El fantasma de Canterville

El fantasma de Canterville Símbolos, Alegoría y Motivos

El superdetergente quitamanchas «Campeón de Pinkerton» (Símbolo)

El producto removedor de manchas simboliza la filosofía de vida estadounidense, centrada en resolver los problemas de una manera pragmática. En este sentido, la confianza ciega en la ciencia y el consumismo caracteriza la cultura americana, en tanto exhibe que no hay problema que el dinero no pueda resolver.

La aparición de una misteriosa mancha de sangre debería ser atemorizante, pero la familia Otis no manifiesta ninguna sensación particular al respecto. Simplemente entienden el incidente como un obstáculo y, como tal, debe ser resuelto fácilmente. En este punto, un producto masivo como un quitamanchas se propone como la solución al desafío misterioso. La mención del nombre de la marca en vez del objeto destaca además la confianza que sienten los Otis en los bienes de consumo, capaces de resolver enigmas milenarios.

La caja de joyas (Símbolo)

En el texto de Wilde, Virginia trae una caja de joyas preciosas como obsequio de sir Simon por haberlo ayudado a descansar en paz. Las joyas simbolizan la integridad y los valores presentes en la muchacha, en tanto es capaz de sacrificarse por el bien de otro ser, sin importarle la supuesta naturaleza malvada de este. En este punto, las joyas son una manifestación exterior de esa virtud y belleza interior que la distinguen del resto de los personajes.

Además de representar simbólicamente lo valioso que posee Virginia, las joyas también se entienden como la conexión con un mundo y una cultura diferentes a la suya. Es necesario destacar que el señor Otis se opone a aceptar la caja como un regalo para la muchacha, ya que sabe que simbolizan las ideas de la riqueza y el lujo como una antigua herencia familiar. Estos principios contrastan con los valores estadounidenses, ligados a la concepción del éxito como fruto del esfuerzo personal e individual, sin recibir beneficios por pertenecer a linajes prestigiosos o familias adineradas. Sin embargo, cuando Virginia acepta las joyas, también incorpora la presencia de la cultura inglesa en su propia vida. Efectivamente, la muchacha se casa con un noble europeo y así comienza su transición, a partir de la comprensión y el entendimiento de este mundo que al principio de la narración se le presentaba como ajeno y antagónico.

El florecimiento del viejo almendro (Símbolo)

Cuando Virginia se arrodilla para rezar junto al esqueleto de sir Simon, el viejo almendro seco de la residencia Canterville comienza a florecer. Esta acción simboliza la redención del alma del fantasma, que ya no está condenado a una vivencia errática y atemorizante como un fantasma, sino que está en paz, en el mundo espiritual.

Este pasaje de un árbol estéril y muerto a uno lleno de vida y repleto de flores simboliza también el cambio vivido en Virginia: su experiencia personal con sir Simon exhibe que ya no es una muchacha aniñada sino que ya está emocional y espiritualmente preparada para su transición hacia una mujer adulta, esposa y madre. Así, el florecimiento indica madurez, fertilidad y una belleza adulta. En este sentido se entiende también la boda entre la muchacha y el Duque de Cheshire: ambos pasan de un amor inocente y puro a la concreción de un vínculo entre dos adultos.

La venta del castillo de Canterville (Alegoría)

Cuando lord Canterville vende la residencia familiar al señor Otis, esta operación funciona como una alegoría de la relación entre Estados Unidos y Europa.

La coyuntura histórica y política de escritura del texto se encuentra marcada por la industrialización, el crecimiento urbano y los nuevos sistemas de distribución económica. En este marco, la aristocracia europea comienza un proceso de decadencia marcado por la falta de ingresos y los gastos monumentales en manutención de residencias y palacios. Por otra parte, la economía estadounidense se encuentra en plena expansión, permitiendo el desarrollo de magnates y empresarios. En este punto, esta nueva masa de personas carece de las antigüedades y los lujos ligados a la aristocracia, por lo que viajan a Europa en búsqueda de estos objetos ostentosos, cargados de historia y linaje. La transacción entre estos dos hombres –uno repleto de historia pero sin dinero, y el otro con dinero pero sin tradiciones ni herencia- alude alegóricamente a este tipo de intercambios.

La mancha de sangre (Símbolo)

La mancha de sangre simboliza la tradición y la permanencia del pasado en la vida cotidiana. Su aparición por más de trescientos años ya es parte de la identidad de la mansión de los Canterville, y hasta es reconocida como parte de ella por personajes como la señora Umney. En este punto, el ama de llaves entiende la mancha como símbolo de distinción, ya que ha sido admirada a lo largo de los siglos por visitantes y propietarios de la residencia.

La mancha también sugiere la permanencia de la aristocracia, que se resiste a desaparecer a pesar de los numerosos intentos de la familia Otis de borrarla con modernos y eficaces productos de limpieza. El conflicto entre los Otis y el fantasma se ve condensado en esta mancha, ya que sir Simon se niega a abandonar su rol terrorífico y se dedica a reconstruirla de manera permanente, robando los colores de la caja de pintura de Virginia. De esta manera, paradójicamente, la mancha termina siendo también, si se quiere, un símbolo de unión entre sir Simon y la muchacha.