Enero

Enero Resumen y Análisis Capítulos 7-9

Resumen

Capítulo 7

Hay una fuerte tormenta, todo está oscuro y Nefer se encuentra en la cocina de la casa junto a su familia. Cada cual se ocupa de una tarea diferente. Alcira ha preparado buñuelos y doña María trata de que Nefer coma un poco, pero la chica no quiere; los olores de la fritura le resultan desagradables. La madre insiste con vehemencia y le dice que, por su falta de apetito, parece preñada. Nefer entra en crisis y responde, de manera agresiva, que, en efecto, está embarazada.

De inmediato, sale de la casa y cruza el monte bajo la lluvia. Se abraza a un árbol. Llora y piensa que, ahora que su familia sabe la verdad, sentirán vergüenza; por un momento, quiere que se mueran. Alterada, sacude las ramas del árbol, y eso hace que su pelo y su cuerpo se mojen todavía más. De a poco el frío la calma y comienza a caminar. En el galpón cercano a la casa se encuentra con doña María y discuten. La madre le da una cachetada y le pregunta quién es el padre del bebé, pero Nefer no responde nada. La protagonista solo piensa en diferentes formas de morir.

Capítulo 8

Nefer se queda un rato en el galpón y luego regresa a la casa. Conversa con Alcira, que le pregunta si ha sentido dolor en el momento cuando ha quedado embarazada. Nefer no dice que ha sido violada. Quisiera compartir con su hermana todo su malestar, hablarle de su terror, contarle que se siente desamparada, pero no lo logra y, por el contrario, le responde de mala manera diciendo "¿A vos qué te importa?" (62).

Capítulo 9

Nefer y su madre viajan en ómnibus a la ciudad para ver a un médico. Suben al colectivo y Doña María conversa con otras pasajeras. La protagonista siente que ya nada tiene importancia. A pesar de que tiene síntomas hace tres meses, la madre no le cree y quiere que la revise un médico para confirmar que está embarazada. Por un instante cree que contarle todo al médico puede limpiar sus pecados, pero rápido se da cuenta de que un médico no es un cura. Piensa en el Negro y recuerda que, de chica, quería ser hombre para vestir una rastra reluciente en las fiestas.

En el consultorio médico, el doctor le pregunta a doña María qué le pasa a la chica, pero la mujer se pone a llorar y no logra responder. Entonces, Nefer dice que está "preñada" (66). El médico la examina: primero toca su vientre y luego revisa sus genitales, lo que le genera una enorme incomodidad a la joven. Apenas termina, le pide a Nefer que salga un momento. Cuando vuelve a entrar, el médico comienza a explicarle la situación, pero ella no le presta nada de atención.

Nefer y su madre van a un bar y beben un refresco. Doña María le dice que al día siguiente le pondrán fin al problema. La protagonista se asusta. De pronto siente que el feto no es su enemigo, sino un "aliado secreto" (68), y dice que nadie se meterá con ella. Ahora el embarazo hace que no se sienta sola. Nefer va al baño y repasa la visita al médico. Odia a su madre y, por un momento, preferiría vivir en ese baño antes que volver a casa. Cuando vuelve al salón del bar, su madre llora mientras conversa con doña Mercedes y con Luisa. Nefer finge no verlas.

Análisis

En esta serie de capítulos se destaca el maltrato que recibe Nefer constantemente y, sobre todo, el modo en el que, como mujer joven, pobre, de clase trabajadora rural y con poca escolarización no tiene poder para decidir por sí misma. En primer lugar, esto se pone de manifiesto en su casa y, en particular, en las interacciones con su madre, que la obliga a comer a pesar de estar asqueada. Doña María se dirige a su hija como si fuera una niña pequeña encaprichada: "Pero esto no va a seguir... Ahora mismo empezás a comer y no andás con caprichitos... Andá, dale un buñuelo", y luego: "¡Qué 'no quiero'! Hoy son los buñuelos, mañana son las papas, ayer era la carne, y así todos los días, hecha un puro hueso. ¡Pero se acabó, se acabó, hoy empezamos, andá, comé uno!... Como mujer preñada andás... ¡No faltaba más!... Comé... ¡Dale uno!..." (58). Esta presión lleva a la protagonista a explotar y confesar de manera exaltada y agresiva que está embarazada. En la confesión, Sara Gallardo capta muy bien el tono de las expresiones de las adolescentes al pelear con sus madres. Nefer demuestra hartazgo y desafía la autoridad materna en esas palabras. Incluso, llega a llamarla "estúpida" (58). Pero también reclama atención, cariño y cuidado al cuestionar a su madre por no haberse dado cuenta antes de la situación que atraviesa.

