Las flores del mal

Las flores del mal Resumen y Análisis "Spleen e Ideal" (Primera parte)

Esta primera parte del libro se caracteriza, fundamentalmente, por la búsqueda constante del Ideal por parte del yo lírico. Este Ideal, que a veces está en Dios, en los cielos, en la naturaleza o en una amada imposible, se contrapone radicalmente al Spleen, es decir, la fuerza del pecado y el vicio que nace del Hastío que atraviesa a la sociedad. En una lucha constante entre el Ideal y el Spleen, como si fuera una lucha entre el bien y el mal, el yo lírico intenta una y otra vez elevarse a través de su poesía. Este conflicto es el tema más importante del libro, ya que, de un modo u otro, termina englobando otros temas fundamentales, como el rol del artista en la sociedad, el amor y la mujer, la lujuria y el deseo sexual.

"Spleen e Ideal" es, con sus 102 poemas, la parte más larga del libro.

"Bendición"

Resumen

Describe el horror y la ira ante Dios de la madre del Poeta cuando este aparece en el mundo por designio de las potencias supremas. Luego, describe la vida de dicho Poeta, desheredado, y su negativa relación con aquellos que lo rodean, sobre todo con su esposa, quien se aprovecha de él y luego lo desprecia. Finalmente, el Poeta encuentra su refugio en Dios y en la naturaleza.

El poema consta de 19 estrofas de 4 versos cada una. Los versos, en el original francés, tienen rima consonante y son dodecasílabos (de 12 sílabas). En el poema se intercalan la voz del yo lírico, la de la madre del Poeta, la de su mujer y, finalmente, la del Poeta. Excepto el yo lírico, que habla en tercera persona, los otros personajes hablan en primera persona.

Análisis

El tema más importante de este poema es la contraposición entre lo ideal y lo mundano: los vicios, el hastío, la angustia de la vida cotidiana; lo que Baudelaire denomina, finalmente, “Spleen”. Lo ideal en “Bendición” está representado por el Poeta, mientras que lo mundano está representado, en un principio, por la madre del Poeta y, posteriormente, por todos aquellos que lo rodean.

El Poeta es un ser relacionado con lo ideal desde su nacimiento, ya que nace por designio de las fuerzas supremas: “Cuando, por decreto de potencias supremas/ aparece, el Poeta en este mundo hastiado…” (p. 11). Este nacimiento divino se contrapone al espanto y la ira que le genera a su madre, quien se indigna con Dios por haberle hecho parir a un “monstruo desmirriado” (p. 11). Este monstruo la hace sentir asco ante su marido y lamentar la noche de pasión en la que quedó embarazada. Incluso se dispone a asesinar a su pareja.

El poema no explica de dónde proviene este odio de la madre hacia el Poeta, pero se puede deducir que ella considera al Poeta un inútil que no tiene ningún tipo de importancia en el mundo hastiado y vicioso en el que vive. Es decir, lo mundano y sus necesidades, para ella, están por sobre lo ideal. Vive atravesada por los vicios de dicho hastío, por el Spleen; no tiene conexión alguna con lo artístico, que le parece estúpido y repugnante. Además, se puede deducir que el Poeta es un observador de la vida y no un trabajador. Por lo tanto, no traerá nunca dinero al hogar.

Sin embargo, en el momento en que la madre está por matar a su hijo poeta, lo ideal regresa: el niño es salvado por un Ángel, y encuentra en el ideal de la naturaleza lo que necesita para crecer: “Juega con el viento, conversa con la nube/ y se emborracha cantando camino de la cruz/ y el Espíritu que lo sigue en su viaje/ llora al verlo alegre como pájaro del bosque” (p. 13).

