El fantasma de Canterville

El fantasma de Canterville Metáforas y Símiles

“La señorita Virginia E. Otis era una muchachita de quince años, esbelta y graciosa como un cervatillo.” (p. 16) (Símil)

Al comienzo de la historia, el narrador compara a la muchacha con un ciervo bebé, una criatura tierna y vulnerable. Esta semejanza destaca la fragilidad e inocencia de Virginia. La elección de un animal destaca la idea de que ella se encuentra más cercana a lo natural como fuente de belleza que a la sociedad humana. En este sentido, la dulzura de la muchacha permite entender su compromiso con el fantasma como un acto de compasión propio de su personalidad.

“Una macabra vestimenta, semejante a la suya, envolvía en blancura silenciosa su forma de Titán.” (p. 35) (Metáfora)

Esta metáfora forma parte de la descripción del fantasma falso que engaña y ataca a sir Simon. El largo sudario de la criatura es comparado con las nieves silenciosas, y el enorme tamaño del cuerpo del fantasma tiene forma de Titán. Los Titanes eran seres mitológicos conocidos por su ferocidad y su gigante tamaño. En este sentido, esta metáfora explica por qué el fantasma de Canterville se asusta al verlo.

La elección de esta referencia, perteneciente a la mitología griega, sugiere un vínculo con otros textos literarios, lo que refuerza el tono poético y artístico presente en este pasaje. En este punto, esta metáfora contrasta con la realidad material revelada más tarde, cuando se descubre que el fantasma falso nada tiene de épico, sino que está hecho con una cortina blanca y una escoba.

“Frente a él se alzaba un horrible y pavoroso espectro, inmóvil como una estatua, monstruoso como la pesadilla de un loco.” (p. 35) (Símil)

Este símil también es usado para describir al “espectro” que asusta a sir Simon, aunque más tarde descubrimos que es víctima de una broma cruel. En esta comparación, el fantasma falso aparece como una estatua inmóvil, enfatizando en la quietud del personaje. Destacar este rasgo puede entenderse como una anticipación narrativa: finalmente, esa escultura no es un fantasma verdadero.

"Sus finos labios se movieron como pétalos de rosa" (p. 51) (Símil)

En este pasaje, el símil es usado para describir la reacción de Virginia cuando se entera de que hace trescientos años que el fantasma no descansa en paz. El temblor de los labios de la muchacha revela la empatía que siente con el sufrimiento de sir Simon. La comparación con una flor exhibe implícitamente que Virginia mantiene su belleza incluso cuando se encuentra alterada o movilizada. Nuevamente, estos símiles vinculan a la muchacha con el mundo natural: ella no intenta esconder sus emociones de manera artificial sino que las demuestra abiertamente, tal como lo hace la naturaleza.

“Con una gentileza que recordaba los tiempos pasados, la besó (…) sus labios abrasaban como el fuego.” (p. 53-54) (Símil)

En este pasaje, el beso de sir Simon a Virginia aparece comparado con la sensación caliente del fuego. En este sentido, el fuego opera como símbolo de la pasión del fantasma, que contrasta con su húmedo y frío cuerpo, muerto hace trescientos años. Esta comparación ha sido leída como una manifestación del deseo presente entre ambos, lo que permite hipotetizar la existencia de algún tipo de encuentro sexual a escondidas. Esta lectura se refuerza con el silencio de Virginia, que se niega a contarle a su familia, e incluso a su marido, qué pasó con el fantasma durante las horas que estuvo desaparecida.