El cuento de la criada

El cuento de la criada Resumen y Análisis V: La siesta - VI: La familia

Resumen

V: La siesta

Esta sección comienza con Defred simplemente sentada sola, esperando. No estaba preparada para tanta quietud, tanto aburrimiento. Piensa en los experimentos que solían hacer con animales, cómo incluso a ellos les daban algo para distraerlos, y desea tener algo para pasar el rato. Se acuesta en el suelo y comienza a hacer sus ejercicios, inclinando la pelvis hacia atrás. Recuerda cómo en el Centro de Reeducación tenían tiempo de descanso todos los días de tres a cuatro y deduce que era una práctica para todos estos momentos de espera. Recuerda cómo se reencontró con Moira, después de haber estado allí durante unas tres semanas. No pudieron hablar durante unos días, pero finalmente, durante una caminata, pudieron planear una reunión en el baño. La primera vez fue durante una sesión de Testimonio, a la que Tía Helena fue especialmente. Ese día, Janine contó cómo fue violada en grupo cuando tenía catorce años y tuvo que abortar, y las otras mujeres le responden a coro tal como han aprendido, cantando que fue su culpa. A pesar de este escenario, Defred estaba extremadamente feliz por volver a ver a Moira.

Ahora Defred piensa en su cuerpo. Solía ​​verlo como un instrumento de su voluntad, pero ahora lo ve solo como un contenedor que protege un útero. Sueña que está parada en su primer departamento. En el sueño, ella está tratando de encontrar algo para ponerse. Luke se para detrás de ella, pero no puede escucharla. Luego comienza a soñar que está corriendo con su hija, pero no puede seguirle el ritmo. Se tiran al suelo y Defred reza para escapar, pero luego ve que su hija está siendo llevada a través de los árboles. Suena la campana y Cora la llama, despertándola. Se da cuenta de que ha estado llorando mientras dormía.

VI: La familia

Baja a la sala de estar y se arrodilla al lado de la silla donde Serena Joy se sentará. Es su lugar asignado. Espera, pensando en todas las señales de riqueza en esta habitación. Huele el perfume de Serena Joy con nostalgia: el perfume es ahora un lujo. Piensa en cuánto le gustaría robar algo pequeño de esta habitación, tener algo para ella. Rita y Cora entran y se ponen a trabajar; ambas tienen pequeños roles en la Ceremonia. Nick entra y se para demasiado cerca de Defred. Su zapato toca el de ella. Ella trata de alejarse, pero él se acerca.

Serena Joy entra vistiendo uno de sus mejores vestidos y enciende la televisión. Defred espera la Ceremonia porque solo esta noche puede ver las noticias. Aunque sabe que probablemente toda información sea falsa, igual es algo que hacer, algo que aprender. El presentador de noticias habla de derrotar al ejército bautista, arrestar a los cuáqueros que traficaban mujeres a Canadá y reasentar a los negros en Dakota del Norte, donde se supone que deben cultivar. Finalmente, Serena Joy apaga la televisión. Mientras se sientan, Defred piensa en su nombre, el nombre que ya no se le permite usar. Recuerda haber subido a su auto, con su hija en el asiento trasero. Le había dicho a la niña que iban a ir de picnic, y había planeado decirles a los guardias en la frontera que estaban haciendo una excursión de un día. Tenían pasaportes falsos y visas falsas. Recuerda tener miedo incluso después de pasar el primer punto de control.

El Comandante llama a la puerta como se supone que debe hacerlo, pero entra antes de que Serena Joy le dé permiso. Saca una Biblia de una caja. Está guardada bajo llave para que las mujeres no puedan leerla. Pide un trago de agua y alguien va a buscarlo. Todos lo miran. Defred piensa en lo extraño que debe ser ser un hombre vigilado por mujeres todo el tiempo, incluso cuando está dentro de una, mirando dentro de ella con "su acechante ojo de babosa" (p.132). El Comandante lee las historias bíblicas habituales, incluida la de Raquel y Lía, en la que Raquel, una mujer infértil, le dice a su esposo que use a su sierva Bilhá para procrear, y le dice que "ella parirá sobre mis rodillas, y así también yo tendré hijos suyos" (p.133). En el Centro escuchaban esa historia durante el desayuno y las Bienaventuranzas en el almuerzo. Defred sabía que habían cambiado los hechos en las historias, pero no podía probarlo.

