Las mil y una noches

Las mil y una noches Resumen y Análisis Simbad el Marino: La historia del tercer y cuarto viaje

Resumen

La historia del tercer viaje

Una vez más, Simbad, el cargador humilde, se une al grupo de personas que acompañan a Simbad el Marino para escuchar las historias de los viajes de este último. Después de la cena, el protagonista habla del tercer viaje.

Al igual que le había ocurrido al regresar de su primer viaje, después de regresar del segundo Simbad se aburrió de la vida en tierra, en Bagdad, y se lanzó al mar en busca de nuevas aventuras. Después de una terrible tormenta, su barco terminó frente a la costa de una isla extraña. El capitán del barco les advirtió que no atracaran allí, lo que resultó ser un buen consejo, ya que una manada de salvajes peludos de dos pies de altura pronto se dirigió hacia el barco para atacarlo.

Cuando los hombres peludos tomaron el barco, dejaron a la tripulación en otra isla cercana. Allí, la suerte de Simbad y el resto fue aún peor. Descubrieron un hermoso palacio, el cual exploraron hasta que llegaron a una cámara cubierta con huesos humanos. Antes de que pudieran escapar, un gigante caníbal irrumpió por la puerta. Tenía dientes afilados y un solo ojo. Después de comerse al capitán, el gigante caníbal se alejó.

Al día siguiente, los hombres pudieron vagar libremente por la isla, pero no pudieron encontrar un lugar donde refugiarse. Esa noche, el gigante se comió a otro tripulante, y Simbad ideó un plan de escape. Los hombres construyeron balsas con madera flotante y luego regresaron a la guarida del gigante, donde este dormía. Lo apuñalaron en el ojo con un palo en llamas y pudieron escapar en sus balsas mientras él estaba dolorido y confundido.

Así y todo, aún no estaban a salvo: un compañero del gigante comenzó a arrojar rocas a las balsas, hundiendo todas menos aquella en la que viajaba Simbad, lo que provocó que la mayoría de la tripulación se ahogara. La balsa de Simbad finalmente llegó a otra isla, pero esta era igual de peligrosa que las anteriores. Poco después de llegar, una serpiente gigante atacó y se tragó a un miembro de la tripulación. Al día siguiente, se tragó a otro, dejando solo a Simbad.

Por fortuna, pasó un barco y envió un bote para rescatar al marinero solitario. Paradójicamente, este era el mismo barco que lo había abandonado en su segundo viaje. Así las cosas, Simbad partió de regreso a casa, nuevamente comerciando en el camino hacia Bagdad, donde llegó más rico aún que antes.

Luego de concluir la historia de su tercer viaje, Simbad, una vez más, le da dinero al cargador y lo invita a él y al resto de los presentes a regresar la noche siguiente para escuchar la historia de su cuarto viaje.

La historia del cuarto viaje

Al día siguiente, Simbad continúa su historia.

Una vez más, dice, volvió a cansarse de la ociosidad en Bagdad y se hizo a la mar. Como de costumbre, su barco naufragó en una isla, esta vez después de un huracán.

En la isla, él y su tripulación descubrieron varios salvajes desnudos, quienes les dieron de comer extrañas hierbas. Simbad notó que los salvajes desnudos no comían las hierbas y, por lo tanto, se abstuvo él mismo de hacerlo. Muy pronto, todos los demás miembros de la tripulación se volvieron locos por los efectos narcóticos de esas hierbas y comenzaron a parlotear sin sentido.

Luego, los salvajes engordaron a los tripulantes locos, disponiéndose a comérselos. Simbad rechazó cualquier comida y se le permitió vagar un poco por la isla, ya que su delgadez no lo volvía apetecible.

En uno de esos días en los que Simbad vagaba por la isla, logró escapar de su guardia y vivió de la tierra durante siete días en el desierto. En un momento, Simbad se encontró con comerciantes que recolectaban pimienta en la playa. Lo llevaron de regreso a la tierra natal de ellos, una isla donde un rey rico se hizo amigo de Simbad. Impresionado con el marinero recién llegado, el rey rico le rogó a Simbad que se quedara con ellos para siempre y le ofreció una hermosa novia como incentivo.

Simbad aceptó, pero después de casarse, se enteró de la horrible costumbre de la isla: si tu cónyuge muere, te entierran vivo con ella y las riquezas de la familia. Muy pronto, la esposa isleña de Simbad murió y, a pesar de sus protestas, fue enterrado con ella en una tumba comunal, con suficientes provisiones solo para unos pocos días.

Justo cuando estaba a punto de morir de hambre, bajaron a otra pareja al lugar: un marido muerto y una esposa viva. Simbad mató a palos a la esposa, quedándose con las provisiones para él. Continuó esta práctica por un tiempo, hasta que un día vio un pequeño animal excavando un túnel dentro de la tumba. Siguió el camino y, finalmente, descubrió una salida a la costa, de la cual fue rescatado por un barco que pasaba.

Como Simbad se había llevado todas las joyas preciosas de la tumba, volvió más rico que nunca cuando regresó a Bagdad. Asi y todo, donó gran parte de su nueva riqueza a las mezquitas y a los pobres, y se quedó con una parte para él.

Después de que Simbad concluye la historia de su cuarto viaje, los invitados, incluido el cargador, anuncian que este ha sido el más emocionante de los relatos de Simbad hasta el momento.