Durante su vida, entonces, el Poeta debe sufrir constantemente la afrenta de lo mundano. Aquellos que lo rodean lo desprecian; su esposa afirma que va a aprovecharse de él, de las bellas descripciones que pueda hacer sobre ella, y que cuando se canse destrozará su corazón. Pero ante el horror de lo mundano, nuevamente vuelve a imponerse lo ideal. El Poeta eleva sus brazos al cielo y habla con Dios acerca de las miserias de la humanidad. Las comprende, se eleva sobre ellas. Sabe que tiene, como Poeta, reservado un lugar en el cielo. Sabe que, como Cristo, debe primero vivir la incomprensión de los mortales, para poder luego vivir en “la eterna fiesta” junto a Dios. Incluso, así como Cristo tuvo su corona de espinas, al hablar con Dios el Poeta afirma que él también debe tejer su corona mística.

Otro tema que aparece aquí es el del rol del poeta en el mundo. Incomprendido por sus semejantes, el Poeta debe vivir refugiado en lo espiritual, la naturaleza y lo divino. Además de ser un incomprendido, no parece estar preparado para desarrollar ninguna actividad mundana, como si la Tierra no fuera su hábitat natural. Aquí nuevamente aparece la concepción romántica extrema de Baudelaire: el poeta no solamente es un incomprendido, sino que es un ser que sufre su condición de poeta como un tormento.

"El albatros"

Resumen

Narra cómo los tripulantes de los barcos capturan, de vez en cuando, algún albatros que vuela sobre las embarcaciones. Compara la grandeza del ave cuando está en el cielo con la torpeza que tiene al estar en la cubierta del barco. Finalmente, se compara al albatros con el Poeta.

El poema consta de 4 estrofas de 4 versos cada una. Los versos, en el original francés, tienen rima consonante y son dodecasílabos (de 12 sílabas). La voz del yo lírico, en tercera persona, es la única que aparece en el poema.

Análisis

La oposición entre lo ideal y lo mundano, y el rol del poeta en el mundo son los temas fundamentales de este poema. El albatros es un ave marina de gran dimensión, imponente (en el poema se lo llama “príncipe de las nubes”), pero que prácticamente no está nunca en tierra firme. Por lo tanto, toda esa grandeza e imponencia se pierden apenas el ave deja de estar en el aire.

Esta oposición tan marcada le sirve al yo lírico para comparar alegóricamente el albatros con el Poeta. El lugar de este, al igual que el del ave, es por encima de los seres vulgares, mundanos (aquí representados por los tripulantes). Desde las alturas, el Poeta es magnífico, ya que está en conexión plena con lo ideal. Apenas baja a la tierra y está en medio de las demás personas se vuelve ridículo, pierde la gracia. Es decir, el Poeta no puede vivir la vida mundana, el Spleen. Debe vivir distanciado de ello, en conexión pura con lo ideal. Ese es su rol.

"Elevación"

Resumen

El yo lírico describe la felicidad de poder elevar su espíritu sobre la tierra, lejos del asco, el hastío y los grandes pesares de la existencia.

El poema consta de 5 estrofas de 4 versos cada una. Los versos, en el original francés, tienen rima consonante y son dodecasílabos (de 12 sílabas). La voz del yo lírico, en primera persona, representa al Poeta y es la única que aparece en el poema.

Análisis

En este poema, lo ideal aparece representado, así como en “El albatros”, por el vuelo en las alturas. Mientras que, en dicho poema, a través de la figura del albatros, el yo lírico metaforiza el vuelo del Poeta por sobre lo mundano, aquí el yo lírico describe directamente su espíritu volando sobre la tierra: “Encima de los estanques, encima de los valles/ de las montañas, los bosques, las nubes, los mares/ más allá del sol, del éter, más allá/ de los confines de las esferas estrelladas” (p. 19).

El espíritu del yo lírico se desplaza con agilidad en la “inmensidad profunda”, alejado de los “mórbidos miasmas” de lo mundano, de los grandes pesares que abruman la existencia cotidiana. Se purifica con el aire superior, bebe de la luminosidad. Se siente dichoso de poder elevar sus pensamientos con “ala vigorosa”, de unirse a lo ideal, de alejarse del Spleen.

