Esperando a Godot

Esperando a Godot Citas y Análisis

ESTRAGON (renunciando de nuevo): No hay nada que hacer.
VLADIMIR (se acerca a pasitos rígidos, las piernas separadas):
Empiezo a creerlo. (Se queda inmóvil) Durante mucho
tiempo me he resistido a pensarlo, diciéndome, Vladimir,
sé razonable, aún no lo has intentado todo. Y volvía a la
lucha. (Se concentra, pensando en la lucha. A Estragon)
Vaya, ya estás ahí otra vez.
ESTRAGON: ¿Tú crees?

Estragon y Vladimir (p.3)

En este primer intercambio entre Vladimir y Estragon ya podemos observar la presencia de dos de los temas más relevantes que trabaja Beckett en la obra: el de la desesperanza y el del conflicto con la propia existencia. Por un lado, tenemos a Estragon, cuya primera línea de diálogo en toda la historia es: "No hay nada que hacer", una frase de resignación, de desesperanza y que se repetirá más adelante en la historia, también en boca de Vladimir. Si bien es cierto que, en este momento, Estragon se refiere al hecho de que no se puede quitar el zapato, está claro que la afirmación tiene una órbita de significado mayor y que caracterizará tanto a él como a su compañero a lo largo de la obra.

Por otra parte, cuando Vladimir nota la presencia de Estragon y se lo comunica con cierta sorpresa ("Vaya, ya estás ahí otra vez"), la reacción de su compañero es dudar ("¿Tu crees?"). Esta respuesta puede darnos la pauta de que Estragon duda de que Vladimir lo haya visto debido a que también duda de su propia existencia. Esta idea del conflicto existencial de los personajes se desarrollará a lo largo de toda la historia.

VLADIMIR: ¿Qué decía? ¿Cómo sigue tu pie?
ESTRAGON: Se hincha.
VLADIMIR: Ah, sí, ya sé, la historia de los ladrones. ¿La
recuerdas?
ESTRAGON: No.
VLADIMIR: ¿Quieres que te la cuente otra vez?
ESTRAGON: No.
VLADIMIR: Así matamos el tiempo. Eran dos ladrones (...)

Vladimir y Estragon (p.6)

En este breve diálogo también observamos dos cuestiones muy presentes durante toda la obra: por un lado, la de la incomunicación y, por otro, la de la problemática del tiempo. Vladimir salta de un tema a otro prácticamente sin importarle las respuestas de Estragon. Más allá de que su compañero le dice que no quiere escuchar la historia de los ladrones, Vladimir empieza a contársela de todos modos. Este es un ejemplo de incomunicación que se repetirá permanentemente en la obra.

Por otro lado, aquí aparece por primera vez la idea de que el tiempo es un obstáculo, un enemigo al que hay que matar para llegar a Godot. El tiempo, en ese sentido, los aburre, los desesperanza, le quita sentido a la vida a cada segundo. Este tema del tiempo como un obstáculo que hay que sortear o como un enemigo al que hay que vencer también será una constante a lo largo de la historia.

ESTRAGON: (...) Vayámonos.
VLADIMIR: No podemos.
ESTRAGON: ¿Por qué?
VLADIMIR: Esperamos a Godot.
ESTRAGON: Es cierto.

Estragon y Vladimir (p.7)

En varios pasajes de la obra se repite este intercambio entre Vladimir y Estragon. Siempre es este último el que se quiere ir, y su compañero el que le recuerda que no pueden hacerlo porque están esperando a Godot. Aquí aparecen dos temas importantes en la obra: el de la memoria y el de la espera.

Por un lado, ya al comienzo de la obra nos enteramos de que Estragon tiene mala memoria. No recuerda nada de su pasado, ni siquiera lo que hizo o la gente que conoció el día anterior. La memoria, es decir, la capacidad de retener mentalmente hechos del pasado, es, al mismo tiempo, lo que nos constituye en el presente, aquello que nos confiere entidad de personas. El hecho de que Estragon olvide sistemáticamente qué están haciendo allí pone en discusión su capacidad de constituirse como sujeto existente.

Al mismo tiempo, podemos decir que la espera es la primera y única motivación de Vladimir y Estragon para estar allí juntos. No recuerdan quién es Godot, por qué lo están esperando o para qué. Así y todo, lo siguen haciendo como si él representara algo trascendental en sus vidas. Este tema de la espera es una clara representación de las expectativas de las personas de encontrar un sentido a su vida. Beckett quiso representar a través de la espera de Godot esa esperanza humana de encontrar una justificación a su existencia. En ese sentido, nuestra espera, como la de Vladimir y Estragon, está destinada a fracasar ya que aquello que esperamos nunca llegará, probablemente porque no existe.

