Resumen
Capítulo 3
Por la tarde, mientras toda la familia duerme la siesta, Nefer sale a cabalgar. Cree que tardará una hora en llegar a destino. Va a visitar a una vieja de la que ha escuchado hablar, pero que no ha visto nunca. Tiene esperanzas de que pueda ayudarla. En el camino se encuentra inesperadamente al hermano de su padre, que vive por la zona junto a su esposa. Les extraña la presencia de la chica a esa hora una tarde de tanto calor. Para disimular, ella dice estar allí para hacerles saber que al día siguiente es la misión.
Luego, avanza hasta el rancho de los Borges, donde vive la vieja. En un alambrado, ve a uno de los nietos de la mujer, dos hermanos extraños y atemorizantes. Él se da cuenta rápidamente de que ella está embarazada y le dice que, si quiere ver a la vieja, debe decirlo. De pronto, la mujer aparece y Nefer se le acerca, mientras el joven le dice que andar a caballo es de "puta" (32). La mujer la reconoce y la hace pasar.
Sentada dentro del rancho, Nefer se arrepiente de haber ido y quiere volver a su casa. Se levanta súbitamente y comienza a marcharse. La mujer, que parece entender por qué está allí, le pregunta si no quiere nada más, si no necesita ayuda. La joven duda, pero al final responde que no. Una vez arriba del caballo, Nefer se siente casi como si estuviera en su casa.
Capítulo 4
Por la noche, toda la familia duerme. Nefer no sabe qué hora es; percibe detalles del entorno, como los ladridos de un perro, la respiración de Alcira y los ronquidos de su padre. Se cubre con una manta, sale de la cama y camina por la casa. Aunque conoce muy bien la habitación, se pierde dentro de ella. Está como mareada.
Logra salir hasta el patio, donde se encuentra con la oscuridad de la noche. Un perro lame sus pies. Hace frío y siente el olor dulce de la tierra. Mira hacia el sur, hacia la Santa Rosa, pero todavía no hay ninguna luz encendida allí. Hace tanto que su mirada se dirige al sur, que ha olvidado que el campo se extiende también en todas las demás direcciones.
Muchas veces sale por la madrugada para vislumbrar los primeros movimientos del Negro y su hermano en la estancia vecina. Cuando cierra los ojos, se conecta más profundamente con su propia interioridad. A medida que avanza su embarazo, también crecen su angustia y su preocupación. Se abraza al perro que la acompaña, que se llama Capitán, pero no llora. Se dice a sí misma que es "desgraciada" (38), y se repite que quisiera estar muerta.
Luego le habla a Capitán: le dice que no sabe qué hacer, que ha tratado de ponerle fin a su problema trabajando muy duro, cabalgando mucho y hasta visitando a la vieja. Ahora piensa que podría rezar, que tal vez Dios la ayude si comienza a rezar más. Piensa que, sin embargo, mucha gente no es rezadora e igualmente no le pasan "estas desgracias" (39). Se imagina a Delia sufriendo y enseguida fantasea con reír junto al Negro, bailar y hasta casarse con él usando un vestido de raso. Siente un fuerte nudo en la garganta y emite un largo gemido con la cara apoyada contra el pelaje del perro.
Análisis
La visita de Nefer a la vieja Borges es un episodio destacado de la novela. Esta anciana es curandera. Aunque no la conoce personalmente, Nefer ha oído hablar sobre ella y conoce sus poderes. También sabe que en la familia Borges hay un hombre que practica "magia negra" (29), y cuando se acerca al rancho, se cruza con uno de los nietos de la vieja, "dos hermanos a quienes siempre ha visto en posturas extrañas, alternando sus voces gatunas en frases que la hacen sentir mal" (30). A través de estos elementos se crea una atmósfera particular en torno al rancho de la anciana, que, por lo demás, está bastante alejado y aislado. Los personajes que allí viven perciben la realidad de otra manera y no viven bajo las reglas de la moral cristiana. La anciana es presentada como una "bruja" (31) a la que la protagonista acude porque, en su calidad de curandera, puede practicar abortos. Curiosamente, tanto el nieto como la vieja se dan cuenta de que Nefer está embarazada sin que ella diga nada al respecto.
