viaje a Rivendel junto a Trancos, pero Mantecona les informa que las puertas del establo fueron forzadas y los ponis huyeron. El único poni que pueden conseguir es uno viejo y desnutrido, propiedad de Bill Helechal, que se los vende al triple de su valor y solo pueden utilizarlo para que lleve algo de carga. Así, Trancos y los hobbits inician su viaje a pie.

El grupo se interna en el Bosque de Chet para evitar a los Jinetes Negros y, con Trancos como guía, los siguientes cinco días son de relativa calma y seguridad. En un momento, encuentran un mensaje grabado en un árbol, que pareciera ser de Gandalf y que indica que estuvo allí hace tres días. El grupo de aventureros se detiene para pasar la noche en una loma llamada la Cima de los Vientos, donde antiguamente se alzaba una poderosa torre, de la que ahora quedan solo las ruinas. Alrededor del fuego, Trancos cuenta historias de héroes y elfos, hasta que la presencia de los Jinetes Negros los pone en alerta. Cuando son atacados, Frodo tiene miedo y cede ante la tentación de ponerse el Anillo. Invisible, ve con mucha más claridad a los Jinetes y nota que uno de ellos lleva una corona. Dicho jinete lo apuñala en un hombro, pero Frodo contraataca y lo golpea en un pie. Con su último esfuerzo, se quita el Anillo de la mano, mientras que Trancos termina de ahuyentar al resto de los atacantes utilizando una antorcha, ya que el fuego les molesta particularmente.

Capítulo 12: Huida hacia el Vado

Cuando Frodo recupera la conciencia, le pregunta a los otros hobbits sobre el "Rey Pálido", el Jinete Negro que poseía corona, pero como el resto solo vio figuras borrosas, nada pueden decirle al respecto. Trancos se encarga de su herida y le advierte que no le será fácil reponerse, puesto que la hoja tiene un veneno que él desconoce. Al día siguiente retoman el viaje en dirección al sur. Frodo va montado en el poni, mientras que los demás caminan. Una noche, mientras el grupo busca un lugar donde acampar, se encuentran con un elfo llamado Glorfindel, que tiene la misión de encontrarlos y guiarlos hasta Rivendel. El elfo reconoce que la herida de Frodo es peligrosa, pero confía en que en Rivendel podrán tratarlo. Mientras tanto, el herido sufre un gran dolor acompañado de pesadillas extrañas.

Al final del capítulo, cuando el grupo se acerca al vado que marca la entrada a Rivendel, son alcanzados por los Jinetes Negros. Glorfindel sube a Frodo a su caballo y le da la orden de galopar a toda velocidad para intentar alcanzar el vado antes que sus enemigos. Los Jinetes Negros lo siguen, pero no logran alcanzarlo. El caballo cruza el vado y, cuando los Jinetes Negros intentan alcanzarlo, una gran y repentina creciente, producida con la magia de los elfos, aumenta ferozmente el cauce del río y arrastra con violencia a los Jinetes.

Análisis

En la sección anterior hemos propuesto a la figura del héroe como un dispositivo nuclear del relato épico, y hemos presentado un esquema de progresión que se comprende como un camino: el héroe recibe un mensaje que lo impulsa a salir del mundo cotidiano y a lanzarse hacia una aventura que lo pondrá a prueba. Esto sucede con Frodo en los primeros capítulos, una vez que Gandalf revela la naturaleza del anillo mágico hallado por Bilbo. Desde el inicio, toda la trilogía de El Señor de los Anillos propone un relato de viajes, cargado de aventuras, que, en general, repite un esquema: los protagonistas abandonan la protección de un pueblo o una ciudad, viajan por un tiempo determinado y se exponen a una serie de peligros, sufren algún daño o pérdida y llegan nuevamente a un lugar seguro en el que descansar y recobrar las fuerzas.

En la primera parte de La Comunidad del Anillo, Frodo parte de la Comarca con destino a Rivendel, sufre una serie de contratiempos (es perseguido por los Jinetes Negros, se adentra en el Bosque Viejo, es capturado en la Quebrada de los Túmulos y es atacado en la Cima de los Vientos), es herido y está a punto de morir, pero logra salvarse y llega al pueblo de los elfos. Este esquema se repite, como veremos, en la segunda parte: la Comunidad del Anillo abandona Rivendel, avanza hacia el sur, cruza las montañas a través de las minas de Moria, Gandalf cae al abismo en el puente de Khazad-dûm y el resto del grupo logra escapar y refugiarse en Lorien, otro de los pueblos elfos.