VLADIMIR: Claro que sí los conoces.
ESTRAGON: Que no.
VLADIMIR: Te digo que los conocemos. Todo lo olvidas.
(Pausa) A no ser que no sean los mismos.
ESTRAGON: La prueba es que no nos han reconocido.
VLADIMIR: Eso no quiere decir nada. Yo también he fingido no
reconocerlos. Además, a nosotros jamás nos reconoce
alguien.

Vladimir y Estragon (p.41)

En este diálogo entre los dos protagonistas de la obra podemos observar, por un lado, el reproche de Vladimir hacia Estragon por olvidarse siempre de todo, y, por otro lado, la resignación, también en boca de Vladimir, sobre el hecho de que nadie los reconoce. Con respecto a lo primero, vuelve a aparecer el tema de la memoria: Estragon no recuerda nunca nada y eso no solo vuelve difícil la comunicación con Vladimir, sino que además dificulta la construcción de identidad del propio Estragon, ya que prácticamente no tiene acceso a su pasado. Por otro lado, tenemos el tema de la soledad y el absurdo: el hecho de que Pozzo, Lucky y el muchacho que porta los mensajes de Godot no reconozcan a Vladimir y Estragon antes que nada expresa la idea de un fuerte sentimiento de soledad en los protagonistas, pero también puede entenderse como una nostálgica afirmación respecto de la incapacidad que tienen Vladimir y Estragon de consolidarse como seres existentes. La deficiencia de la memoria, en ese sentido, es también una inconsistencia existencial.

VLADIMIR: Aquí ya no tenemos nada que hacer.
ESTRAGON: Ni en ningún otro sitio.
VLADIMIR: Vamos, Gogo, no seas así. Mañana todo irá mejor.
ESTRAGON: ¿Por qué?
VLADIMIR: ¿No oíste lo que dijo el chaval?
ESTRAGON: No.
VLADIMIR: Dijo que seguramente Godot vendrá mañana.

Vladimir y Estragon (p.45)

En esta cita podemos comprender la verdadera importancia que tiene Godot para Vladimir y Estragon: es alguien que con su sola presencia podría hacer que todo vaya mejor. En principio, Estragon responde con absoluta desesperanza a la observación de Vladimir respecto de que ya no tienen nada que hacer allí. Su compañero solo encuentra en las palabras del muchacho respecto de que Godot "seguramente" vaya al día siguiente el argumento necesario para contrarrestar la resignación de Estragon. De esta forma, Godot se presenta como una construcción idealizada capaz de darle sentido no solo a la espera, sino a la propia existencia de los protagonistas. Por el contrario, la ausencia de Godot los sentencia al absurdo, a la incertidumbre absoluta, a la pérdida del sentido de sus vidas.

ESTRAGON: Recuerdo a un energúmeno que me arreó unos
cuantos puntapiés. Y después hizo el idiota.
VLADIMIR: ¡Era Lucky!
ESTRAGON: Eso lo recuerdo. Pero, ¿cuándo sucedió?
VLADIMIR: Y a quien lo conducía, ¿lo recuerdas?
ESTRAGON: Me dio huesos.
VLADIMIR: ¡Era Pozzo!
ESTRAGON: ¿Y dices que todo eso sucedió ayer?

Estragon y Vladimir (p.51)

Aquí vuelve a aparecer el tema de la memoria, pero en esta oportunidad de una forma un poco más compleja que antes. Estragon de repente parece recordar hechos (le pegaron puntapiés, le dieron huesos); lo que no recuerda son identidades y tiempos. Es decir, no sabe quién le dio los puntapiés o los huesos ni cuándo. Esta pérdida de referencia temporal y de identificación de otros personajes lo sumergen en un mundo completamente inestable. Vladimir, por su parte, se esfuerza en que Estragon recuerde, ya que necesita corroborar que lo que él recuerda efectivamente sucedió. Por eso se alegra tanto cuando su compañero recuerda los hechos, aunque no pueda dar con el nombre de los protagonistas de esos hechos ni sepa cuándo sucedieron. En esta cita también podemos observar la interdependencia que existe entre ellos en función de los problemas de memoria de uno y de las dudas permanentes sobre sus recuerdos del otro.

VLADIMIR: Lo cierto es que el tiempo, en semejantes
condiciones, transcurre despacio y nos impulsa a llenarlo
con manejos que, cómo decirlo, a primera vista pueden
parecer razonables y a los cuales estamos
acostumbrados. Me dirás que es para impedir que se
ensombrezca nuestra razón. Bien, de acuerdo. Pero a
veces me pregunto, ¿acaso no anda errante en la
interminable noche de los grandes abismos? ¿Comprendes
mi razonamiento?
ESTRAGON: Todos nacemos locos. Algunos siguen siéndolo.

