Cumbres borrascosas

Cumbres borrascosas Resumen y Análisis Capítulos 21-25

Resumen

Capítulo 21

Cati se desespera luego de la repentina salida de su primo de la Granja de los Tordos, pero con el tiempo lo olvida. Elena intenta mantenerse al tanto sobre el joven Linton, interrogando al ama de llaves de Cumbres Borrascosas cuando la encuentra en Gimmerton. Oye que Linton continúa siendo frágil y enfermizo, que Heathcliff desprecia a su hijo, y que no soporta estar solo con él.

Cuando Cati cumple dieciséis años, ella y Elena salen a cazar aves hacia los páramos. El ama le pierde el rastro a Cati por un momento, y la halla poco después conversando con Heathcliff y Hareton. Catalina afirma que creía conocer a Hareton de antes y le pregunta a Heathcliff si es su padre. Heathcliff responde que no, pero que tiene un hijo que está en su casa. Él las invita a pasar a Cumbres Borrascosas, y Elena, recelosa de Heathcliff, desaprueba la idea, pero Catalina, que no sabe que el hijo es su primo Linton, manifiesta curiosidad por conocer al joven. Elena no logra impedirle que vaya. Camino a Cumbres Borrascosas, Heathcliff le dice a Elena que espera que Catalina y su hijo estén casados algún día.

Cati está exultante por reencontrarse con su primo, aunque se siente algo desconcertada por su comportamiento. En este encuentro, también cae en la cuenta de que Heathcliff es su tío. Frente al desconcierto de la joven de no conocerse a pesar de la cercanía, Heathcliff le explica que Eduardo sigue enojado porque piensa que él es demasiado pobre para haberse casado con Isabel.

Ante el pedido de Heathcliff, Hareton le muestra a Cati los alrededores de la granja, aunque él se comporta tímidamente. Linton va en busca de ellos, y se burla de la falta de educación de Hareton, que no sabe leer, enfrente de Cati, demostrando su malvado carácter.

Al día siguiente, Cati le cuenta a su padre dónde estuvo y le pregunta por qué no le permite visitar a su primo. Eduardo le explica sobre los actos malvados de Heathcliff y le prohibe regresar a Cumbres Borrascosas. Cati, triste, empieza a intercambiar correspondencia con Linton en secreto. Cuando Elena la descubre, ve que los primos estuvieron escribiéndose cartas de amor, y sospecha que las de Linton fueron redactadas por Heathcliff. Elena confronta a Cati acerca de las cartas, y las quema ante el pedido de la joven. Sin embargo, la amenaza con decirle la verdad a su padre si continúa escribiéndose con su primo.

Capítulo 22

Ese otoño, Eduardo tiene un resfrío que lo confina en la casa durante todo el invierno. Elena intenta, en vano, suplir su falta acompañando a la chica. En un día de invierno, durante un paseo por los jardines, Cati le dice a Elena que está asustada de quedarse sola luego de que Elena y su padre mueran. El ama la consuela diciéndole que no hay motivos para que se anticipe a una desgracia, pero que debe cuidarse de insensateces que puedan hacer enojar a su padre. Momentos después, Cati trepa y se sienta en lo alto de una tapia intentando agarrar frutos de un árbol.

En el proceso, su sombrero cae del otro lado de la pared. Elena le permite bajar para recogerlo, pero, una vez del otro lado, Catalina es incapaz de volver por su cuenta. Heathcliff aparece de repente, y le reprocha a Cati lo cruel que fue al cortar su correspondencia con Linton. La acusa de jugar con el afecto de su hijo, y la obliga a visitar a Linton la semana siguiente, ya que el muchacho está muriendo por su corazón roto. Asegura que, si ella es amable, lo visitará. Elena le dice a Cati que Heathcliff seguramente está mintiendo y que no puede fiarse de él. De todas formas, al día siguiente la muchacha la persuade para que la acompañe a visitar Cumbres Borrascosas. Elena accede, ya que espera que en este encuentro se descubra que las palabras de Heathcliff son falsas.

