Cuentos de Silvina Ocampo

Cuentos de Silvina Ocampo Elementos Literarios

Genero

Cuentos.

Configuración y Contexto

La mayoría de los cuentos están ambientados en la ciudad de Buenos Aires en los comienzos del siglo XX. Sin embargo, "El sombrero metamórfico" se ambienta en Inglaterra, en el siglo XIX, y "Hombres animales enredaderas", en la selva, en un paraje desconocido.

Narrador y Punto de Vista

En "Cornelia frente al espejo", "El vestido de terciopelo", "El crimen perfecto", "Hombres animales enredaderas", "Celestina", "La furia", "La casa de azúcar" y "Jardín de infierno" hay un narrador protagonista que cuenta en primera persona lo que le sucede y lo que ve o atestigua. En "El sombrero metamórfico" y "Los funámbulos" hay un narrador en tercera persona que relata los hechos con cierta objetividad, aunque haciendo foco en distintos personajes.

Tono y Estado de Ánimo

El tono que predomina en los cuentos es mayormente humorístico, cínico, irónico y absurdo. Las situaciones que se presentan son tragicómicas, y la perspectiva de los narradores, así como lo desopilante de las situaciones, acentúa esta interpretación y evita una lectura trágica o sentimental de los hechos narrados.

Protagonista y Antagonista

En “Los funámbulos”, los protagonistas son Cipriano y Valerio, y no hay un antagonista determinado. En “La casa de azúcar”, la protagonista es Cristina, y no hay un antagonista determinado. En "La furia", el protagonista es el narrador, y la antagonista, Winifred. En “El sombrero metamórfico”, el sombrero es el protagonista, y la sociedad toda, la antagonista. En “Cornelia frente al espejo”, Cornelia es la protagonista y, aunque ciertas figuras del relato presentan rasgos de antagonismo respecto a ella, ninguna se constituyo como tal completamente. En “El vestido de terciopelo”, la protagonista es Cornelia Catalpina, y no hay un antagonista en particular, aunque bien se podría decir que este rol lo cumple la opresión social sobre las mujeres, encarnada en la figura del vestido. En "El crimen perfecto", el protagonista es el narrador y el antagonista, Tomás Mangorsino. En "Jardín de infierno" el protagonista es el narrador y la antagonista, su esposa Bárbara. En “Hombres animales enredaderas”, el protagonista es el narrador, y se podría considerar a la enredadera como una antagonista, al menos en un comienzo. En “Celestina”, Celestina es la protagonista, y las tres jóvenes que viven con ella, las antagonistas.

Conflicto Principal

En “Los funámbulos”, Cipriano y Valerio se dedican a hacer acrobacias hasta que mueren al caer de un edificio.
En "La casa de azúcar", el conflicto se da a partir de la confusión y mimetización de Cristina, la esposa del protagonista, con la anterior inquilina de su casa, Violeta.
En "La furia", un hombre se enfrenta a una situación desesperada después de que su amante, Winifred, lo dejara solo en un cuarto de hotel con un niño desconocido.
En "Cornelia frente al espejo", el conflicto central consiste en el deseo de la protagonista de suicidarse esa misma noche.
En "El vestido de terciopelo", el conflicto es que el vestido que se prueba Catalpina es imposible de quitar.
En "El crimen perfecto", el conflicto se da entre el protagonista y la familia de su amante, Gilberta Pax (incluyendo al cocinero de la casa), que impide que la mujer se vaya a vivir con él.
En "Jardín de infierno", el protagonista debe resistir la tentación de entrar a un cuarto al que su mujer le ha prohibido ingresar (dejándolo solo con la llave).
En "Hombres animales enredaderas", un hombre sufre un accidente de avión y debe sobrevivir solo en la selva y defenderse de una peligrosa enredadera que intenta capturarlo.
En "Celestina", el conflicto se desata cuando le dicen a la protagonista buenas noticias.

