Esperando a Godot

Esperando a Godot Resumen y Análisis Acto Segundo

Resumen

El Acto Segundo comienza en el mismo escenario de antes, también al anochecer, pero un día después. Las botas de Estragon y el sombrero de Lucky todavía están en el escenario. Vladimir entra en escena y comienza a cantar, hasta que Estragon aparece descalzo. Estragon está molesto porque Vladimir estaba cantando, feliz, a pesar de que él no estaba allí. Ambos admiten que se sienten mejor cuando están solos, pero buscan convencerse de que son felices cuando están juntos. Todavía están esperando a Godot.

Estragon y Vladimir reflexionan poéticamente sobre "todas las voces muertas" (p.52) que escuchan. Son perseguidos por las voces de los sonidos de la naturaleza, especialmente por el susurro de las hojas. Vladimir le pide a gritos a Estragon que lo ayude a no escuchar más esas voces. Estragon propone hacerse preguntas como una forma de mantenerse distraídos y de que pase el tiempo.

Estragon ha olvidado todo lo que ocurrió el día anterior. Se ha olvidado por completo de Pozzo y Lucky, así como del hecho de que quería ahorcarse colgándose de la rama del árbol. Ni siquiera recuerda sus botas, hasta el punto de pensar que son de otra persona. Por otro lado, el árbol, que hasta ayer a la noche estaba negro y esquelético, hoy ha amanecido cubierto de hojas. Estragon dice que deben estar en primavera. Vladimir, por su parte, le pide a Estragon que le muestre la pierna: todavía sangra de la herida en la tibia que le produjo la patada de Lucky del día anterior.

Al cabo de un rato, dejan de hablar, permanecen unos segundos en silencio y vuelven a buscar un nuevo tema de discusión. Uno de ellos es sobre el hecho de que solo quedan nabos y rábanos, pero no zanahorias. Estragon dice que va a irse a buscar una zanahoria, pero no se mueve. “Esto cada vez tiene menos interés” (p.58), dice Vladimir al ver que su amigo se queda en el lugar. Estragon se prueba los zapatos y comprueba que le quedan bien. Luego dice que le gustaría dormir, a lo que Vladimir responde cantándole una canción para que se duerma. Luego de un par de segundos de sueño, Estragon despierta sobresaltado por una pesadilla en la que se caía. Una vez más, propone que se vayan de ahí, pero Vladimir le recuerda que están esperando a Godot y se sienta. En ese momento, encuentra el sombrero de Lucky y se lo prueba. Se da una secuencia bastante larga de intercambios de sombreros entre él y Estragon, hasta que Vladimir arroja el suyo al suelo y le pregunta a Estragon cómo se ve con el de Lucky puesto; su compañero le responde que se ve horroroso.

Por un instante, deciden jugar a ser Pozzo y Lucky, pero el divertimento dura poco. Estragon comienza a correr, va hasta los extremos del escenario y vuelve jadeando con la noticia de que “están viniendo”. Vladimir pregunta “quiénes, cuántos”, pero Estragon no sabe. Vladimir cree que debe ser Godot que viene a salvarlos. Pero después de pensarlo mejor, Vladimir entra en pánico por la situación y trata de esconder a Estragon detrás del árbol, que es demasiado pequeño para ocultarlo.

Pozzo y Lucky vuelven a entrar en escena, pero esta vez Pozzo está ciego y Lucky parece haberse quedado mudo. Lucky se detiene de repente cuando ve a Vladimir y Estragon, Pozzo choca contra él y ambos caen al suelo. Vladimir, por su parte, se muestra muy contento de que hayan llegado refuerzos para ayudarlos con la espera. Estragon otra vez confunde a Pozzo con Godot.

Vladimir y Estragon discuten sobre las ventajas de ayudar a Pozzo a levantarse de donde ha caído. Cuando Vladimir, en una nueva digresión sobre lo que estaban hablando, pregunta cuántos hombres pasan su tiempo esperando, Estragon responde que son miles de millones. Pozzo, desesperado, ofrece pagarles cien francos si lo ayudan a levantarse. Estragon dice que no es suficiente. Vladimir, por su parte, no quiere levantar a Pozzo porque piensa que, si lo hace, él y Estragon volverán a estar solos. De repente se acerca a Pozzo, intenta levantarlo, pero no puede. Estragon toma la decisión de irse, pero Vladimir lo convence de ayudar a Pozzo primero antes de partir.

Mientras intentan ayudar a Pozzo, Vladimir y Estragon se caen y no pueden levantarse. Cuando Pozzo vuelve a hablar, Vladimir lo patea violentamente para que se calle. Después de varios intentos, Vladimir y Estragon logran levantarse, y Pozzo continúa pidiendo ayuda. Ellos lo ayudan a levantarse y, una vez que logran ponerlo de pie, Pozzo pregunta quiénes son y qué hora es. Vladimir y Estragon no logran responderle.

Estragon decide despertar a Lucky. Lo patea y comienza a insultarlo, hasta que se lastima el pie. Estragon se sienta y trata de quitarse la bota. Vladimir le comunica a Pozzo, al que su ceguera lo priva de lo que está sucediendo, que su amigo está herido.

Luego, Vladimir le pide a Pozzo que haga bailar a Lucky o que lo haga pensar para ellos, igual que el día anterior. Pozzo le dice que Lucky es mudo. Cuando Vladimir pregunta desde cuándo, Pozzo se enfurece. Él les dice que dejen de acosarlo con sus preguntas sobre el tiempo ya que no tiene idea de ello. Luego Pozzo ayuda a Lucky a levantarse y se van.

