Esperando a Godot

Esperando a Godot Temas

La espera

La espera es sin duda uno de los temas principales de Esperando a Godot. Más allá de que la acción de esperar crea las condiciones de existencia de la obra, es indudable que tiene una fuerte carga simbólica. Por un lado, la espera puede entenderse como esa expectativa natural de las personas a tratar de encontrarle un sentido a la propia existencia. Si Godot representa ese sentido, está claro que a Vladimir y Estragon les es esquivo. En este contexto, el hecho de esperar ese sentido que no existe no es otra cosa que sufrir permanentemente el absurdo de la vida.

Por otro lado, podemos relacionar la espera con una actitud pasiva de los personajes frente a la necesidad de encontrarse con Godot. Esta falta de protagonismo trae consecuencias en los personajes, principalmente, aburrimiento y desesperanza.

VLADIMIR: ¿Habré dormido mientras los otros sufrían? ¿Acaso
duermo en este instante? Mañana, cuando crea despertar,
¿qué diré acerca de este día? ¿Que he esperado a Godot,
con Estragon, mi amigo, en este lugar, hasta que cayó la
noche? (p.80)

En esta cita, podemos observar cómo Vladimir se permite un momento de reflexión en el que encuentra la acción de esperar como una de las cosas más memorables de su día. A pesar de esto, no dice "cuando despierte", sino "cuando crea despertar", lo que nos indica que ya no se encuentra seguro ni de la realidad ni de su propia existencia.

De alguna manera, Beckett simboliza con la espera de Vladimir y Estragon eso que todos esperamos de la vida: algo que nos saque del aburrimiento, que nos haga sentir menos solos y que le dé sentido a nuestra propia existencia. Al mismo tiempo, toda espera será en vano porque el tiempo no hace otra cosa que reafirmar la idea de que la vida es absurda, y nos empuja cada día un poco más hacia la muerte.

Cabe aclarar que esta obra aparece en un momento en que la corriente filosófica del existencialismo estaba muy presente entre los intelectuales de la época. En ese sentido, el existencialismo dice que la existencia precede a la esencia, o sea, que no hay naturaleza humana que determine a las personas, sino que son sus acciones lo que les dan sentido a sus vidas. Por eso, la espera representa una pasividad contraproducente ya que no hay agente -ni Godot, ni Dios, ni nadie- que pueda darle un sentido a nuestra existencia. Somos nosotros, las personas, con nuestras acciones, quienes definimos ese sentido.

La soledad

La soledad también es uno de los temas fundamentales de Esperando a Godot. Ya el escenario donde transcurre la historia, un camino rural vacío excepto por un árbol, nos transmite una fuerte sensación de soledad y desamparo.

VLADIMIR: Es difícil convivir contigo, Gogo.
ESTRAGON: Sería mejor que nos separáramos.
VLADIMIR: Siempre dices lo mismo. Y siempre vuelves. (p.52)

En este diálogo podemos observar la imposibilidad que tienen los protagonistas de separarse, pero también podemos concluir que el sentimiento de soledad no está estrictamente relacionado con tener o no personas al lado, sino con la sensación de desamparo por haber sido arrojados a esta vida sin sentido. Más allá de que en varios pasajes de la obra Estragon y Vladimir dicen haber sido felices cuando estaban separados, no logran separarse por miedo a tener que afrontar la espera de Godot solos. Incluso cuando deciden ahorcarse para pasar el tiempo, la posibilidad de que uno de los dos no muera los hace desistir de la idea, porque implicaría que el otro se quedara completamente solo.

Así y todo, como se mencionaba antes, el hecho de estar acompañados no solo no implica erradicar el sentimiento de soledad, sino que, por el contrario, puede profundizarlo. A medida que avanza la historia, Vladimir y Estragon se van dando cuenta de que sus diálogos son cada vez menos coherentes y que prácticamente ya no pueden entenderse. Esta dificultad en la comunicación potencia el sentimiento de soledad en cada uno.