Análisis

Si alguna vez has estudiado literatura griega o sabes algo sobre los mitos griegos, entonces deberías poder reconocer las similitudes muy evidentes entre los relatos de los viajes de Simbad y algunas de esas historias populares. Los árabes eran muy estudiosos de la literatura griega, por lo que sin duda fueron influenciados por esos relatos clásicos. Como se mencionó anteriormente, las historias de Simbad le deben mucho a la tradición épica, en general, y a Homero, en particular.

Muchas de las desventuras de Simbad en estos viajes son muy parecidas a las que se detallan en la Odisea de Homero, mientras se habla del regreso a casa del héroe griego Odiseo después de la guerra de Troya. Se cree que la Odisea se escribió alrededor del siglo VIII a. C., y la mayoría de las historias de Las mil y una noches probablemente surgieron alrededor del año 800 d. C. Sin duda, estos narradores árabes habían pasado mucho tiempo estudiando el texto de Homero.

Ahora bien, está claro que el tercer y cuarto viaje muestran enormes similitudes con el texto clásico. El encuentro con el gigante caníbal se parece mucho al encuentro de Odiseo con Polifemo, el cíclope. Polifemo se come a muchos de los miembros de la tripulación de Odiseo, al igual que el gigante se come a muchos de los tripulantes que viajan con Simbad, y ambos héroes vencen a la criatura de la misma manera: metiéndole un palo en llamas en el ojo. En venganza, los compañeros de ambos monstruos arrojan piedras a sus naves cuando ellos escapan.

Además, el encuentro con los salvajes en el cuarto viaje se asemeja al del propio Odiseo con los comedores de loto y la hechicera Circe. Y el escape de Simbad de la tumba subterránea está tomado de la historia de Aristómenes el Mesenio, quien escapó de un pozo con un zorro como guía. Así y todo, este último ejemplo está tomado de un mito griego diferente a los usados ​​de la Odisea.

Dicho esto, ¿cómo se compara Simbad con el mismo Odiseo? Ambos tienen personalidades igualmente inteligentes y heroicas, ya que siempre son los que traman un plan en una situación difícil. Además, ambos tienden a salvarse a sí mismos a través de sus planes, mientras que muchos de los miembros de su tripulación no tienen tanta suerte. Por otro lado, ambos son ingeniosos y de pensamiento rápido. En todo caso, la principal diferencia entre los dos radica en sus motivaciones. Odiseo no estaba haciendo su viaje voluntariamente; simplemente estaba haciendo todo lo posible por regresar a casa después de una guerra larga y costosa. Simbad, por el contrario, continúa aventurándose en sus viajes por voluntad propia, en busca de riquezas y aventuras.

Esto nos lleva a una pregunta importante: ¿por qué Simbad sigue navegando, alejándose de su vida cómoda, a pesar de que siempre se las arregla para meterse en problemas que casi lo llevan a su propia muerte y ciertamente conduce a la muerte de otros? Es evidente que hay algunas implicaciones que tienen que ver con la codicia aquí. En ese sentido, sus traicioneros viajes aparentemente valen la pena porque regresa a casa con riquezas incomparables. En relación con esto, cabe también preguntarse si Simbad está realmente motivado por la codicia o si, en realidad, está siendo sincero cuando les dice a sus oyentes que era simplemente un deseo de aventura lo que lo empujaba a regresar al mar.

Una respuesta posible a este dilema podemos encontrarla en la cultura de la época. En aquel entonces, había algunas filosofías en la cultura islámica de la época que sugerían que Alá recompensaba la virtud con la riqueza. Sin duda, las historias de Simbad están diseñadas para justificar su riqueza con relatos que ponen de relieve su fuerza y ​​virtud. Por lo tanto, los oyentes en ese momento podrían no haber reconocido una distinción entre la codicia y la virtud: una era un reflejo de la otra. Por supuesto, Simbad enfatiza esa conexión no solo hablando de sus regalos a los pobres y a las mezquitas, sino también dando dinero al cargador cada noche.

En otro orden de cosas, podemos observar otro punto de comparación entre Simbad y Odiseo que ayuda a comprender el impulso del primero por salir a explorar. El poema "Ulises" (nombre romano de Odiseo), de Alfred Lord Tennyson, describe la inquietud de Odiseo al permanecer en su hogar y el deseo que le sobrevenía de regresar al mar. Aunque este impulso aventurero no se expresa explícitamente en la Odisea original, es interesante notar su similitud con la situación de Simbad. Esta sed de aventuras es un sentimiento que experimentan todos los marineros y comerciantes, a lo largo de las diferentes épocas de la historia.

Y ciertamente, son los hombres de este tipo los que crean emocionantes historias de aventuras. Estos viajes, de hecho, profundizan un poco más en la psicología de Simbad, en la forma en que lo distinguen de otras personas. Primero, él no es tan conformista como sus compañeros. Se niega a comer las hierbas, por ejemplo. Esto sugiere su espíritu independiente. En segundo lugar, muestra pragmatismo cuando mata a palos a la mujer en la tumba. Expresa su dilema moral ante la decisión, pero admite que no se cuestionó la acción. Por el contrario, valora su propia supervivencia, particularmente porque no cree que otros sean capaces de escapar de todos modos. A pesar de su buena voluntad, Simbad es claramente consciente de su singular fuerza y ​​habilidad. Tal vez esto ayude a explicar por qué se siente tan obligado a contarle estas historias al humilde cargador con el que comparte nombre.