El obsceno pájaro de la noche

El obsceno pájaro de la noche Resumen y Análisis Capítulos 13-18

Resumen

Capítulo 13

Inés visita con frecuencia a la Peta Ponce en el espacio que la vieja ocupa en la Rinconada. Cuando la mujer se da cuenta de que no puede quedar embarazada, está muy frustrada y le pide ayuda a la vieja. La noche en que Jerónimo puede ser electo diputado, Inés convoca a Humberto al cuarto de la Peta Ponce. Él presiente que en realidad quieren que Jerónimo vaya a visitar a la vieja para tener sexo con ella; creen que, así, Inés podrá quedar embarazada. En medio de la noche, Humberto siente un dolor muy fuerte en el brazo y entiende que es una brujería de la vieja para que él vaya a su cuarto. Al recibirlo, la Peta lo llama "Jerónimo" y él afirma ser el patrón. Ambas parejas tienen relaciones sexuales, una en el cuarto matrimonial en la casa y la otra en la cueva de la Peta Ponce. Mientras sucede, se confunden las identidades: Jerónimo se acuesta con la vieja y Humberto con Inés. Justo debajo de la ventana del matrimonio, se encuentra la perra amarilla aullando. Aunque Inés le ruega que no lo haga, el marido sale a la perra, y cuando la encuentra hace que sus cuatro perros negros la maten.

Meses después se anuncia el embarazo de Inés. Humberto les pregunta a los jardineros por el cuerpo de la perra muerta, pero nadie lo ha visto. Él sospecha que tal vez no haya muerto. Cuenta que las viejas como la Peta Ponce tienen el poder de confundir los tiempos y los acontecimientos para cumplir sus designios. Llega a creer que todo, desde la herida de su brazo, forma parte de un plan de la vieja. Esto le provoca terror y siente que la realidad es inundada por una pesadilla. Piensa que Jerónimo le ha robado su fertilidad, y que él se ha quedado con la potencia del patrón. También, que desde entonces la Peta lo acecha para volver a tener sexo con él. Jerónimo no quiere tener sexo con Inés mientras esté embarazada porque cree que el niño saldría deforme. Hace que Humberto lo acompañe a prostíbulos y lo mire tener sexo con prostitutas: necesita la mirada del otro para poder hacerlo. Al narrar esto, el Mudito recuerda que el doctor Azula le ha hecho operaciones. Estas ciugías han modificado su cara y su cuerpo, pero el médico no puede quitarle la mirada porque Jerónimo depende de ella. Finalmente, el niño nace deforme, monstruoso.

Capítulo 14

Jerónimo ordena que retiren de la Rinconada todo lo que remita al mundo exterior y hace cerrar completamente la casa: son tapiadas todas las puertas y ventanas. Construirá un mundo aislado para que su hijo, Boy, crezca separado de su familia, pero rodeado de sirvientes. Hace que los patios estén adornados con estatuas de figuras humanas monstruosas; procura que su hijo solo conozca la mosntruosidad y que en ese mundo artificial crezca con la idea de que es normal. Humberto Peñaloza queda a cargo del proyecto. Su primera tarea es reclutar monstruos de todo tipo para que sean los acompañantes y sirvientes de Boy. El hermano Mateo, Miss Dolly, Larry, Berta, Melchor, Melisa y Emperatriz quedan seleccionados para conformar la clase más alta de ese mundo, la élite de monstruos. Otros monstruos piden trabajo en la Rinconada y se estructuran otras clases sociales: hay monstruos de segunda, de tercera, de cuarta. El padre prohibe que el hijo conozca el dolor y el placer, la alegría y la tristeza. Él no debe aprender a hablar ni puede escuchar música.

Humberto también vive allí. Tiene una torre elevada con una biblioteca para realizar su proyecto de escritura. El patrón le encomienda la redacción de una crónica sobre el mundo de Boy. Es la principal autoridad en el lugar; es el representante de Jerónimo, quien no tiene intenciones de pisar el lugar jamás. Además, el Mudito es el único ser humano no monstruoso del lugar. Es feo y pobre, pero normal. Por eso, en ese mundo cerrado él se convierte en el anormal, en el fenómeno. También vive allí el doctor Azula, monstruoso por tener solo un ojo y manos de ave de rapiña. La élite de monstruos lleva una vida de absoluto lujo en la Rinconada.

