El desierto de los tártaros

El desierto de los tártaros Elementos Literarios

Genero

Ficción - Novela alegórica.

Configuración y Contexto

El contexto y los espacios son imprecisos. La acción transcurre en una fortaleza militar, la Fortaleza Bastiani, situada en algún lugar al norte del país, protegiendo un espacio indefinido que los soldados denominan "el desierto de los tártaros".

Narrador y Punto de Vista

Predomina la tercera persona omnisciente, aunque existen cambios en la enunciación y el narrador a veces se dirige directamente al lector. El punto de vista del narrador focaliza en el protagonista, Giovanni Drogo, a quien observa y sobre el que a menudo realiza juicios de valor subjetivos.

Tono y Estado de Ánimo

La novela presenta un clima agobiante, marcado por la espera inexplicable y sin sentido de una invasión en la que los propios personajes no creen. A su vez, el ambiente muchas veces se carga de elementos inverosímiles y ambiguos que pueden hacer vacilar al lector y preguntarse si los hechos narrados son reales o no.

Protagonista y Antagonista

El protagonista es Giovanni Drogo y podría considerarse que los tártaros invasores son los antagonistas, aunque estos nunca aparecen en realidad y son solo leyendas que cuentan los soldados.

Conflicto Principal

El teniente Giovanni Drogo está al servicio de un cuerpo militar en la Fortaleza Bastiani y allí espera una invasión enemiga que jamás aparece.

Climax

La novela juega con dos momentos de clímax que fracasan como tales: el primero de ellos se produce cuando Drogo y otros oficiales descubren una mancha que se mueve sobre la llanura, y toda la Fortaleza se revoluciona ante la perspectiva de un combate que no se concreta.
Luego, más adelante, se repite el mismo esquema: el protagonista se emociona frente a una nueva mancha que se mueve y espera que, ahora sí, se produzca el combate. Sin embargo, en este caso tampoco sucede nada, y el personaje se queda esperando años y años sin que algo cambie en la Fortaleza.
Al final de la novela, otro momento podría considerarse el clímax efectivo y determinante: cuando llegan los invasores reales que amenazan la Fortaleza, la narración por fin da un vuelco y la guarnición se prepara para el asalto. Sin embargo, en ese momento, Drogo debe abandonar la Fortaleza a la fuerza, debido a su enfermedad, por lo que no participa de la batalla que tanto ha esperado.

Presagio

El presagio es una técnica muy utilizada por el narrador de 'El desierto de los tártaros', y contribuye a la creación del clima de ambigüedad y opresión que el protagonista vive en la Fortaleza. Al inicio del relato, por ejemplo, cuando Drogo comienza el camino hacia la Fortaleza Bastiani, el narrador indica: "pero sobre todo eso pesaba una insistente idea, que no conseguía identificar, como un vago presentimiento de cosas fatales, como si estuviera a punto de iniciar un viaje sin retorno" (p. 11).

Atenuación

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Alusiones

Existen pocas alusiones que conecten la acción de la novela con un trasfondo concreto. En un momento, un soldado menciona a "Su Majestad Pedro III" (p. 30). Sin embargo, es imposible saber si se trata de una alusión directa al zar Pedro III de Rusia, quien reinó en el siglo XVIII, o si es una referencia ambigua que sirve para acrecentar el sentido de deslocalización del relato.

Imágenes

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Paradoja

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Paralelismo

En algunos pasajes, el autor utiliza la repetición de estructuras sintácticas para generar un efecto particular. Por ejemplo, cuando en el capítulo 10 el narrador habla de los hábitos de Drogo, lo hace repitiendo la estructura “En hábito se había convertido…” (p. 85) durante numerosos párrafos.

Metonimia y Sinecdoque

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Personificación

El narrador recurre a la personificación en muchas ocasiones, especialmente para referirse a la Fortaleza como una entidad viva que influye sobre los personajes. Por ejemplo, se califica al desierto como "una tierra triste" (p. 56) y al aire de la Fortaleza como "ingrato" (p. 56).

Al final del relato también la muerte se personifica y entra como una presencia a la habitación de Drogo: "quizá ella ha entrado, con paso silencioso, y ahora está acercándose al sillón de Drogo" (p. 267).