Cumbres borrascosas

Cumbres borrascosas Resumen y Análisis Capítulos 1-5

Análisis

Capítulo 1

Es 1801. El señor Lockwood escribe en su diario sobre la primera visita al dueño de la casa que alquila, la Granja de los Tordos, una mansión aislada en la poco poblada Yorkshire. Cuenta que poco después de llegar a la Granja visita a su casero, el señor Heathcliff, un hombre hosco que vive en la casona vecina, llamada Cumbres Borrascosas. Lockwood señala que "borrascosas" es un adjetivo local que se utiliza para describir los vientos fuertes que soplan durante las tormentas en los páramos. Heathcliff es descrito como un hombre impenetrable, con el aspecto de un gitano pero los modos de un caballero. Durante la visita, Heathcliff mantiene una actitud recelosa con Lockwood, a quien deja solo en una habitación con un grupo de perros salvajes. Finalmente, Lockwood es salvado de los sabuesos por un ama de llaves robusta que acude ante sus gritos pidiendo socorro. Cuando Heathcliff regresa, Lockwood está furioso, pero eventualmente se ablanda ante su anfitrión y, aunque no se siente especialmente bienvenido en Cumbres Borrascosas, decide que la visitará nuevamente al día siguiente.

Capítulo 2

Molesto por el trabajo doméstico que se está realizando en la Granja, Lockwood aprovecha para visitar por segunda vez Cumbres Borrascosas, llegando justo cuando empieza a nevar. Golpea la puerta sin obtener respuesta, y José -un sirviente mayor con un pronunciado acento de Yorkshire- le grita desde el granero que el amo, Heathcliff, no se encuentra en la casa, a la vez que se niega a ayudarlo a entrar. A continuación aparece un joven en mangas de camisa, quien le indica que lo siga. Lockwood logra ingresar en un salón donde encuentra a una mujer sentada junto a un fuego, y asume que es la esposa de Heathcliff. Procura iniciar una conversación, pero ella le responde de forma fría y despectiva.

Entretanto, Lockwood se fija con curiosidad en la apariencia descuidada y en los modos desenvueltos del joven que lo ayudó a entrar, sin lograr descifrar su vínculo con los amos. A los pocos minutos entra Heathcliff al salón y le exige groseramente a la joven que prepare el té, lo que genera la antipatía de Lockwood. Sin embargo, intenta nuevamente iniciar una conversación, y se mete en una situación incómoda al asumir que la joven es la esposa de Heathcliff, cuando ella está, en realidad, casada con el hombre joven, quien Lockwood cree que es el hijo de Heathcliff. El dueño de la casa lo corrige groseramente y le aclara que la joven es su nuera, pero que es viuda, al igual que él. El hombre joven se presenta como Hareton Earnshaw.

La nieve cae intensamente y Lockwood requiere de un guía para volver a la Granja de forma segura, pero ninguno de los miembros de la casa parece dispuesto a ayudarlo, con excepción de Hareton. No obstante, Heathcliff considera que es más importante que se ocupe de los caballos. Lockwood, ignorado por todos, toma una linterna pero José lo acusa de robarla y le lanza los perros, que lo tiran al suelo. Lockwood es humillado y Heathcliff y Hareton se ríen del acontecimiento. El ama de llaves, Zillah, intercede y promete realizarle curaciones a Lockwood, que, como se encuentra débil y mareado, se ve forzado a pasar la noche allí.

Capítulo 3

Zillah guía a Lockwood hacia una habitación apartada y comenta que al amo no le gusta que la ocupen. No sabe el motivo, ya que vive con ellos hace pocos años. Cuando se queda solo, Lockwood nota que los nombres "Catalina Earnshaw", "Catalina Linton" y "Catalina Heathcliff" fueron tachados, en distintos tamaños y tipos de letras, sobre el barniz de una repisa. Hojea algunos libros viejos que están apilados allí, y encuentra que datan de 25 años atrás y que pertenecían a Catalina Earnshaw. Descubre que casi todos los márgenes están cubiertos con comentarios manuscritos. Interesado por la desconocida Catalina, comienza a leerlos.

La primera entrada describe un día en Cumbres Borrascosas poco después de la muerte de su padre, en el que Hindley, quien lo reemplaza como amo de la casa, fuerza a Catalina y a Heathcliff a soportar los tediosos sermones de José. Catalina y Heathcliff parecen haber sido muy cercanos, y Hindley parece haber odiado a Heathcliff.

