El gato negro

El gato negro Resumen y Análisis Parte 1

Resumen

El narrador decide contar su historia antes de morir, mientras se encuentra en la cárcel. Si bien es consciente de que su relato sonará increíble, promete que no está mintiendo ni soñando; todo lo que desea es descargar su alma y presentar al lector lo que llama “una serie de episodios domésticos” (p. 105) que para él han sido horrorosos, pero que seguramente otra persona pueda explicarlos como una sucesión de causas y efectos naturales.

Desde su infancia, el narrador es conocido por su docilidad y compasión, particularmente hacia los animales. Nunca se siente más feliz que cuando está en compañía de un animal y, cuando se casa, lo hace con una mujer que comparte la misma disposición que él. Entre las muchas mascotas que tienen destaca su favorita, un grande y hermoso gato negro al que llaman Plutón. A menudo, su esposa menciona en broma la antigua superstición según la cual los gatos negros son brujas metamorfoseadas, algo a lo que el narrador no da ninguna importancia.

Con el tiempo, el temperamento del narrador cambia. Día a día se vuelve más irritable e indiferente hacia los sentimientos ajenos, y le echa la culpa al demonio de la intemperancia, causado por el consumo excesivo de alcohol. Con el tiempo, llega a ponerse violento con los animales y con su esposa, aunque no se mete con Plutón. Sin embargo, el gato termina por sentir la ira de su dueño y una noche, en la que el narrador se siente convencido de que su mascota lo está evitando, toma un cuchillo y le arranca de cuajo uno de sus ojos.

A la mañana siguiente, el narrador siente remordimientos por lo que ha hecho, aunque el sentimiento es débil y no parece llegar a lo profundo de su alma. Plutón se cura, pero su rostro es espantoso de mirar y huye cada vez que ve a su agresor. Esto termina por irritar al narrador, quien se siente poseído por el demonio de la perversidad, que, según él, es uno de los impulsos más primitivos del ser humano. Un día, a sangre fría, toma al gato, le coloca una soga alrededor de su cuello y lo cuelga de un árbol que tiene en su patio. Luego, llora de remordimiento frente al cuerpo muerto del gato, puesto que reconoce que lo amo y sabe que Plutón no le hizo nada malo.

Análisis

"El gato negro" es uno de los relatos más cautivadores e inquietantes de Poe, y ha atraído una gran cantidad de análisis, no solo desde el ámbito de la literatura, sino también desde la filosofía y la psicología. En verdad, toda la obra de Poe se ha convertido en una de las principales influencias culturales de los últimos siglos, y sus cuentos más famosos, como “El corazón delator”, “El gato negro” o “La carta robada”, por mencionar solo algunos, suelen leerse en las escuelas de todo el mundo occidental.

Este cuento es un gran exponente del relato fantástico, un género del que Poe es uno de los principales representantes. Siguiendo al teórico más reconocido en cuanto a la literatura fantástica, Tzvetan Todorov, el relato fantástico se caracteriza por proponer un escenario realista y, a través de la visión de un personaje, poner en duda los alcances de la realidad. En el relato fantástico propio de Poe, algún evento inexplicable, sobrenatural -o, como él mismo lo llama, fantástico- rompe definitivamente con el orden de lo real e introduce un elemento inverosímil. En general, ese elemento que entra en conflicto con la realidad, como es visto a través de los ojos de un personaje, genera en el lector una sensación de ambigüedad o de confusión, por lo que finalmente el propio estatuto de la realidad y la percepción de esta realidad son puestas en duda.

El principal procedimiento para lograr dicho efecto es la vacilación que el lector experimenta al ubicarse el relato dentro del orden de lo posible y luego desplegar un juego de ambivalencias que da como resultado una relativización de significados que terminan por subvertir la realidad e introducir la otredad, lo que no es natural, lo que confunde y perturba por pertenecer al orden de lo siniestro. Volviendo a Todorov, el relato fantástico debe cumplir tres condiciones. Primero, el lector debe vacilar entre una explicación natural y una sobrenatural de los hechos. En segundo lugar, esta vacilación puede ser sentida también por los personajes, y así se transforma también en uno de los temas de la obra. Finalmente, el lector debe adoptar una actitud frente al texto, es decir, debe decidir si considerar los hechos que se plantean como sobrenaturales o no.

