Cuentos de Silvina Ocampo

Cuentos de Silvina Ocampo Metáforas y Símiles

"Que el iris viva en mi corazón como si mi corazón fuese de tierra y el iris una planta" (“Hombres animales enredaderas", p. 8) (Metáfora y símil)

Con esta frase, el protagonista de "Hombres animales enredaderas" expresa su deseo de no olvidar los ojos que, recuerda, lo miraban antes de que cayera el avión en el que viajaba. Para intensificar su anhelo, el personaje utiliza la metáfora de que el iris de aquellos ojos "viva" en su corazón, órgano al que habitualmente se le asignan diversas cualidades, principalmente vinculadas a los sentimientos y las emociones. Además, para reforzar la idea de la necesidad de unión entre ambos elementos -el iris y el corazón-, el protagonista la compara con el vínculo indispensable que se establece entre la tierra y una planta.

"Acabó por acostumbrarse un poco a esa puerta cerrada que había entre ella y sus hijos" ("Los funámbulos", p. 22) (Metáfora)

En este pasaje, el narrador de "Los funámbulos" utiliza la metáfora de la puerta cerrada para remarcar los problemas de comunicación que existen entre Clodomira y sus hijos. Al igual que su sordera, la puerta cerrada constituye un obstáculo para escuchar y entender lo que están diciendo los demás. Cabe mencionar que la metáfora de las puertas cerradas, para dar cuenta de comunicaciones frustradas u oportunidades que se pierden, no es restrictiva de la autora, sino que tiene una larga tradición en la cultura occidental.

"La gente se opone a nuestra vocación, es como la polilla, hay que combatirla día tras día, año tras año" ("Cornelia frente al espejo", p. 144) (Símil)

En este fragmento, el personaje de Cornelia habla con el espejo y se queja de sus padres, quienes han intentado truncar lo que ella considera su vocación: ser actriz. Para esto, utiliza el símil que compara a las personas que son como sus padres con las polillas, en el sentido de que se trata de un insecto que prolifera en la cotidianeidad del hogar, arruina elementos valiosos y es necesario combatir de manera constante.

"Celestina se incorporaba en la silla, como en el agua una flor marchita, revivía" ("Celestina", p. 259) (Símil y metáfora)

La cita describe la reacción de Celestina al escuchar las malas noticias. Para graficarla mejor, la narradora usa el símil que asemeja el modo de incorporarse de Celestina con la forma en que flor marchita se revitaliza en contacto con el agua. Asimismo, profundiza la idea de que el personaje recupera su vitalidad utilizando la metáfora de que, en esas situaciones, Celestina abandona su aspecto moribundo y "revive".

"Todo lo decía comiéndome con sus ojos de lobo" ("El crimen perfecto", p. 264) (Metáforas)

Con estas palabras, Gilberta Pax describe el modo en que la mira el cocinero que trabaja en su casa, Tomás Mangorsino. Además de una alusión a la fábula "Caperucita roja", la frase constituye, por un lado, una metáfora del modo voraz y avasallante en que la mira el cocinero, que claramente se siente atraído por Gilberta y la "come" con sus ojos. Por otra parte, la comparación de los ojos de Mangorsino con los de un lobo subraya la sensación de que ese hombre actúa como un depredador sexual y que considera a la mujer como una presa.