Lockwood se queda dormido y tiene pesadillas sobre un predicador que dirige una turba violenta. Se despierta a causa de una rama que estaba golpeando la ventana y, medio dormido, procura romperla forzando su mano a través del cristal. Pero se encuentra con una pequeña mano fantasmal que toma la suya, y una voz sollozante que dice ser Catalina Linton y pide que la dejen entrar. Lockwood se libera de la mano al frotar la muñeca fantasmal sobre el cristal roto, haciendo que la sangre cubra las sábanas. El fantasma lo libera y Lockwood intenta cubrir el agujero de la ventana con una pila de libros, pero estos caen y provocan que grite de terror. Heathcliff entra a la habitación, y Lockwood exclama que el cuarto está embrujado, a la vez que narra su pesadilla. Heathcliff le pide que salga y Lockwood obedece, notando que Heathcliff entra a la habitación y se queda llorando a Catalina y rogando su regreso. De fondo, se oyen la nieve y el viento.

Por la mañana, Lockwood es testigo de una discusión entre Heathcliff y su nuera, a quien trata con crueldad. Luego, el hombre acompaña a Lockwood a su casa, donde los sirvientes, que lo creían muerto a causa de la tormenta, lo reciben con alegría. Sin embargo, Lockwood se retira en su estudio evitando la compañía de otros.

Capítulo 4

Si bien Lockwood está agradecido de encontrarse aislado en un lugar casi inaccesible, se siente solo y aburrido. Por esto, cuando su ama de llaves, Elena, le trae su cena, le pide que se siente y le cuente la historia de la gente de Cumbres Borrascosas. Ella intenta aclarar cuáles son las relaciones familiares, explicando que la joven Catalina, a quien conoció Lockwood el día anterior, es la hija de su difunto amo, Linton. Por otro lado, Hareton Earnshaw es el primo materno de la joven Catalina y sobrino de la difunta señora de Linton. A su vez, el esposo de la joven Catalina era también su primo por parte de la familia del padre, ya que Heathcliff se había casado con la hermana del señor Linton. Ahora, la joven Catalina es la última de los Linton y Hareton, el último de los Earnshaw.

Elena le explica que ella creció siendo sirvienta en Cumbres Borrascosas, junto a la primera Catalina y su hermano Hindley, que eran los hijos del señor Earnshaw. Inicia su relato contando que, años atrás, el señor Earnshaw se había ido de viaje a Liverpool y regresó a los tres días con un niño pequeño, sucio y andrajoso, que hablaba una jerga que nadie entendía, pero que decidió adoptar, para la sorpresa y el temor de los habitantes de la casa. Y así es cómo entró Heathcliff en la familia. A los pocos días, Catalina y él se hicieron cercanos, pero Hindley y Elena lo aborrecían, y la señora Earnshaw se mantenía indiferente ante sus maltratos. Pero el señor Earnshaw se encariñó con él y lo mimaba más que a sus propios hijos. Elena cuenta que dos años después de la llegada de Heathcliff murió la señora Earnshaw, y Hindley empezó a ver a su padre como a un opresor, y a Heathcliff como a un usurpador del afecto paterno y de sus propios privilegios.

Capítulo 5

El señor Earnshaw envejeció y se enfermó; esta circunstancia lo volvió más irritable y se obstinó con la idea de que la gente no quería a su favorito, Heathcliff. El niño era malcriado para mantener a Earnshaw feliz, hecho que alimentaba su orgullo pero, a la vez, amargaba más a Hindley, razón por la que lo enviaron lejos a estudiar.

José utilizó su influencia religiosa sobre Earnshaw y lo incitó a tratar con mayor rigor a sus hijos. El señor Earnshaw pensaba que Hindley era inútil, y no le gustaba la alegría y el carácter travieso de Catalina, por lo que sus últimos días estuvo descontento e irritable. Catalina, según Elena, estaba demasiado encariñada con Heathcliff, y le gustaba ordenar a la gente que tenía alrededor. Heathcliff hacía cualquier cosa que ella le pidiese. El padre de Catalina era severo con ella, quien se fue endureciendo con sus reprimendas.

Finalmente, Earnshw murió una noche cuando Cati estaba descansando la cabeza sobre su pierna y Heathcliff se recostaba en el piso con su cabeza en el regazo de ella. Cuando Cati fue a besar a su padre a la noche, descubrió que estaba muerto, y los dos chicos empezaron a llorar. Elena los oyó más tarde en su habitación, imaginando el cielo donde estaría su padre y reconfortándose mutuamente.