Capítulo 15

Desde el punto de vista científico, el nacimiento de Boy es una aberración. Los médicos lo consideran un niño-gárgola y creen que vivirá muy poco tiempo. Jerónimo quiere salvarle la vida y encuentra a un médico de Bilbao, en el País Vasco, de donde proviene el apellido Azcoitía. Es el doctor Crisóforo Azula, él mismo víctima de deformidades serias. Azula se interesa en el caso y viaja a América para hacerse cargo del niño. Cree que así ganará dinero y conocimientos muy valiosos. Hace operaciones en el cuerpo de Boy: le pone párpados, le dibuja una boca, corrige los defectos que ponen en riesgo su vida. Por orden del padre, sin embargo, no puede crear un efecto de normalidad en el cuerpo del chico. Este debe ser siempre monstruoso.

Durante los primeros tiempos, Humberto viaja con frecuencia a la capital para reunirse con otros escritores jóvenes en un bar. Como no bebe alcohol, comienza a quedar al margen del grupo. Al mismo tiempo, vivir en la Rinconada afecta su creatividad. Pierde la imaginación y el interés por cualquier cosa que ocurra afuera. Tiene una reunión anual con Jerónimo para pasarle un informe. Solo en esas oportunidades se siente un hombre completo. El patrón le pregunta por la crónica. Él todavía no ha empezado a escribirla. Ha perdido la noción de las diferencias entre la realidad y las invenciones en el interior del caserón. Jerónimo propone que el doctor Azula le haga una operación para eliminar el problema, pero Humberto se niega.

Una tarde, Emperatriz llama a Humberto para una reunión urgente. Le cuenta que Boy tiene diarrea verde y cree que deben deshacerse del doctor Azula. Salen a recorrer los patios de la casa. Es verano, el sol está muy fuerte y deben andar desnudos (por orden de Jerónimo nadie puede estar vestido dentro de la casa). Miss Dolly ha quedado embarazada varias veces de su marido, Larry, pero como los bebés nacen normales, deben deshacerse de ellos. En el patio del estanque, encuentran a Miss Dolly dándole la teta a Boy con ayuda de Larry. El niño dice "papá" y "mamá". Emperatriz y Humberto los despiden de inmediato; han violado las reglas fundamentales de la casa. En medio de la confusión, Humberto mira su reflejo en el agua del estanque. Se ve feo, diferente; no es ni bello ni monstruoso, no armoniza con ningún mundo. Boy le dice que es feo y los demás se ríen de él. Humberto se enoja porque usan en su contra las reglas que él mismo, con Jerónimo, ha creado para ese universo.

Capítulo 16

Un auto se lleva a Miss Dolly y a Larry de la casa. Humberto convoca a todos los monstruos de primera clase para una reunión en la terraza de su torre. Se propone evitar nuevas violaciones a las reglas y reafirmar su superioridad por ser normal. Quiere recordarles que es el carcelero y que ellos dependen de él. Pero no llega a proponer la reunión porque percibe que los monstruos están juntos y se ríen a carcajadas mientras escuchan música. Comienza a sentir una creciente paranoia: cree que los expulsados les han contado a los demás cómo Boy se ha reído de él por ser normal y que ahora todos lo burlan. Pero de inmediato encuentra evidencias de que en realidad no se ríen de él. Entonces se dispone a escribir, porque se da cuenta de que ya tiene toda la estructura, los personajes, el hilo narrativo, y hasta el primer párrafo de su obra: "Cuando don Jerónimo de Azcoitía abrió por fin las cortinas de la cuna..." (p. 303), segmento ya presentado anteriormente en la novela. Corrige algunos detalles del texto y luego pasa horas frente a la máquina sin escribir nada más. Desde la balaustrada, ve que los monstruos están de fiesta en el departamento de Emperatriz. Se ríen a carcajadas. Nunca lo invitan a esas fiestas, que Emperatriz celebra de manera anual, porque él es normal. Son fiestas de disfraces. Vuelve a preocuparse; piensa que Jerónimo ha diseñado ese mundo para encerrarlo a él, y no a Boy. Se siente muy mal porque no logra escribir, se recuesta en la cama. Siente que su obra entera estallará dentro de su cuerpo, que Humberto dejará de existir y solo habrá monstruos.

