El desierto de los tártaros

El desierto de los tártaros Metáforas y Símiles

"... veía una lista de puntitos negros que se movían como hormigas, precisamente en dirección a él, a la Fortaleza" (p. 129). (Símil)

En este pasaje, el coronel Filimore se asoma a las murallas para observar la franja negra que, según los centinelas, avanza hacia la Fortaleza. Dada la distancia a la que se encuentran, los soldados que avanzan son comparados con pequeñas hormigas negras, apenas visibles sobre la tierra.

"Filimore veía repentinamente llegar la fortuna con coraza de plata y espada teñida de sangre" (p. 132). (Metáfora)

En este pasaje, la llegada de un posible ejército enemigo justifica los años de espera de los oficiales de la Fortaleza. Por eso, Filimore ve llegar a los soldados como si llegara la fortuna a sus puertas.

"Entretanto, el reloj de pared frente al escritorio continuaba triturando la vida" (p. 134). (Metáfora)

Esta metáfora representa el paso implacable del tiempo, uno de los principales temas de la novela. Como Drogo lo comprende al final del relato, el tiempo transcurre sin detenerse y empuja a todos los hombres a su fin último: la muerte. Contra ello no hay nada que pueda hacerse. En este pasaje, la brutalidad del tiempo queda representada como una maquinaria que destruye y tritura la vida.

"El tiempo ha huido tan velozmente que el ánimo no ha conseguido envejecer" (p. 227). (Metáfora)

Esta metáfora ilustra la complejidad del paso del tiempo y de su percepción: Drogo se enfrenta a la vejez siendo aún un oficial de servicio en la Fortaleza y se da cuenta de que los años han pasado a una velocidad vertiginosa, sin que se percatara de ello. Sin embargo, a pesar de su vejez, siente que sus ánimos están intactos y sigue esperando que suceda algo fuera de lo común que logre justificar su vida.

"El viejo fuerte era como una isla abandonada, circundado por territorios vacíos" (p. 233). (Símil)

En este pasaje, se compara la Fortaleza Bastiani como una isla que ha sido abandonada por sus habitantes. Hacia el final del relato, en la Fortaleza queda menos de la mitad de la guarnición original, y se hace evidente la decadencia en la que se encuentra. Drogo la contempla con tristeza, consciente de su vaciamiento progresivo y de que él está condenado a quedarse allí hasta sus últimos días.