Recuerda encontrarse con Moira en el baño. Moira le dijo que iba a tratar de escapar fingiendo estar enferma; sabía cómo darse escorbuto al no recibir vitamina C. Defred le dijo a Moira que no hiciera tal cosa, pero Moira la ignoró. Luego sale de su ensueño para escuchar al Comandante, que continúa con la historia. Serena Joy está llorando, como siempre. Durante la oración silenciosa, susurra las palabras latinas escritas en su armario por la mujer que cree que era como Moira, aunque no sabe lo que la frase significa. Fue durante la cena que supo que Moira se había ido. Entonces vio regresar la ambulancia. Llevaron a Moira al laboratorio de ciencias y le golpearon los pies con cables de acero hasta que no pudo calzarse los zapatos: los pies y las manos no eran partes importantes del cuerpo de una mujer.

El Comandante termina la oración y todos se ponen de pie. El Comandante, Serena Joy y Defred suben a la habitación matrimonial. Defred yace completamente vestida en la cama, mirando hacia el dosel. Serena Joy toma su cabeza en su regazo y le sostiene las manos. Sus anillos cortan las manos de Defred, tal vez a propósito. El Comandante se mueve debajo de su falda. Lo que está sucediendo no se ajusta a ninguna definición de sexo en la que Defred pueda pensar. Se queda quieta y se pregunta, como siempre, si está loca. Esto no es divertido, ni siquiera para el Comandante; todos simplemente están cumpliendo con su deber. Defred se pregunta si el acto sería mejor si él fuera más guapo. Él es, al menos, una mejora respecto del anterior. Finalmente eyacula, se cierra los pantalones y sale de la habitación. Serena Joy le ordena a Defred que salga, aunque se supone que debería descanse en la posición indicada durante diez minutos. Defred se pregunta para quién es peor esto: si para ella o para Serena Joy.

Cuando Defred regresa a su habitación, se pone su camisón, se quita la mantequilla del zapato y se la frota en la cara. Las Criadas tienen prohibido cualquier producto de belleza por decreto de las esposas, y esto es lo mejor que pueden hacer. Yace en la cama, incapaz de dormir, extrañando a Luke. De repente, decide que quiere robar algo. Se levanta y se arrastra escaleras abajo, preguntándose qué debería tomar. De repente se da cuenta de que hay alguien allí: es Nick. Se quedan inmóviles, hasta que de repente él la besa. Ella comienza a tocarlo, pero es demasiado peligroso, y se separan. Él le dice que vendrá a buscarla. El Comandante quiere verla en su oficina al día siguiente.

Análisis

En esta sección de la novela, Atwood comienza a profundizar en los temas complejos y emocionales que impregnan la historia. Uno de los elementos más importantes de El cuento de la criada es la idea de propiedad, especialmente en relación al cuerpo de las mujeres. Diversas escenas de esta sección ponen el foco en este elemento: la violación en grupo a Janine, la tortura en los pies a Moira, la forma en que Defred tiene que robar manteca para cuidar su piel. Las mujeres de la generación anterior a Defred luchaban por lo que llamaron la propiedad de sus cuerpos, pero no tenían idea de que algún día esta se les quitaría por completo. irónicamente, la pérdida total de autonomía sobre sus cuerpos ha llevado a su "objetivación" a un nivel mucho más dañino que la pornografía y las imágenes de los medios a las que tanto las feministas como las conservadoras se oponían. El mundo entero les dice que la parte más importante de ellas, la única que importa, es su útero, y Defred no puede evitar creer que esto es cierto: "Solía pensar en mi cuerpo como en un instrumento de placer, o un medio de transporte, o un utensilio para el cumplimiento de mi voluntad ... Ahora el cuerpo se las arregla por sí mismo de un modo diferente. Soy una nube solidificada alrededor de un objeto central, en forma de pera, que es duro y más real que yo y brilla en toda su rojez rodeado por una envoltura traslúcida" (p.115). Esta reflexión cobra especial relevancia en tanto el centro de la parte VI es la Ceremonia, el acto sexual entre el Comandante y la Criada que reduce a esta última a un puro cuerpo gestante.

