El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo

El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo Resumen y Análisis Parte 1, Capítulos 3-6

Resumen

Capítulo 3: Tres es compañía

Frodo disfruta vivir en Hobbiton, por lo que tarda mucho tiempo en abandonar su pueblo. Es por eso que Gandalf lo presiona, le recuerda la importancia de su viaje y le recomienda que se dirija a la ciudad élfica de Rivendel, donde parece que se encuentra Bilbo.

Frodo le vende su hogar, Bolsón Cerrado, a una familia hobbit emparentada con Bilbo, y eso despierta todo tipo de chismes. Con ese dinero se compra una casa en Cricava, pasando Gamoburgo. Sus amigos, Merry Brandigamo y Fredegar Bolger, llevan los muebles en carreta y se adelantan en el viaje para preparar la casa. Mientras tanto, Frodo emprende el mismo viaje, pero a pie, junto a sus amigos Sam y Pippin.

En el camino, los hobbits escuchan el andar de un caballo y Frodo siente un profundo miedo que lo lleva a esconderse. Al rato, descubren que el misterioso jinete va vestido completamente de negro. Aunque su rostro no puede verse, resulta claro que es un secuaz del Señor Oscuro. Sam lo identifica: ese mismo jinete estuvo en Hobbinton preguntando por Frodo. Más tarde aparece otro, o quizás es el mismo. Los hobbits vuelven a esconderse y Frodo tiene el fuerte impulso de ponerse el anillo. Sin embargo, los cantos de un grupo de elfos espantan al Jinete. El grupo de elfos es liderado por Gildor, invita a los hobbits a cenar con ellos y les ofrecen protección durante la noche. A la mañana siguiente, cuando los hobbits despiertan, los elfos ya no están.

Capítulo 4: Un atajo hacia los hongos

Frodo propone seguir viaje hacia Los Gamos, pero antes le consulta a su amigo Sam si está dispuesto a afrontar los peligros que eso implica. Sam se demuestra fiel y leal a su compañero. Los hobbits continúan su viaje pero, para evitar a los Jinetes Negros, caminan a través de los campos en lugar de utilizar la carretera principal. Es así como llegan a los terrenos del granjero Maggot. Este los recibe de manera hospitalaria: les ofrece una cena y luego los lleva en carreta hasta Balsadera, para que no enfrenten más peligros. Maggot les ofrece ayuda porque sabe que están en peligro, ya que momentos antes de la llegada de los hobbits recibió una visita de un Jinete Negro preguntando por el señor Bolsón, y durante ese breve encuentro pudo percibir la maldad en aquella criatura. Cuando llegan a la entrada de Balsadera, se encuentran con Merry, y allí mismo los hobbits se despiden de Maggot.

Capítulo 5: Consipiración desenmascarada

Los hobbits siguen viaje a Los Gamos, al hogar que Frodo compró y Merry se amuebló. Durante el viaje detectan que una figura envuelta en oscuridad los sigue y se apresuran hasta escapar. En la nueva casa, Gordo Bolger los está esperando. Los hobbits disfrutan de la comodidad del hogar y se divierten, hasta que discuten el futuro de Frodo. En ese diálogo, Frodo expresa que quiere continuar el viaje solo, pero sus amigos le revelan que saben mucho acerca de todo lo que está ocurriendo y que, comprendiendo los peligros del anillo, no van a dejarlo solo. Frodo se sorprende de que sus colegas sepan sobre el anillo, la desaparición de Bilbo y la visitas de Gandalf. Se siente molesto porque ocultaron su conocimiento, pero la determinación que demuestran por ayudarlo le impide enojarse. Es así que los hobbits planifican el viaje; la amenaza de los jinetes no les permite quedarse en Los Gamos por mucho tiempo. Para evitar peligros, Frodo decide que caminarán a través del Bosque Viejo, una opción que atemoriza a todos, pero que parece menos peligrosa que tomar el camino principal. Gordo Bolger se quedará en la casa, en principio para mantener las apariencias y, además, para mantener informado a Gandalf en caso de que aparezca. Los hobbits se van a dormir para emprender viaje la mañana siguiente.

Capítulo 6: El Bosque Viejo

A la mañana, los hobbits montan sus ponis y, encabezados por Merry, cabalgan hasta el Bosque Viejo. En el camino, cuentan las historias sobre el temible lugar al que están ingresando y, conscientes del peligro, se proponen evitar el centro del bosque y trazar una ruta que los mantenga siempre sobre su linde. Sin embargo, pronto notan que los árboles se mueven y los caminos se van modificando. Por eso, cuando llegan al Claro de la Hoguera experimentan un gran alivio, ya que es un lugar en altura que les brinda una vista de todo el bosque. Sin embargo, de poco les sirve, puesto que poco después de retomar la marcha se confunden y pierden todo sentido de la orientación. Además de desorientarlos, los árboles hacen tropezar a los hobbits con sus raíces. La situación llega a su límite cuando Merry y Pippin son apresados por el viejo Hombre-Sauce. Afortunadamente, un ser llamado Tom Bombadil aparece de la nada y le canta una canción al viejo Hombre-Sauce para que deje a los hobbits en paz. Luego de rescatarlos, Tom Bombadil invita a los hobbits a su hogar.