Larry y Miss Dolly conversan tras ser expulsados de la casa. Emperatriz les ha prometido que podrán volver a la casa porque ella se deshará de Humberto. Dicen que él está enamorado de Emperatriz y que van a casarse. Se reúnen con la Peta Ponce, que les propone infiltrarse en la Rinconada para sacar a Humberto de allí. Él parece escuchar esa conversación y le habla a la Peta, la acusa, le dice que ella quiere apoderarse de él. Entonces recuerda su juventud, cuando pasaba muchas horas leyendo textos de Derecho en el Museo Antropológico. En esa época conoció a Jerónimo, se presentó como escritor y le pidió ayuda para poder publicar su obra. El recuerdo de esa conversación se mezcla con una charla con Emperatriz y piensa en tener sexo con ella. De pronto, se encuentra apoyado sobre la mesa, donde tiene la máquina de escribir, y luego se ve recostado en un hospital. El doctor Azula le hace transfusiones de sangre que han donado los monstruos y les da a ellos la sangre de Humberto. Lo están monstruificando. Ha perdido su forma y no recuerda su nombre.

Capítulo 17

El Mudito se pregunta si está sordo además de mudo y casi ciego. Ve borroso y no escucha nada. Se siente rodeado de algodón y gasa; todo es blanco. No siente la forma ni la consistencia de su cuerpo. Se da cuenta de que está en una cama, ve a un médico y a varias enfermeras. Todos tienen el rostro cubierto. Le piden que se duerma. Él piensa que los ha enviado Jerónimo para operarlo y sacarle el ochenta por ciento de su cuerpo. Siente que le sacan sangre, le hacen transfusiones de sangre de monstruo y le pasan suero intravenoso. Cree que todas las enfermeras están en su contra, que lo odian y quieren hacerlo sufrir. Se siente encerrado en ese lugar. Piensa que es un castigo por haberse atrevido a pedirle ayuda a Jerónimo tantos años antes en el Museo Antropológico.

Recuerda que en esa época visitaba un bar, el Hércules, y tenía una novia llamada Zoila Blanca Rosa López Arraigada. Jerónimo apareció en el bar, lo fue a buscar para hacerse cargo de los gastos de la publicación de su libro. Luego recuerda un comentario literario en un periódico que elogia mucho su obra y lo llama por su nombre, Humberto Peñaloza. Esto emociona a sus padres. Asegura que la profesión de las letras también puede elevar el estatus de una persona. Así puede llegar a ser alguien.

Capítulo 18

El Mudito asegura que todo, desde esa tarde en el Museo Antropológico, forma parte de un plan urdido cuidadosamente. Se siente en una penumbra que no es ni vida ni muerte. De su conciencia solo quedan migas dispersas. Piensa que las viejas quieren transformarlo en imbunche, coserlo por completo, pero está en la situación contraria: el doctor Azula le realiza cortes en todo el cuerpo, lo abre. Siente que lo tendrán encerrado ahí para siempre. Se da cuenta de que la ventana es en realidad una fotografía. Supone que Emperatriz está organizando a los monstruos que quieren recibir sus órganos y las partes de su cuerpo extirpadas por Azula. Todos quieren caras nuevas. Se hace el dormido, pero escucha una conversación entre el doctor Azula y Jerónimo, que están en la habitación. Los considera sus enemigos. El médico le transplantará todos los órganos de Humberto a Jerónimo y viceversa. El patrón le pide que deshechen sus genitales y le pongan los del Mudito, porque los ha usado para acostarse con Inés la noche en que la Peta Ponce hizo una brujería. Esta confirmación lo emociona: tocar a Inés es algo prohibido para alguien de su clase.

