Los cuentos de Canterbury

Los cuentos de Canterbury Resumen y Análisis "Prólogo a la Comadre de Bath", "La disputa entre el Fraile y el Alguacil", "El cuento de la Comadre de Bath"

Resumen

Prólogo a la Comadre de Bath

La Comadre considera que su experiencia personal le da “el perfecto derecho para hablar de las penalidades inherentes al matrimonio” (199). Ella ha tenido cinco esposos, además de ciertos amores de su juventud, y por eso defiende su autoridad sobre el tema y la justifica con las Sagradas Escrituras. Cinco veces se apoderó de “lo que guardaban en el fondo de sus bolsas y de sus cajas fuertes”(Ídem) y lo haría una sexta si pudiera. Además, Cristo nunca ordenó a las mujeres que se casasen solo una vez, ni estableció una ley sobre la virginidad: “Todo lo que yo sé con certeza es que nos mandó a crecer y multiplicarnos” (200). Por algo les dio genitales a las personas, argumenta.

En este punto, el Bulero la interrumpe, señalando que está a punto de casarse y que ella lo ha desanimado. La Comadre le aconseja que escuche su historia antes de emitir un juicio. Sin embargo, retoma su monólogo antes de hacerlo: de los cinco maridos que tuvo, tres fueron buenos y dos malos. A todos les sacó todo lo que quiso, utilizando su sexo para complacer sus propios deseos.

La mujer asegura que “no hay hombre que sepa mentir y perjurar la mitad de bien que una mujer” (205). Luego revela su estrategia para manipularlos: agredir sin motivo alguno a sus esposos con un sartal de quejas inventadas y alusiones bíblicas para saturarlos y doblegar su voluntad. Incluso ha acusado a sus esposos de infidelidad para encubrir de ese modo su propio adulterio.

Así trató la Comadre a sus primeros tres maridos; los tres, buenos, viejos y ricos. En cuanto al cuarto, explica que era un juerguista y tenía una amante además de ella. Aunque eran compatibles, murió pronto.

El quinto, continúa, fue quien más la maltrató: era bueno en la cama pero la golpeaba brutalmente. Él la dejó sorda de un oído después de abofetearla con rudeza a modo de represalia por su comportamiento.

Este hombre se la pasaba leyendo un volumen compuesto de tratados antifeministas e historias en las que se retrataba a las mujeres de mal modo. Un día, cansada de que le leyera pasajes con la intención de adoctrinarla, la Comadre lo golpeó y le arrancó tres páginas del libro. Tras ello, el hombre le dio un golpe que casi la mata, luego de lo cual se sintió muy culpable: “Tú tienes la culpa de que te hiciera lo que te hice. ¡Perdóname, por el amor de Dios!” (217). Es así que la Comadre consiguió que tirara su libro al fuego, y a partir de entonces tuvo dominio sobre él: “Desde aquel día, por tener el dominio del vencedor, le tuve a mi merced” (218). Nunca más volvieron a pelear y se fueron mutuamente fieles hasta la muerte de él.

La disputa entre el Fraile y el Alguacil

El Fraile se ríe por el largo prólogo de la Comadre y el Alguacil lo critica, diciendo que los frailes son como “las moscas que caen en el plato donde come la gente y se entrometen en todos sus asuntos” (219). En venganza, el Fraile promete contar un cuento para reírse sobre los alguaciles, y el Alguacil responde con la misma amenaza. Finalmente, el Mesonero los calla y anima a la Comadre a seguir.

El cuento de la Comadre de Bath

La historia sucede en tiempos del Rey Arturo, cuando los elfos y hadas eran parte de la tierra y no habían llegado los frailes, que luego lo poblaron todo. Un caballero de la corte del Rey se encuentra con una joven “doncella que iba sin compañía” y la viola. El hombre es sentenciado a muerte, pero la reina y otras mujeres de la corte le suplican a Arturo por clemencia y terminan salvándolo de la decapitación. Luego, la reina le expresa su condición para mantenerlo con vida: deberá volver al cabo de un año y responderle “qué es lo que las mujeres desean con mayor vehemencia” (222).

El caballero sale de viaje con el objetivo, pero no consigue una respuesta satisfactoria: riqueza, jovialidad, estatus, buenos amantes; muchas son las respuestas que le dan, pero ninguna es universalmente válida. Abatido por no encontrar una solución, emprende el regreso a su casa cuando se encuentra, en un bosque del camino, con veinticuatro damas bailando. Al acercarse, las bailarinas desaparecen mágicamente. Solo queda una horrible anciana, “la persona más fea que uno imaginar pueda” (224). El caballero le hace la pregunta y ella accede a darle la respuesta, a condición de que cumpla con cualquier petición que tenga. El caballero acepta el trato y obtiene su respuesta.

