Benito Cereno

Benito Cereno Símbolos, Alegoría y Motivos

La vida en alta mar (Motivo)

Además de ser un tema en Benito Cereno, la vida en alta mar es un motivo explorado en la literatura, tanto occidental como oriental. Se abre en los textos de motivo marítimo un abanico de marcas textuales, términos y expresiones propios. Entre otras cosas, se trata del retrato de una forma de vida que implica, necesariamente, un saber específico. Desde el comienzo del texto, nos encontramos con marcas de este tenor. Por ejemplo, dice el narrador:

Para sorpresa del capitán Delano, el desconocido, visto a través del catalejo, no exhibía ninguna bandera, aunque exhibirla al entrar a un puerto, por deshabitado que estuviera en sus costas, donde no más que otro único barco pudiera estar fondeado, era la costumbre entre los marinos pacíficos de todas las naciones (p.86).

La vida en alta mar implica una cultura propia, plagada de códigos, saberes y experiencias, que es, a su vez, transnacional.

Este modo de vida se traduce en una cosmovisión, un modo de ver propio del hombre de mar. Así, cuando advierte que la embarcación misteriosa se acerca al arrecife, Delano lo considera una prueba de que quienes la comandan no son expertos marinos. Esto lo alivia, ya que disipa la sospecha de que se trate de piratas. A bordo se encontrará con el capitán Benito Cereno, a quien observa detenidamente por su actitud fría y distante: “Pero acaso el español pensará que en los capitanes es igual que en los dioses: la reserva, en toda circunstancia, debe ser siempre su señal” (p.99). Delano reflexiona largo y tendido sobre cómo son en general los capitanes de barco y cómo su carácter es forjado por la vida en alta mar.

El barco fantasma (Motivo)

Aunque las explicaciones son lógicas y el relato es realista, a través de las imágenes y las metáforas que utiliza el narrador, aparece por momentos frente a nosotros el motivo recurrente, en la historia de la literatura, del barco fantasma. El modo en que es retratado el paisaje del barco, como si se tratara de un antiguo monasterio en ruinas y blanqueado con cal, perturba al lector desde un primer momento. Rodeado de “olas plomizas” (p.88), ve a la “distancia brumosa (...) figuras oscuras en movimiento” (ibid.) que se asemejan a monjes. Las algas, “como ropas de luto” (p.90), se mueven alrededor del barco, que se balancea “al modo de un coche fúnebre” (ibid.).

A pesar de que luego se da cuenta de que se trata de un barco de esclavos en apuros, la sensación del capitán Delano de que algo anda mal a bordo no se disipa, y no siempre tiene para él una explicación lógica y razonable. El miedo se apodera en más de una ocasión de su cuerpo y, por contagio, del cuerpo del lector. Algo anda mal a bordo, lema que recorre todo el relato, es además el recurso por antonomasia del relato de barco embrujado. Eventos inexplicables parecen tener un origen siniestro que el narrador focalizado en Delano no parece poder dilucidar.

El buen esclavo (Motivo)

El motivo del buen esclavo aparece con frecuencia tanto en la literatura como en la historiografía mundial. Se trata del fruto de esta mirada racista y benevolente sobre, en este caso, el negro. Decimos en este caso porque, a lo largo de la historia, esta idea no solo fue criticada por célebres revolucionarios como el estadounidense Malcom X, sino también por otros referentes, como los peruanos Carlos Mariátegui o González Prada, que hablaban del “buen indio” en América.

Estos oprimidos eran, según estos críticos, los peores enemigos de la justicia y la posible liberación de sus pares. González Prada, por ejemplo, comparó a los “buenos esclavos” con los peces rémora que viajan pegados a los tiburones. Es decir que, por garantizar su supervivencia, aceptan con gratitud y sumisión convencida el yugo que se les impone.

Babo, en principio, se comporta como un arquetipo de buen esclavo en el texto, y es admirado por Delano que, inclusive, le propone a Benito Cereno comprar al negro para sí. La fidelidad de Babo parece ser absoluta, casi insoportable, por momentos, para el estadounidense. Sin embargo, este motivo se trastoca, finalmente, ya que la actitud del senegalés es tan solo una fachada: detrás se encuentra un ser capaz de urdir estrategias tan complejas como las que Delano solo adjudica a los blancos.

La espada (Símbolo)

El emblema de la espada que Cereno ostenta, supuestamente, encarna su liderazgo, que resultará ser una fachada. En principio, parece simbolizar que quien manda en el barco es él y solamente él. En su primer encuentro con el español, Delano observa para sí:

El español llevaba (...) una espada esbelta, con montura de plata, colgada de un nudo en el fajín; esta última complemento casi invariable, más por utilidad que por adorno, de la ropa de un caballero sudamericano hasta el día de hoy (p.105).

Sin embargo, más adelante, Delano descubre que "La vestimenta, tan minuciosa y costosa, que llevaba el día de los acontecimientos narrados, no se le había puesto por propia voluntad" (p.209). Era Babo quien determinaba cómo debía presentarse Cereno, de manera grandiosa, frente al recién llegado estadounidense.

El símbolo revela de este modo su verdadera naturaleza. Según el narrador: "La espada con montura de plata, aparente símbolo de mando despótico, no era en realidad una espada, sino el espectro de una espada. La vaina, atiesada artificialmente, estaba vacía" (p.209). Es decir que, como la falsa espada, el poderío de Cereno sobre el barco es tan solo una mímica.

La bandera de España (Símbolo)

La bandera de España, abollada en un armario y utilizada luego por Babo para limpiarle la barba y cubrir el cuerpo de Benito Cereno mientras lo afeita, funciona como un signo de lo que está sucediendo en el barco. Se trata de un símbolo de derrocamiento del liderazgo del español que Delano, observador de la situación, no logra terminar de interpretar.