Distancia de rescate

Distancia de rescate Resumen y Análisis Parte 3

[Parte 3: pp.59-89]

Resumen

Amanda continúa relatando su intento de escape del pueblo a David desde la salita médica. Salió de la casa con la idea de saludar a Carla y disculparse por haberle gritado. Se dirigió a la granja de Sotomayor donde Carla trabajaba. David le pide que se apure en su relato y le recuerda que haber ido a saludar a Carla es una mala idea. Carla las llevó a conocer las caballerizas de Omar. Amanda escuchó un ruido: “Algo se cae, algo plástico y pesado” (2018:62). Era un bidón de fertilizante que se había caído de un camión. Nina se sentó en el pasto con Amanda. David le pregunta a Amanda por la distancia de rescate y Amanda contesta que no hay distancia de rescate porque están muy cerca. Nina se paró y dijo que estaba empapada. Amanda la revisó y le dijo que era rocío. David dice “Es esto. Este es el momento” (2018:64). Amanda le contesta que no puede ser. David le aconseja: “No dejes que se aleje” (2018:65). Nina comentó que el olor de sus manos era feo. David sigue aconsejando: “No te distraigas” (2018:65) y Amanda le contesta “No puedo elegir qué sigue, David” (2018:65) y, luego, “el hilo se tensa, pero estoy distraída” (2018:65). David le pregunta qué siente en ese momento y Amanda le cuenta que ella también estaba empapada. David dice: “Amanda, este es el momento, no te distraigas. Buscamos el punto exacto porque queremos saber cómo empieza” (2018:66). Le pregunta qué siente en ese momento y Amanda contesta: “Solo ese leve tirón en el estómago, por el hilo, y algo ácido, apenas, debajo de la lengua” (2018:67).

Carla sacó un mate y Amanda reflexionó sobre las pocas ganas que tenía de volver a la ciudad. En el presente, David le dice a Amanda que ese relato ya no importa. Amanda insiste con continuar, dice que pasan un lindo momento sentadas al lado del aljibe y que después de eso todo comienza a andar mal. Amanda preguntó a Carla cómo había cambiado David y con qué se había intoxicado. Carla contestó: “Eso pasa, Amanda, estamos en un campo rodeado de sembrados. Cada dos por tres alguno cae, y si se salva igual queda raro” (2018:70).

Carla le contó una historia de cuando David era más chico. Lo había visto enterrando a un pato y también a un perro. En el aljibe, Nina la llamó a Amanda, pero ella estaba concentrada en la conversación con Carla.

En el hospital, Amanda le dice a David que siente algo raro en las manos, que le tiemblan. David le dice que quiere mostrarle algo. Le pregunta si sabe dónde están. Amanda recuerda que está en la salita de emergencia desde hace dos días. Pregunta dónde está Nina. Empieza a contar de nuevo la llegada al campo de Sotomayor y David la interrumpe y la ayuda a levantarse de la cama. Le muestra dibujos en las paredes de la salita hechos por chicos. Amanda le dice que está confundida, dice: “confundo los tiempos” (2018:77). Vuelve a contar la primera vez que ve a Carla y David la interrumpe, le dice que ese lugar se llama “la sala de espera” (2018:78). Amanda le pregunta por Nina y David le dice que es la cuarta vez que cuenta ese relato. Amanda está confundida y se siente débil porque tiene fiebre. Continúa con el relato de la mañana con Carla y Nina en el aljibe.

En el campo de Sotomayor, Nina le dijo que le picaban las manos. Carla le contó a Amanda una historia sobre David. Dijo que su hijo se escapaba a la noche de la habitación y su marido, Omar, había decidido cerrarle la puerta con llave. Dijo que los caballos se habían escapado un día del corral y habían aparecido cerca del riachuelo muertos de miedo. Carla interrumpió el relato para preguntarle a Amanda si estaba bien. Le dijo “tenés los labios blancos” (2018:83) y Amanda se dio cuenta de que tenía el “cuerpo quieto y adormecido” (2018:83). Carla la ayudó a acostarse en el pasto y le levantó las piernas.

En ese momento David interrumpe el relato de Amanda y le muestra los dibujos de la sala de espera. Le cuenta que allí los niños “deformes” como él pasan los días. Amanda le dice que está agotada y necesita parar, le pregunta qué pasa, está confundida. Luego sigue con el relato. En el campo de Sotomayor logró sentarse. Nina la miró preocupada y la distancia de rescate se tensó. Carla fue a buscar el auto y Nina se acostó sobre Amanda. Amanda recordó en ese momento la primera noche que pasaron en la casa del campo. Ella había salido a dar una vuelta por el terreno porque necesitaba “ir por delante de cualquier cosa que pudiera ocurrir” (2018:89), anticiparse a los peligros. Amanda le explica a David en la salita de emergencias que esa es una costumbre que heredó de su madre y que su madre había heredado de su abuela. David responde: “Pero se les escapa lo importante” (2018:89).


Análisis

En la tercera parte de la novela se cuenta el momento en el que Nina y Amanda se intoxican. David intenta que Amanda descubra nuevos detalles sobre ese acontecimiento. Le pregunta sobre la distancia de rescate y sobre las sensaciones que siente en el cuerpo en ese momento preciso. Este episodio se vincula fuertemente con el tema de la maternidad y los agrotóxicos. Se despiertan preguntas respecto de los cuidados posibles frente a una amenaza invisible y sistemática.