Análisis

Un elemento estructural importante de El Señor de los Anillos que ya se percibe desde el inicio del relato es el tono nostálgico que predomina en su narración: Tolkien propone la historia de un mundo en decadencia, que vive del recuerdo de un pasado esplendoroso. Como sabemos desde los primeros capítulos, la acción transcurre hacia finales de la Tercera Edad, más precisamente en el año 3018, y poco queda de las grandes civilizaciones de antaño: los reinos elfos de la Primera Edad, como Doriath y Gondolin, y las grandes naciones humanas de la Segunda Edad, como Númenor. En el presente de la narración, tanto los pueblos como los personajes que participan del conflicto son un eco de aquella grandeza perdida. Esta sensación de vivir en un presente opacado por el pasado acompaña toda la trilogía, y es recordada constantemente por muchos de los personajes. Ni siquiera Sauron está por fuera de esta lógica: el Señor Oscuro regresa luego de tres mil años y no tiene más que una pizca de su antiguo poder. Por eso es tan importante para él recuperar su Anillo de Poder: porque en él reside la fuerza perdida y la capacidad de imponer su voluntad a la de los mermados y decadentes Pueblos Libres. Si antaño la liga entre elfos y humanos (principalmente entre las fuerzas de Gil-Galad, el último rey elfo, y las de Elendil e Isildur, reyes de las naciones humanas de Gondor y Arnor) había logrado derrotar a Sauron y quitarle el anillo, no existe en la Tercera Edad ninguna fuerza que llegue siquiera a compararse en poderío a la de la Segunda Edad.

De hecho, para la gran mayoría de los personajes, los eventos de la guerra contra Sauron que ponen fin a la Segunda Edad no son más que leyendas y cuentos para niños que pocos se toman en serio. De esta forma, Tolkien construye un pasado mítico que emerge poco a poco en sus novelas hasta cobrar protagonismo, y que señala la importancia de las narraciones tradicionales como portadoras de la memoria de los pueblos. Al igual que los cuentos de hadas para la tradición europea, las leyendas sobre el pasado cumplen en la Tierra Media un importante rol como reservas simbólicas en función de las cuales cada comunidad construye su identidad.

Las criaturas que mejor expresan el carácter nostálgico de El Señor de los Anillos son los elfos, seres inmortales que, ante los ojos de los hobbits, se presentan como si fueran ensoñaciones. La primera vez que aparecen elfos en La Comunidad del Anillo, sus canciones salvan a Frodo y a sus compañeros de caer en manos de un Jinete Negro. La canción está dedicada a Elbereth Gilthoniel (también llamada Varda), una de las diosas (o Valar) más importantes del universo de Tolkien, quien reina sobre las estrellas. Elbereth es la Valar más querida de los elfos, y el solo hecho de pronunciar su nombre actúa como conjuro contra las fuerzas de la oscuridad. En el poema que escuchan los hobbits puede observarse con claridad esta dimensión nostálgica que caracteriza a los elfos:

¡Blancanieves! ¡Blancanieves! ¡Oh, dama clara!

¡Reina de más allá de los mares del Oeste!

¡Oh Luz para nosotros, peregrinos

en un mundo de árboles entrelazados!


¡Gilthoniel! ¡Oh Elbereth!

Es clara tu mirada y brillante tu aliento.

¡Blancanieves! ¡Blancanieves! Te cantamos

en una tierra lejana más allá del mar.


Oh estrellas que en un año sin sol

ella sembró con luminosa mano,

en campos borrascosos, ahora brillante y claro

vemos tu capullo de plata esparcido en el viento.

¡Oh Elbereth! ¡Gilthoniel!

Recordamos aún, nosotros que habitamos

en esta tierra lejana bajo los árboles,

tu luz estelar sobre los mares del Oeste. (p. 101)

Si leemos entre líneas, la canción presenta gran parte de la historia de los elfos: esta raza llega a la Tierra Media desde Valinor, un continente en el extremo oeste del mundo en el que habitaban junto a los Valar (los dioses de la mitología de Tolkien), para luchar contra Morgoth, el Señor Oscuro que había robado los Silmarils, tres joyas en las que Feanor había logrado capturar la luz de los árboles sagrados, antes de que existieran la luna y el sol. Los elfos que se instalan en la Tierra Media recuerdan siempre con añoranza la bella Valinor que dejaron atrás, y muchas de sus canciones están dedicadas a dicha memoria. Además, como se trata de criaturas que nacieron antes de la existencia de la luna y el sol, los elfos tienen una conexión especial con las estrellas, y por eso Varda es tan importante para ellos. Cuando Frodo se encuentra con los elfos, estos se presentan y explican por qué están atravesando la Comarca:

—Me llamo Gildor —respondió el jefe, el primero que lo había saludado—. Gildor Inglorion de la Casa de Finrod. Somos desterrados; la mayoría de nosotros ha partido hace tiempo y ahora no hacemos otra cosa que demorarnos un poco antes de cruzar las Grandes Aguas. Pero algunos viven aún en paz en Rivendel (p. 103).

