El segundo sexo

El segundo sexo Resumen

El segundo sexo presenta un registro histórico y crítico de la situación desventajosa de las mujeres en la sociedad. Para ello, Simone de Beauvoir comenta hechos y procesos históricos mientras explica teorías contemporáneas a su propia actividad intelectual y las discute. Al mismo tiempo, traza un recorrido por las funciones sociales asignadas a la mujer a lo largo de la historia y promueve su liberación. Esto se debe a que establece desde el inicio que las mujeres no son naturalmente inferiores a los hombres, sino que la desigualdad entre ambos es una construcción social. La propia autora explicita el objetivo y la estructura de la obra en su “Introducción”:

… empezaremos discutiendo los puntos de vista que tienen de la mujer la biología, el psicoanálisis, el materialismo histórico. A continuación trataremos de mostrar positivamente cómo se ha constituido la «realidad femenina», por qué la mujer ha sido definida como Alteridad y cuáles han sido las consecuencias desde el punto de vista de los hombres. Describiremos desde el punto de vista de las mujeres el mundo que se les ofrece y podremos comprender con qué dificultades tropiezan en el momento en que, tratando de evadirse de la esfera que se les ha asignado hasta ahora, pretenden participar en el mitsein humano (p. 64).

La obra contiene dos volúmenes. En el primero, titulado “Los hechos y los mitos”, la autora se propone desarmar las nociones naturalizadas de la mujer y la organización sexual de la sociedad. En el segundo, llamado “La experiencia vivida”, explica su propia visión sobre los modos como la experiencia del sexismo atraviesa las vidas cotidianas de las mujeres.

En el primer volumen, Beauvoir se concentra en la biología, el psicoanálisis y el materialismo histórico como tres grandes ramas del pensamiento que fallan a la hora de explicar la condición de la mujer. Si bien rescata algunos aportes sustanciales de cada disciplina, destaca que no logran (o no intentan) ofrecer una definición adecuada de la mujer como individuo humano. La biología no puede dimensionar los aspectos sociales de la configuración de las mujeres; el psicoanálisis no se hace preguntas fundamentales sobre las motivaciones de las personas; el materialismo histórico se fija tanto en la clasificación de la sociedad en clases económicamente diferenciadas que no contempla la importancia del sexo y la sexualidad. En esta primera parte del libro, la autora discute con teorías dominantes y, gracias a ello, comienza a presentar sus propias ideas sobre el tema.

En la segunda parte del primer volumen, se describe la historia del modo en que la mujer es tratada socialmente. En las sociedades primitivas, Beauvoir ya identifica un trato desigual y una concepción de la mujer como inferior respecto del hombre. Luego, con el establecimiento de la propiedad privada, los hombres institucionalizan esta inferiorización de las mujeres para oprimirlas, y comienzan a considerarlas como su propiedad: los hombres compran y venden mujeres; las mujeres no tienen derecho a la propiedad. En este punto, la autora resalta cómo la religión refuerza la desigualdad y ofrece justificaciones morales para que los hombres se consideren superiores a las mujeres y las limiten. En el quinto capítulo, se consideran procesos más actuales que dan cuenta de ciertas mejoras en la condición de la mujer, que ha ganado más derechos desde fines del siglo XIX en las sociedades occidentales. La autora concluye que, de todas formas, el sistema tradicional de opresión continúa activo en las esferas de la sexualidad, la reproducción y el trabajo.

En la última parte del primer volumen, Beauvoir evalúa los modos en que las mujeres son retratadas en diversas mitologías y textos literarios. En primer lugar, se resume de manera general una antigua concepción de las mujeres como ídolos o seres sagrados relacionados con la naturaleza y la maternidad. La autora identifica esta modalidad en diversas culturas. Si bien podría parecer una caracterización positiva, en realidad es una manera de objetivar y deshumanizar a la mujer: la adoración de las mujeres es una respuesta defensiva de los hombres. En segundo lugar, se analizan obras de muchos escritores y filósofos que crearon o expandieron mitos sobre las mujeres, configurándolas de maneras negativas. Estas representaciones son tan extendidas que se han convertido en sentido común y afectan la vida cotidiana de la mujer, que es concebida como un ser misterioso, peligroso, engañoso y hasta monstruoso.

En el segundo volumen se describen y analizan diferentes experiencias de la vida de una mujer, organizadas por etapas. Primero se contemplan los años de formación de una mujer, sus diferentes roles en la sociedad, los modos como las mujeres reaccionan a la posición de inferioridad que la sociedad les asigna, y cómo la mujer moderna comienza a exigir su independencia. En todas estas instancias, la autora compara de manera general la experiencia de la mujer y la del hombre para exhibir las desventajas de la primera y los privilegios del segundo. Al analizar el pasaje de la niña a la adolescente, Beauvoir también considera y problematiza la iniciación sexual de las jóvenes, típicamente caracterizada por experiencias traumáticas y limitaciones que no afectan a los varones en sus primeros años de vida. Finalmente, se analiza la homosexualidad femenina como fenómeno extendido y relacionado con el rechazo de la presencia masculina.

La segunda parte del segundo volumen es el segmento más extenso de la obra y presenta los múltiples y diversos roles que una mujer puede cumplir al interior de la sociedad. Aquí podemos encontrar los planteos principales de la filósofa: las mujeres están limitadas en cada uno de los papeles sociales que pueden cumplir, y, por lo tanto, se ven forzadas a adoptar ciertos tratamientos y asimilar mecanismos que reproducen su carácter de individuos inferiores. En otras palabras, las mujeres como conjunto son de hecho inferiores a los hombres porque la sociedad históricamente las ha limitado; la mujer no tiene las mismas oportunidades de realización que el hombre. Las mujeres no pueden ser tan productivas ni tan creativas como los hombres; la sociedad indica que su único destino es ser esposa y madre. Como resultado, la mayor parte de las mujeres se siente miserable, resentida, incompleta, frustrada, y esto implica reacciones temperamentales y una mayor tendencia a ciertos problemas de salud física y psíquica. Así, Beauvoir dedica la tercera parte de este volumen a desarmar tres arquetipos de mujer que lidian con las limitaciones impuestas por la sociedad: las narcisistas que se obsesionan consigo mismas, las enamoradas que se entregan por completo a amantes reales o imaginarios y las místicas que se dedican por completo a la religión y la divinidad.

En la cuarta y última parte del segundo volumen, así como en la conclusión de El segundo sexo, Beauvoir recorre la figura de la mujer independiente para sostener que en su sociedad aún no se ha alcanzado una igualdad y equidad genuinas entre los sexos. La mujer que trabaja y, por lo tanto, goza de cierta independencia económica, todavía debe enfrentar mayores obstáculos que el hombre dada la persistencia de los valores tradicionales respecto del matrimonio, la reproducción y la feminidad. A partir de ello, defiende con certeza que esa igualdad sería beneficiosa tanto para las mujeres como para los hombres. En esa línea, la obra termina con un tono optimista, resaltando que si las mujeres se desarrollan en un entorno con las mismas oportunidades que los hombres, pueden lograr tantos avances como ellos.