En “Elevación”, a diferencia de los poemas anteriores, el yo lírico no se autodenomina Poeta, aunque sí declama que él es “¡el que pasa sobre la vida y entiende sin esfuerzo/ el lenguaje de las flores y las cosas mudas” (p.21). Sin dudas, aunque no esté así llamado, el que comprende esos lenguajes misteriosos ha de ser el Poeta. Esto último aparece directamente tratado en el siguiente poema "Correspondencias".

"Correspondencias"

Resumen

El yo lírico describe la relación entre la naturaleza y el hombre, profundizando en los distintos sentidos de este y cómo a través de ellos puede captar las correspondencias que existen entre los diferentes elementos de la naturaleza.

Este poema es un soneto. Un soneto es una composición poética de 14 versos, distribuidos en 2 estrofas de 4 versos cada una, y en otras 2 estrofas de 3 versos cada una. Su rima es consonante. La voz del yo lírico, en tercera persona, es la única que aparece en el poema.

Análisis

Este soneto es, posiblemente, el más importante de la obra y del autor. Los simbolistas franceses (Mallarmé, Rimbaud, Verlaine, entre otros) consideran a Baudelaire el padre de dicho movimiento, y este poema como el más representativo del mismo. En “Correspondencias”, el yo lírico propone que hay afinidades secretas entre el mundo sensible y el mundo espiritual. El hombre es aquel que debe descifrar esas afinidades como si descifrara símbolos: debe encontrar esas correspondencias.

La primera estrofa comienza describiendo la naturaleza como un “templo” desde donde brotan “confusas palabras”. En medio de ese templo aparece el hombre: “el hombre la recorre entre bosques de símbolos/ que lo miran con ojos familiares” (p. 21). Esos símbolos apelan a sus diferentes sentidos: perfumes, colores y sonidos hablan entre sí formando una unidad.

La sinestesia (figura retórica que consiste en la mezcla de los sentidos en una misma imagen poética) es una herramienta fundamental para captar la afinidad entre los distintos elementos. Un claro ejemplo de sinestesia que aparece en el poema está en el verso que dice: “Hay perfumes frescos como carne de niños” (p. 21). Los perfumes apelan al sentido olfativo, mientras que la carne de niños apela más a lo táctil o incluso a lo gustativo.

Aún sin postularse como una teoría, el poema “Correspondencias” termina exponiendo que la misión del poeta es tener la delicadeza y la profundidad espiritual para captar la unión entre los distintos elementos sensibles, poder comprenderlos como si fueran símbolos, encontrar sus correspondencias y, por supuesto, convertirlas en poesía.

"Los faros"

Resumen

El yo lírico evoca a diferentes pintores y, poéticamente, describe la estética de cada uno de ellos: Rubens, Leonardo Da Vinci, Rembrandt, Miguel Ángel, Puget, Watteau, Goya y Delacroix.

Tras estas descripciones, afirma que dichas obras son maldiciones, lamentos que iluminan a las personas como faros. Luego, hablándole a Dios, dice que esas obras son el mejor testimonio que pueden dar los hombres de la dignidad antes de morir en la orilla de la eternidad.

El poema consta de 11 estrofas de 4 versos cada una. Los versos, en el original francés, tienen rima consonante y son dodecasílabos (de 12 sílabas). La voz del yo lírico, en primera persona del plural, representa a los artistas y es la única que aparece en el poema.

