Distancia de rescate

Distancia de rescate Resumen y Análisis Parte 2

[Parte 2: pp.34-59]

Resumen

En la salita de emergencias Amanda le pregunta a David dónde está Nina. David contesta que eso no es importante y ella dice “eso es lo único importante” (2018:35). David le pide que le cuente más sobre la distancia de rescate. Amanda explica que varía con las circunstancias, que el primer día había necesitado tener a Nina muy cerca mientras había inspeccionado la casa en busca de potenciales peligros. Al día siguiente había logrado extender un poco “el hilo invisible que nos une” (2018:37). David dice que la distancia de rescate es muy importante. Amanda cuenta que ese día, luego de almorzar, se subieron al auto rumbo al centro del pueblo. Compraron comida en la feria y entraron a Casa Hogar para comprar un muñeco inflable para la pileta. En la caja escucharon un grito agudo. Nina se acercó corriendo por el pasillo “entre divertida y asustada” (2018:41). La cajera suspiró resignada y agarró de la mano a Abigaíl, una niña pelada que rengueaba y tenía una frente enorme que ocupaba más de la mitad de la cabeza. Nina se rio de los nervios. David le recuerda que buscan “el punto exacto en el que tocan tu cuerpo por primera vez” (2018:42) los gusanos. Amanda quiere saber sobre la historia de David, pero él le aclara que esa no es la historia que tiene que entender. Le pregunta cuándo ha empezado a medir la distancia de rescate y Amanda le dice que es algo heredado de su madre.

Amanda y Nina volvieron del centro y Nina se acostó a dormir la siesta. Amanda salió a visitar la casa verde. Vio los grandes campos de soja, un angosto río y un perro al que le faltaba una pata trasera. David comenta que eso es importante y tiene mucho que ver con lo que buscan. Cuando Amanda regresó a la casa, encontró a Carla en la puerta. Amanda sintió tensarse la distancia de rescate. Carla le dijo que David había entrado a su casa. Amanda miró la ventana del primer piso y vió “la palma de una mano” (2018:47) apoyada en el vidrio y la cara de Nina sonriente y tranquila. En ese momento recordó que había dejado todas las ventanas abiertas y las estaba viendo todas cerradas. Carla le dijo que no había podido abrir las puertas y que tenían que entrar rápido. Amanda y Carla se pusieron nerviosas, corrieron hasta la puerta de entrada y subieron las escaleras con miedo. Amanda encontró a David parado en el medio de su cuarto, esperándola, le preguntó por Nina, pero David no contestó. Nina apareció de la mano de Carla. Amanda le gritó a Carla para que salga de su casa: “sos vos la que asustás a todos con tu delirio” (2018:50). De nuevo en la salita, Amanda le pregunta a David si ese es el punto exacto y él dice que no, que el punto exacto se siente en el cuerpo, que es casi imperceptible y que hay que estar atento. Luego la apura, le dice que queda poco tiempo.

Amanda preparó la merienda para Nina en la cocina y luego vio a David afuera. Se desconcertó porque no lo había visto bajar por las escaleras ni salir de su casa. Amanda tomó la decisión de irse: “ya no quiero estar acá” (2018:53) porque sentía la casa y el pueblo como lugares inseguros. Decidió esperar al día siguiente para no manejar de noche.

Esa noche Amanda durmió muy mal y tuvo una pesadilla. En el sueño Amanda se despertó en el medio de la noche y no encontró a Nina en su cuarto. Bajó al living y la encontró sentada en la mesa con su marido. Ella le dijo que no era Nina y le pasó una lata de arvejas. Luego, Nina dijo “soy David” (2018:56). David interrumpe el relato y pregunta si es un juego y Amanda le aclara que es una pesadilla. Dice que después de eso se despertó agitada a las cinco de la mañana y comenzó a empacar. Amanda le pregunta a David si había podido escapar pero David le contesta que no, y que están intentando averiguar por qué no.

Amanda despertó a Nina. Recordó que su madre le decía que algo malo sucedería y sintió una fatalidad tangible e irreversible. Casi no había distancia de rescate: “el hilo está tan corto que apenas puedo moverme en el cuarto” (2018:57).

Amanda empezó a pensar en ir a ver a Carla para disculparse, se sentía culpable por dejarse influenciar por sus miedos y por haberle gritado. David le comenta que es un error, le indica que ese es el momento de salir del pueblo. Amanda cerró la casa y se subió con Nina al auto en el amanecer rumbo a la granja de Sotomayor.

Análisis

Esta segunda parte profundiza en el tema de la distancia de rescate, en el tipo de maternidad sobreprotectora que practica Amanda y en su decisión de irse del campo. Amanda explicita que la idea de la distancia de rescate es heredada de su madre y constituye el modo en el que piensan las tareas de cuidados maternales en su familia. Se trata de medir el tiempo que tardaría una madre en socorrer a una hija o a un hijo ante el peligro. Es significativo que el planteo encierra un fatalismo originario: “«Tarde o temprano algo malo va a suceder», decía mi madre, «y cuando pase quiero tenerte cerca»”. (2018:44).