En los capítulos que competen a esta sección, además de la ya mencionada ayuda mágica, cobra importancia otro elemento del esquema presentado: el cruce del umbral. Esta es una etapa del camino en la que el héroe ingresa en una zona de fuerzas magnificadas, vedada para el común de los mortales. Los umbrales son zonas liminares, fronteras entre lo conocido y el mundo desconocido en el que el héroe debe adentrarse para hallar los significados trascendentales que lo engrandecerán. En el capítulo 6, Frodo, Sam, Merry y Pippin abandonan la Comarca y, para escapar de los Jinetes Negros que acechan en el camino, se internan en el Bosque Viejo, una región extraña y cargada de leyendas que se extiende entre el país Hobbit y las tierras de Bree. Para los cuatro hobbits, internarse en el Bosque Viejo significa cruzar una clara frontera hacia lo desconocido: nunca antes se habían atrevido a franquear sus lindes, y ninguno sabe lo que les espera del otro lado. Ingresar en esa nueva zona de la experiencia, sin embargo, siempre entraña un enorme peligro, puesto que los umbrales suelen estar custodiados por guardianes, criaturas o fuerzas divinas tienen la doble capacidad de proteger o de destruir a los intrusos. Un primer guardián contra el que se enfrentan los hobbits es el viejo Hombre-Sauce, un antiguo árbol cargado de odio hacia otros seres vivos que los apresa y trata de asfixiarlos con sus raíces.

Al rescate de los hobbits llega Tom Bombadil, una criatura considerada por muchos como la más peculiar y misteriosa del universo tolkieniano. Salvados de ese primer guardián, los hobbits llegan a la entraña del Bosque Viejo y obtienen una recompensa: el conocimiento de las extrañas fuerzas que obran sobre la Tierra Media. Tal como él mismo se describe en dos famosos versos de El Señor de los Anillos, “El viejo Tom Bombadil es un sujeto sencillo, / de chaqueta azul brillante y zapatos amarillos” (p. 152). Tras la canción, todo lo que dice a los hobbits sobre él es que es el Señor de la región y que no existe ningún poder sobre la tierra que lo afecte. Tom Bombadil hospeda a los hobbits en su casa y les presenta a su esposa, Baya de Oro, un espíritu a quien encontró una vez recogiendo lirios en un lago y de quien se enamoró.

El episodio del Bosque Viejo es en verdad una extraña pieza en el enorme mosaico de relatos que conforman las historias de la Tierra Media. Muy poco se sabe realmente de Tom Bombadil, y a lo largo de sus años de vida, Tolkien nunca reveló nada de este personaje, por mucho que los aficionados le rogaran. Sabemos que el anillo no lo afecta: puede colocárselo en el dedo sin desaparecer, y el Señor Oscuro no puede detectar que lo está usando. También sabemos que no tiene ambiciones y que no participará de la guerra que se está desencadenando, aunque es probablemente la criatura más poderosa de la tierra.

Sobre él hay muchas teorías: algunos consideran que es una personificación del propio Tolkien dentro de su obra: un viejo amante de los bosques y de la naturaleza, con un poder absoluto —puesto que es el autor de la historia —pero que no tiene permitido intervenir en el conflicto, ya que, como autor, tiene que dejar que sus personajes lo resuelvan. Otros opinan que es un Maia, un espíritu menor dentro del panteón de las criaturas supraterrenales (como Gandalf o el mismo Sauron), y que su función se limita a la protección de una región muy limitada, el Bosque Viejo. Finalmente, la última teoría lo presenta como un avatar o encarnación de Eru Iluvatar, el Dios supremo y creador del mundo de Tolkien.

Lo que sí puede señalarse sobre Tom Bombadil es que su poder se expresa mediante el canto: cada vez que aparece y que rescata a los hobbits (del Hombre-Sauce y de los tumularios), lo hace mediante una canción. Este no es un detalle menor, puesto que Eru Iluvatar crea el mundo por medio del canto (o, más bien, toda la creación y los sucesos del mundo no son más que partes de la canción de Eru). Lo que es más, el propio Tolkien confiere a la poesía (es decir, a la expresión lírica) el poder de crear universos y realidades nuevas. De hecho, acuña el concepto de “subcreación” para referirse a la capacidad que poseen las palabras para crear nuevos mundos, a los que llama “mundos secundarios”, que funcionan como modos complementarios para entender el “mundo primario” o real. La canción es el mejor modo de expresar este potencial creador de la palabra y es en ese sentido que puede rescatarse la figura de Bombadil. Más que una representación del propio autor o del Dios creador, se trata de un dispositivo narrativo que pone de manifiesto la capacidad que tienen las palabras para forjar la realidad.

Tras el episodio del Bosque Viejo, los hobbits llegan a Bree y allí se les suma Trancos, o Aragorn, otro personaje misterioso que más adelante revelará su importancia crucial. Al igual que Gandalf, Trancos funciona en esta parte de la novela como el guía de Frodo. Dentro del Camino del héroe, su rol se asocia al de la ayuda mágica: el montaraz posee un gran conocimiento sobre la región y es un guerrero experimentado; si no fuera por él, Frodo jamás llegaría a Rivendel.

