Distancia de rescate

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La casa verde

La casa verde es un espacio importante en la novela, es el lugar al que, según Carla, “vamos a veces los que vivimos acá, porque sabemos que esos médicos que llaman desde la salita llegan varias horas después, y no saben ni pueden hacer nada de nada” (2018:23). En esta casa se compensan las deficiencias que tiene el sistema médico: “No hay médicos, y la mujer de la casa verde hace lo que puede” (2018:108).

Es interesante cómo Carla describe la casa verde de una manera muy distinta a Amanda. Carla comienza a delinear el espacio diciendo que la mujer de la casa tiene siete hijos varones. Este comentario despierta un imaginario esotérico, con el mito de los hombres lobos. Describe a la curandera como una mujer sensata, precisa, amorosa y capaz.

En contraposición, Amanda sale de su casa a visitar la casa verde para medir los peligros. No llega a acercarse a la casa, solo la ve de lejos: “La anteúltima está pintada de verde. El color está desgastado pero todavía se ve fuerte, insólito en el resto del paisaje” (2018:40). Se describe el color de la construcción que llama la atención pero no se menciona ningún factor esotérico. Amanda es escéptica respecto de los “poderes” de la curandera y en ese sentido su descripción es diferente.

La visión de Amanda

Las imágenes visuales son importantes en la intoxicación de Amanda, ya que es uno de los sentidos que se ven afectados por el veneno. Los síntomas comienzan mientras charla con Carla en la granja de Sotomayor. Carla se da cuenta antes que Amanda de los síntomas, le dice que está pálida y la ayuda a recostarse. Cuando se suben al auto, Amanda tiene que cerrar los ojos porque la luz la encandila: “el reflejo filoso del sol sobre el capó me obliga a entrecerrar los ojos” (2018:92). La intoxicación genera esta sensibilidad en la vista que la ciega. Amanda hace foco en pequeños elementos: “veo mis pies avanzar” (2018:93) y “la imagen de mis manos apoyadas en la pared” (2018:93). La luz la molesta, en la sala de emergencias Amanda se siente aliviada por “estar en un sitio sin tanta luz” (2018:94).

En reiteradas ocasiones David le pregunta a Amanda si lo ve. David conoce los síntomas de la intoxicación y entiende las dificultades que tiene Amanda para enfocar por su cuadro médico. A la medianoche, cuando intenta escapar de la casa de Carla con Nina, dice: “me pican los ojos y me los refriego un par de veces” (2018:104).

En el auto Amanda reconoce que “hay algo que me molesta en los ojos” (2018:106). Los refriega, los cierra y siente que hay mucha luz. Luego explicita: “La luz me obliga a entrecerrar los ojos” (2018:106). Los ojos le lloran y le arden. Amanda abre la puerta del auto y empieza a ver todo en color blanco. Dice: “yo no puedo mirarla, ya no hay prácticamente nada que pueda ver. Hay blanco hacia todos lados” (2018:109). La intoxicación hace que los ojos de Amanda no toleren la luz y vean todo en blanco.

Recién en la última parte de la novela Amanda vuelve a ver con claridad. Es interesante que puede recuperar la nitidez en la visión luego de morirse. David le aclara que va a empujarla hacia adelante y le dice que “sólo habrá unos segundos de claridad” (2018:117). Amanda comenta: “veo nítido y brillante” (2018:118).

La casa de Carla

La casa de Carla se describe como un lugar oscuro. Amanda comenta al entrar que sus “ojos tardan en acostumbrarse a la oscuridad de la casa” (2018:99) y luego repite que “todo es pequeño y oscuro” (2018:99). Las imágenes visuales ligadas a la casa de Carla tienen que ver con la luminosidad. A la noche, cuando decide salir con Nina de la casa de Carla, dice: “la puerta está abierta y atravesamos las largas tiras de plástico agachadas, como si saliéramos de una cueva fría y profunda hacia la luz” (2018:105).

Además de la oscuridad, la casa tiene “cosas tan feas e inútiles” (2019:99) y se encuentra desordenada.

Abigaíl

Abigaíl es una de las niñas deformes que aparecen en la novela. Pasa sus días en la sala de emergencia y a veces acompaña a su madre, cajera de Casa Hogar, al trabajo. En la primera parte de Distancia de rescate, Nina y Amanda la encuentran en el local y reaccionan con sorpresa y miedo. Las descripciones del cuerpo de Abigaíl por parte de Amanda son muy detalladas y visuales: “renguea tanto que parece un mono, pero después veo que tiene una de las piernas muy corta, como si apenas se extendiera por debajo de la rodilla, pero aún así tuviera un pie” (2018:42). La imagen visual y cinética describe el aspecto anormal que tiene el cuerpo de Abigaíl y también el modo en el que camina. La animaliza porque la compara con un mono.

Luego Amanda repara en rasgos de su cabeza: “Cuando levanta la cabeza para mirarnos vemos la frente, una frente enorme que ocupa más de la mitad de la cabeza” (2018:42). Su frente es desproporcionada para su tamaño y no tiene pelo en la cabeza. Amanda destaca que su madre “le limpia la cabeza sin pelos, como si tuviera polvo” (2018:42). Los rasgos físicos de Abigaíl exponen su monstruosidad porque presenta deformaciones estéticas respecto de los niños sanos.