Capítulo 23

A la mañana siguiente, Catalina y Elena van bajo la lluvia hacia Cumbres Borrascosas, donde encuentran a Linton sumido en sus quejidos habituales. El muchacho menciona que los sirvientes no lo cuidan como deberían y que lo odian. Le habla a Cati sobre la posibilidad del matrimonio, explicando que las esposas siempre aman a sus maridos. Cati responde que no necesariamente es así siempre, ya que su padre le dijo que Isabel no amaba a Heathcliff. Al escuchar esto, Linton se enfurece y le responde que la madre de ella, Catalina, amaba a Heathcliff y no a Eduardo. Molesta, Cati empuja su silla en un ataque de mal humor. Linton empieza a toser y le reprocha a Catalina haberlo agredido y así haber herido su ya frágil salud. La llena de culpa y le exige que lo cuide hasta que se recupere.

Luego de que Elena y Catalina vuelvan a la Granja, Elena descubre que se resfrió por haber viajado con lluvia. Cati cuida a ella y a su padre durante el día, pero a la noche, Elena no sabe adónde se va la niña.

Capítulo 24

Tres semanas después, Elena se recupera y rápidamente descubre que las salidas nocturnas de Catalina son hacia Cumbres Borrascosas. La muchacha le cuenta que sobornó a Miguel, un criado, para que ensille su poni y mantenga sus escapadas en secreto. Allí, ve y charla alegremente con Linton. Una vez, discuten cuál sería la manera más agradable de pasar un día juntos. Mientras que para el muchacho un día ideal incluye estar en paz y reposado, para Cati el mundo entero debe estar en movimiento.

En una de estas escapadas, se encuentra con Hareton en la puerta. Su primo le muestra que aprendió a leer su propio nombre, que está inscripto en la entrada de la casa por corresponder a un antepasado. Sin embargo, no puede leer la fecha que está al lado. Cati lo burla por esto. Elena la reta por esta actitud pedante. Luego, cuando ella le lee a Linton, Hareton interrumpe su visita, acosando al débil joven y forzándolo a irse de la habitación. Linton empieza a chillar y armar estrépito, y aunque luego Hareton intenta disculparse por su comportamiento, Catalina sigue furiosa y se va a su casa.

Unos días más tarde, la muchacha regresa a Cumbres Borrascosas. Linton la culpa por toda la humillación sufrida en la visita anterior. Ella se va, ofendida, pero regresa dos días después para decirle que no volverá a visitarlo. Apenado, Linton le ruega que lo perdone.

Luego de oír la historia de Catalina, Elena le revela el secreto de las huidas de Cati a Eduardo. Este inmediatamente le prohibe seguir visitando a Linton, pero accede a invitarlo a la Granja de los Tordos.

Capítulo 25

En este punto, Elena interrumpe su historia para explicarle a Lockwood la cronología: estos últimos eventos ocurrieron el invierno anterior, apenas un año atrás. Elena dice que nunca se le hubiera ocurrido que podría entrener a un extraño contándole la historia, aunque se pregunta cuánto tiempo seguirá siendo un extraño, especulando con que podría enamorarse de la joven y hermosa Catalina. Lockwood le confiesa que podría, pero que duda que su amor alguna vez sea correspondido. Además, le dice que los páramos no son su hogar, y que debe regresar pronto al mundo exterior. De todas formas, sigue cautivado por la historia, y le insiste a Elena en que continúe. Ella acepta.

Eduardo le pregunta a Elena cómo es Linton, y ella le cuenta que es delicado y que tiene poco en común con su padre, por lo que Cati seguramente podrá controlarlo si se casan. Eduardo admite que está preocupado por lo que puede pasarle a Cati si él se muere. Con el avance de la primavera, Eduardo retoma sus caminatas, pero aunque la hija interpreta sus mejillas rosadas y ojos brillantes como signos de salud, Elena no está tan segura de que el hombre se sienta bien.

Eduardo le escribe nuevamente a Linton, pidiéndole verlo. Sin embargo, el muchacho responde que su padre se niega a permitirle visitar la Granja, pero que espera verlo afuera alguna vez. También le comenta que le gustaría ver a Cati otra vez, y que su salud ha mejorado. Linton parece estar bien; no se queja de su precario estado de salud. Esto se debe a que Heathcliff edita cuidadosamente sus cartas. Finalmente, Eduardo accede a que Cati y Linton se encuentren en los páramos, bajo la supervisión de Elena. Eduardo desea que Cati se case con Linton para que no tenga que abandonar la Granja cuando él muera, pero no hubiera deseado esto mismo de haber sabido que Linton se está muriendo tan rápido como él.