Se despierta convalesciente en una cama. La Madre Benita lo toma de la mano; se dirige a ella. Repite que el doctor Azula solo le ha dejado el veinte por ciento de su cuerpo. Se ha disfrazado de mendigo para que no reconozcan su mirada y ha vagado por los márgenes de la ciudad, prendiendo fogatas por la noche para calentarse junto a otros que viven en la calle. Ya no tiene miedo de que Peta lo encuentre. Entonces empieza a narrar dirigiéndose a Emperatriz. Ella aparece con un vestido blanco de novia para hacerse pasar por enfermera. Le jura que se casará con ella si lo ayuda. No quiere recibir más inyecciones. Se propone violarla y, cuando ella trata de impedirlo, le dice que lo ha provocado, que ella quiere eso. Luego le pide que lo salve, pero no puede hablar, Azula le ha extirpado la garganta. Finalmente, escucha una conversación entre la Madre Benita y misiá Raquel Ruiz. Están en la Casa de la Encarnación de la Chimba y comentan que Inés regresará de Roma y se instalará allí. Vivirá entre las viejas.

Análisis

En el capítulo 13 se narra el clímax de la novela, cuando se entrecruzan por completo las identidades de sus personajes más centrales. La Peta Ponce urde un plan para ayudar a Inés a quedar embarazada. Una noche, cinco años después del matrimonio de Jerónimo e Inés, divididos en dos parejas, Inés, Jerónimo, el Mudito y la Peta tienen sexo, pero no queda claro quién se acuesta con quién. Esa noche es señalada como el momento de la concepción de Boy, y también consolida la confusión, tanto de los cuerpos como de las identidades, entre Jerónimo y el Mudito, cuestión que se multiplica e intensifica cada vez más. Es interesante observar la descripción que el narrador hace de los poderes de la bruja implicados en esta secuencia. Afirma que las viejas como la Peta Ponce tienen la capacidad de fragmentar y replicar el tiempo y los hechos, estableciendo acontecimientos paralelos. Curiosamente, es exactamente eso lo que hace la narración en su conjunto: desde el comienzo, la novela divide, multiplica y confunde los tiempos, los lugares, los hechos y los personajes. Así, la secuencia también establece un paralelo entre el Mudito y la Peta Ponce.

Por otra parte, en este segmento de la novela crece y se afianza definitivamente la paranoia del Mudito. El narrador comienza a sospechar que los otros personajes están en su contra, que lo odian, que crean planes terribles para apropiarse de su existencia, para destruirlo o para mantenerlo encerrado, que lo acechan. En varias oportunidades repite que hace mucho tiempo alguien viene tramando un plan siniestro en su contra; a veces sostiene que es la Peta, otras que es don Jerónimo, otras que es el doctor Azula. La situación que relata al sentirse preso en una clínica donde le quitan sus órganos y su sangre es especialmente potente en este sentido. En su delirio paranoico, cree que lo han secuestrado, que lo están convirtiendo en monstruo, primero, y que están transplantando su cuerpo en el de Jerónimo y viceversa, después. Una vez más, la identidad del protagonista es fragmentada (ya que siente que desmembran su cuerpo quitándole los órganos y repartiéndolos entre diversos cuerpos) y, al mismo tiempo, plural (dado que su figura pasa a estar compuesta por partes de otros cuerpos).

De esa forma, en este conjunto de capítulos se observa con facilidad la dimensión onírica de la novela. El relato parece ser producto de un sueño delirante, una fantasía tenebrosa, una pesadilla terrible que provoca el estado de paranoia del personaje. Como él mismo afirma, desde la brujería de la Peta Ponce, el terror de las pesadillas inunda su vigilia y pierde cada vez más la capacidad de reconocer qué es real. Es posible considerar, entonces, que toda la narración puede ser el relato de una pesadilla o de un delirio paranoico. De acuerdo con los especialistas, esa interpretación permite explicar la estructura caótica y laberíntica de la obra, así como el hecho de que los personajes, los espacios y los tiempos se confunden sin cesar. Como se ha mencionado, el texto no responde a una organización coherente ni tiene un único sentido, porque va más allá de las reglas de la realidad, y, como un sueño o un delirio, explora elementos inconscientes, siniestros, tenebrosos.