Vladimir y Estragon (p.69)

En este complejo soliloquio de Vladimir y en la terminante respuesta de Estragon podemos observar la presencia de dos temas muy importantes en la obra: el del tiempo y el de la locura que produce el absurdo de la existencia. En primera instancia, Vladimir le atribuye al tiempo la responsabilidad de que las personas deban llenarlo. Aquí, otra vez aparece la idea de que el tiempo es un obstáculo, o una criatura devoradora de acciones humanas a la que hay que darle de comer permanentemente para no enloquecer. Pero luego pone en duda su propio razonamiento al expresar la idea de que el tiempo es un concepto tan poderoso como abstracto, y que tal vez ni siquiera se está ocupando de ellos. Estragon, por su parte, sentencia que el ser humano nace loco y que el tiempo no necesariamente cura esa condición. Antes que nada, todos nacemos locos porque tenemos la pulsión de encontrarle un sentido a nuestra propia existencia y tal sentido, en los términos existencialistas en que lo pensaba Beckett, no existe. Por otro lado, el tiempo no necesariamente lleva a que las personas se den cuenta de esto, sino que, por el contrario, muchas veces profundiza esa necesidad de encontrar ese sentido. De esta forma, la vida de aquellas personas que lo siguen buscando se vuelve cada vez más frustrante por el fracaso eterno que supone buscar algo que no existe.

ESTRAGON: Pasemos ya a otra cosa, ¿quieres?
VLADIMIR: Era justo lo que iba a proponerte.
ESTRAGON: Pero, ¿a qué?
VLADIMIR: ¡Ah, éste es el problema!
(Silencio)

Estragon y Vladimir (p.73)

En esta cita podemos observar cómo el aburrimiento constituye uno de los problemas principales para Vladimir y Estragon. En esa búsqueda permanente de matar el tiempo hasta que llegue Godot, los protagonistas no encuentran la forma de combatir su aburrimiento. Y esto en parte es así porque la espera es eterna, frustrante y va desmoralizándolos cada vez más. Para pasar el tiempo, es decir, para no aburrirse "como ostras" (p.69), se insultan, cuentan historias por la mitad, planean ahorcarse colgándose del árbol. Está claro que el tiempo es un obstáculo eterno entre ellos y Godot y que la espera se torna aburrida porque no puede resolver el problema de qué hacer para que ese tiempo pase más rápido.

POZZO: No recuerdo haberme encontrado con nadie ayer.
Pero mañana no recordaré haberme encontrado con
alguien hoy. No cuente conmigo para salir de dudas.

Pozzo a Vladimir y Estragon (p.77)

En el acto segundo, cuando Pozzo vuelve a encontrarse con Vladimir y Estragon, dice esto en respuesta a la pregunta de Vladimir sobre si recordaba haberlos vistos el día anterior. Como podemos ver, Estragon no es el único que tiene problemas de memoria. Pozzo, que en este acto además de desmemoriado es ciego, les deja muy en claro que no pueden contar con él para "salir de dudas" ya que no solo no recuerda nada de ayer, sino que sabe que mañana tampoco recordará nada de hoy. El hecho de que no los recuerde -y de que les anticipe que no los va a recordar- pone en conflicto la propia existencia de Vladimir y Estragon. En ese sentido, está claro que solo se tienen a ellos mismos para reafirmarse como sujetos existentes; el resto de los personajes no los recuerda, es decir, cada vez que se cruzan con ellos, es como si no existieran. Aquí otra vez aparece el tema de la memoria como un punto de referencia en el cual las personas puede apoyarse para consolidarse como reales.

ESTRAGON: Didi.
VLADIMIR: Sí.
ESTRAGON: No puedo seguir así.
VLADIMIR: Eso es un decir.
ESTRAGON: ¿Y si nos separásemos? Quizá sería lo mejor.
VLADIMIR: Nos ahorcaremos mañana. (Pausa) A menos que
venga Godot.
ESTRAGON: ¿Y si viene?
VLADIMIR: Nos habremos salvado.

Estragon y Vladimir (p.84)

En este diálogo, cercano al final de la obra, observamos una vez más la desesperanza que invade a Estragon. Vladimir, por su parte, reacciona de una manera más sobria, casi insensible. Cuando dice que al día siguiente se ahorcarán, parece estar consolando a Estragon. Lo único que puede evitar que se ahorquen es que aparezca Godot. En este punto, sabemos que es tan improbable una cosa como la otra. Si Godot representa el sentido de la vida, el salvador, está claro que no aparecerá ya que, desde el punto de vista de Beckett, no existe. Ahora bien, tampoco es probable que Estragon y Vladimir se ahorquen ya que el primero no recordará haberlo planificado, y el segundo dudará de haberlo hecho. En ese sentido, daría la impresión de que los protagonistas están condenados a repetir el mismo ciclo cada día, girando sin sentido en una existencia absurda. Además, tal y como sucedió las dos veces que lo intentaron, la apatía que los caracteriza se interpondrá en la decisión y la ejecución de esa decisión.