El hablador

El hablador Resumen y Análisis Capítulo 1

Resumen

El narrador está de viaje en Firenze para olvidarse por un tiempo su país, Perú. Planea leer a Dante y a Machiavelli y ver pinturas renacentistas durante algunos meses, en soledad. En uno de sus paseos, ve una galería que expone fotografías de los nativos de la selva amazónica peruana. Hasta hace pocos años, la tribu vivía aislada en la selva, en grupos diseminados, y actualmente comienza a agruparse en las aldeas que fotografió Gabriele Malfatti, en la región amazónica de los departamentos de Cusco y Madre de Dios, en el oriente peruano. El nombre de la tribu castellanizado es “machiguengas”. El fotógrafo dejó escrito en un papel su pretensión de mostrar “sin demagogia ni esteticismo” la existencia cotidiana de esa tribu.

En las fotos, el narrador reconoce dos pueblos donde estuvo tres años atrás: Nueva Luz y Nuevo Mundo. También reconoce caras de hombres y mujeres con quienes habló durante su visita, con la ayuda de Mr. Schneil, del Instituto Lingüístico. En particular, reconoce el rostro de un niño que tiene la boca y la nariz deformados por una enfermedad, y que se muestra ante la cámara con la misma naturalidad e inocencia con que se había mostrado ante él.

Desde que entra a la galería espera ver una foto, que aparece entre las últimas: un grupo de hombres y mujeres machiguengas sentados en círculo, con las piernas cruzadas. Todas sus caras están orientadas hacia una figura masculina ubicada en el centro de la ronda, que habla moviendo los brazos. El narrador no puede entender cómo Malfatti ha logrado que lo dejaran tomar esa fotografía.

El narrador quiere conseguir el teléfono del fotógrafo, pero la mujer que está en la recepción de la galería le dice que el hombre ha muerto a causa de un virus que contrajo en la selva peruana. Ella le dice que tiene que cerrar la galería y él, antes de irse, mira una vez más la última fotografía. Ahora no tiene dudas: la figura masculina es un hablador.

Análisis

En el primer capítulo de la novela se presenta al narrador anónimo y el motivo que despierta el anhelo de escribir su relato: una exposición de fotografías de la tribu machiguenga en una galería de “Firenze” (Florencia, Italia), llamada «I nativi della foresta amazónica» (“Los nativos de la selva amazónica”). Como sabremos más adelante, es el año 1985, y su viaje transcurre durante el verano europeo. Este capítulo y el capítulo final funcionan como marcos del relato sobre el hablador.

Este breve capítulo funciona además como una introducción en la que el narrador presenta el contexto en el que escribió su relato. Él está de viaje en Italia, dice, “para olvidarme por un tiempo del Perú” (p.3). Esto resulta paradójico porque es justo allí donde comienza a escribir la novela que vamos a leer, en la que tienen una importancia central los mitos y costumbres de una tribu de una región amazónica de Perú, situada en los departamentos de Cusco y de Madre de Dios.

El narrador comparte algunas características con el autor de la novela, Mario Vargas Llosa. Por ejemplo, ambos son escritores y provienen de Perú. Encontraremos aun más coincidencias en los capítulos siguientes. No obstante, es importante no confundir al narrador (que es ficcional) con el autor. El narrador es, en este caso, una suerte de alter ego de Mario Vargas Llosa, por todas las coincidencias que encontramos entre uno y otro. A este narrador, cuyo nombre se desconoce, vamos a llamarlo en ocasiones “narrador-escritor”, para distinguirlo de otro que aparecerá más adelante.

En esta novela podemos ver un marcado interés por la forma misma de narrar, de producir y transmitir un contenido. El narrador-escritor hace explícito el planteo estético sobre cuál es la mejor forma de narrar y de presentar la cultura de los otros. En el capítulo 6, también podremos ver esta búsqueda en relación a su trabajo en el programa La Torre de Babel.

En el capítulo inicial también se nos presenta la preocupación del fotógrafo por la forma adecuada de mostrar a la tribu machiguenga a través de su arte. Él mismo deja escrito que pretende hacerlo “sin demagogia ni esteticismo” (p.3). Más adelante, será el narrador quien insista en esta idea, repitiendo las palabras del fotógrafo: “Era verdad: sin demagogia ni esteticismo.” (p.3). De la misma manera, el narrador-escritor se preguntará más adelante cómo escribir sobre las costumbres y mitos de esta misma tribu, y acaso la reconstrucción de la cultura machiguenga tenga pretensiones semejantes a las del fotógrafo.

Es interesante notar además la inclusión de palabras en italiano, sobre todo en este capítulo y el último. Muchas frases y palabras aparecen escritas en Italiano, algunas entre comillas, como el nombre de la exposición fotográfica. Pero la mayor parte de ellas están incluidas en el discurso sin comillas ni bastardillas, es decir, sin ninguna marca que señale la pertenencia a otro idioma.

Por ejemplo, el uso del idioma italiano en el discurso indirecto libre permite que identifiquemos a la recepcionista como enunciadora: la palabra “forse”, del italiano (“tal vez”), indica que las palabras de la respuesta pertenecen a ella: “¿Muerto? Sí. De unas fiebres. Un virus contraído en aquellas selvas, forse.” (p.4). Lo mismo ocurre más adelante con las palabras “dispiaceva”, que en este contexto quieren decir que “lo sentía” o “lo lamentaba”, y con la palabra “pranzo” (“almuerzo”): “Y, ahora, le dispiaceva, pero era la hora del pranzo y tenía que cerrar” (p.4).

Esta utilización del discurso indirecto libre constituye un recurso para señalar la inclusión de otras voces, y podemos interpretarlo como un intento del narrador-escritor por acercarse a la cultura de los otros (en este caso, la de los italianos), y de incluir en su discurso algo tan íntimamente ligado a su cultura como son su lengua y sus expresiones. También es posible pensar que la decisión del narrador de dejar ciertas palabras en otro idioma esté relacionada con la idea de que es imposible traducir algunas expresiones particulares sin que se pierdan matices del original. De un modo u otro, el narrador se apropia de las palabras ajenas y las incorpora a su propio discurso borrando las distancias. Más adelante veremos que el mismo recurso se emplea con algunas palabras y formas de hablar machiguengas.

Es interesante señalar también la referencia al poeta florentino Dante Alighieri, a quien se propone leer junto con otro escritor florentino, “Machiavelli” (Maquiavelo). Dante (1265-1321) es el autor de la Divina comedia, un libro al que se alude más adelante, sobre todo en el capítulo 4.

Por último, es importante que las últimas palabras de este capítulo sean "Un hablador" (p.4). Si ligamos este final con el inicio del capítulo siguiente, que comienza mencionando a Saúl Zaratas, podemos encontrar un indicio de la identidad del hablador, quien muy probablemente sea Zuratas, como veremos más adelante.