Desgracia

Desgracia Resumen y Análisis Capítulos 4-5

Resumen

Capítulo 4

Melanie y Lurie tienen sexo en el cuarto de la hija de Lurie, donde Melanie se está quedando unos días. Ella en esta ocasión no se mantiene pasiva, lo que al protagonista le hace pensar que puede haber un futuro entre los dos. Melanie le pregunta por sus antiguas relaciones y si Lurie se acuesta con sus alumnas a menudo. Lurie le dice que no. Ese mismo día, en la universidad, un desconocido entra en la oficina de Lurie. Se trata del novio de Melanie, un sujeto alto, fornido, vestido de cuero y con una actitud desafiante. Le deja saber a Lurie que conoce la historia entre él y Melanie y que eso le traerá consecuencias. Lurie lo echa de su oficina. Más tarde encuentra que su auto ha sido objeto de un acto de vandalismo.

Melanie mantiene la distancia hasta el lunes. Ese día se presenta en clase acompañada de su novio. Lurie ignora la presencia de un intruso entre sus alumnos y continúa con su lección. El tema de la clase es la vida escandalosa de Byron y cómo eso afecta la recepción de sus poemas. Lurie lamenta que el tema sea precisamente ese. Durante la clase, los demás alumnos permanecen en silencio mientras Lurie habla y el novio de Melanie responde ocasionalmente a las preguntas del profesor.

Al final de la clase, Lurie le pide a Melanie que lo acompañe a su despacho y la invita a pasar sin su novio. Allí, asume el rol de profesor y le advierte a Melanie que deberá hacer un esfuerzo para aprobar la materia y recuperar el parcial al que no se presentó, cuya nota Lurie falsificó. Melanie dice que no está preparada para el examen, lo que exaspera a Lurie.

Luego, mientras conduce su coche a casa, ve pasar a Melanie y su novio en una moto, y la imagen lo excita.

Capítulo 5

Melanie no se presenta al examen y Lurie se entera de que Melanie ha renunciado a su matrícula en la universidad. Recibe una llamada del padre de Melanie, quien le pide encarecidamente que intervenga para que su hija no deje los estudios. Según el Sr. Isaacs, él es el indicado para convencer a Melanie porque ella le tiene mucho respeto. Lurie se compromete a ver qué puede hacer por ella. Cuando termina la llamada, Lurie reconoce que ha sido deshonesto y que tarde o temprano todo saldrá a la luz.

Luego, llama a casa de Melanie, pero su prima, Pauline, le dice que Melanie no quiere hablar con él. Las clases de toda la semana han salido mal y pocos alumnos se presentan a la clase. Lurie piensa que se ha corrido la voz. El viernes, después de su clase, Lurie regresa a su oficina y allí encuentra al padre de Melanie, quien lo enfrenta públicamente porque se ha enterado de la relación con su hija. Lurie lo ignora y no le ofrece ninguna respuesta.

Al día siguiente Lurie recibe la notificación de que se ha elevado una denuncia en su contra y que la universidad ha resuelto formar un comité de investigación. Está seguro de que la denuncia fue iniciativa del padre de Melanie o de su prima Pauline; para él, Melanie es demasiado inocente para hacerlo por su cuenta. Lurie se presenta ante el comité de investigación, que incluye al Vicerrector, Aram Hakim; la jefa del departamento de Comunicación, Elaine Winter y la profesora de la Facultad de Ciencias Sociales, Farodia Rasool. Los tres miembros del comité le explican a Lurie el procedimiento que ha de seguirse en estos casos y le recomiendan que se asesore legalmente. Lurie desea responder inmediatamente para decir que no tiene ninguna defensa, que todo lo dicho por Melanie es cierto. Hakim no le permite que responda apresuradamente e insiste en que se asesore legalmente.

Antes de la siguiente sesión ante el comité, Lurie visita a su abogado, quien le da una serie de recomendaciones como estrategia para defenderse: que contrate una abogada mujer, que acceda a hacer un curso de sensibilización o unas sesiones de psicología, que intente llegar a un acuerdo para que la chica y su familia no sigan adelante con las acusaciones. Lurie no recibe bien las sugerencias.