Análisis

En estos capítulos, los lectores accedemos a la historia de Cumbres Borrascosas a través de la mediación que ofrecen los diferentes narradores de la novela. La estructura de la narración nace de la combinación de dos narradores principales —Lockwood y Neli Dean— que exponen los sucesos del argumento dentro del entramado de una doble narración. Así, el primer capítulo comienza con la escritura del diario íntimo de Lockwood, en el que nos informa de su encuentro con la extraña y misteriosa familia que vive en completo aislamiento en una tierra inhóspita al norte de Inglaterra. A su vez, esta narración funciona como marco del relato de Neli Dean, que transmite la historia de las familias Earnshaw y Linton durante las dos últimas generaciones.

En este sentido, Neli examina los acontecimientos de manera retrospectiva y se los cuenta a Lockwood como testigo ocular y presencial de los hechos. Si bien la historia se cuenta a partir de las entradas del diario de Lockwood, él no es un participante directo de los hechos presentes en su escritura. Esto impone una distancia entre el lector y la historia misma, ya que aceptamos que en los hechos narrados se impone la mirada del personaje por sobre la objetividad de la historia: no hay relato sin perspectiva, sin toma de posición. Además, Lockwood, como personaje, presenta una particularidad: es un forastero y, como tal, es externo al mundo de la familia. Su desconocimiento se exhibe desde el primer encuentro que tiene con el señor Heathcliff, a quien considera "un hombre distinguido" (p.9). Esta particular percepción contrasta con la mirada que el lector tiene del personaje; Heathcliff vive rodeado de perros salvajes y disfruta cuando sus mascotas atacan al visitante. En este sentido, esta disociación de significados hacen que Lockwood no parezca un narrador confiable, ya que es incapaz de apreciar la verdadera naturaleza de Heathcliff. En este punto, si bien Lockwood aporta una mirada lejana de los hechos, también su perspectiva revela la limitación que implica este mismo desconocimiento; no es casualidad que sea, finalmente, Elena Dean la narradora principal de la novela, en tanto participa de los hechos y conoce a los integrantes de las familias desde hace décadas.

La visita de Lockwood a Cumbres Borrascosas es también el ingreso a una atmósfera inquietante y perturbadora. “Una noche oscura que caía prematuramente, y los montes y cielo mezclados en un violento torbellino de viento y nieve espesa” (p.18), describe Lockwood. El forastero no debe dar paseos imprudentes por estas montañas; las hostiles condiciones climáticas obligan al narrador a pasar la noche en la residencia. Ni Heathcliff ni Cati se proponen ayudarlo a regresar a su casa; el clima desolador refleja la propia hostilidad de los habitantes de Cumbre Borrascosas, desconocedores de toda norma social de respeto y hospitalidad. Es ejemplar al respecto el episodio en el que los perros de la residencia atacan a Lockwood frente a la mirada risueña de sus dueños: “las risotadas conjuntas de Heathcliff y Hareton ponían el remate a mi cólera y humillación” (p.21), comenta el narrador. La maldad de los habitantes trasciende los límites de la humanidad y nos indica a los lectores la presencia de vínculos y relaciones salvajes y animales.

Al estar obligado a pasar la noche allí, Lockwood accede al trasfondo de las relaciones de poder de Cumbres Borrascosas. El narrador confunde a Cati con la esposa del señor Heathcliff. Es ejemplar la descripción que hace de la muchacha, a quien nombra “ángel tutelar de su hogar y de su corazón”. Estas palabras escandalizan a Heathcliff y exponen que los personajes conviven con antiguos resentimientos y odios. Es interesante analizar que la intensidad de estos sentimientos les impiden sostener una apariencia educada y ordenada; frente a esta suposición de Lockwood, Heathcliff no duda en sostener “una mirada muy especial, una mirada de odio, a no ser que tenga un conjunto de músculos faciales tan perversos que no interpreten, como los de todo el mundo, el lenguaje de su alma” (p.17). Esta imposibilidad de refrenar las pasiones se condice con las características que tienen los personajes de las novelas románticas de la época. La primacía de los sentimientos por sobre la razón hace que Heatchliff sea incapaz de esconder el odio que le genera Cati, aun cuando tiene frente a él a un extranjero que desconoce las lógicas y las relaciones subyacentes en la familia.