Además de oficiar de guía, Aragorn es un personaje versado en la historia de la Tierra Media y les enseña a los hobbits mucho sobre los eventos de la Segunda Edad y la primera guerra contra Sauron. Estos relatos constituyen el trasfondo mítico de la Tierra Mieda y le otorgan a la saga su profunda densidad simbólica. Tolkien se considera a sí mismo como un amante de los mitos, y piensa estos relatos como una vía para entender mejor el mundo empírico. Para él, el mito y la leyenda manifiestan tanto las verdades esenciales del mundo y del ser humano como cualquier otro elemento del orden de la existencia real. Lo que es más, como el propio Tolkien menciona a sus amigos en numerosas cartas, cuando comienza a desarrollar las lenguas de la Tierra Media y a escribir los primeros poemas, hacía 1915, la idea que rondaba en su cabeza era la de crear una mitología para Inglaterra, es decir, un repertorio de relatos que ayudaran, desde la literatura, a comprender la realidad.

Para reivindicar esta potencia del mito, en El Señor de los Anillos aparecen muchos personajes que aman las historias del pasado y que recuerdan canciones de otras épocas. Los cuatro hobbits son, claramente, personajes filomitos: en la Cima de los Vientos, por ejemplo, le piden a Trancos que les cuente relatos del mundo antiguo -algo que Frodo le pedía habitualmente a Gandalf cada vez que el mago aparecía por la Comarca- y se sorprenden del vasto conocimiento del montaraz. Antes del enfrentamiento con los Jinetes Negros, Aragorn les cuenta sobre la región en la que se encuentran:

Los Hombres del Oeste no vivían aquí, aunque en sus últimos días defendieron un tiempo estas colinas contra el mal que venía de Angmar. Este camino abastecía los fuertes a lo largo de los muros. Pero mucho antes, en los primeros tiempos del Reino del Norte, edificaron una torre de observación en lo más alto de la Cima de los Vientos y la llamaron Amon Sul. Fue incendiada y demolida y nada queda de ella excepto un círculo de piedras desparramadas, como una tosca corona en la cabeza de la vieja colina. Sin embargo, en un tiempo fue alta y hermosa. Se dice que Elendil subió allí a observar la llegada de Gil-galad que venía del Oeste, en los días de la Ultima Alianza (p. 222).

Aunque los hobbits no lo saben, Trancos les está contando la historia de sus antepasados, puesto que él es el descendiente de Isildur, y su destino es ocupar el trono de Gondor y guiar a los hombres en la lucha contra Sauron. En su historia también se menciona a Gil-galad, el último gran rey elfo. Ante la pregunta de Pippin sobre este último personaje, es Sam quien responde:

Gil-galad era un rey de los elfos;

los trovadores lamentaban la suerte

del último reino libre y hermoso

entre las montañas y el océano.


La espada del rey era larga y afilada la lanza,

y el casco brillante se veía de lejos;

y en el escudo de plata se reflejaban

los astros innumerables de los campos del cielo.


Pero hace mucho tiempo se alejó a caballo,

y nadie sabe dónde habita ahora;

la estrella de Gil-galad cayó en las tinieblas

de Mordor, el país de las sombras.

(p. 222)

Nuevamente, las canciones se incrustan en el relato macro como fragmentos del pasado que cobran nuevos sentidos a la luz del presente. En este caso, Sam es quien recuerda los poemas y los relatos que Bilbo le contaba en su infancia, y repone la historia a sus compañeros. Más adelante, en los siguientes volúmenes de El Señor de los Anillos, Sam jugará un papel cada vez más importante al tener la capacidad de instaurar, por medio del relato, remansos de paz y de bienestar en el oscuro camino de Frodo.

El ataque de los Jinetes Negros en las Cimas de los Vientos representa, en cierto sentido, otro cruce del umbral. Dicho episodio pone a prueba la voluntad de Frodo para resistirse al poder del Anillo Único. Atraído por los Nazgul, el Anillo se impone y obliga al hobbit a colocárselo en el dedo. Con el anillo puesto, Frodo puede contemplar a los Jinetes como lo que son: Espectros de grandes reyes de antaño sometidos a la servidumbre de Sauron. Frodo sobrevive al encuentro con los Nazgul, pero es herido por una hoja de Morgul, un puñal envenenado que no solo pone en peligro su vida, sino que está a punto de convertirlo en otro espectro bajo el poder de Sauron. Este enfrentamiento es un hito en el camino de Frodo, puesto que su herida, aunque sana, lo marca para siempre y lo hace ingresar a una nueva realidad: tras ser marcado por el Nazgul, Frodo se mantiene en el mundo de los vivos, pero una parte de él queda conectada al mundo de las sombras en el que viven los Espectros del Anillo. Desde ese momento, la singularidad marca al hobbit y lo aleja definitivamente del resto de sus compañeros. La herida del puñal, aunque cicatrizada, nunca dejará de dolerle y será un recordatorio constante de la oscuridad en la que puede sumirse el mundo.

Como vemos, los héroes no sortean indemnes las pruebas que se presentan ante ellos. Estas heridas son también aprendizajes y una parte necesaria del camino que deben atravesar. Al final del primer libro, Frodo se halla en un lugar totalmente diferente al de sus inicios: ya no es el hobbit ingenuo que vivía en Bolsón Cerrado, y empieza a comprender que, incluso si tiene éxito en su aventura, jamás podrá volver a vivir como antes.