En este pasaje, nuevamente puede leerse la dimensión decadente propia del fin de la Tercera Edad: los pocos elfos que quedan en la Tierra Media se preparan para regresar a Valinor, puesto que su tiempo en el continente está llegando a su fin. Para los hobbits, los elfos son criaturas feéricas, salidas realmente de las leyendas, y ese primer encuentro se vive como un sueño:

Pippin apenas recordó después lo que había comido y bebido, pues se pasó la noche mirando la luz que irradiaban las caras de los elfos y escuchando aquellas voces tan variadas y hermosas; todo había sido como un sueño. Pero recordaba que había habido pan, más sabroso que una buena hogaza blanca para un muerto de hambre, y frutas tan dulces como bayas silvestres y más perfumadas que las frutas cultivadas de las huertas y había tomado una bebida fragante, fresca como una fuente clara, dorada como una tarde de verano. Sam nunca pudo describir con palabras y ni siquiera volver a imaginar lo que había pensado y sentido aquella noche, aunque se le grabó en la memoria como uno de los episodios más importantes de su vida (p. 104).

Los elfos son las criaturas más interesantes y complejas creadas por Tolkien, y a las que el autor dedicó más páginas. En este primer encuentro, queda claro que poseen un poder que está más allá de la comprensión de los hobbits y que se aproxima mucho -como veremos más adelante- a la idea que otras razas tienen de la magia. Como se verá a lo largo de todo el libro, estas criaturas inmortales se definen por su ambivalencia: son extremadamente sabios, pero también inocentes como niños. Son propensos a reír y cantar alegremente, pero una enorme pena los embarga y los convierte en criaturas melancólicas. Se muestran como seres frágiles pero son capaces de grandes hazañas bélicas, y, aunque poseen una conexión muy fuerte con la tierra que habitan, no suelen entrometerse en los problemas del mundo y de los otros pueblos. Más adelante, cuando abordemos el análisis de la segunda parte de la novela, volveremos sobre ellos.

Ya que hemos citado el canto a Elbereth, vale la pena detenerse y señalar la importancia que las canciones y los poemas tienen en toda la saga. En primer lugar, las canciones sirven para introducir en el relato las formas de ver y de interpretar el mundo de los distintos pueblos. En este sentido, mientras que las canciones de los elfos recuerdan tiempos remotos y hechos paradigmáticos de la Primera Edad que para otras razas son desconocidos, las canciones hobbits, por su parte, suelen hablar de la comodidad y del amor que tienen por sus moradas y por la Comarca. Cuando los cuatro hobbits inician su aventura, cantan una canción que añora el regreso al hogar:

La casa atrás, delante el mundo,

y muchas sendas que recorrer,

hacia el filo sombrío del horizonte

y la noche estrellada.

Luego el mundo atrás y la casa delante;

volvemos a la casa y a la cama.


Niebla y crepúsculo, nubes y sombra,

se borrarán, se borrarán.

Lámpara y fuego, y pan y carne,

¡y luego a cama, y luego a cama!

(p. 99)

Como ya hemos dicho, los hobbits son criaturas tranquilas, que valoran la comodidad por sobre todas las cosas. Tal como muchos críticos han señalado, el hobbit se presenta como una figura híper-civilizada, llena de costumbres típicamente británicas, como su afición al té, la cordialidad y su deseo de evitar cualquier problema o incomodidad social. Por eso, es doblemente interesante destacar que quien va a cumplir el rol de héroe en El Señor de los Anillos es un hobbit, Frodo Bolsón, un huérfano adoptado por Bilbo que recibe como herencia el Anillo Único, así como la responsabilidad de llevarlo primero hasta Rivendel y luego a Mordor para destruirlo.