El lenguaje interno de Defred refleja su objetivación externa. Ella se ve a sí misma como un "cerdo al que se entrega como premio" (p.109) o una rata en una jaula, y literalmente desea que la traten tan bien como a ese tipo de animales. Desearía tener una de esas "pelotas para cerdos" (p.110), o una recompensa por buen comportamient; cualquier cosa que la saque de su aburrimiento. Tambiénnhela robar, porque la posesión se siente como una especie de poder. Se podría argumentar que la objetivación de Defred no está completa. En otras palabras, su sentido de identidad no se ha destruido por completo, porque reconoce que poseer un cuchillo o incluso un tenedor le devolvería cierta sensación de poder sobre su vida. Sin embargo, la resistencia de Defred a esta idea sugiere que está tan abrumada por la noción de posesión que ha renunciado a su capacidad de poseer cualquier tipo de poder.

El deseo de Defred de articular sus sentimientos, su necesidad de contar su historia a pesar del dolor que esto le causa, sugiere que el uso del lenguaje por parte de Defred es la clave para su supervivencia. Es importante que Defred continúe tratando de expresar sus experiencias en palabras, porque el lenguaje se ha vuelto aún más poderoso a la luz de las restricciones que se le imponen. Los signos del poder del lenguaje están en todas partes. La Biblia, por ejemplo, está literalmente guardada bajo llave para que nadie más que el Comandante pueda tener acceso a ella. Uno se pregunta si a todos los hombres se les permite poseer una Biblia, o si solo a aquellos con una cantidad suficiente de poder como para acceder al texto bíblico que, literalmente, se ha convertido en Ley.

Otro tipo de poder es discutido en esta sección: el de la transgresión. En este mundo, las transgresiones han adquirido mayor importancia y, a medida que las consecuencias de ser capturado son peores, la tentación de cometer "crímenes" sin ser descubierto parece crecer en proporción. Cuando Moira intenta escapar del Centro, la ley establece que debe ser castigada para disuadirla de futuras transgresiones. Le golpean los pies, porque para el régimen sus pies no son importantes, pero este castigo también tiene un significado simbólico. Su cuerpo, como el de Defred, ya no es un "medio de transporte": no puede simplemente irse a donde quiera.

Cuando Defred sueña con un cuchillo, está pensando en suicidarse. No fantasea con deslizarse entre los guardias sin ser vista, sino con seducirlos. Las Criadas claramente no están solas en estos cambios. El nuevo orden intenta regular todas las relaciones entre hombres y mujeres, y al hacerlo efectivamente ha hecho que estas relaciones giren completamente alrededor del sexo. Cuando Defred encuentra a Nick solo en la habitación, su beso parece casi inevitable, y Defred claramente desea tener sexo con él, aunque en su vida pasada fue una esposa amorosa y fiel. Parecería que Defred ya no puede ver una relación con un hombre que no implique sexo, ya sea autorizado o transgresor.

Sin embargo, también es posible ver la relación entre Nick y Defred no como un producto más de la nueva configuración de las relaciones entre hombres y mujeres, sino como un acto de resistencia; un intento de volver a conectar el sexo con el deseo, algo que el régimen ha dejado completamente de lado. Por desgracia, que su encuentro con Nick se haya generado porque él estaba ahí para decirle que el Comandante quería verla es un recordatorio de que esas resistencias son mínimas y están condenadas; su cuerpo está sometido al poder del Comandante.