Análisis

Estos capítulos ponen el foco en las acciones que llevan adelante las nuevas generaciones de la novela. En este sentido, los hechos narrados ponen de manifiesto el carácter circular de Cumbres Borrascosas. Cati, Hareton y Linton reproducen de manera simétrica los errores de sus padres. Sin embargo, gran parte de estas decisiones no son libres, sino que responden a la estrategia vengativa que lleva adelante Heathcliff. Así, la novela destaca una vez más el carisma diabólico del hombre, capaz de manipular distintos personajes con tal de lograr su objetivo. Si bien sabíamos que Heathcliff tenía la intención de que Linton pudiera sobrevivir a su frágil salud para heredar las tierras, este plan se vuelve aún más retorcido. El hombre no tiene reparos en decirle a Elena sus anhelos: “Quiero que los primos se enamoren y se casen” (p.191). Aunque Heathcliff pretende que sus propósitos son “honradísimos” (p.191), la precaria salud de Linton nos advierte que este matrimonio será fugaz y obligará a Cati a verse dominada por la voluntad de su suegro.

Este encuentro con Heathcliff ocurre de manera ilegal: Cati y Elena traspasan la propiedad del hombre y son sorprendidas por el dueño de esas extensiones. De alguna manera, este evento invierte el episodio del capítulo 6, en el que Catalina Earnshaw y el mismo Heathcliff son atrapados en las tierras de Linton. La estructura simétrica de la novela reaparece; si de ese encuentro el resultado fue que Catalina se casara con Eduardo, es ahora su hija la que contraerá matrimonio con Linton. En este sentido, la novela plantea un paralelismo entre la propiedad de la tierra y la propiedad del cuerpo: para que dos personas puedan acercarse, hay que traspasar algunos límites. Sin embargo, la obra subraya que las relaciones que nacen de estas intrusiones son infelices: ingresar al dominio del otro sin su consentimiento trae, necesariamente, conflictos. Así como el matrimonio entre Catalina y Eduardo fue altamente conflictivo, los lectores podemos intuir que la unión entre Cati y Linton será también una catástrofe.

Es interesante subrayar que Cati ingresa al dominio de Heathcliff en su afán permanente de recorrer la naturaleza; transgrede los límites impuestos por su padre y desafía el control que Elena tiene sobre ella. Esta conexión con lo salvaje nos remite, indudablemente, al carácter de su madre. El perfil activo y aventurero choca con las características estereotipadas del sexo femenino y se acerca más a las conductas atribuidas a los hombres. Por su parte, su primo Linton parece adecuarse mejor a lo que se espera de una mujer: “no he visto otro ser más melindroso ni más apocado” (p.188), dice la criada de Cumbres Borrascosas. Una vez más, la novela exhibe que las conductas y personalidades no se limitan necesariamente a lo que se espera del sexo de los personajes, sino que pueden trascender esta restricción.

En estos capítulos, la muerte sobrevuela sobre los personajes como una amenaza latente. Si ya en los apartados anteriores se analizó el rol que cumplen los huérfanos en la novela, y la influencia de esta coyuntura en la personalidad de los personajes, este motivo reaparece con la enfermedad de Eduardo Linton. Más allá del temor habitual que tiene Cati, como toda adolescente, frente a la perspectiva de la muerte de su padre, la muchacha se encuentra en una situación particularmente vulnerable: por su condición de mujer, no puede heredar las propiedades y quedaría a disposición de Heathcliff. Una vez más, la historia se repite: tal como ocurrió con su primo Hareton, el hombre especula con tener a Cati bajo su poderío, a merced de su cruel voluntad.

La perversión de Heathcliff es puesta de manifiesto una vez más cuando tergiversa la frágil condición de su hijo para atraer a Cati a Cumbres Borrascosas: “Te juro que Linton está muriéndose” (p.206), le asegura a su sobrina. Hasta tiene el coraje de culparla por ello: “El dolor y la decepción están apresurando su muerte” (p.206), sentencia Heathcliff. Así, la muchacha se ve directamente interpelada a visitar a su primo, a pesar de la prohibición que tiene de acercarse a esa casa.

El encuentro entre Linton y Cati es ejemplar para explorar las relaciones que imperan en la novela entre amor y poder. Una vez más, la herencia familiar determina la personalidad de los personajes. Linton, digno hijo de Heathcliff, usa la culpa como herramienta para seducir a Cati y asegurarse así su compañía: “Mientras tú descansas tranquilamente yo me ahogaré, aquí solo”, le comenta a su prima (p.211). Si bien la muchacha se va de Cumbres Borrascosas, la situación de Linton le ofrece un rol de cuidadora que ella acepta.

