El hablador

El hablador Metáforas y Símiles

"(...) esa cara bifronte" (p.15) (Metáfora)

El narrador se refiere con esta metáfora a la cara de su amigo Saúl, porque el lunar que le cubre la mitad derecha de su rostro hace que se vea como un ser de dos caras.

Esta metáfora sirve además para establecer una comparación entre Saúl y un monstruo o entre él y una deidad. En el primer caso, porque la apariencia particular de su rostro hace que parezca, según el narrador, "el muchacho más feo del mundo". Además, un poco más adelante, el borracho del billar llama dos veces "monstruo" a Saúl por la misma particularidad, y agrega: "asustas a la gente" (p.6). La metáfora de su cara bifronte también evoca la imagen de una deidad. La asociación se puede establecer porque sus rasgos personales lo convierten en alguien fuera de lo común. El narrador lo había comparado antes con un "arcángel", y luego compara el proceso de transformación de ese personaje con el de un "el santo, iluminado o loco" (p.15). Por último, su "cara bifronte" puede remitir a la posible doble identidad del personaje: Saúl Zuratas y el hablador.

"(...) Esa sociedad pulverizada en el seno de los húmedos e inmensos bosques, a la que unos contadores de cuentos trashumantes servían de savia circulante, estaría desapareciendo" (p.37) (Metáfora)

El narrador se refiere a la función del hablador en la comunidad machiguenga como "savia circulante". En efecto, el hablador recorre grandes distancias en la selva amazónica para visitar a los miembros dispersos de la comunidad y "alimentarlos" con las historias que cuenta. Sus historias mantienen viva la identidad del pueblo. A través de ellas, los machiguengas recuerdan sus mitos, sus responsabilidades, el sentido de sus costumbres. Por eso, la función del hablador es vital para la supervivencia de esta tribu.

"Ellos son los peores de todos, tus apostólicos lingüistas. Se incrustan en las tribus para destruirlas desde adentro, igualito que los piques" (p.38) (Símil)

En el diálogo con el narrador, Saúl Zuratas usa este símil para describir el efecto nocivo que él cree que causa la acción de los lingüistas en las tribus. Los piques son ácaros que se alimentan de un huésped humano o animal. Saúl compara a los lingüistas con estos parásitos porque “se incrustan” en las tribus y las destruyen, no físicamente, sino modificando sus creencias, su espíritu y su inconsciente, con acciones como traducir la Biblia al machiguenga.

"La selva les cortó las uñas, compadre" (p.38) (Metáfora)

Saúl Zuratas utiliza esta metáfora para referirse a los misioneros que están en la selva tratando de evangelizar a los machiguengas. Afirma que viven en malas condiciones, “muertos de hambre” (p.38), y apenas sobreviven. Como están débiles, ya no pueden penetrar en las comunidades y su intervención no resulta tan agresiva como la de los lingüistas. La metáfora quiere decir que la vida en la selva les sacó a los misioneros lo más agresivo que tenían. Pero, además, el empleo de la palabra "uñas" los hace ver inofensivos en comparación con quienes representan una verdadera amenaza, aquellos que son depredadores y, por lo tanto, tienen "garras" en vez de uñas. Estos últimos son los miembros del Instituto Lingüístico, que cuentan con un capital y una estructura más sólida para instalarse en la selva y llevar a cabo sus objetivos.

"Como lluviecita después del calor, el parloteo brotará" (p.91) (Símil)

El hablador se da cuenta de que los loros siempre lo acompañan en sus viajes. Si se siente solo, cansado, temeroso, o con rabia, al levantar la vista descubre la presencia de estas aves y eso mejora su ánimo. Las voces de los loros actúan como una “lluviecita” luego del calor, que disminuye el sufrimiento y genera una sensación agradable. El símil sirve para mostrar el bienestar que le produce al hablador el sonido de los loros.