En el campus de la universidad, todos parecen estar enterados del asunto de Lurie y Melanie: algunos profesores evitan cruzar miradas con él, otros se callan cuando él entra a una sala, solo dos alumnos asisten a su clase y se organiza una campaña de concientización contra la violación.

Lurie sale a cenar con Rosalind, su exmujer, de quien lleva separado ocho años. Le han llegado rumores sobre lo que está sucediendo. Cada vez se vuelve más claro para él que este asunto no es privado, todos están enterados y hablan de él. Rosalind le deja saber lo que piensa sobre el escándalo que ella considera denigrante: “Deberías haber tenido un poco más de seso, David. Ya eres demasiado viejo para enredarte con las hijas de otras personas” (p.61). Si bien no discute con Rosalind y le permite opinar sobre el asunto, le cuesta reconocer sus errores e incluso mantiene una actitud condescendiente con Melanie, a quien considera ajena a la acusación. En su lugar, prefiere pensar que son sus padres y su novio quienes la están presionando.

Análisis

En estos capítulos vemos cómo la relación de Melanie y Lurie llega a su fin y, como era previsible, le trae una serie de problemas al profesor. Si bien Lurie es capaz de reconocer los riesgos que conlleva la aventura que está viviendo, actúa privilegiando sus impulsos por encima de todo. Por eso resulta llamativa su sorpresa cuando ve precipitarse la desgracia. En el capítulo 4, Lurie piensa que “Tendría que haberlo previsto: una chica como esa no podía aparecer en su vida sin traer complicaciones” (p.42). Ahora bien, esa reflexión anticipa la actitud que Lurie va a mantener con respecto a Melanie. En esta cita vemos que no reconoce su participación, dado que la muchacha no "aparece" en su vida, sino que él la busca y es quien la persigue. Luego, considera que las complicaciones radican en Melanie y no en él. En definitiva, Lurie no está dispuesto a reconocer que ha sido él quien se ha procurado todos estos problemas y se va a mantener firme en esa postura.

Asimismo, vemos como su tendencia a proyectar sus ideas sobre la realidad le juega en contra. Lurie elige ver en Melanie a una muchacha indefensa, por momentos incluso asume un rol paternal para con ella. La condescendencia de Lurie hacia Melanie aparece en el modo en que la trata: se refiere a ella como “Palomita mía” (p.47), “Querida mía” (p.47), “Pobrecilla, piensa, ¡y yo que la he tenido acurrucada contra mi pecho!” (p.44). Esa condescendencia es irónica, ya que es ella quien tiene la capacidad de destruir su carrera y reputación. Lurie se encuentra en una situación vulnerable y en cierta medida comprende que es así cuando al final del cuarto capítulo intenta revertir la situación y reestablecer los roles: “Pero ahora debo hablarte como profesor. Tengo obligaciones con mis alumnos, con todos ellos” (p.47). Melanie no reacciona como él espera y los lectores comprenden que él no está en control de la situación. No obstante, Lurie no abandona su postura y cuando Rosalind, su exmujer, le pregunta si se ha enamorado de “esa joven que está arrastrando tu nombre por el fango” (p.61), él responde a la defensiva: “Ella no es la responsable de eso. No le eches la culpa”. (p.61). Lurie elige pensar que el problema radica en los padres y en el novio y se aferra a la idea de que Melanie es indefensa e inocente.

De hecho, Lurie es incapaz de ver la realidad en lo que respecta a Melanie. Por ejemplo, se sorprende al escuchar al Sr. Isaacs decir que su hija es una chica seria y estudiosa: “Así que Melanie-Meláni, con sus baratijas compradas en Oriental Plaza y su incapacidad para sintonizar con Wordsworth, se toma las cosas muy en serio. Él nunca lo hubiera dicho, pero ¿qué otras cosas jamás hubiera dicho de ella?” (p.50). En esta cita se hace patente que Lurie proyecta lo que quiere en Melanie, pero que en realidad no la conoce. Reduce a Melanie a aquello que se relaciona directamente con él: si no sintoniza con Wordsworth, no es brillante ni estudiosa. No es casual que en esta ocasión utilice el nombre que ha inventado para ella. En el capítulo 3, Lurie piensa que el nombre de Melanie no es apropiado, pero que solo basta con cambiar el acento para que remita a algo exótico: “No es un buen nombre para una chica así. A ver, cambiando el acento… Meláni, la morena. La oscura” (p.27). El cambio de nombre apunta a la transformación que sufre la chica real en el imaginario de Lurie, que opera muy parecido al modo de los poetas románticos quienes proyectan su imaginación sobre lo que observan. De hecho, Lurie presenta una serie de características que coinciden con el pensamiento que subyace a la poesía del romanticismo inglés: el énfasis en la experiencia subjetiva, el valor de la libertad individual por encima de las convenciones sociales, la predominancia de la espontaneidad guiada por el instinto. En particular, Lurie se siente identificado con el poeta Byron, cuya vida estuvo regida por algunos de estos principios románticos y fue siempre motivo de escándalo.

