El cuento de la criada

El cuento de la criada Resumen y Análisis Parte XIII: La noche - XIV: El Salvamento

Resumen

XIII: La noche

La noche de la excursión de Defred y el Comandante al hotel es muy calurosa. Por alguna razón, los reflectores están apagados. Defred se ha puesto su ropa normal y ha intentado quitarse todo rastro de maquillaje. Serena Joy llega a su puerta a medianoche, según lo acordado. Defred la sigue por la cocina y Serena Joy le dice que la esperará allí. Defred se mueve rápido, asustada. Nick abre la puerta de su apartamento, que es sencillo y ordenado. Apaga la lámpara, le desabrocha el vestido y le ofrece una calada de su cigarrillo. Hablan torpemente al principio, pero gradualmente se sienten más cómodos el uno con el otro. Finalmente la abraza y luego la lleva a la cama. Él comienza a besarla y tocarla, y dice "Nada de fantasías románticas, ¿de acuerdo?" (p.355). Defred, sin embargo, no está muy segura de cómo suceden los eventos, porque le da verguenza contar las cosas tal como sucedieron, y porque "la sensación qeue produce el amor es simpre una mera aproximación" (p.356). Se queda ahí tumbada, pensando en qué piensa Serena Joy, si está preguntándose si está traicionando a su marido y si desea no tener vergüenza.

XIV: El Salvamento

Defred desea que esta historia sea sobre otra cosa, sobre algo mejor. Ha tratado de poner algunas cosas más bonitas, como flores. Vuelve con Nick tantas veces como puede. Cada vez, ella espera que él la rechace, pero nunca lo hace. Cuando se besan, ella mantiene los ojos abiertos. Siempre hacen el amor como si fuera la última vez, por eso la siguiente vez siempre es un regalo. Esto es lo más peligroso que puede hacer, pero no le importa. Ella le cuenta todo: sobre Moira, sobre Deglen. Incluso le dice su verdadero nombre. Sin embargo, habla muy poco.

Un día, Defred está caminando con Deglen, quien intenta que ella obtenga información del Comandante entrando en su estudio y leyendo sus papeles. Defred siente que nada de esto es real y piensa en si podría estar embarazada. Van a un Salvamento del distrito. Se dirigen al césped, donde se ha montado un escenario. Hay cada vez menos Salvamentos ahora, porque las mujeres se portan muy bien. Ocupan sus lugares en el orden habitual. Esta vez, las Criadas tienen cojines para arrodillarse y hace buen tiempo. Defred intenta pensar en Nick y no en el escenario. Se van a salvar dos Criadas y una Esposa; probablemente han sido drogadas. Llegan los oficiales y Defred se da cuenta de que la Tía Lydia está ahí. La Tía Lydia da el discurso de introducción habitual y luego les dice que ya no darán un relato detallado de los crímenes de los prisioneros, porque en el pasado eso ha llevado a un aumento de ese tipo de crímenes. La multitud reacciona con enojo y comienza a especular con que la Esposa probablemente esté allí por haber matado a su Criada, que es prácticamente lo único que las Esposas tienen prohibido hacer con ellas. O, quizás, podría ser adulterio o intento de fuga. Atan una bolsa sobre las cabezas de la mujeres y se les coloca una soga alrededor del cuello. Las mujeres cuelgan. Defred no quiere ver más y mira hacia abajo.

Los tres cuerpos cuelgan allí. La Tía Lydia anuncia el final del Salvamento, pero luego les dice a las Criadas que formen un círculo. La mayoría de las esposas e hijas se van, aunque algunas se quedan para mirar. Deglen tira de Defred para llevarla consigo al frente de la ronda. La Tía Lydia les recuerda las reglas de una Particicución: deben esperar hasta que suene el silbato. Dos guardianes sacan a un hombre que claramente ha sido golpeado. La Tía Lydia les dice que él y otro hombre violaron a dos Criadas a punta de pistola, una de las cuales estaba embarazada, y su bebé murió. A pesar de sí misma, Defred siente una oleada de sed de sangre. La Tía Lydia silba y, después de un momento, el hombre intenta hablar, pero las mujeres se adelantan. Deglen empuja hacia el frente y patea al hombre varias veces, brutalmente, en la cabeza. Las mujeres lo destrozan. Deglen vuelve con Defred, que está horrorizada. Deglen le susurra que era todo mentira; él es parte de su red, y ella lo dejó inconsciente para evitarle más sufrimiento. Unos momentos después, todo termina y las mujeres se alejan. Defred se siente mal por lo que pasó, consigo misma. Quiere "ir a la cama y hacer el amor, ahora mismo" (p.377).