Vladimir reflexiona sobre el hecho de que no existe la verdad y que al día siguiente no sabrá nada de lo que acaba de pasar. También acepta que no tiene forma de confirmar sus recuerdos, ya que Estragon siempre olvida todo lo que le sucede.

El muchacho que trabaja para el señor Godot entra una vez más en escena. Vladimir le pregunta si los reconoce a él y a Estragon, pero el muchacho no recuerda haberse encontrado con ninguno de los dos; incluso les dice que es la primera vez que los ve. La conversación es idéntica a la del día anterior: el señor Godot tampoco podrá venir hoy, pero seguramente sí lo hará al día siguiente. Vladimir le exige al muchacho que los recuerde: " Dime, ¿estás seguro de haberme visto, no me dirás mañana que nunca me has visto?" (p.82). Ante la ausencia de respuesta, Vladimir da un salto hacia delante y el muchacho escapa.

Vladimir y Estragon toman la decisión de irse, pero luego razonan que no pueden irse muy lejos, ya que deben esperar a Godot. Miran el árbol y, una vez más, contemplan ahorcarse para pasar el rato. Estragon se quita la cuerda que lleva como cinturón y se le caen los pantalones. Cada uno toma una punta de la cuerda para constatar sus resistencia, pero cuando tira cada uno para su lado, la cuerda se rompe. Estragon propone volver al día siguiente con una cuerda mejor para poder ahorcarse. Vladimir dice que sí, que se ahorcarán al día siguiente, a menos que Godot finalmente aparezca. En ese caso, los habrá salvado. Luego le pide a Estragon que se suba los pantalones. Este le pregunta si se están yendo. Vladimir responde que sí, pero ninguno de los dos se mueve.

Análisis

En este acto segundo, se pone aún más en relieve el tema de la memoria. Por ejemplo, cuando Vladimir le dice a Pozzo que se vieron el día anterior, este responde: “No recuerdo haberme encontrado con nadie ayer. Pero mañana no recordaré haberme encontrado con alguien hoy. No cuente conmigo para salir de dudas” (p.77). Luego sucede lo mismo con el muchacho que viene de parte del señor Godot y que afirma no haberlos visto nunca antes. Está claro que ni Vladimir ni Estragon pueden contar con el resto de los personajes de la obra para ayudarlos a construir sus identidades reconociéndoles sus pasados. Esto vuelve aún más necesario que se recuerden entre sí.

Por otro lado, Estragon y Vladimir no solo hablan para pasar el tiempo, sino también para distraerse de las voces que surgen del silencio y que los acechan. Los héroes de Beckett en otras obras también son constantemente perseguidos por voces que surgen del silencio, lo que deja en claro que estamos ante un tema que el autor trabaja con frecuencia.

El concepto del paso del tiempo también está muy presente en toda la obra. Cada instante que Vladimir y Estragon pasan esperando hace que la muerte esté un paso más cerca de ellos y, paradójicamente, vuelve menos probable la llegada de Godot. El paso del tiempo también se evidencia en el árbol al que en el acto segundo le han crecido las hojas, posiblemente indicando un cambio de estación. Pozzo y Lucky también se transforman con el tiempo, ya que Pozzo se queda ciego y Lucky, mudo. En este sentido, el concepto del paso del tiempo tiene una fuerte carga de ironía en Esperando a Godot, ya que, lejos de crear el contexto para que finalmente Godot aparezca, parece dar cuenta de que los personajes están condenados a una espera eterna. Dicho de otra forma, el tiempo bajo ningún punto de vista es un aliado en la búsqueda del sentido de la vida. De hecho, representa todo lo contrario: un lento e impreciso absurdo que los va empujando constantemente hacia la muerte.

Al tratarse de una obra tan conceptual, es lógico que existan numerosas interpretaciones de Esperando a Godot. La interpretación religiosa, por ejemplo, postula a Vladimir y Estragon como la humanidad que espera el regreso de un escurridizo salvador. Una extensión de esto convierte a Pozzo en el Papa y Lucky en los fieles. El árbol representaría el árbol del conocimiento del bien y del mal de la historia bíblica de Adán y Eva. En esta interpretación, Godot sería el salvador y, en última instancia, un personaje que encarnaría el sentido de la vida para Vladimir y Estragon, sentido que se espera, pero que nunca llegará.

Por otro lado, hay críticos que se inclinan por una interpretación más política: sostienen que la relación entre Pozzo y Lucky es la de un capitalista con su trabajador. Esta interpretación marxista es admisible dado que, en el acto segundo, Pozzo es ciego, es decir, no logra ver lo que sucede a su alrededor, y Lucky es mudo, por lo que no puede protestar por cómo es explotado.

Hay algunos críticos que argumentan que Lucky recibe su nombre porque es el que más suerte tiene en el contexto de la obra. Si tenemos en cuenta que uno de los problemas principales de la misma es que los personajes encuentren algo para hacer para que el tiempo pase, Lucky sería el más afortunado ya que es Pozzo quien determina por completo sus acciones. Lucky no tiene el problema de tener que encontrar qué hacer. Del otro lado, tenemos a Pozzo, un hombre muy desafortunado, porque no solo necesita pensar en cómo hacer para que su propio tiempo pase, sino que también debe encontrar cosas para que Lucky haga. De hecho, en varios pasajes dice que Lucky es una carga muy pesada para él, aunque sea el propio Lucky el que lleva todas sus maletas.

El acto segundo concluye de la misma manera que el primero: con Vladimir y Estragon decididos a irse del lugar, pero sin moverse. Aquí, otra vez podemos observar la apatía característica de los personajes, que parece dar cuenta de una interrupción definitiva entre la palabra y la acción. Esta apatía tiene que ver con la desesperanza de estar atrapados en una existencia absurda, esperando ese sentido de la vida que, como Godot, no llegará más.