Por lo demás, esta secuencia da cuenta de la complejidad emocional que experimenta la protagonista. Si bien llega al rancho de la vieja Borges motivada por su claro deseo de interrumpir el embarazo, se arrepiente de haber ido y ni siquiera se anima a decir para qué lo ha hecho, porque la situación le genera miedo y preocupación. En este punto, se pone de relieve el hecho de que Nefer es una adolescente que se ve obligada a lidiar en soledad con un problema serio en circunstancias muy difíciles. Ha sido violada y nadie lo sabe; está embarazada y no puede contarlo porque es una joven soltera y, en la sociedad católica y patriarcal en la que vive, sería culpabilizada y maltratada, y debe buscar una solución clandestina e insegura porque el aborto no es una práctica legal (ni tampoco bien vista) en su mundo. Sumado a ello, es pobre y no puede recurrir a soluciones que dependan de mucho dinero, como las jóvenes ricas. La sensación de desamparo que experimenta Nefer al visitar a la vieja queda clara cuando leemos que, al llegar al rancho, se dice a sí misma: "¿Para qué habré venido?", y "Un gran deseo de su casa la llena de pronto" (28). Si bien sabe que quiere interrumpir el embarazo, en esas condiciones anhela estar en su casa, protegida, cuidada y acompañada.
En su soledad, Nefer no conversa con otros humanos sobre su situación, pero sí comparte sus emociones con Capitán, el perro. Es por ello que, a pesar de tratarse de un animal, es posible considerarlo un personaje en la historia. Hacia el final del capítulo 4, la muchacha no solo le habla al perro sobre su desgracia, sino que también llora sentidamente con él, hundiendo su rostro en el pelaje del animal: "y algo duro, que lastima la garganta e impide las lágrimas, permite que un gemido largo salga entre sus dientes y suene amortiguado en la lana del perro" (39). Se destacan aquí, por un lado, el llanto pronunciado de Nefer y, por el otro, el estrecho contacto entre su cuerpo y el de Capitán, ya que, en sus interacciones con humanos, la chica siempre se muestra callada, responde con frases breves, se mueve lo menos posible y quiere pasar desapercibida.
Asimismo, en esta interacción con Capitán, Nefer repite su deseo de interrumpir el embarazo. Entonces, enumera las opciones que ha contemplado hasta el momento: "Yo pensé: «Tal vez si me subo a caballo y galopo mucho, tal vez si trabajo muy bruto, tal vez si me duermo muy profundamente podré despertarme sin nada... Yo pensé que si iba a casa de, de alguna persona me podría... a casa de... Tal vez si Dios me ayuda... ¿Dios? ¿Y si rezo?...»" (38-39). Este parlamento nos permite entender que, en efecto, Nefer no quiere darle continuidad al embarazo, a pesar de no haber logrado pedirle ayuda a la vieja Borges. Es decir, se ha ido del rancho de la anciana por miedo y no por arrepentimiento. Cabe destacar que, al listar sus opciones, incluye tanto prácticas concretas (galopar, trabajar muy arduamente, visitar a la vieja) como soluciones mágicas (dormir profundamente, rezar). Esto da cuenta de su desesperación: su mente la lleva a imaginar una multiplicidad de recursos para resolver su problema. Por otra parte, una vez más, se hace uso de la elipsis, marcada en este caso por puntos suspensivos, y de los eufemismos ("podré despertarme sin nada").
Cabe destacar que, en su soledad y sintiéndose obligada a guardar secretos (el secreto de estar enamorada del Negro, el de haber sido violada, el de estar embarazada y el de querer abortar), Nefer comienza a habitar momentos específicos del día en los que, cree, será menos controlada. Así, escapa hacia el rancho de la vieja Borges durante la siesta, franja horaria de la tarde cuando toda su familia duerme. Sin embargo, y a pesar de que se encuentra en una zona muy aislada y poco habitada, se cruza con unos tíos que, como se detalla en los capítulos siguientes, le hacen saber a su madre que ha estado por allí. De ese modo, la novela deja entender que una mujer joven está bajo constante observación y control. Además, comienza a despertarse por la madrugada. De noche, sale a la oscuridad del campo y entra en contacto con el entorno natural, sobre todo con el cielo y las estrellas. Es entonces cuando puede expresar su angustia junto a Capitán, y también es el momento en el que observa tranquilamente la estancia donde trabaja el Negro. Es preciso señalar, además, que estos son momentos en los que Nefer, en tanto que trabajadora rural, no se ve obligada a realizar ninguna tarea. Durante el día, tiene un cronograma apretado de trabajo en el tambo y en el espacio doméstico, por lo que tampoco dispone de mucho tiempo libre para lidiar con su situación personal.