La vida vuelve a la normalidad. Una tarde, Defred va a su rincón habitual a esperar a Deglen. Cuando la mujer que se acerca alcanza a Defred, esta se da cuenta de que es una mujer diferente. Defred no sabe cómo podrá averiguar qué le pasó a Deglen, ya que se supone que no son amigas. Le pregunta a la nueva mujer si Deglen fue transferida, y la mujer responde que ella es Deglen. Van juntas de compras, y Defred sugiere que vayan al Muro. Ya hay mujeres colgadas de la pared. Defred intenta introducir la palabra "Mayday" en la conversación, pero lo hace con torpeza y se da cuenta de que ha cometido un error: "No es una de las nuestras. Pero sabe" (p.381). Piensa en las cosas que el régimen podría hacerle. En la esquina, mientras se separan, la mujer se inclina y susurra: "Ella se colgó. Después del Salvamento. Vio que la furgoneta venía a llevársela. Es mejor así" (p.382). Defred solo siente alivio; ella, al menos, está a salvo. Se dice dispuesta a renunciar a su humanidad y comenzar a vivir como se espera de ella, como una incubadora. El alivio mezclado con la sensación de peligro inminente se apoderan de ella y "por primera vez" siente "el verdadero poder que tienen" (p.384). En el escalón superior ve a Serena Joy. Defred intenta no dar señales de culpa mientras piensa qué pueden haber descubierto, hasta que Serena Joy arroja a sus pies la capa y el traje que llevaba Defred en el Jezabel. Le dice, enojada, que confiaba en ella, y Defred sabe que todo acabó. Va a su habitación, como se le ordena.

Análisis

Por un breve tiempo, El cuento de la criada se convierte inesperadamente en una historia de amor. El romance de Defred con Nick es un desarrollo extraño, en gran parte porque demuestra varios cambios importantes en el personaje de Defred que han ocurrido casi por completo debajo de la superficie de la novela. Sus acciones parecen demostrar que ha abandonado su creencia en la posibilidad de escapar, su fe en que Luke todavía podría estar vivo en algún lugar, y sus plegarias para que algún día el nuevo régimen llegue a su fin. Este "dejarse llevar" es algo trágico, porque la creencia de Defred en la posibilidad de un cambio parecía ser lo único que la mantenía entera como persona, y lo único que se interponía entre ella y el suicidio. Al mismo tiempo, al iniciar una aventura con Nick, Defred ha hecho algo mucho más valiente de lo que cabría esperar porque, si bien su relación cuenta con la aprobación de Serena Joy, no deja de estar libre de peligro.

El amorío de Defred con Nick es la tercero de una serie de aventuras amorosas. En dos ocasiones, Defred ha "robado" conscientemente a un hombre de otra mujer, aunque con el Comandante no tenía, en realidad, otra opción. A Nick, sin embargo, no se lo roba a nadie. Sus acciones son ilícitas en el contexto del régimen, pero románticas a los ojos del lector. Su aventura con Nick es un recordatorio de que el sexo unido al amor no pertenece a la misma categoría que el sexo en ausencia del amor. Esta distinción se ve claramente en la forma en que Defred vive estas relaciones sexuales: "Cuando estoy con el Comandante, cierro los ojos, incluso cuando solo se trata del beso de despedida. No quiero verlo tan de cerca. En cambio aquí [con Nick] siempre mantengo los ojos abiertos. (...) Quiero ver todo lo posible de él, abarcarlo, memorizarlo, guardarlo en mi mente para después vivir de su imagen (...)" (p.362). El Comandante desestima la sugerencia de Defred de que el régimen se ha olvidado de proporcionar amor, pero lo hace sin una verdadera comprensión del poder del mismo. El régimen considera que el amor no es importante, pero es evidente que este tiene el poder para hacerle frente: es el amor al prójimo lo que impulsa a la creación del Tren Metropolitano de Mujeres y, como se verá más adelante, es por el amor que Nick siente por Defred que ella logra salvarse.