Sin embargo, el planteo incluye la posibilidad de que la medición de esta distancia falle. De hecho, lo que David busca dilucidar es el momento preciso en el que el radar que mide los peligros de Amanda fracasa, y ambas se intoxican. Previo a ese momento trágico, aparece una primera escena de alta tensión en la novela. Carla sale a dar una vuelta mientras Nina duerme la siesta y, cuando vuelve, encuentra a Carla en la puerta de su casa. Carla le dice muy alarmada que David había entrado y que tenían que sacar a Nina de ahí. Apenas Amanda ve a Nina haciéndole gestos a lo lejos, siente “una espantosa sensación de fatalidad” (2018:47). Sin embargo, cuando ve a Nina contenta y tranquila, reflexiona: “por un momento agradezco que mi sentimiento de fatalidad no funcione correctamente, que todo haya sido una falsa alarma” (2018:47). Amanda culpa a Carla por preocuparla y generar ese clima de tensión y peligro que cree que es injustificado. Cuando ve a David parado en su cuarto lo siente indefenso y considera que Carla la había sugestionado con sus historias de terror.

Durante toda esta segunda parte, Amanda siente un peligro latente en el pueblo, pero no logra descifrar qué es. Según Forttes “la trama de la novela se construye por lo tanto desde el momento en que la madre examina la casa en búsqueda de potenciales peligros para su hija, hasta la escena del envenenamiento, la posterior pérdida y la inminencia de la muerte” (2018:152). Es significativo que en este episodio Amanda se convenza de que Carla había creado injustificadamente una escena terrorífica, pero al mismo tiempo decida irse del pueblo. Hay un rasgo gótico en esta madre que siente el lugar como amenazante, sin embargo, no es capaz de nombrar el peligro. Siguiendo a Forttes, “es precisamente esta exclusión representativa de una violencia (cometida o inminente) la que moviliza políticamente los imaginarios de la novela gótica. Puesto que las latencias que acechan e intranquilizan tienen por objetivo, en los registros del gótico, revelar un mal que funda su poder en la invisibilidad” (2018:151). En esta novela la intoxicación por agrotóxicos se presenta como una amenaza invisible. Las preguntas de David, que apuntan a descubrir el momento en el que Amanda y Nina se intoxican, resaltan el carácter imperceptible del peligro.

Además, el episodio de Nina y David dentro de la casa es interesante porque muestra cómo el radar de Amanda, y el de cualquier persona responsable de un infante puede fallar porque es subjetivo, variable y arbitrario. Esa noche Amanda define que quiere irse de esa casa porque siente a todo el pueblo como un sitio inseguro. Reflexiona: “La distancia de rescate está ahora tan tensa que no creo que pueda separarme más de unos pocos metros de mi hija” (2018:53). Cuando cuenta que juntó sus cosas para marcharse, David le dice que ese era el momento correcto para salir del pueblo. La voz de David explica la equivocación de la protagonista. En ese momento, los lectores, la Amanda del presente -acostada en su lecho de muerte- y el David del presente -conversando con Amanda en la salita médica-, saben que el único modo que tenía de sobrevivir era irse en ese momento del pueblo.

En esta segunda parte Amanda ve a David por primera vez. Lo primero que piensa es: “Si no fuera por las manchas blancas que tenés en la piel serías un chico normal y corriente” (2018:49). No se alarma por sus diferencias físicas o por el silencio que sostiene en todo momento. Al contrario, se da cuenta de que él no le da miedo. Esto marca cierto escepticismo que siente Amanda respecto de todo el relato esotérico de Carla. En un primer momento cuestiona a la mujer de la casa verde y en esta ocasión pone en duda el peligro que representa David. En contraposición, cuando Amanda y Nina se encuentran con Abigaíl, la hija de la cajera de Casa Hogar, ambas se ven afectadas por la apariencia de esta niña. Nina le aprieta la mano y hace su risa nerviosa y Amanda piensa que si fuera su hija no sabría qué hacer. Sin embargo, luego de ver a la madre arrastrarla “con paciencia” (2018:42) y hablarle “con dulzura al oído” (2018:42), Amanda se siente culpable por haber pensado eso. De algún modo empatiza con esa madre y deja de pensar en Abigaíl como un monstruo. El abordaje gótico de las infancias en esta novela tiene que ver con el no reconocimiento de las madres. En este caso, aunque Abigaíl renguea, tiene la frente de un tamaño desproporcionado y es pelada, Amanda ve la “sonrisa triste” (2018:43) de la madre y deja de escandalizarse por la niña.

Finalmente, esta parte incluye tres pistas que anticipan el desenlace de la historia. Cuando Amanda sale a caminar por el pueblo se encuentra con un perro al que le falta una pata trasera. David le dice que ese dato es importante y tiene que ver con los gusanos. El perro se presenta como una víctima de las intoxicaciones generadas por los agrotóxicos. Siguiendo a De Leone, el agronegocio del campo argentino funciona “al servicio del cuidado y la protección de las materias, mercancías y ganancias de un sistema agrocapitalista global con dinámicas demoledoras en materia ecológica y humana” (2018:64). Todo lo que no es soja se pudre, se desecha y se descarta. Además del perro con una malformación genética, Amanda ve un “hilo oscuro y fino de agua” (2018:45). El agua, el recurso natural fundamental para la vida humana, aparece como un elemento podrido y contaminado. Por último, el sueño de Amanda anticipa el desenlace de la novela. Nina le dice que es David y Amanda despierta de la pesadilla. La pesadilla adelanta la intoxicación y posterior migración del alma de Nina que genera que una parte suya se aloje en el cuerpo de David.