En este punto, la autora profundiza sobre los vínculos amorosos y permite que los lectores nos preguntemos: ¿hasta qué punto es genuina la demanda de Linton? Las actitudes despreciables del muchacho parecen dar cuenta de que, para él, el amor es otra forma que puede tener la dominación: usa el cariño que siente Cati por él para condenarla a cuidarlo y a ocuparse de sus dolencias, sin que importen sus verdaderos deseos y afectos. En este sentido, la novela revela que el matrimonio tiene una dimensión controladora. Al fin y al cabo, Catalina y Eduardo entran en conflicto cuando el hombre quiere limitar la presencia de Heathcliff en la vida de su esposa. Sin embargo, es posible afirmar que el amor de Eduardo por su mujer era indudable, mientras que Linton solo parece preocupado por su bienestar. En este punto, la juventud y el cariño que siente Cati le impiden ver que estas conductas de su primo exhiben una personalidad egocéntrica y poco empática. Es Elena la que no duda en describir al muchacho como “el chico más insoportable que vi en mi vida” (p.213). Una perspectiva adulta conlleva una mirada sobre los personajes que puede ver detrás de sus gestos y actitudes. De esta manera, no es casualidad que lo que es evidente para Elena, atravesada por las experiencias de sus amos, no lo sea para Cati.

Si bien podemos entender el cariño que tienen ambos primos, el contraste de ambas personalidades subraya la imposibilidad de verlos como un matrimonio exitoso. Es ejemplar al respecto la conversación que entablan sobre las formas de vivir el tiempo libre. La precaria salud de Linton le exige a Cati que se quede a su lado y el muchacho le exige: “canta o recítame alguna balada” (p.212). Este pasatiempo sedentario diverge de las expectativas que tiene Cati sobre el placer y el ocio: los lectores sabemos de su vocación salvaje y exploradora. En palabras de la muchacha, “él aspira a verlo todo sumido en paz, yo en una explosión de júbilo” (p.217). Una vez más, la novela subraya el contraste entre la pasividad masculina y la inyección vital femenina.

La perversa estrategia de Heathcliff no conoce de impedimentos ni agonías. Así, a pesar del estado moribundo de Linton, el hombre se ve urgido por estas circunstancias y obliga a su hijo a dar un paseo a caballo por los pantanos para poder garantizar el romance con Cati. La brutalidad del hombre se ve en que no duda en utilizar la vida de su propio hijo en pos de lograr sus planes. Esta actitud es subrayada como antinatural por la narradora. “No me cabía en la cabeza que un padre tratase con tal crueldad a un hijo moribundo” (p.226), afirma. Maltratar y hostigar a un miembro del propio linaje rompe con toda convención social esperable.

En estas visitas a Cumbres Borrascosas, otro personaje comienza a desarrollar una relación con Cati: su otro primo, el desdichado Hareton Earnshaw. En este encuentro, reaparece la tensión entre naturaleza y civilización que atraviesa toda la novela y, especialmente, el vínculo entre Catalina y Heathcliff. De manera circular, Cati repite las conductas clasistas de su madre y desprecia a Hareton por no saber leer bien. Sin embargo, a diferencia de las iracundas reacciones que tenía Heathcliff, Hareton se concentra en estar a la altura de Linton para poder así vincularse con Cati como pares. En este sentido, Hareton parece estar interesado en desarrollarse como individuo, a pesar de las humillaciones que esto conlleva. Esta voluntad de mejorar y educarse es un rasgo novedoso en Cumbres Borrascosas, ya que, a diferencia de Heathcliff, Hareton transforma su orgullo ofendido en un motor de cambio y progreso.

En el capítulo 25, Elena Dean interrumpe su narración de los hechos para comentarle a Lockwood, su interlocutor, que estos eventos ocurrieron apenas un año atrás. De alguna manera, esta revelación es sorpresiva para el lector, que descubre que la historia de las familias no es remota ni lejana sino que repercute en el presente de enunciación. De hecho, ahora la dinámica subyacente en ese primer encuentro entre Lockwood y los habitantes de Cumbres Borrascosas parece entendible: la hostilidad que signaba la relación entre Heathcliff, Hareton y su nuera se desprende de los hechos contados por Elena durante toda la novela.