Todos los Fuegos el Fuego

Todos los Fuegos el Fuego Resumen y Análisis : “Instrucciones para John Howell”

Resumen

Rice entra al teatro Aldwych en la ciudad de Londres, aburrido del fin de semana. Se aburre también en el primer acto y considera que la obra es mediocre. En el intervalo, un hombre de gris se acerca a su butaca y le pide que lo acompañe tras bastidores. Rice lo sigue, sin entender qué quiere. El hombre le dice que no tienen mucho tiempo, y que le explicará brevemente su papel. Rice no entiende qué está sucediendo. El hombre le informa que debe interpretar a John Howell, esposo de Eva, que lo engaña con Michael. Le ponen una peluca y unos anteojos. Rice cede pasivamente, desconcertado. Dice que no es un actor. El hombre alto le contesta que, precisamente, no es un actor, sino Howell.

Le dicen que, en escena, haga lo que quiera. Rice vuelve a preguntar qué está sucediendo, pero no le dan respuestas. Se siente amenazado por los hombres. Lo empujan sutilmente hacia el escenario y se levanta el telón. Se siente nervioso e intenta retroceder cuando Eva le tiende la mano y comienza el segundo acto. Eva se acerca a su oreja y le susurra: “no dejes que me maten” (1996:574). Rice diferencia este tono de voz de su voz profesional. El acto avanza y Rice sigue las marcas de los demás actores mientras vuelve a pensar en el pedido de ayuda de Eva. Piensa en confesar la farsa al público pero no lo hace; sigue la tensa puesta en escena.

Cuando cae el telón, los dos hombres lo llevan al camarín y le dan vasos de whisky. Le explican cómo será el tercer acto. El hombre alto le da las instrucciones para John Howell. Le dice que tiene libertad para los detalles. Le dan nueva ropa y más vasos de whisky. Cuando se levanta el telón, Rice comienza a subvertir las instrucciones, yendo en contra de la corriente. Los demás actores intentan hacerlo volver al plan. Él piensa en la mejor manera de ayudar a Eva, que le susurra nuevamente al oído que se quede con ella hasta el final. El hombre alto, desde afuera del escenario, le hace gestos de enojo y, cuando baja el telón, lo echa a patadas del teatro.

Rice entra al teatro, nuevamente, para asistir al último acto como espectador. Bebe otro whisky y se acomoda en una butaca. Descubre que otro actor aparece interpretando a Howell. Es el mismo del primer acto. Rice sigue repitiendo en su mente, obsesivamente, los pedidos de ayuda de Eva. Piensa que no está en peligro, pero luego la ve tomar un té, derramar el contenido de la taza sobre su vestido y tenderse sobre el sofá. Rice comienza a correr para salir del teatro; huye hacia Kean Street. Le parece ver un bulto que lo sigue, unos pasos que lo acompañan. Se pregunta por qué está huyendo y no logra contestarse la pregunta. Cruza un puente, sobre el río. Sigue pensando en Eva y en cómo no la ha ayudado. Descubre que los pasos que lo seguían eran de Howell. Corren a la par y Howell le pregunta por qué siempre ocurre lo mismo, y le dice que no puede vivir así, siempre huyendo, sin saber por qué.

Análisis

El cuento aparece dedicado a Peter Brook, un director de teatro inglés famoso por sus puestas en escena de obras de Shakespeare. Desde el epígrafe Cortázar anticipa la importancia que tiene el teatro y todo el tema de la representación y la puesta en abismo en este cuento. En su conferencia “El sentimiento de lo fantástico” (1982), el autor hace referencia a este cuento, relacionando la cuestión teatral con el juego y con su idea personal de lo que significa el género fantástico. Resalta que, cuando los dos hombres empujan a Rice al escenario, le dicen: “salga a escena, improvise, haga lo que quiera, el juego es así” (1996:572).

Rice y John Howell funcionan como dobles. Este tema tan importante en la literatura se relaciona con la dualidad y el binarismo. Tiene mucho que ver con la representación que se pone en juego en una obra de teatro. Cortázar explota esta dualidad en este cuento, ya que el papel de Rice en la obra excede a una simple representación. Cuando Rice les dice a los hombres, desconcertado, que él no es un actor, ellos le contestan que él es Howell. Estas identidades se superponen y se contaminan, estableciendo un juego entre la ficción y la realidad.

El juego da un nuevo giro cuando Rice se encuentra con otra persona representando a Howell. Ambos comparten sus temores y frustraciones por no haber podido salvar a Eva, y por tener que escapar. Rice le confiesa: "Yo también traté de salvarla" (1996:578), y Howell contesta: "Siempre ocurre lo mismo" (578). Rice le pregunta por qué huyen, pero Howell no puede darle respuesta. Aparece aquí el tema de la puesta en abismo: la representación parece ser infinita, perpetua y sin sentido. Las representaciones parecen contenerse unas dentro de las otras como un juego de cajas que no tiene final.

Respecto del clima del cuento, el narrador en tercera persona omnisciente genera un clima de ambigüedad durante la narración. Utiliza palabras como “absurdo” (1996:571), “farsa” (571), “estafa” (573) y “simulacro” (573) para caracterizar la atmósfera enrarecida del cuento, en el que los límites de la representación se mezclan con los de la "realidad". Simultáneamente, el narrador utiliza elipsis y repeticiones: no explica por qué eligen a Rice para interpretar a Howell, a la vez que reitera de manera obsesiva, en la cabeza de Rice, las palabras de Eva. Mediante estos recursos se refuerza la atmósfera extraña que caracteriza todo el texto.