Esperando a Godot

Esperando a Godot Símbolos, Alegoría y Motivos

La espera (Símbolo)

Vladimir y Estragon esperan a Godot. No recuerdan bien por qué o para qué, pero confían en que su llegada es de vital importancia. De esta forma, la espera se convierte en la condición de existencia de la historia, es decir, el objetivo central de los personajes principales y que motiva todas sus acciones. Más allá de esto, el acto de esperar en esta obra simboliza la expectativa humana de encontrarle un sentido a la propia existencia. Ahora bien, desde el punto de vista existencialista de Beckett, ese sentido no existe como tal y, por eso, toda espera será eterna y en vano. Dicho de otra forma, todos estamos condenados a la expectativa de encontrarle un propósito a nuestra existencia.

Aun así, la espera como símbolo no se circunscribe a esa expectativa, sino que también representa la angustia de nuestra condición humana, ya que sufrimos y nos frustramos al buscar desesperadamente algo que, en realidad, no existe.

Godot (Símbolo)

Godot es el gran ausente en esta obra. La sola posibilidad de que llegue alcanza para que Vladimir y Estragon vuelvan cada día a esperarlo, aunque nunca aparezca. Así las cosas, si la espera representa esa expectativa humana de encontrarle un sentido a su existencia, Godot podría representar, justamente, ese sentido. De esta forma, las personas estamos condenadas a esperar un gesto de la vida que nos revele el propósito de nuestra propia existencia y que, como Godot, nunca aparecerá.

En un sentido un poco más amplio de lo que simboliza Godot, hay críticos que lo relacionan con Dios (por la similitud entre el nombre Godot y la palabra en inglés "God", que significa Dios en español). Más allá de que el propio Beckett desmintió esta relación, es posible asociar a Godot con Dios en el sentido de que, en varios pasajes de la obra, Vladimir y Estragon hablan de él como alguien capaz de salvarlos. Esa expectativa humana de encontrarle sentido a la propia existencia es, de alguna manera, un intento por salvarse del absurdo de la vida. Absurdo que, por otra parte, es ineludible según Beckett, y que nos condena a una existencia angustiante y sinsentido.

El árbol (Símbolo)

El árbol que forma parte del escenario en el que se desarrolla la historia tiene una carga simbólica muy fuerte. Por un lado, el cambio que sufre entre el primer acto y el segundo, es decir, cómo se llena de hojas de un día para el otro, simboliza el paso del tiempo y cómo nuestra percepción sobre él se ve afectada por la enajenación que nos provoca vivir una existencia sin sentido.

Al mismo tiempo, varios críticos coinciden en que puede simbolizar el Árbol del conocimiento del bien y del mal que aparece en el mito bíblico de Adán y Eva. La conexión la encontramos en las dos veces que Estragon le propone a Vladimir ahorcarse colgándose de la rama del árbol. Más allá de que no terminan llevando a cabo su plan, queda reverberando la idea de que ese árbol representa la tentación de la muerte, igual que para los personajes bíblicos. Ahora bien, en el caso de Adán y Eva, ellos sucumbieron ante esa tentación y fueron expulsados del paraíso; en el caso de Vladimir y Estragon, ese destierro representa una oportunidad valiosa: de alguna forma, la única salida que existe para el círculo vicioso del absurdo existencial es siendo desterrados de la vida, es decir, muriendo.

Así y todo, el árbol también se asocia con el símbolo cristiano de la cruz, o sea, con la condena. Tanto Vladimir como Estragon están condenados a esperar a alguien que no llegará. Cargan con la cruz del absurdo existencial y ese árbol parece estar ahí para recordárselos durante toda la obra.

Vladimir y Estragon (Símbolos)

Vladimir y Estragon, en palabras de la mayoría de los críticos, simbolizan la humanidad en su conjunto. Incluso, podemos observar que en cada uno de ellos sobresale una característica humana: en Vladimir lo hace la razón, puesto que duda permanentemente de todo; en Estragon, el físico, reflejado en los constantes problemas que tiene con sus pies y en las consecuencias de la paliza que le da Lucky. De esta forma, en ellos se encarnar dos de los rasgos distintivos y constitucionales de una persona. Es justamente por este motivo que no logran separarse: el uno sin el otro quedaría incompleto.

Asimismo, Vladimir y Estragon representan no solo la humanidad, sino también sus defectos característicos -al menos para Beckett-. Por un lado, representan la incomunicación humana, rasgo que los protagonistas de la obra reflejan permanentemente con diálogos incoherentes, incompletos y que muchas veces no siguen una línea lógica de pensamiento. Por otro lado, tenemos la esperanza, esa expectativa de finalmente poder encontrar un sentido a la propia existencia. En la misma línea, otra cualidad humana que representan Vladimir y Estragon sería la necedad de no querer aceptar que la vida no tiene sentido y que, cuanto más se lo queramos encontrar, más vamos a sufrir la angustia de que fuimos arrojados al mundo sin ningún propósito.

Pozzo y Lucky (Símbolos)

Pozzo y Lucky también tienen su carga simbólica. Muchos críticos ven en estos dos personajes la representación de la relación entre un patrón y su empleado. Si llevamos esta conclusión a un plano más amplio, podríamos decir que Pozzo y Lucky encarnan la relación entre el sistema capitalista y la clase trabajadora. Lucky, que representa a esta última, está esclavizado por Pozzo: carga con todas las maletas y tiene una soga al cuello, como una correa de perro. Pozzo, por su lado, adopta una actitud soberbia y de desprecio hacia Lucky, tratándolo definitivamente como a un ser inferior.

La idea de que estos dos personajes simbolizan la relación conflictiva entre estas dos partes adquiere mayor complejidad en el acto segundo. En él, Pozzo es ciego y Lucky, mudo. Siguiendo con el análisis anterior, podemos decir que Beckett denuncia la ceguera del sistema capitalista, que no puede ver más allá de sus intereses y se convierte en un mecanismo insensible que se empecina en desgarrar el tejido social. Por otro lado, el mutismo de Lucky parece relacionarse con la idea de que el capitalismo le ha quitado la voz a la clase trabajadora, justamente, para que no pueda denunciar los abusos que sufre por parte del sistema.