Al mismo tiempo, la soledad también tiene una fuerte carga simbólica en la obra. No se circunscribe a las sensaciones de los protagonistas, sino que representa nuestra condición humana de haber sido arrojados a la vida sin un propósito claro, desamparados y condenados a la frustración cotidiana de no encontrar algo que le dé sentido a nuestra propia existencia. Es importante recalcar que en el momento en que surge la corriente filosófica del existencialismo, que tuvo una gran influencia en la obra de Becket, el mundo estaba sufriendo material, psicológica y emocionalmente las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, por lo que esta lectura tan cruda de la existencia humana estaba teñida del horror y del absurdo de aquellos acontecimientos.

El absurdo

Podría sonar hasta redundante decir que en Esperando a Godot, una de las obras más representativas del Teatro del absurdo, el absurdo es uno de los temas principales. Así y todo, desde ya que lo es y quizás lo que valga la pena sea explicar cómo Becket trabaja el absurdo en esta obra.

En principio, es necesario mencionar de dónde sale esta concepción de absurdo. Para los dramaturgos del Teatro del absurdo, la condición humana es angustiante y carente de sentido. Según la filosofía de estos autores, la realidad es ambigua e inalcanzable, y cuanto más certezas podamos obtener de ella, más decepcionante será. Dicho de otra forma, la existencia humana es absurda porque no tiene un propósito concreto más que el mero acto de existir.

En el caso de los dos protagonistas de esta obra, Vladimir y Estragon, parecería que están esperando a Godot justamente para que les dé ese sentido, esa razón de ser. De esta forma, el absurdo está presente en toda la obra, ya que ellos están esperando algo que nunca llegará, simplemente porque no existe.

ESTRAGON: Estoy cansado. (Pausa) Vámonos.
VLADIMIR: No podemos.
ESTRAGON: ¿Por qué?
VLADIMIR: Esperamos a Godot.
ESTRAGON: Es cierto. (Pausa) Entonces, ¿qué hacemos?
VLADIMIR: No hay nada que hacer.
ESTRAGON: Yo ya no puedo más.
VLADIMIR: ¿Quieres un rábano? (p.57)

En este diálogo podemos ver el hartazgo de Estragon de tanto esperar a Godot y, al mismo tiempo, la imposibilidad de irse, ya que eso implicaría resignar la única chance que tienen de ser salvados. La frase "No hay nada que hacer" se repite por lo menos tres veces durante la obra y también da cuenta de que es inútil luchar contra lo absurdo de la existencia. A Vladimir y a Estragon solo les queda matar el tiempo y esperar algo que nunca llegará. En ese sentido, no importa lo que hagan, o si se separan y cada uno se va por su cuenta: el hecho de estar vivos los condena a ese destino absurdo.

El tiempo

Podemos decir que el tiempo es otro de los temas protagonistas de Esperando a Godot. De hecho, metafóricamente hablando, no sería descabellado pensarlo como el alma de ese monstruo abstracto que es la espera. Por otro lado, se presenta como un enemigo al que hay que matar constantemente porque resucita a cada segundo:

ESTRAGON (Gestos alocados, palabras incoherentes): ¿Porqué nunca me dejas dormir?
VLADIMIR: Me sentía solo.
ESTRAGON: Soñaba que era feliz.
VLADIMIR: Esto nos ha servido para pasar el rato. (p.79)

Matar el tiempo es el desafío principal de Estragon y Vladimir durante toda la obra. Está claro que están destinados a fracasar y de esa frustración surge el aburrimiento, la desesperanza y los problemas de comunicación que hay entre ellos. Por otro lado, el tiempo es lo que los separa de Godot, es decir, lo que tiene que pasar para que Godot finalmente aparezca. El problema es que ya en el acto segundo entendemos que el tiempo es cíclico, lo que genera que al segundo día ocurra prácticamente lo mismo que ocurrió en el primero. De esta forma, si el primer día Godot no apareció, lo más probable es que durante el segundo día tampoco lo haga. Siguiendo con la misma lógica, podemos pensar que, en realidad, nunca va a aparecer. Así las cosas, el tiempo no es más que la condición de existencia de algo que se espera -Godot, Dios, el sentido de la vida- y que estamos condenados a no ver jamás; tal vez, como reza el existencialismo, porque tal sentido no existe.

