"El príncipe feliz" y otros cuentos

"El príncipe feliz" y otros cuentos Metáforas y Símiles

"Las calles se veían como si estuviesen hechas de plata, de tan brillantes y relucientes" ("El príncipe feliz", p. 190) (Símil)

Para señalar la llegada del invierno, el narrador describe el estado de las calles, ahora cubiertas por la nieve y la escarcha. Lo hace por medio de un símil que resulta en una imagen irónica: la ciudad caracterizada esencialmente por la hostilidad a la que condena a los más pobres, que además de pasar hambre ahora deben hacer frente a las frías punzadas de la nieve, es sin embargo descrita por medio de la imaginería propia de la riqueza, como lo es la plata.

"Me voy a la Casa de la Muerte" ("El príncipe feliz", p.191) (Metáfora)

Cuando la Golondrina se siente próxima a morir, utiliza todas sus fuerzas para subir hasta el hombro del Príncipe y comunicarle su partida definitiva. El Príncipe se alegra, creyendo que su querida Golondrina finalmente seguirá su anhelado viaje a Egipto. La Golondrina entonces lo corrige, utilizando una metáfora para aludir al cambio de destino: no es a Egipto a donde irá ahora, sino a la "Casa de la Muerte".

"Como la sombra de una rosa en un espejo de plata, como la sombra de una rosa en un estanque, así era la rosa que florecía en la rama más alta del Rosal" ("El ruiseñor y la rosa", p.197) (Símiles)

El narrador va describiendo el proceso de florecimiento de la rosa que fabrica el Ruiseñor con su dolor a través de símiles. Al principio, la rosa es pálida, no tiene el rojo prometido, puesto que la espina no ha atravesado lo suficiente el pecho del Ruiseñor. El narrador utiliza entonces símiles que reflejan la falta de vida de la rosa, aún apenas una sombra, puesto que para enrojecerse necesita justamente la vida del Ruiseñor, fluyendo a través de su sangre.

"Y un delicado rubor dorado apareció sobre las hojas de la rosa, como el rubor en la cara del novio cuando besa los labios de la novia" ("El Ruiseñor y la Rosa", p.197) (Símil)

Mientras más se hunde la espina en el pecho del Ruiseñor y se acerca así a su corazón, más color adquiere la flor. El narrador describe la primera aparición de color en la rosa con un símil, con el que compara el leve rubor en la flor con el de la cara de un enamorado al besar a su novia. De esa manera, asocia en el plano metafórico el nacimiento de la rosa al del amor, fin para el que la flor está siendo creada.

"Los niños son las flores más bellas de todas" ("El gigante egoísta", p.202) (Metáfora)

El Gigante, luego de entender que la primavera no llegaba a su jardín porque él no dejaba entrar a los niños, se arrepiente de su egoísmo y se entrega a una vida de generosidad. Se pasa los años contemplando el juego de los niños en su jardín, así como la belleza de sus flores. La metáfora citada expresa el valor que adquirieron los niños para él, a quienes ahora aprecia más que a esas flores que antes se negaba a compartir, pero además continúa la asociación planteada durante todo el relato entre la infancia y la plenitud vital de la naturaleza, manifestada en la hermosura de sus flores.