Uno de los dispositivos más importantes para lograr los efectos del relato fantástico es la focalización narrativa: en “El gato negro”, el narrador poco fiable es la condición que posibilita la vacilación y la ambigüedad que confunde al lector. Su relato es una confesión previa a la ejecución de su pena de muerte, pero su tono es engañosamente tranquilo y expresa hechos horrendos y brutales con total templanza. El narrador admite que no comprende las cosas que le han sucedido, pero piensa que tal vez alguien más pueda explicarlas en el futuro, y si bien intenta racionalizar cada cosa que hizo, no muestra ningún remordimiento por su perversión moral. En verdad, el lector perspicaz notará que al narrador le gustaría ser considerado como un sujeto tranquilo y racional, cuando en verdad su tranquilidad delata el esfuerzo que hace por ocultar su locura. Desde esta perspectiva, puede considerarse que el narrador es un psicópata asesino intentando atenuar sus crímenes ante el lector al presentarlos entremezclados con una serie de eventos extraordinarios que se escapan a toda comprensión.

El procedimiento de vacilación se observa claramente desde el inicio del relato, que el narrador abre con una advertencia: “No espero ni pido que alguien crea el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir” (p. 105). También afirma que no tratará de explicar los hechos y trata de justificarse: si él no es capaz de hacerlo, quizás se trata de su propia falencia, y es probable que alguien más pueda explicar los hechos de forma lógica: “Más adelante, tal vez, aparecerá alguien cuya inteligencia reduzca mis fantasmas a lugares comunes; una inteligencia más serena, más lógica y mucho menos excitable que la mía, capaz de ver en las circunstancias que temerosamente describiré, una vulgar sucesión de causas y efectos naturales” (p. 105).

Con este preámbulo, el narrador abre el juego a la interpretación del lector, puesto que esa inteligencia más serena y lógica deberá ser la suya. Así, el relato se propone desplegar una serie de hechos que se escapan a toda explicación lógica, pero pide al lector que los explique lógicamente. Entonces, el efecto de lo fantástico se desprende, justamente, de ese juego: poner la razón al servicio del relato para verla fracasar frente a los hechos que rompen con la lógica de lo posible.

Un ejemplo del vaivén entre lo inexplicable y los esfuerzos de la razón para comprenderlo es el momento en el que el narrador descubre la marca del gato en la única pared que quedó en pie tras el incendio de su casa: esa marca es realmente inexplicable y, sin embargo, el protagonista fuerza la lógica y se convence con razones que parecen irrisorias: “Alguien debió de cortar la soga y tirar al gato en mi habitación por la ventana abierta. Sin duda, habían tratado de despertarme de esa forma. Probablemente la caída de las paredes comprimió a la víctima de mi crueldad contra el enlucido recién aplicado, cuya cal, junto con la acción de las llamas y el amoniaco del cadáver, produjo la imagen que acababa de ver” (p. 109). Resulta difícil que el lector tome en serio esta explicación. No obstante, para el narrador parece funcionar, ya que dice que así quedó satisfecha su razón, aunque no su imaginación.

El efecto de duda y vacilación que caracteriza al relato fantástico pone en evidencia la crisis de la racionalidad que comienza a experimentarse en occidente en el siglo XIX, y que marcará la subjetividad y el espíritu de época del siglo XX. Algunos críticos han señalado que la actitud del narrador de "El gato negro" defiende la naturaleza misteriosa de la voluntad humana en una época dominada por la razón y la lógica. En primer lugar, y como se ha dicho anteriormente, el narrador apela constantemente a la razón para tratar de explicar lo que le ha sucedido, al mismo tiempo que indica que él no ha logrado comprender por medio de la lógica los eventos que pretende referir; si bien llega a expresar que quizás en el futuro alguna inteligencia pueda explicarlos, lo cierto es que los hechos no pueden ser comprendidos como una simple cadena de causas y consecuencias.

Además, la mirada subjetiva del narrador está puesta sobre su propia psicología y sobre aquellos motivos oscuros que mueven a los seres humanos sin que puedan comprenderse por medio de la lógica. Así, el protagonista está motivado por la intemperancia y por la perversidad que lo hostiga a hacer lo que está prohibido, sin poder siquiera esbozar una razón para actuar así, más allá de su alcoholismo, que es una excusa más que una causa. De este modo, Poe parece rescatar elementos propios de la psicología humana que no responden a la razón, adelantándose de alguna manera a los estudios que en el siglo XX realizará el psicoanálisis.