Por otro lado, cabe destacar que el manejo del tiempo en Esperando a Godot es un concepto en sí mismo. Podría pensarse que todo ocurre en dos días, pero el árbol, que amanece cubierto de hojas de la noche a la mañana, nos indica que la obra tiene sus propias reglas temporales y que, en todo caso, la percepción del tiempo está ligada estrictamente a cómo la viven los personajes. Un pasaje más que elocuente sobre esto es el de Pozzo, que le grita a Vladimir, ya en el acto segundo:

POZZO (furioso de repente): ¿No ha terminado de
envenenarme con sus historias sobre el tiempo?
¡Insensato! ¡Cuándo! ¡Cuándo! Un día, ¿no le basta?, un
día como cualquier otro, se volvió mudo, un día me volví
ciego, un día nos volveremos sordos, un día nacimos, un
día moriremos, el mismo día, el mismo instante (...). (p.79)

Aquí podemos apreciar un claro mensaje respecto de que el tiempo es, sobre todo, la percepción que se tiene del tiempo, y que definitivamente tiene una lógica cíclica. En síntesis, Estragon y Vladimir están condenados a matar un tiempo que resucita permanentemente para sentir que están cada vez más cerca de Godot, un ente que es capaz de salvarlos y que, probablemente, no existe.

La apatía

La apatía entendida como la falta de voluntad de accionar es un rasgo que caracteriza a Vladimir y Estragon. No terminan nada de lo que empiezan ni hacen nada de lo que dicen que van a hacer; cada acción se queda por la mitad o simplemente en un plano discursivo. Sin ir más lejos, la obra cierra con un buen ejemplo de esta apatía:

VLADIMIR: ¿Qué? ¿Nos vamos?
ESTRAGON: Vamos.
(No se mueven)

TELÓN (p.84)

En parte, esta apatía tiene que ver con el tema del absurdo, es decir, con el hecho de que no hay nada que puedan hacer para darle sentido a sus existencias. Esperar a Godot es el único consuelo, la última esperanza de encontrar eso que los salve. Y si lo hacen es porque esperar, en última instancia, es una acción pasiva. Así y todo, se les hace difícil la espera porque el tiempo está lleno de problemas como, por ejemplo, el aburrimiento. Para sobrellevarlo, Estragon propone dos veces que se ahorquen colgándose del árbol. Como no logran encontrar algo confiable para hacerlo, desisten de la idea. La apatía está tan enquistada en los personajes que ni siquiera pueden llevar a cabo una decisión tan absoluta como suicidarse.

Incluso los diálogos entre Vladimir y Estragon parecen quedar siempre truncos por la apatía de cada uno respecto de tratar de mantener cierta línea de coherencia sobre lo que está diciendo o escuchando. Esta pasividad da lugar a un contexto de anarquía verbal en el que los personajes padecen la incomunicación permanentemente porque no tienen la fuerza de voluntad para comprender o hacerse entender.

La incomunicación

La incomunicación también es uno de los temas principales en Esperando a Godot. De alguna manera, se relaciona con el tema de la apatía, en el sentido de que pareciera ser la falta de voluntad de los personajes lo que genera que no puedan comunicarse siguiendo una línea discursiva coherente:

VLADIMIR: Debieras haber sido poeta.
ESTRAGON: Lo he sido. (Señala sus harapos) ¿No se nota?
VLADIMIR: ¿Qué decía? ¿Cómo sigue tu pie?
ESTRAGON: Se hincha.
VLADIMIR: Ah, sí, ya sé, la historia de los ladrones. ¿La
recuerdas?
ESTRAGON: No.
VLADIMIR: ¿Quieres que te la cuente otra vez?
ESTRAGON: No.
VLADIMIR: Así matamos el tiempo. (Pausa) Eran dos ladrones,
crucificados al mismo tiempo que el Salvador (...). (p.6)

