La invención de Morel

La invención de Morel Imágenes

El calor en la isla

En la mayoría de los pasajes en los que el narrador describe las condiciones poco amables de la isla, se hace presente una serie de imágenes sensoriales que describen las altas temperaturas que lo sofocan. Cuando recuerda la llegada a la isla, el narrador apunta: "el sol me deshacía el cráneo" (p.80). En otra instancia, describe una sensación de calor que aparece asociada a un padecimiento infernal: "Sé el infierno que encierra ese bote. Vine de Rabaul hasta aquí. No tenía agua para beber, no tenía sombrero. (...) La insolación, el cansancio eran mayores que mi cuerpo. Me aquejaron una ardiente enfermedad y sueños que no se cansaban" (p.48).

La temperatura aumenta aún más cuando las máquinas de Morel se ponen en funcionamiento. El narrador registra que la aparición de los intrusos coincide con el recuerdo de una "pesada noche de verano" (p.19). Ya avanzada la narración, el fugitivo acaba diciendo: “Esto es un infierno. Los soles están abrumadores” (p. 83). Debido al funcionamiento de los motores, en la isla hay un sol más que en cualquier otra parte del planeta:

He notado que este segundo sol -quizá imagen de otro- es mucho más violento. Me parece que entre ayer y anteayer ha habido un ascenso infernal de temperatura. Es como si el nuevo sol hubiera traído un extremado verano a la primavera. Las noches son muy blancas: hay como un reflejo polar vagando
por el aire.
(p.78)

Las temperaturas exageradamente altas son parte del padecimiento al que el fugitivo se ve sometido en la isla. La asociación entre el calor y el infierno también es despertada por otros elementos de la isla: "Había recordado que los cuartos de espejos eran infiernos de famosas torturas. Empezaba a sentir calor" (p. 96).

Es importante tener en cuenta que las altas temperaturas son producto de las mismas máquinas que producen imágenes fantasmáticas en la isla: de algún modo, la isla ideada por Morel como un paraíso artificial resulta asimilable, paradójicamente, a un infierno artificial, donde muertos caminan y hablan en eterna repetición, bajo un calor intolerable.

Los fantasmas

A excepción del fugitivo, todos los otros personajes presentes en la isla son imágenes creadas por Morel. Esas apariciones evocan más de una vez, para el único espectador de la isla, la imagen de lo fantasmático. Por ejemplo, el carácter imperturbable de Faustine se describe por la sensación que produce en el narrador: "Con estirar el brazo, la hubiera tocado. Esta posibilidad me horrorizó (como si hubiera estado en peligro de tocar un fantasma). En su prescindencia de mí había algo espantoso" (p.45). Faustine es descrita por el narrador con imágenes también visuales. Estas evocan lo fantasmático, en la medida en que construyen la imagen de quien se desplaza con aire ausente, como en otro plano: ella está "como posando para un fotógrafo invisible" (p.43). Sin embargo, este carácter de Faustine logra que el fugitivo se termine percibiendo a sí mismo con las cualidades de lo fantasmático: "la mirada prescindía de mí, como si yo fuera invisible". Por momentos, el hecho de que ninguno de los intrusos lo perciba con la mirada lo convence de que algo "ha de haberme vuelto invisible" (p.58). A su vez, la aparición de intrusos suele describirse por medio de imágenes: "me ahuyentaron unos pasos, una sombra densa" (p.92), que instalan lo fantasmático como una constante presencia misteriosa, no descifrable del todo.

La naturaleza

En el "informe" del narrador hay numerosos pasajes que describen la naturaleza de la isla. En general, las descripciones tienden a exhibirla como una amenaza: las mareas inconstantes que hacen peligrar la vida del fugitivo, por la posibilidad de una inundación que pueda ahogarlo mientras duerme; las plantas venenosas con las que, muchas veces, tiene que alimentarse; los mosquitos; las altas temperaturas. Es interesante que la mención de estos elementos suela relevar su carácter hostil, dado que refuerza, de algún modo, la supremacía de lo espiritual o incluso de los avances científicos que contribuyen a lo eterno, a lo imperturbable, frente a las amenazas propias del mundo natural. Es este modo de pensar, puede suponerse, el que lleva al fugitivo a tomar la decisión final de sacrificar su existencia natural y terrenal por una que considera más perfecta, en el mundo de las imágenes, junto a Faustine.

La tecnología

Morel construye una máquina de inmortalidad. En el relato, aparecen rigurosas descripciones acerca de la maquinaria: los motores, los aparatos de recepción, de proyección, de iluminación, etc. Además, tanto Morel como el fugitivo proponen modos de clasificación de los inventos tecnológicos que, hasta el momento en que escriben, ha desarrollado el hombre. Para información más específica acerca del modo en que se incorpora lo científico en la novela, leer la sección "La invención de Morel. Fantasía y ciencia" de esta misma guía.