A su vez, aquí se detalla el proyecto de vida trazado para Boy en la Rinconada. Este espacio aparece como paralelo de la Casa de la Encarnación de la Chimba, ya que ambos lugares funcionan como prisiones, mundos cerrados con reglas propias donde viven recluídas figuras marginadas por la sociedad. En el caso de la Chimba, son mujeres de orígen pobre, mientras que en la Rinconada son seres humanos nacidos con deformidades extremas. El tema del encierro, central en la obra, se plasma con nitidez en estos lugares, ya que sus habitantes no pueden salir ni conectarse con el mundo exterior. Significativamente, en ambos casos, la figura del Mudito tiene un doble carácter: por un lado, es víctima del encierro y de dinámicas impuestas por el patrón para controlar las vidas de los otros, pero, por el otro, él mismo es el encargado, funciona como carcelero que guarda las llaves y procura mantener el orden establecido por Jerónimo.

La Rinconada también representa el escenario principal de la carnavalización en El obsceno pájaro de la noche. Se trata de un procedimiento literario que produce inversiones, como los festejos del carnaval, donde los pobres se disfrazan de ricos y viceversa, las mujeres se visten como hombres y viceversa, etc. El universo cerrado y artificial creado para Boy es un mundo al revés, ya que, al estar habitado únicamente por monstruos, transforma lo monstruoso en normal y lo normal en extraño, aberrante, desagradable. Se trata de "un mundo donde la deformidad no iba a ser la anomalía sino la regla" (p. 271). Esto es llevado al extremo, al punto que Humberto y Jerónimo son discriminados por los monstruos por ser normales.

Resulta, pues, muy productivo el juego que la novela establece entre los paralelos y las inversiones. Si bien la Rinconada es un mundo al revés, donde lo monstruoso es lo normal, y, en ese sentido, es el negativo del mundo exterior, la casa de Boy, por otro lado, reproduce exactamente la misma estructura jerárquica que organiza a los individuos en clases sociales en el exterior. Para poblar este mundo cerrado, reclutan a una larga serie de monstruos que son clasificados en diferentes grupos según las tareas que les corresponden. Estas, a su vez, afectan sus condiciones económicas: los monstruos de primera llevan vidas lujosas en la misma casa que Boy, mientras que los monstruos de las clases bajas reciben peores salarios y viven más alejados, en peores condiciones. Significativamente, esta creación de jerarquías es parte del plan inicial de don Jerónimo. Es una muestra del esfuerzo que hace como miembro de la clase alta para sostener una estructura social que lo coloca a él mismo -o a su versión monstruosa, su hijo Boy- en lo más alto del poder, explotando el trabajo, las riquezas, los cuerpos y las identidades de los otros.

Por último, el relato de la vida de Humberto Peñaloza en la Rinconada también descubre por completo la condición de texto metaficcional de El obsceno pájaro de la noche. Humberto es el encargado del lugar, pero también se propone llevar a cabo allí un proyecto literario: la escritura de una crónica sobre la vida de Boy. Para ello dispone de una torre espaciosa y lujosa dentro de la casa. Allí tiene una biblioteca y una máquina de escribir. Sin embargo, le cuesta mucho hacerlo porque se pierde cada vez más en sus delirios paranoicos y siente que su imaginación se malgasta. De todas maneras, en un momento logra escribir el primer párrafo, que narra el nacimiento de Boy. Este fragmento, que se repite tres veces en la novela, coincide con lo primero que Donoso ha escrito de la obra. Así, se ofrece una amplia reflexión metaficcional: la obra problematiza las dificultades de la escritura y entremezcla las producciones del personaje con lo escrito por el autor.