El adversario

El adversario Metáforas y Símiles

“No se tiene todos los días la ocasión de ver la cara del diablo” (p. 38). (Metáfora)

Para comenzar la crónica del juicio de Romand, el diario Le Monde utiliza la metáfora de “la cara del diablo” para referirse al acusado. La elección de estos términos exhibe la concepción que la prensa tiene de Romand: no es una persona real, sino una fuerza demoníaca, la encarnación sobrenatural del mal y la mentira. Esta lectura simplifica la tragedia de la novela; la verdadera dificultad radica en aceptar que la crueldad de Romand es humana.

“En realidad ya no es un hombre (...) es como un agujero negro, y ya verá usted, nos estallará en la cara” (p. 43). (Símil y metáfora)

En esta cita, uno de los periodistas presentes en el juicio de Romand compara al acusado con un “agujero negro”; la elección de estos términos da cuenta de que el protagonista carece de fondo alguno, es la nada misma, el señalamiento permanente de una ausencia.

El periodista también utiliza una metáfora para dar cuenta del estado emocional de Romand; tarde o temprano, se verá obligado a dejar de controlarse, abandonará su ficción de hombre moderado y explotará exhibiendo su descontrol, su falta de humanidad.

“Se comportaba como el rey de ajedrez que, amenazado por todas partes, sólo tiene una casilla libre” (p. 114). (Símil)

Carrère compara los últimos actos de Jean-Claude Romand antes de su caída con los movimientos de una pieza de ajedrez. La elección del rey no es casual; por una parte, es la pieza fundamental a la que hay que proteger, pero es también una de las más limitadas a la hora de desplegarse en el tablero. En este sentido, este símil exhibe hasta qué punto Romand está apresado en su propia impostura, aguardando el inminente final.

“El hombre a quien fui a ver después del juicio considera que él y sus familiares «atravesaron el humo y salieron indemnes por el otro extremo»” (p. 146). (Metáfora)

Luc Ladmiral describe el sufrimiento padecido por su familia luego de la masacre de los Romand con la metáfora de “atravesar el humo”. En este sentido, la novela expone las consecuencias de esta tragedia, tan demencial que perjudicó a otras familias de la comunidad y las obligó a sobreponerse a las más terribles circunstancias. Finalmente, los Ladmiral lograron sobrevivir a este evento traumático.

“Terminó presentando a Jean-Claude como un hombre maravilloso al que, en la cárcel, los demás reclusos acudían para reconfortarse, recuperar la alegría de vivir y el optimismo: un rayo de sol.” (p. 153). (Símil)

En esta cita, el narrador introduce indirectamente las palabras de Marie-France sobre Romand en la prisión. Así, compara al protagonista con “un rayo de sol” por la posibilidad de iluminar la vida de los otros reclusos con su voluntad de salir adelante, de sobreponerse a las peores circunstancias. Si bien es una mirada esperanzadora del personaje, también posee un matiz siniestro al describir como luminosa a una persona que asesinó a sangre fría a sus padres, esposa e hijos.