Por otro lado, Defred siente que su relación con el Comandante ya no tiene nada que aportarle. En sus últimas visitas, "el Comandante ya no representa un interés inmediato" (p.363), y ella tiene que esforzarse por disimular su indiferencia. Ahora, este amorío no representa más que un gran peligro para Defred, pero no puede hacer nada por evadirlo. No obstante, cuando Serena Joy encuentra el disfraz que Defred usó en el Jezabel, siente que la Criada la ha traicionado. En este sentido, el régimen de Gilead se demuestra muy efectivo a la hora de someter a sus ciudadanos y asignar culpas: Serena Joy acusa a Defred de traición, aun a sabiendas de que ella no tenía más opción que obedecer al Comandante, porque sabe también que el régimen no le permitiría dirigir la culpa a su esposo. Al principio de la novela, Defred piensa en cómo Moira criticó su romance anterior con Luke, a pesar de que terminó casándose con él, y se pregunta qué habría pensado Moira de su romance con el Comandante. Una vez más, Atwood parece señalar similitudes entre el mundo de Gilead y el mundo ordinario. Ante estas situaciones de infidelidad, es posible que en los lectores surjan preguntas como: "¿le debía algo Defred a la esposa anterior de Luke?", "¿le debe algún tipo de lealtad a Serena Joy?", "¿existe alguna solidaridad intrínseca entre mujeres que prima sobre las relaciones entre mujeres y hombres?". No obstante, preguntas como estas, si bien están vigentes en la actualidad, no dejan de poner el foco de la responsabilidad sobre las mujeres, en vez de enfocarse en la desigualdad de poder entre mujeres y hombres. Si son Luke y el Comandante quienes están traicionando a sus respectivas esposas, ¿por qué no es a ellos a quienes se juzga duramente? ¿No es el abuso de poder del Comandante peor que la posible traición de Defred, quien no tenía más opción que aceptar? Ya sea en la ficticia República de Gilead o en nuestra sociedad, la tendencia continúa siendo la de poner siempre el peso de la culpa en las mujeres.

Otro tema importante que se reafirma en esta sección de la novela es el poder del lenguaje. Aquí, Defred aborda directamente el hecho de que está "construyendo" su historia: "Preferiría que este relato fuera diferente ... preferiría que fuera acerca del amor, o de los logros importantes de la vida, o del ocaso, o de pájaros, temporales, o nieve. Tal vez, en cierto sentido, es una historia acerca de todo esto; pero mientras tanto, hay muchas cosas que se cruzan en el camino..." (p.359). La confusión, la falta de un hilo claro, se construye con cuidado, incluso ingeniosamente. La historia se cuenta como Defred desea contarla, y no de la manera objetiva que el lector podría preferir.

En esta sección, Defred también articula más claramente a quién está destinada la historia. Aunque no dice directamente el nombre de Luke, ciertamente lo alude cuando dice: "Hemos llegado a una parte que no te va a gustar, porque no me porté bien" (p.360). Sin embargo, el sentido de las divagaciones de Defred no está del todo claro. Ella dice (presumiblemente a Luke): "Al contarte algo, lo que sea, al menos estoy creyendo en ti (...), creyendo en tu existencia" (p.360). Sin embargo, parece posible que Defred cuente la historia no solo para reforzar su creencia de que Luke sigue vivo, sino también para reforzar su identidad y así ser más que el "cáliz" que el régimen pretende que sea. Defred ofrece su historia a Nick y a nosotros, los lectores, porque solo contándola puede sentirse "reconocida" (p.363). Ella se encuentra presa de un régimen que busca someterla y anular no solo su individualidad, sino todas las relaciones de amor o amistad que pueda tener. La única forma que encuentra de proteger su identidad es transmitiendo su historia y, para ello, solo puede permitirse confiar en Nick y los lectores.

Para revelar al lector los deseos de Defred más claramente, Atwood nos proporciona una escena que contrasta marcadamente con las insinuaciones del amor. Una de las peores muertes que ofrece la novela es la de Deglen, ya que ni siquiera se le ahorra la dignidad de la ausencia: es reemplazada por otra mujer con el mismo nombre y esencialmente la misma apariencia. No hay ningún agujero donde ella haya estado alguna vez. Deglen es un ejemplo de lo que le sucede a la mujer cuya historia no ha sido contada. Aunque fue más valiente que Defred, y posiblemente más merecedora de nuestro interés, deja de existir tan pronto como muere. No sabemos su nombre, por lo que es como si no hubiera existido. El borramiento de los nombres reales de las Criadas en favor de una designación genérica y supeditada al nombre de su Comandante es uno de los múltiples mecanismos del régimen para anular la identidad de estas mujeres. El mensaje es claro: las Criadas no son más que objetos cuyos dueños son los hombres a los que sirven.

Dentro del plan sistemático del régimen para dominar a su población, también vemos en este capítulo el uso de la manipulación informativa como una herramienta más para lograr sus objetivos. Durante el Salvamento se pueden ver dos modos de controlar a la población a través de la información. Por un lado, al comenzar la ceremonia, Tía Lydia dice que ya no se harán públicos los crímenes de las prisioneras, lo cual da pie a múltiples especulaciones y al temor generado por el desconocimiento. Por otro lado, a la hora de la Perticicución se brinda información del crimen cometido por el acusado, pero es completamente falsa. Las Criadas son manipuladas para que crean que el hombre que tienen delante es un violador y asesino, cuando en realidad están golpeando a muerte a un miembro de la organización que lucha por su libertad.