En este diálogo, situado en las primeras páginas de la obra, ya podemos observar una tendencia que se sostendrá durante toda la historia: Vladimir y Estragon son propensos a generar un caos comunicativo en el que muchas veces no importa ni la opinión ni la respuesta del otro. Por ejemplo, en esta cita, Vladimir comienza a contar la historia de los dos ladrones a pesar de que Estragon le dijo que no quería que lo hiciera. En varios pasajes de la obra, daría la sensación de que las palabras solo sirven para llenar el vacío de la espera. La incomunicación radica principalmente en que cada vez que discuten, cada personaje se mantiene firme en su posición y su razonamiento, lo que le produce desinterés por las ideas del otro. En este sentido, razonar, lejos de ser una virtud humana, es parte del problema de la incomunicación.

La memoria

La memoria también es uno de los temas preponderantes en Esperando a Godot. El propio Becket en su ensayo "Proust: y Tres diálogos con Georges Duthuit" da una definición sobre su concepción de la memoria: "El hombre que tiene buena memoria no recuerda nada porque no olvida nada. Su memoria es uniforme, una criatura de la rutina, a la vez que una condición y una función de su hábito impecable, un instrumento de referencia en vez de un instrumento de descubrimiento". En este sentido, está claro que Estragon es el ejemplo contrario a un hombre con buena memoria; en su caso no recuerda nada porque olvida todo. Su memoria es disfuncional a los efectos de proporcionarle cierta conciencia del mundo y, sobre todo, de sí mismo. Al mismo tiempo, Vladimir sí recuerda los hechos, pero duda de todos, ya que su compañero no se los puede confirmar. La memoria, de alguna manera, es ese instrumento de referencia que tiene la humanidad para confirmar su propia existencia.

La fragilidad de la memoria de cada uno de los personajes hace que todos ellos caigan en la posibilidad de su inexistencia. Sin ir más lejos, cuando el muchacho que viene a dar el mensaje de Godot no recuerda haber visto a Estragon y Vladimir el día anterior, este último le pide que los recuerde al día siguiente, pero lo hace de una forma tan exagerada (o desesperada) que el muchacho termina escapando aterrorizado.

De esta forma, podemos decir que la memoria, en un sentido metafórico, funciona como un espejo en donde los personajes necesitan verse reflejados para reconocerse como existentes. El problema en esta obra es que cada vez que apelan a la memoria, ese espejo está vacío o roto, al igual que la certeza de que existen.

ESTRAGON: Soy desgraciado.
VLADIMIR: ¡No bromees! ¿Desde cuándo?
ESTRAGON: Lo había olvidado.
VLADIMIR: La memoria nos juega malas pasadas. (p.43)

En esta cita podemos observar, por un lado, la inestabilidad de la memoria de Estragon, que ni siquiera recordaba que era desgraciado y, por el otro, cierto nivel de conciencia que tiene Vladimir con respecto a los problemas que puede producir esa memoria. Una de esas "malas pasadas" que puede jugarle la memoria a los dos protagonistas es, justamente, la imposibilidad de reconocerse como existentes en los recuerdos que los constituyen.

La desesperanza

Podemos decir que la desesperanza, que invade tanto a Vladimir como a Estragon, es la consecuencia de una sumatoria de factores: el hecho de que ellos estén esperando a alguien que nunca aparece; la fragilidad de la memoria, que no les permite reconstruir sus pasados y reconocerse en ellos; la apatía que los gobierna y que no les permite salirse de ese círculo vicioso de esperar eternamente; la frustración que conllevan sus problemas de comunicación; el absurdo de la existencia humana, que es angustiante y carece de sentido; el tiempo, que lejos de ser un aliado en la espera, parece condenarlos a un aburrimiento ineludible. Todo esto contribuye a que Vladimir y Estragon sientan que han sido arrojados a un mundo sin esperanza. Así, la desesperanza engloba, en cierto sentido, todos los principales temas de la obra.