El hablador

El hablador 'El hablador' y los mitos

Los mitos tuvieron una función muy importante en las sociedades primitivas y la tienen aún hoy en muchas comunidades. Los mitos explican el origen del mundo y las cosas que encontramos en él, como montañas, lagos, especies animales. También explican costumbres humanas. Estos relatos, que aparecen de forma impersonal y anónima, encierran las creencias fundamentales de una comunidad. Mircea Eliade los define así:

El mito cuenta una historia sagrada; relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los «comienzos». Dicho de otro modo: el mito cuenta cómo, gracias a las hazañas de los Seres Sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea ésta la realidad total, el Cosmos, o solamente un fragmento: una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano, una institución. Es, pues, siempre el relato de una «creación»: se narra cómo algo ha sido producido, ha comenzado a ser" (p.12).

Los mitos son historias sagradas que les permiten a los miembros de una comunidad explicar también el presente, porque en el origen encuentran el fundamento de todo lo que existe. La transmisión de estos relatos de forma oral es muy importante para los miembros de las sociedades que los crean. Ellos creen que estos hechos han ocurrido en tiempos inmemoriales, que fueron revelados a sus antepasados, y que su recuerdo se mantendrá vivo de generación en generación gracias a su transmisión.

Esta novela destaca la función del hablador precisamente por ser quien está a cargo de trasmitir la sabiduría de los mitos entre los miembros dispersos de la comunidad machiguenga. Desde el comienzo del capítulo en el que se presenta la voz del hablador, este recuerda el origen de los tiempos, la posterior caída del sol y la necesidad de "echarse a andar", como ordenó Tasurinchi, para mantener al sol en su lugar y sobrevivir. Esta creencia tiene un lugar fundamental en la comunidad, cuyos miembros se reconocen a sí mismos como "los hombres que andan". Este comportamiento, que los convierte en una tribu semi-nómade, es en efecto lo que le ha permitido a la comunidad perdurar durante mucho tiempo. Andar es para ellos la felicidad, la vida y la sabiduría, pero también es una obligación que deben recordarse a sí mismos. Cuando cumplen con esa obligación, el curso natural de las cosas se tuerce. Por eso el hablador lo recuerda: "Apenados, arrepentidos, echaron a andar. ¿No debe hacer cada cual lo que le corresponde? ¿No les tocaba a ellos andar, ayudando al sol a levantarse? Su obligación la han cumplido, tal vez. ¿Nosotros la estamos cumpliendo? ¿Andamos? ¿Vivimos?" (p.27).