La postura de Lurie con respecto a su propia responsabilidad en este asunto es ambigua y se relaciona con su capacidad para engañarse a sí mismo. A lo largo de estos capítulos, Lurie aparece asociado a la imagen del mal y la tentación: un gusano que pudre la manzana, una víbora y Lucifer. La primera comparación con el gusano la piensa el mismo Lurie cuando termina la llamada con el padre de Melanie: "'Yo soy el gusano que ha podrido la manzana', debería haberle dicho" (p.50). Se sorprende a sí mismo por su capacidad de mentir cuando sabe que es él el origen del mal del que se queja el Sr. Isaacs. La segunda comparación, la víbora, es la palabra que utiliza el Sr. Isaacs, un hombre extremadamente religioso, para referirse a Lurie cuando descubre la relación son su hija y dice: "Jamás pudimos creer que íbamos a enviar a nuestra hija a un nido de víboras" (p.52). Finalmente, la mención directa a Lucifer sucede durante la clase de Lurie sobre el poema de Byron. En esa ocasión el novio de Melanie está presente en la clase y responde a las preguntas del profesor; entre ellas, Lurie pregunta cómo es el Lucifer que aparece representado en el poema, a lo que el novio de Melanie contesta: “Hace lo que le viene en gana. Le da lo mismo que sea bueno o malo. Si le apetece, lo hace” (p.46). El novio lo dice con la clara intención de aludir a la forma de actuar de Lurie y este así lo entiende y dice: “No actúa por principios, sino por impulsos” (p.46). Lurie se identifica con el Lucifer que aparece representado en el poema de Byron. En su análisis sobre el poema, Lurie sostiene que Byron invita a los lectores a comprender a Lucifer en lugar de condenarlo porque hay “algo connaturalmente contrahecho” (p.46) en él. Lurie mismo está dividido entre algo que encuentra “contrahecho” en sí mismo: su envejecimiento y el vigor de su deseo sexual. Esta preocupación se exacerba cuando Rosalind le hace una pregunta incisiva que lo deja pensando: “¿A ti te parece que a una chica joven le resulta placentero acostarse con un hombre de tu edad?” (p.59).

En último lugar, otro tema que empieza a cobrar relevancia en este capítulo y que se desarrollará más profundamente en el siguiente capítulo es el problema de lo privado versus lo público. Para Lurie, su historia con Melanie pertenece estrictamente al ámbito de lo privado; es una historia de dos. Nuevamente Rosalind es quien le hace reflexionar a Lurie sobre cuán equivocado está en ese punto cuando le dice: “Todo el mundo está al corriente de tu última aventura, incluidos los detalles más sabrosos. A nadie le interesa que esto quede en secreto, a nadie salvo a ti” (p.59). Más adelante, a Lurie le va a molestar que el comité busque inmiscuirse en los detalles de su relación con Melanie y sus sentimientos al respecto. Lurie se ha quedado en el tiempo en el ámbito laboral, así lo piensa la jefa de departamento Elaine Winters, quien lo considera “un mero remanente del pasado” (p.55). También su mirada sobre las cuestiones sociales resulta extemporánea y Rosalind se lo deja saber así: “No cuentes con la simpatía de nadie. Ahora no hay simpatía, no hay compasión para nadie en estos tiempos que corren” (p.59). A medida que la novela avanza, resulta claro cuán desconectado está Lurie de “estos tiempos que corren” en Sudáfrica.