A sangre fría

A sangre fría Resumen y Análisis “Rincón”, parte 1 (329-401)

Resumen

Dick y Perry son encerrados en celdas separadas de la cárcel del condado de Finney. Dick ocupa una celda en el pabellón de los hombres y Perry, una unidad ubicada al lado de la residencia del vice sheriff Meier que es típicamente ocupada por mujeres. Pasan varios meses durante los cuales sus abogados defensores, designados por el Estado, preparan el caso. Dick y Perry hacen declaraciones oficiales. Perry revisa su confesión y aclara que ha matado a las cuatro víctimas. Dice que lo clarifica por respeto hacia los padres de Dick.

Una semana antes del juicio se organiza una subasta en la hacienda Clutter. Todas las posesiones de la familia son vendidas.

Perry es visitado por Don Cullivan, un viejo amigo del ejército que se ofrece como “testigo de la personalidad” del acusado. Cullivan es un católico devoto que cena con Perry y los Meier e intenta consolarlo con sus ideas sobre la misericordia de Dios. Perry admite que no siente remordimiento ni culpa por los asesinatos.

El juicio comienza presidido por el juez Tate. Se incluyen testimonios de Sue Kidwell; Nancy Ewalt; varios residentes y oficiales de Holcomb; Floyd Wells; los cuatro agentes del K.B.I., incluyendo a Alvin Dewey; el señor Hickock; y, finalmente, el doctor Jones.

Los abogados de Perry y Dick ordenan una evaluación psiquiátrica de ambos presos, que es realizada por un joven doctor llamado W. Mitchell Jones. El médico conversa con ellos y les pide que escriban pequeñas autobiografías. El doctor Jones concluye que Dick muestra “síntomas de anormalidad emotiva” (179:383) que pueden ser manifestaciones del daño cerebral sufrido por un accidente automovilístico en 1950. Además, sus sentimientos de insuficiencia social y sexual son las raíces de sus acciones criminales más imprudentes. El médico considera que “presenta claras características típicas de lo que en psiquiatría se llama un grave trastorno de la personalidad” (1979:384).

Por su parte, Perry “presenta síntomas indiscutibles de una grave enfermedad mental” (1979:386). A causa de varias negligencias y traumas sufridos en su niñez, experimenta una “«paranoica» orientación hacia el mundo externo” (1979:386) y, “al valorar las intenciones y sentimientos de los demás, le es casi imposible separar la situación real de su propia proyección mental” (1979:387). El doctor considera que su estructura de personalidad se asemeja a una esquizofrenia paranoica. Destaca también su incapacidad para controlar la ira: “una rabia, siempre presente, pero dominada, que se dispara fácilmente ante la menor sensación de ser engañado, despreciado o considerado inferior” (1979:387).

Sin embargo, el doctor Jones no puede presentar estos diagnósticos en el juicio. El criterio para determinar la intención delictiva no contempla los factores psicológicos de los acusados. Solamente se cuestiona si los protagonistas distinguen el bien y el mal cuando tiene lugar el crimen. Ante esta pregunta, el psiquiatra contesta que Dick sí y que Perry no.

Se incluyen fragmentos de un artículo escrito por un psiquiatra llamado Joseph Statten, colega del doctor Jones, que se titula “Asesinato sin motivo aparente. Estudio sobre la desorganización de la personalidad” (1979:388). Se estudia a cuatro asesinos con evaluaciones psicológicas similares a las de Perry. Todos han experimentado “sucesos de extrema violencia por parte de los progenitores durante la infancia” (1979:390), sentimientos de inferioridad o debilidad y luego han cometido atrocidades violentas completamente disociados de la realidad. El doctor Statten concluye que los asesinos inconscientemente culpan a sus víctimas por los traumas pasados.

En los comentarios finales del juicio, los abogados defensores apelan a la piedad del jurado y piden que se evite la pena de muerte. Luego de cuarenta minutos de deliberación, el jurado encuentra a Dick y a Perry culpables por los cuatro cargos de asesinatos en primer grado y los condena a la pena de muerte.

Análisis

Esta parte de la novela incluye diagnósticos psiquiátricos de los protagonistas. El tema de las enfermedades mentales gana relevancia en tanto los descubrimientos profesionales del doctor Jones revelan las bases clínicas de muchos de los rasgos más pronunciados de los protagonistas, incluyendo los comportamientos que han jugado un rol directo en la noche del 14 de noviembre.