Climax

En los casos de los cuentos muy breves —-"Los funámbulos", "El vestido de terciopelo", "El crimen perfecto", "El sombrero metamórfico", "Celestina" y "Jardín de infierno"— el clímax coincide con el momento justo antes del final, cuando el cuento da un giro sorprendente y se precipita el desenlace trágico. Todos estos relatos terminan con una o varias muertes.
En "Cornelia frente al espejo", el clímax aparece, en cambio, en el momento en que la protagonista, aparentemente sola en la casona, escucha ruidos y se encuentra con la niña de apariencia fantasmal. La tensión se mantiene en esta escena hasta la aparición del ladrón que amenaza con matarla.
En "Hombres animales enredaderas", el clímax se produce cuando el hombre comienza a perder la noción del tiempo y a luchar por no quedarse dormido, además de intentar deshacerse de la maliciosa planta que teje sus tallos alrededor de sus extremidades.
En "La casa de azúcar", por su parte, el momento de mayor tensión se produce cuando el protagonista sale a investigar y se le revela la inquietante verdad acerca de Violeta, la anterior inquilina de la casa.

Presagio

En "La furia", después de que Winifred le cuenta al protagonista la historia de Lavinia, se da el siguiente diálogo:

"–Qué cruel fuiste con Lavinia –le dije.
–¿Cruel, cruel? –me respondió, con énfasis–. Cruel soy con el resto del mundo. Cruel seré contigo –dijo, mordiendo mis labios" (p. 144).

El diálogo en el momento no significa nada para el protagonista, pero al final se revela como una premonición de lo que hará Winifred y del desenlace fatal de la historia.

Atenuación

N/A

Alusiones

En "Cornelia frente al espejo" la protagonista quiere convencer al segundo hombre que ingresa de que la mate esa misma noche. El hombre acepta, pero con la condición de que ella le cuente toda su vida. En ese momento, ella dice: "—¿Quiere que mi vida se convierta en 'Las mil y una noches'?" (p. 164). Se trata de una alusión al libro árabe en el que Sherezade, su protagonista, cuenta historias al sultán para postergar su muerte. Además, el título es una alusión a 'Alicia en el país de las maravillas' y, especialmente, 'A través del espejo y lo que Alicia encontró allí', de Lewis Carroll.

Imágenes

Ver "Imágenes".

Paradoja

N/A

Paralelismo

En "Hombres animales enredaderas", el protagonista hace un paralelismo entre la selva y la ciudad, en el que presenta a la segunda como una selva de cemento: "No supuse que celda y selva se parecieran tanto, que sociedad y soledad tuvieran tantos puntos de contacto" (p. 8).

Metonimia y Sinecdoque

En "Hombres animales enredaderas", el protagonista repite una pregunta una y otra vez: "¿Dónde estarán aquellos ojos que me miraban tanto? ¿De qué conversarán? ¿Habrán caído al mar atraídos por su propio color?" (p. 7). Además de ser un símbolo de la sociedad humana, la fórmula encierra una sinécdoque, ya que nombra una parte (los ojos) para referir al todo (la persona que mira con esos ojos).

En "El vestido de terciopelo", la narradora utiliza una metonimia para referir el perfume que utiliza la señora Cornelia Catalpina: "Entró su perfume y después de unos instantes, ella con otro perfume" (p. 153). También se refiere al dragón que lleva bordado en el vestido para referirse a la señora: "Casilda se inclinó sobre su cuerpo hasta que el dragón quedó inmóvil" (p. 154).

Personificación

En "Cornelia frente al espejo", Cornelia personifica al espejo al hablarle como si fuera una persona. Más adelante, el ladrón también habla con las llaves:

"—Si doy vuelta a la izquierda, te tuerces para la derecha; si doy vuelta para la derecha, te tuerces para la izquierda, hija de puta.
—¿Habla con las llaves?
—¿Usted no hablaba con el espejo? ¿Qué diferencia hay entre una llave y un espejo?" (p. 151).

En otra parte del mismo relato, el espejo personifica varias emociones: " —La avaricia, con su cara filosófica..." ; "—La lujuria, con su recua de alumnos más sagaces que sus maestros"; "La pereza con su resignación soñadora" (p. 144).