A partir de esta confesión, cuando se produce el clímax de la novela, el conflicto inicial encontrará una solución narrativa, que se desarrolla en los capítulos finales. Sin embargo, a pesar de que se rompe la tensión relacionada con los secretos de la protagonista, no se termina su sufrimiento. Doña María la maltrata, la insulta, la trata de "loca" (59) y de "canalla" (60), e, incluso, la golpea en lugar de acompañarla o de ofrecerle ayuda. También da por sentado que Nefer ha tenido sexo con consentimiento, culpabilizándola, y no considera que puede haber sido víctima de violencia sexual. En estas circunstancias, la protagonista es revictimizada y vuelve a imaginar su propia muerte, fantaseando que el techo del galpón donde pelea con su madre se cae y las aplasta. Por lo demás, doña María llega a creer que Nefer está mintiendo o que está confundida, como si no fuera capaz de conocer siquiera aquello que le ocurre a su cuerpo. A Nefer esto le resulta doloroso, y se pregunta: "¿Por qué doña María no cree en su palabra? No es tan nena, y tres meses son tres meses, y el sentirse mal, y los vómitos..." (64).

Por otro lado, Nefer también es infantilizada, maltratada y deshumanizada durante la visita al médico. Inicialmente, el doctor ni siquiera le dirige la palabra y le pide a la madre que explique su situación. Curiosamente, la mujer no puede hacerlo, y es la propia Nefer quien explica que está embarazada. Luego, la revisación del médico es narrada como una instancia muy invasiva. La violencia de la revisación es tal que la escena se asemeja a la de la violación: Nefer sufre tanto que se disocia de su cuerpo y se concentra en pequeños detalles del entorno. Cuando el médico revisa su panza, "El cuarto se borra para Nefer y los detalles cobran importancia: el borde del vestido, una pierna y el zapato, otra pierna con su zapato, el pelo que se inclina hacia ella, la mano seca y fría que tantea su vientre" (66), y lo mismo ocurre cuando examina sus genitales. Al igual que en la escena de la violación, aquí también se entremezclan la voz narradora y la conciencia de la protagonista.

En este contexto, es posible entender por qué Nefer se niega a que el médico le practique un aborto, tal como propone su madre al salir de la consulta. Cuando doña María le asegura que al día siguiente podrán resolver el problema, la respuesta de la joven es: "Conmigo no se va a meter nadie" (67), y repentinamente piensa en el feto como un aliado en vez de como un problema a resolver. El cambio repentino se explica por el contexto de profunda soledad en el que se ve obligada a vivir la protagonista: piensa, por un instante, en el feto como compañía posible. Esta instancia puede ser entendida como una confusión o como un momento de arrepentimiento, pero también puede interpretarse como un potente deseo de no ser manejada por los demás como si ella misma no tuviese ningún poder de decisión.

Por último, cabe destacar que, en estos episodios, la narración vuelve a hacer uso de los eufemismos y las elipsis para referirse al sexo, al embarazo y al aborto. Por ejemplo, para preguntarle por el momento de la concepción, sin que se explicite si ha habido consentimiento o no, Alcira le pregunta a su hermana: "¿Cuándo... fué, ché?" y "¿Te... te dolió...?" (62). Una vez más, los puntos suspensivos son reticencias que marcan la elipsis, el borramiento de los términos específicos para referirse al hecho. Luego, Nefer piensa: "Dentro de un tiempo empezará a crecer su cuerpo, dentro de mucho se deshinchará, no importa, ya no importa, todo nace y después muere, pero nada importa" (63), refiriéndose una vez más a su condición, pero sin nombrar explícitamente el embarazo, el feto o el parto. También considera que "Tal vez el decir las cosas al médico sirva para que el pecado salga de adentro" (64). Aquí, que el pecado salga de adentro es un eufemismo para el aborto. Finalmente, lo mismo ocurre después de visitar al médico cuando su madre le dice "Mañana se acabó" y "Mañana acabamos con todo" (67), dando a entender que, al día siguiente, Nefer podría practicarse un aborto.