Jones confirma los diagnósticos de los acusados con el doctor Josep Satten. Este psiquiatra sugiere que, aunque los crímenes se desencadenan como resultado de la interacción crispada entre Dick y Perry, Perry presenta los rasgos de un tipo de asesino que describe en su artículo “Asesinato sin motivo aparente. Estudio sobre la desorganización de la personalidad” (1979:388). Configura un modelo de asesino que ha sufrido extrema violencia en la infancia, que presenta descontrol a la hora de dominar sus impulsos agresivos y que se ve a sí mismo como físicamente inferior, débil e inadaptado. En un determinado momento, su agresividad se reactiva “como resultado final de un período de creciente tensión y desorganización en el asesino” (1979:392) y se sume en un “trance disociativo, en una especie de sueño del que despierta «para descubrir de pronto» que está agrediendo a la víctima” (1979:389). Jones entiende que Perry y el asesinato de Herb Clutter encajan perfectamente en la descripción de Satten.

Satten considera que tres de los asesinatos tienen un motivo lógico. Perry mata a Nancy, a Kenyon y a su madre porque ha asesinado a Herb. Sin embargo, Satten presta especial atención al primer crimen. Herb Clutter, el patriarca de la familia, simboliza, para Perry, todas las frustraciones y oportunidades perdidas en su vida. Como dice Perry en su testimonio: “Y no era por nada que los Clutter hubieran hecho. No me habían hecho nada. Como otros. Como otros que me han dado una perra vida. Quizá sólo fuera que los Clutter tuvieron que pagar por todos” (1979:378). De aquí se desprende la idea de que no hay un motivo o una particularidad en la víctima que motive el ataque violento. Por el contrario, Herb despierta un antiguo trauma en la vida de Perry, representa “«una imagen clave de una configuración traumática»: ¿su padre?, ¿las monjas del orfelinato que se habían burlado de él y le habían golpeado?, ¿el odioso sargento, el funcionario que le dio la libertad condicional prohibiéndole volver a poner los pies en Kansas?” (1979:392).

Herb activa involuntariamente el “potencial homicida” (1979:392) de Perry, quien se sumerge en un “eclipse mental” (1979:392), lo asesina y luego se da cuenta de que ha violentado a un hombre de carne y hueso. Este patrón de conducta coincide con el modelo de asesino que estudia el psiquiatra.

Sin embargo, las complejas y sutiles interpretaciones sobre los estados psicológicos de Perry y Dick no son consideradas durante el juicio. Los prisioneros están sujetos a la simple y antigua ley de M’Naghten, que sostiene que si el acusado conoce “la naturaleza de su acto y sabía que obraba mal, es mentalmente competente y responsable de sus actos” (1979:349). La novela denuncia los problemas de una ley que polariza entre el bien y el mal: “Así, constreñido como se veía por la ley M’Naghten («la definición usual»), fórmula totalmente ciega a cualquier matiz entre el blanco y el negro, el doctor Jones se veía impotente para contestar de modo distinto” (1979:382). Se vislumbra aquí la voluntad del autor para develar los factores no incluidos en el juicio que son fundamentales para entender el recorrido que lleva a los acusados a cometer el crimen. Aunque la ley de Kansas no permite una explicación detallada respecto del estado mental de los acusados, se incluye esta declaración en la novela: “si el doctor Jones hubiera podido explicarse detalladamente, he aquí lo que hubiera declarado” (1979:383). Hay una voluntad expresa en la obra por incluir matices en el estudio de los sucesos. Esto genera, como resultado, que se abandone la caracterización de los asesinos como una amenaza inhumana o “maligna”.

Además, la supresión del testimonio del doctor Jones por parte de la Corte sugiere que el mundo de Kansas no quiere acomodar las complejidades y diferencias fundamentales que estos hombres conllevan. De esta manera, se exponen las definiciones estrechas sobre lo que constituye a una sociedad aceptable. Perry y Dick son excluidos en tanto ponen en cuestión la polaridad entre el bien y el mal. Capote denuncia en este sentido la incapacidad y la falta de voluntad para considerar las complejidades de los seres humanos.

