Desgracia

Desgracia Metáforas y Símiles

“(...) son clérigos en una época posterior a la religión” (p.11) (Metáfora)

Con esta metáfora el narrador, focalizando desde Lurie, explica lo que sucede con el protagonista y otros de sus colegas tras la reforma en su universidad. Lurie debe impartir clases de Comunicación, un tema con el que no se siente afín, mientras que, en su área de especialización, solo puede enseñar una materia. La metáfora describe de manera incisiva cuán obsoleto y extemporáneo se siente en su trabajo. A medida que la novela avanza, veremos que en otros ámbitos de su vida, como en la sexualidad y en la conexión con su propia hija, también se siente desplazado.

“(…) un bajo continuo de satisfacción, como el runrún del tráfico que arrulla al habitante de la ciudad hasta que se adormece, o como el silencio de la noche para los habitantes del campo” (p.13) (Símil)

Con esta metáfora el narrador describe lo que Lurie siente sobre sus propios deseos y necesidades. Considera que las cosas que lo contentan son sencillas y desprovistas de emoción. Compara lo que sentía que necesitaba antes con lo que lo satisface ahora y lo compara con algo que permanece en el telón de fondo, que acompaña constantemente la vida, pero no es central ni mucho menos. La comparación es doble porque para describir la sensación de satisfacción sosegada recurre a una imagen de la ciudad y una del campo. A pesar de que la dicotomía campo/ciudad va a ser central más adelante en la novela, ya en el primer capítulo se hace referencia a estos dos espacios.

“(…) ¿qué puede esperar el depredador cuando asoma como un intruso en la guarida de la zorra, en el cubil de sus cachorros? (p.18) (Metáfora)

Esto lo piensa Lurie luego de su conversación por teléfono con Soraya. A él le sorprende la estridencia en la voz de la mujer porque no había percibido algo parecido en sus encuentros anteriores. Lo que sucede es que Soraya se siente invadida por Lurie, un ex-cliente, que se atreve a llamarla a su casa luego de que ella haya cortado todo contacto con él. Lo que resulta llamativo es que al usar la palabra “depredador” Lurie parece comprender lo que está mal en su comportamiento, aunque acto seguido descubrimos que siente envidia del marido de Soraya, pero no culpa por entregarse a su impulso de acosar a la mujer. Luego, veremos que Lurie oscila entre el autoengaño y la conciencia sobre sus actitudes predadoras con relación a su alumna Melanie Isaacs.

“Es como si hubiera decidido distenderse, morirse mientras dure, como un conejo cuando las fauces del zorro se cierran en torno a su cuello” (p.36) (Símil)

Esta comparación aparece luego de que Lurie se presenta en la casa de Melanie y se impone a pesar de su negativa. Luego de tener sexo, Lurie reconoce que Melanie se entregó sin deseo. Si bien Lurie matiza lo sucedido y considera que no es exactamente una violación, con esta comparación muestra que sí se percibe a sí mismo como el predador y a Melanie como la presa que deja de resistirse cuando ya está en poder de su victimario.

"Se apiñan a su alrededor como los cazadores que han acorralado a una extraña bestia y que no saben cómo rematarla” (p.75) (Símil)

Con este símil Lurie describe lo que siente cuando sale de su sesión ante el comité de investigación en la universidad y los periodistas se abalanzan para conseguir alguna declaración de su parte. La mención de la bestia nos remite al poema de Byron que analiza en clase. Tanto en esa lección como en su confesión ante el tribunal, Lurie sostiene que el impulso prima sobre los principios. En el poema el personaje que se deja llevar por el corazón, es decir, por sus impulsos, es Lucifer y de él se dice que es un bulto, un monstruo. En esta cita, Lurie es la bestia porque al igual que Lucifer responde a sus deseos. Los cazadores en este caso son los que buscan hacer un espectáculo de lo que debería ser privado. En el capítulo 6, donde aparece esta cita, uno de los temas más importantes es la dicotomía entre lo público y lo privado. Para Lurie los sentimientos y los deseos pertenecen al ámbito de lo privado y los periodistas, al igual que el tribunal que lo juzga, desea convertirlos en algo público. Con esta comparación, Lurie se posiciona a sí mismo como víctima, en lugar de reconocer a Melanie como víctima de su abuso.