Forttes considera que Distancia de rescate es “una historia de horror en la cual el elemento que más intranquiliza es la incapacidad de la madre de proteger la vida nueva ante la omnipresencia de la industria agro-tóxica” (2018:147). Este episodio echa luz sobre cómo Amanda intenta adelantarse a los peligros para proteger a su hija, pero termina fallando porque, según David, “se les escapa lo importante” (2018:89). La novela reformula la vieja idea de que lo esencial es invisible a los ojos. Aunque Amanda sale con una linterna a recorrer los alrededores de la casa alquilada para adelantarse a los posibles peligros y decide irse porque no se siente segura, se intoxica sin darse cuenta. El veneno está en la tierra y en el agua y no es reconocible para una persona que no es del pueblo.

Como se ha dicho en la sección anterior, el peligro no puede ser nombrado y esto configura una atmósfera gótica. Amanda no logra proteger a su hija porque ni siquiera es consciente del momento exacto en el que se intoxica. Siguiendo a Forttes, la concepción de una madre “poseedora de los conocimientos que permiten la supervivencia de los hijos, caduca frente a un entorno intervenido y regulado por el capitalismo global” (2018:156). Lo que la novela expone es la inutilidad de las tareas de cuidado que ejercen las madres para hacer frente a un peligro invisible e intencional. Como entiende De Leone, la agricultura en el siglo XXI busca la megaproductividad de las semillas a costa de la interrupción en la reproducción de la vida (2017:65). Las tareas de cuidado de las madres son en vano porque hay peligros que las exceden.

Además, esta tercera sección tensiona las distintas instancias cronológicas de la novela. Siguiendo a De Leone, la perspectiva de la narración es doble y alternada (2017). En primer lugar se configura la conversación de Amanda y David como el presente de enunciación, como el relato marco de la historia. Durante sus últimas horas de vida, Amanda relata la historia de los días en ese pueblo. Luego se pasa al relato de Amanda, a la primera noche en la casa, a la decisión de dejar el pueblo, a la visita a la granja de Sotomayor y a su intoxicación. El pasaje entre una y otra instancia cronológica se realiza bruscamente durante toda la novela. Lo que aparece por primera vez en esta tercera sección son las estructuras circulares, los loops de ciertos relatos que terminan donde comienzan y viceversa.

En el presente Amanda se encuentra afiebrada y confundida por la fiebre y la intoxicación. En varios momentos repite algunos fragmentos del relato de sus últimos días en el pueblo. Por ejemplo, vuelve a contar de los hombres que cargan bidones en el campo de Sotomayor y luego repite la descripción de la bikini dorada de Carla. Incluso admite su desorden: “Estoy confundida, confundo los tiempos” (2018:77). Significativamente, David estimula su desbarajuste. Cuando Amanda le cuenta sobre el momento de la intoxicación, sobre Nina en el aljibe y su distracción, David le aconseja: “No dejes que se aleje” (2018:65). Se genera una confusión temporal en tanto David le pide que cambie ciertos hechos que ya sucedieron en el pasado. Del mismo modo, cuando Amanda decide ir a saludar a Carla a la granja antes de volver a la Ciudad, David dice “es el momento de salir del pueblo, ahora es el momento” (2018:59). Es extraño que David de indicaciones sobre cómo actuar cuando todas las equivocaciones ya se habían realizado y la habían llevado a Amanda hasta sus últimos minutos de vida.

El relato de Amanda forma un loop, tiene una estructura circular. Ante las reiteradas preguntas respecto del paradero de Nina, David le contesta: “Te lo digo una y otra vez, Amanda, pero es difícil si cada vez volvés a preguntarlo” (2018:87). Amanda está agotada, entonces David la ayuda con el relato, repone algunos sucesos. Amanda le pregunta: “¿Cómo sabés que eso es lo que pasa? ¿Lo ves, estabas ahí escondido?” (2018:84) y David revela que no es la primera vez que Amanda le cuenta esa historia.

Además del entrecruzamiento de los tiempos narrativos, en la tercera parte aparece un espacio intermedio, un espacio de yuxtaposiciones y solapamientos: la salita de espera. En el presente, cuando Amanda está cerca de morir, David la lleva a la sala de emergencia y le muestra los dibujos de los demás niños-monstruos del pueblo -33 chicos con deformaciones genéticas por los agrotóxicos. Por definición, una sala de espera es el espacio previo a la entrada a un consultorio, el pasaje entre el afuera de una clínica u hospital y la efectiva visita a un médico. En esta novela, los médicos rurales no llegan a tiempo y la sala de espera se habita por una población de niños que no tiene cura posible, nacen condenados por las decisiones agroecológicas de su entorno.

Amanda está atravesada por los espacios intermedios. Habla confundida desde la sala de emergencias entre el sueño y la vigilia, en los momentos previos a su muerte. Por ejemplo, le dice a David que le tiemblan las manos y él contesta: “No veo que te tiemblen, ya dejaron de temblar, desde ayer” (2018:79). De algún modo, Amanda está más presente en su relato, en la historia con Nina y Carla en la granja, que en la cama del hospital con David. Repite varias veces la historia, se atrapa en el loop de su propio relato como si fuese una alucinación.