El hablador

El hablador Elementos Literarios

Genero

Novela histórica.

Configuración y Contexto

Florencia, Lima y la región de la Amazonía peruana. Entre 1953 y 1985.

Narrador y Punto de Vista

Esta novela tiene dos narradores en primera persona. Uno de ellos es un escritor peruano y narra los capítulos 1, 2, 4, 6 y 8. Los capítulos restantes corresponden al hablador de la tribu machiguenga.

Tono y Estado de Ánimo

El tono general es dramático. En algunos momentos, la novela adquiere un tono íntimo.

Protagonista y Antagonista

El protagonista es el hablador. La pérdida de la cultura machiguenga funciona a la manera de un antagonista.

Conflicto Principal

El hablador pugna por mantener viva la cultura machiguenga, en contra de las diferentes formas de intervención occidental.

Climax

El clímax en esta novela tiene lugar cuando el narrador-escritor descubre que el hablador de la tribu machiguenga es posiblemente Saúl Zuratas. Eso significa que, si su intuición es acertada, su amigo, que siempre fue un defensor de esa tribu, se ha involucrado con su causa mucho más de lo que cualquiera hubiera imaginado.

Presagio

Al comienzo de la novela, Saúl Zuratas aparece acompañado por "un lorito hablador" (p.5). El ave presagia el destino de este personaje, quien más tarde se convierte, probablemente, en el hablador de la tribu machiguenga.

Atenuación

"Yo no hubiera pasado el examen, compadre" (p.11). Los machiguengas practican el infanticidio con quienes nacen con una “imperfección” física. Con la expresión “no hubiera pasado el examen”, Saúl quiere decir que, por su lunar en el rostro, los machiguengas lo habrían matado al nacer.

Alusiones

El nombre del loro de Saúl Zuratas, Gregorio Samsa, es una alusión a la novela 'La metamorfosis' (1915), de Franz Kafka. Por eso el narrador se refiere al loro diciendo que tiene "nombre y apellido kafkianos" (p.5). 'La metamorfosis' es el libro favorito de Saúl; lo ha releído innumerables veces y "poco menos que memorizado" (p.8), según el narrador. Pero además, el hablador cuenta una versión de esta historia a sus oyentes machiguengas. Esto puede leerse como un indicio de que Saúl Zuratas es el hablador.

Imágenes

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Paradoja

La tribu de los shapras tiene a un prisionero en completa libertad. Este dato anecdótico que incluye el narrador-escritor sirve para dar cuenta de un aspecto de las etnias amazónicas: entre los indígenas saben que la fidelidad que cualquiera de ellos tiene con su animal es inquebrantable. El animal capturado y enjaulado es más fuerte que una "cadena de hierro" para retener a su dueño en la tribu enemiga.

Paralelismo

En la novela se establece un paralelismo entre sus dos narradores. El narrador-escritor tiene un programa televisivo durante un tiempo, lo cual lo lleva a recorrer diversas partes del mundo para contar a la audiencia una gran diversidad de historias. El hablador, por su parte, recorre grandes distancias en la selva peruana para hacer lo mismo. Podemos pensar que, para ambos, el conocimiento está ligado a escuchar y a contar historias. Este sentido vincula sus respectivas actividades.
Además, las historias del hablador tienen poca conexión entre ellas y se acumulan de manera caótica, tal como las describe Schneil: "ese torrente de palabras en que se saltaba de una cosecha de yucas a los ejércitos de demonios de Kientibakori, el espíritu del mal, y de allí a los partos, matrimonios y muertes en las familias o las iniquidades del tiempo de la sangría de árboles, como llamaban ellos a la época del caucho" (p.70). En algunos aspectos, esto puede asociarse al programa del narrador-escritor, que presenta una gran diversidad de historias y entrevistas sin conexión entre ellas, y cuyo nombre, 'La Torre de Babel', remite, de hecho, a una construcción caótica.

Metonimia y Sinecdoque

"Las pupilas ávidas" (p.70): esta sinécdoque sirve para mostrar el interés y la atención con las que los machiguengas escuchan al hablador. Decimos que se trata de una sinécdoque pues no son sus pupilas, sino ellos, quienes están ávidos de conocimiento, sentados alrededor del hablador.

Personificación

"Se llevaban al que cayera. Ashaninka, piro, amahuaca, yaminahua, mashco. No tenían preferencias. El que cayera, si no le faltaban manos para sangrar el árbol, dedos para abrirle heridas, colocarle su lata y recoger su leche, hombros para cargar y piernas para correr con las bolas de jebe al campamento". El hablador recuerda así la época lamentable de la extracción del caucho, en la cual murieron muchos machiguengas. En este pasaje, el árbol aparece personificado porque adquiere rasgos humanos, como capacidad de ser herido y de sangrar. La cita hace referencia al proceso de la extracción del caucho, que consiste en hacer una incisión en la corteza del árbol ("abrirle heridas") y dejar caer en forma líquida una emulsión lechosa ("sangrar").