En palabras del narrador, Cati “vacilaba entre el desprecio y una especie de desesperación que no era natural” (p.14). Hareton, por su parte, es agresivo y responde a las órdenes del señor Heathcliff con ira. Finalmente, el amo de la casa exhibe su poderío y destreza física como herramientas para atormentar a los habitantes. La primacía de la fuerza bruta por sobre las convenciones sociales refleja uno de los temas fundamentales de la novela: el enfrentamiento entre la naturaleza y la cultura. Los animales salvajes, la falta de hospitalidad, la violencia verbal y física parecen condiciones necesarias para dominar por sobre los demás en Cumbres Borrascosas. En este sentido, es “natural” que Heathcliff sea el amo porque es quien cuenta con el monopolio de la fuerza. De alguna manera, este ejercicio de la violencia refleja su propia crianza: adoptado por la familia Earnshaw, fue atormentado y maltratado en su niñez por los otros habitantes de la casa. Elena Dean, encargada de la crianza de los niños, aclara que “con frecuencia me preguntaba qué veía mi amo tan digno de admirar en aquel crío hosco, que nunca, que yo recuerde, pagó su benevolencia con ningún signo de gratitud” (p.39). En este sentido, la violencia del Heathcliff adulto responde en parte a los padecimientos vividos a lo largo de toda su vida.

En la novela emerge un interrogante: ¿cómo hizo este niño, violento, carente de educación y de disciplina, para terminar como el único dueño legítimo de Cumbres Borrascosas y de la Granja de los Tordos? Esta pregunta se vuelve más compleja cuando vemos que el personaje del señor Heathcliff contrasta con el rol intelectual y culto que cumple su nuera Cati, aficionada a la lectura. De alguna manera, la ausencia de movilidad social de las clases inglesas del siglo XIX nos obliga a cuestionarnos el recorrido del amo de Cumbres Borrascosas y el camino que lo llevó a ser el heredero de la propiedad.

Junto con la atmósfera sombría y los personajes violentos y siniestros, la presencia del fantasma de Catalina Earnshaw confirma el ambiente misterioso y oscuro que le da el tono a la novela. Cuando Lockwood se ve obligado a dormir en la habitación prohibida donde Heathcliff “nunca dejaba de buen grado que nadie se alojara en ella" (p. 22), permite que se desarrolle una atmósfera propicia para la aparición fantasmagórica de Catalina. Después de instalarse en el dormitorio que le fue asignado, a salvo de la hostil vigilancia de Heathcliff, Lockwood se entretiene leyendo un diario que encuentra en las estanterías de la habitación, y enseguida se queda dormido. Si bien es posible inferir que el fantasma es producto de una alucinación provocada por el sueño, el grito de Lockwood atrae a Heathcliff al dormitorio. El protagonista “se subió a la cama, abrió de un tirón las celosías, al mismo tiempo que rompía en un acceso incontrolable de lágrimas. "¡Entra, entra! (...) ¡Catalina ven, sólo una vez! ¡Oh amada de mi corazón, escúchame ahora... al fin, Catalina!” (p. 31). En este sentido, más allá de si el fantasma es auténtico o no, representa ese pasado turbulento que sigue vivo hasta el presente de los hechos. Aunque el espectro no exista, sus consecuencias son reales y atormentan a los personajes de Cumbres Borrascosas.

Es interesante destacar que la aparición del fantasma posiciona a Heathcliff por primera vez como un personaje capaz de sentir afecto por alguien. Sin embargo, los lectores no sabemos los motivos que lo conducen a esta reacción tan desenfrenada. La necesidad de saber qué hay detrás de la presencia del espectro será resuelta con la presencia de la segunda narradora de la novela. Desde la posición privilegiada de formar parte de la servidumbre de la familia, Elena Dean aporta su mirada como testigo presencial de los hechos. Su narración se ocupará esencialmente de los hechos que ella misma presenció a lo largo de las décadas. Ella es una narradora privilegiada de la vida de las familias Earnshaw, Linton y Heathcliff. Sin embargo, la cercanía de Elena a este mundo también le confiere una mirada parcial sobre los hechos narrados. Es ejemplar al respecto la confesión que hace sobre la crianza de Heathcliff: “Le atormentábamos y tratábamos ignominiosamente; yo no era lo bastante razonable para reconocer mi injusticia…” (p.38). Esta autocrítica muestra el carácter humano de Elena y, como tal, sus preferencias y rencores hacia los personajes de su narración.

Treinta años después, es evidente que Heathcliff no merece ningún afecto. Los malos tratos que entre todos le infligieron condujeron a que se endurezca su naturaleza. Sin embargo, esta frase de la narradora complejiza la mirada que el lector tiene sobre el protagonista: Heathcliff no nació violento, sino que es una víctima de la injusticia. En esta perspectiva, el lector tiene la tarea de posicionarse críticamente y elaborar su propio juicio de valor sobre los personajes de la novela, más allá de lo que afirmen los narradores.