Todo relato que exprese las formas de pensar y de comprender el mundo de una comunidad necesita de una figura central con la que identificarse, y ese es el rol que cumple el héroe. A nivel narrativo, el héroe condensa y vehiculiza el conjunto de valores sobre el que una sociedad se construye. Tal como indica Joseph Campbell en su famosa obra El héroe de las mil caras, psicoanálisis del mito, el héroe es un personaje que se destaca de su entorno y que está destinado a recorrer un camino diferente al del sujeto promedio. Frodo, al igual que Bilbo, tiene ciertas cualidades que lo destacan entre los hobbits: ha crecido escuchando la historia de las aventuras de su tío y siente el llamado del mundo exterior a la Comarca; a diferencia de otros hobbits, hay en Frodo un interés por conocer nuevas tierras y encontrarse con criaturas desconocidas. Sin embargo, el germen o la predisposición no es suficiente para disparar la aventura. La condición de héroe no se recibe al nacer, sino que se construye a medida que el sujeto se enfrenta al mundo y sortea obstáculos cada vez más difíciles. A este esquema de acción, Joseph Campbell lo llama “El camino del héroe”: se trata de una serie tipificada de pasos y elementos que el héroe tradicional cumple para formarse. Tal como lo plantea María Inés Arrizabalaga en sus trabajos sobre la épica:

El héroe debe andar un camino, debe hacerse una ruta que es común que desconozca, y vaya revelándosele a medida que la recorre. En el camino habrá obstáculos que sortear, y asimismo ayudas inesperadas, o a veces esperadas de aquellos que transitan con el héroe. Solo o con acompañantes, la marcha del héroe lo fortalecerá con aprendizajes sobre la subsistencia. Por representar a los suyos, en todo lo que gane el héroe habrán ganado quienes lo esperan (Arrizabalaga et al., 2011: 15).

Las primeras etapas que Joseph Campbell señala en el camino del héroe son el llamado a la aventura, la negativa al llamado, la ayuda mágica o sobrenatural y el cruce del umbral. El llamado a la aventura es el disparador de la acción: algo sucede que impulsa al héroe a seguir un camino diferente al del común de las criaturas. En general, este esquema es disparado por la llegada de un mensajero que trae noticias importantes ante las que el héroe debe decidir qué hacer. En este sentido, Frodo recibe a Gandalf, quien actúa en primera instancia como mensajero, y luego, también, como ayuda mágica o sobrenatural: es el viejo mago quien le explica a Frodo el trasfondo del anillo heredado de Bilbo y quien le pide que lo lleve a Rivendel.

Si bien podría dedicarse un libro entero a este personaje -el más querido y famoso de la saga-, nos basta en este momento con decir que Gandalf, el viejo mago, es una figura misteriosa y evasiva que fue enviada a la Tierra Media para ayudar a los Pueblos Libres a luchar contra el mal de Sauron. De todos los magos, Gandalf es el único que muestra un genuino interés por los hobbits, y es quien descubre que el anillo mágico encontrado por Bilbo no es otro que el Anillo Único. Además de poner a Frodo en el camino de la aventura, Gandalf se convierte en su principal consejero y revela poco a poco, con las expresiones crípticas que lo caracterizan, que, así como hay fuerzas del mal obrando sobre el mundo, también existen las fuerzas del bien, cuyos caminos son inescrutables y, la mayoría de las veces, inesperados.

Gandalf introduce dos de las nociones más importantes de El Señor de los Anillos: las de destino y de compasión. Tal como le explica a Frodo, cada criatura está destinada a jugar un papel determinado en la creación y no puede evadirse. Esta idea del destino como un camino desconocido pero prefijado hunde sus raíces en la concepción griega, una de las principales fuentes en las que Tolkien abreva. A la noción de destino se suma la de la compasión como una de las fuerzas más potentes que operan sobre la realidad. Gandalf le enseña a Frodo a ser compasivo con todas las criaturas, y a no apurarse al desear la muerte de un enemigo. Esta enseñanza, que se remonta a la compasión que Bilbo experimentó por Gollum, es la que eventualmente jugará un rol fundamental en la destrucción del anillo, cuando Gollum guíe a Frodo hasta el Monte del Destino.

Ante el mensaje que recibe de Gandalf, la primera reacción de Frodo es negarse al llamado a la aventura: el hobbit intenta entregarle el anillo al mago y desentenderse del problema. Sin embargo, pronto comprende que no puede escapar de esa tarea que le ha sido encomendada, y que debe hacerse cargo del rol que le toca jugar en el gran conflicto recién desatado. Una vez aceptado el llamado, la aventura se desarrolla como un viaje: Frodo debe abandonar la Comarca y reunirse con Gandalf en el pueblo de Bree. En su periplo, recibirá ayuda de distintas fuerzas y objetos, gracias a los cuales tendrá éxito en su empresa. En estos primeros capítulos, son muchas las formas en que se presenta el arquetipo de la ayuda mágica. En primera instancia, los elfos que ya hemos mencionado salvan a Frodo del primer encuentro con los jinetes negros. En la sección siguiente, veremos cómo otros personajes se suman al esquema y ayudan a Frodo en su camino, y volveremos también sobre la instancia de la aventura que Campbell llama "El cruce del umbral".