Análisis

Aquí, Baudelaire comienza retomando la concepción romántica del artista como el ser excepcional que ilumina el camino que las personas deben seguir (de allí el título “Los faros”), pero luego, como siempre, le da una vuelta a dicha concepción romántica. En el Romanticismo, esta cualidad de los artistas de alumbrar a los simples mortales es una bendición. En Baudelaire, la bendición se transforma en maldición. Las obras, esos faros que el yo lírico describe con profunda admiración, son, pese a sus virtudes, “estas maldiciones, estas blasfemias y gemidos/ estos gritos, éxtasis, llantos, tedeums/ son un eco repetido por mil laberintos/ ¡un opio divino para los corazones mortales” (p. 29). Esta maldición de los artistas y sus obras remite, por supuesto, al poema “Bendición” (titulado irónicamente de ese modo), donde el Poeta vive atormentado por su condición de artista, rodeado de seres a los que debe iluminar, pero que lo desprecian profundamente.

Si para el romanticismo clásico el artista, al revelar la verdad a través de sus obras, se conectaba con Dios, en el romanticismo pesimista de Baudelaire el artista, a través de sus obras, se arrastra en un largo esfuerzo, a través de los siglos, por llegar hasta Dios. El largo esfuerzo, además, no alcanza, ya que, como demuestra el final del poema, el artista no logra entrar en la eternidad, sino que queda en el borde: “¡Porque de verdad, Señor, el mejor testimonio/ que podemos dar de nuestra dignidad/ es este sollozo ardiente que va de siglo en siglo/ y viene a morir al borde de Tu eternidad!” (p. 31).

"Don Juan en los infiernos"

Resumen

Baudelaire retoma al clásico personaje de Don Juan (ver sección "Personajes" en esta misma guía) y describe su llegada al infierno. Allí, las mujeres condenadas lo desean de manera enloquecida: “Mostrando sus pechos colgantes y sus vestidos abiertos/ unas mujeres se retorcían bajo el firmamento negro/ y, como un gran rebaño de víctimas ofrecidas/ detrás de él arrastraban un largo mugido” (p. 43).

Luego de que Sganarelle, su criado, le reclame, riendo, la paga que le debe, y Don Luis, su padre, le muestre a los otros muertos que ese es su hijo, aparece Elvira, la esposa que Don Juan abandonó para irse con otra muchacha. Sin embargo, ella lo mira estremecida, como reclamando una sonrisa. Sobre el final, se muestra a Don Juan como un héroe al que no le interesa nada de lo que lo rodea.

El poema consta de 5 estrofas de 4 versos cada una. Los versos, en el original francés, tienen rima consonante y son dodecasílabos (de 12 sílabas). La voz del yo lírico, en tercera persona, es la única que aparece en el poema.

Análisis

Baudelaire retoma este tema clásico dentro de su obra para realizar una inversión en los roles: el desagradable personaje de Don Juan es descrito aquí como un gran héroe romántico. Así mismo, aquel que fue un mujeriego lujurioso, aparece sin ningún tipo de deseo, mientras que, por su parte, las mujeres (incluida su esposa), que en vida fueron víctimas de su seducción, lo desean con fervor, como si estuvieran poseídas.

De esta manera, Baudelaire postula que en los infiernos, en donde ya no hay miedo al pecado, ni real diferencia entre el bien y el mal, en realidad los verdaderos pecadores son aquellos que en vida, por miedo, no se atrevieron a pecar. Recordemos que en “Al lector”, el yo lírico propone que aquellos que no se entregan enteramente al mal no lo hacen porque no tienen coraje, y no por virtud. Don Juan, en el infierno, no necesita entregarse al pecado, no siente interés: ya tuvo suficiente coraje en vida para pecar todo lo que quiso, y ahora es indiferente.

Es interesante, además, destacar la aparición de la figura de la mujer como un ser lujurioso. Nuevamente aquí, Baudelaire toma una idea romántica para llevarla al extremo y cambiar su sentido: la mujer amada por la que había que sufrir se transforma en un ser lujurioso y sádico que causa un sufrimiento inevitable. El hombre se convierte en una víctima de ella. Ya en “Bendición” la mujer había aparecido representada de este modo, tanto por la Madre del Poeta como también por su esposa.