Al llegar a la corte, el caballero le dice a la reina que lo que más desean las mujeres es “ejercer autoridad tanto sobre sus esposos como sobre sus amantes y tener poder sobre ellos”. Todas las mujeres de la corte están de acuerdo con la afirmación, por lo que el caballero salva su vida. Sin embargo, la petición de la anciana no le resulta menos horrorosa, ya que ella le exige que la tome como “esposa y enamorada” (225).

Muy a su pesar, el caballero se casa con ella en privado y tienen relaciones. Sin embargo, pronto la anciana advierte la infelicidad del hombre y lo confronta al respecto. En ese momento, él se lamenta de que es “horrorosa, fea y, además, de baja estirpe” (226). Ella se burla de su superficialidad y le da a elegir: “Me tendréis vieja y fea por el resto de mi vida, pero fiel y obediente esposa, o bien me tendréis joven y hermosa, y habréis de exponeros a que todos los hombres vengan a vuestra casa por mí”. Habiendo recapacitado, el caballero se resigna a que ella decida “lo más agradable y honroso para los dos” (229). Tras oír la respuesta, la mujer comprende que su esposo ha elegido que ella tenga el poder y la autoridad sobre la relación y se transforma es una mujer joven y hermosa, sin perder por ello su fidelidad.

La Comadre termina así su historia y le pide a Jesucristo que le envíe maridos “mansos, jóvenes y animosos” a las mujeres, además de permitirles a ellas vivir más. También solicita que le acorte la vida a “los que no quieren vivir gobernados por sus esposas” y que confunda a los “viejos esperpentos, gruñones y tacaños” (230).

Análisis

La Comadre de Bath es uno de los personajes más perdurables de toda la selección, y “el que Chaucer describe de manera más prólija” (Guardia Massó, 2020: 47), dedicándole un importante pasaje en el “Prólogo general” y luego en el extenso prólogo que realiza ella a su cuento. La Comadre es una mujer osada, viste llamativamente y usa ropa de calidad; se ha casado cinco veces y enterró a todos sus maridos, y también de sus amores en la juventud. Su sabiduría es la de la experiencia, pero no por eso carece de conocimientos librescos, y es capaz de utilizar su erudición para argumentar implacablemente sus puntos de vista acerca de los deberes, las conductas conyugales y sus derechos como esposa. Como bien menciona Guardia Massó, “Este personaje caricaturesco ha nacido bajo la influencia de Venus, aunque también posee la agresividad procedente del planeta Marte, el dios de la guerra. La Comadre de Bath es una simbiosis de mujer fuerte y delicada feminista. Su lascivia procede de Venus; su pertinacia, de Marte” (2020: 48).

En su prólogo, la Comadre rememora sus experiencias maritales y describe el modo en que consigue someter a sus diferentes maridos –desde el más sumiso hasta el violento misógino que la deja parcialmente sorda de una golpiza– utilizando su sexo con astucia y picardía. De este modo, aunque su carácter protofeminista resulte extraño para nuestros parámetros actuales, la Comadre consigue hacerse respetar haciendo uso de las pocas herramientas disponibles para las mujeres en su época.

En este punto, Pedro Guardia Massó establece una relación de continuidad entre el prólogo y el cuento, a partir de la enseñanza que le confiesa la anciana mágica al caballero, en respuesta a la consulta de la reina: “Qué es lo que las mujeres desean con mayor vehemencia?” (222). La respuesta, que complace a todas las mujeres de la corte, caracteriza a la perfección al tipo de personalidad que define a la Comadre: “Las mujeres desean ejercer autoridad tanto sobre sus esposos como sobre sus amantes y tener poder sobre ellos” (225).

La Comadre afirma representar las voces femeninas, y su historia consiste en un conjunto de mujeres que se representan discursivamente entre sí: la reina representa a la doncella violada en el juicio y, a su vez, es representada por la anciana pobre, que habla en nombre de todas las mujeres. Todas ellas están integradas en el relato de la Comadre. Sin embargo, como lectores podemos preguntarnos qué tipo de representación femenina se construye en estas voces, sobre todo en la medida en que vemos triunfar al caballero que ha violado a la doncella sin ningún tipo de castigo e, incluso, siendo salvado por la reina, en primera instancia, y por la anciana, luego. Si nos retrotraemos al prólogo de la Comadre, además, vemos que aunque ella denigre la tradición clerical y la literatura antifeminista que lee su marido, ella misma encarna la figura mujer lasciva, mentirosa, manipuladora y malvada que el discurso misógino se empecina en construir.

En este punto, no debemos olvidar que la Comadre no es más que la construcción literaria del autor Geoffrey Chaucer y, aunque le concedamos cierta intencionalidad feminista reivindicativa en su escritura, no deja de ser un hombre que responde a las lógicas y el sentido común patriarcal de su época.