Dick y Perry son inadaptados sociales en múltiples niveles: tienen enfermedades mentales, supuestas tendencias homosexuales y son ex convictos. Estas cualidades los alejan de los parámetros sociales de lo que es considerado “normal”, particularmente en ese momento de la historia estadounidense. En cambio, representan la contracara del mundo cómodo y complaciente de los Clutter.

Otro aspecto fundamental que cobra especial relevancia en este fragmento de la novela es la construcción de la no ficción. Se presentan, en varias oportunidades, recortes de notas periodísticas o de testimonios que las personas dan a periodistas. El periodismo aparece también como una institución que da espacio para las palabras que no entran en la Corte. Por ejemplo, el padre de Dick le comenta a un reportero: “¡Vaya un juez! En mi vida he visto hombre peor predispuesto. Es absurdo un proceso con él ahí” (1979:367). Las críticas al proceso judicial aparecen, de hecho, en los medios.

Luego, se incluye una yuxtaposición de registros. La voz del narrador de la novela se superpone con los titulares de los periódicos. Se mezclan fragmentos periodísticos o testimoniales con otros más literarios. En este sentido, Amar Sánchez entiende que lo específico de los discursos de no ficción es la manera en la que se resuelve la tensión entre lo real y lo ficcional (1992). Por ejemplo: “El más efectivo testigo del fiscal fue Alvin Dewey. Su declaración, el primer relato público de los sucesos narrados en la confesión de Perry Smith, mereció grandes titulares (REVELACIÓN DEL MUDO HORROR DEL DELITO. Recuento de los escalofriantes hechos ) y sobrecogió al auditorio” (1979:372). Los distintos discursos se acercan, superponen y solapan. Lo narrativo y lo periodístico constituyen un espacio intermedio “donde se fusionan y destruyen los límites entre distintos géneros” (Amar Sánchez, 1992:19).

Hay un importante factor polifónico en la novela. El término “polifonía” es acuñado por el teórico ruso Mijail Bajtín en su estudio de las novelas de Dostoievski (1963). Se refiere a una características de los textos literarios que incluyen pluralidad de voces; distintas conciencias independientes e inconfundibles. En el caso de A sangre fría, no solamente se incluyen distintas voces, sino también distintos tipos de discursos. Además de la voz del narrador, se incorporan discursos periodísticos, diagnósticos médicos y, en este fragmento, anotaciones del diario de Perry. Este recurso es característico de las obras de no ficción. Amar Sánchez considera que “en el género no ficcional, la forma se constituye por un trabajo de organización del contenido testimonial que produce un efecto particular de individualización” (1992:38). Es decir que aunque no se presenta una voz de autoridad que dirija la trama, la voluntad del autor se expresa en la organización y puesta en diálogo del material “no literario”. Por ejemplo, la inclusión de los diarios de Perry es relevante en tanto implica incluir la voz de un homicida. La novela, presentando la voz íntima de Perry, singulariza la experiencia del asesino, una práctica poco frecuente en el ámbito del periodismo. Siguiendo a la teórica argentina, este recurso individualiza y singulariza la experiencia de Perry.

Además, la voz de Perry es crítica respecto del sistema judicial. Por ejemplo, anota en su diario: “Viernes, 15 de enero. La señora Meier tenía la radio encendida en la cocina y oí que el fiscal del distrito pedirá pena de muerte. «A los ricos no los ahorcan nunca. Sólo a los pobres y sin amigos»” (1979:337). Perry entiende que hay un factor socioeconómico o de clase que influye en los destinos de las personas que cometen crímenes.

Por último, en el final de este fragmento, se da una nueva elipsis, acompañada de un desplazamiento. Luego de que se anuncia la condena a pena de muerte para Perry y Dick, no asistimos a la reacción de los condenados. En cambio, se incluye la conversación de dos periodistas sobre el juicio. Cuando uno se sorprende por la brutalidad del crimen cometido por Perry, el otro contesta: “lo de ahorcar al hijo de perra, ¿qué? También eso se hará con una puñetera sangre fría” (1979:398). Los homicidios cometidos por Perry se comparan con la condena que recibe luego. Esto remite al nombre de la novela y a una frase de la primera parte de la novela: “cuatro disparos que, en total, terminaron con seis vidas humanas” (1979:15). Se vuelve evidente, así, cómo la historia presenta a Perry y a Dick como víctimas del sistema judicial, familiar y social.