Como agua para chocolate

Como agua para chocolate Resumen y Análisis Capítulo 11: Noviembre. Frijoles gordos con chile a la Tezcucana.

Resumen

Tita está preparando frijoles para la cena con John y su tía Mary, aunque se encuentra muy nerviosa ya que debe cancelar el matrimonio con John. Además, Pedro continúa reprochándole su relación con John. Mientras está desayunando tortillas, Rosaura irrumpe en la cocina sorpresivamente, luego de haber estado encerrada en su habitación durante una semana. Está notablemente más delgada y le reprocha a Tita por mantener un vínculo amoroso con Pedro, cuando en realidad es ella quien debe cuidarlo y protegerlo por ser la esposa. Tita no se deja amedrentar y la culpa de haberse casado con quien era su enamorado. Frente a esta afrenta, Rosaura le prohíbe acercársele ni encargarse de Esperanza.

Luego de esta pelea, Tita vuelve a cocinar, amargada por la decisión tomada por su hermana. Repentinamente, las gallinas del patio, que habían sido alimentadas con los restos de tortilla del desayuno, comienzan un gran disturbio, arrasando con todo lo que encuentran a su paso, como los pañales bordados de Esperanza. Tita interviene para disuadirlas pero debe retroceder rápidamente para no ser atacada. Cuando está finalmente a salvo, la muchacha descubre que los frijoles aún no están cocidos y recuerda un sabio comentario de Nacha, que decía que la comida no se cocina cuando las personas están discutiendo. Para contrarrestar este poder, Tita recuerda todos su felices momentos con Pedro y, tal como lo esperaba, los frijoles comienzan a hervir y ya están listos para comer.

Una vez preparada y acicalada, Tita recibe a John y a su tía Mary para comenzar la cena. Los invitados quedan asombrados por los dones culinarios de la muchacha, pero ella se siente turbada e infeliz. El doctor nota algo raro y le pregunta a Tita por la causa de su incomodidad. Finalmente, ella le confiesa que no puede casarse con él ya que tuvo relaciones sexuales con otro hombre. Calmo, John le dice que todavía la ama y que desea casarse con ella a pesar de su vínculo con Pedro. Además, le indica que no quiere presionarla ni apurarla pero que tiene la certeza de que la hará una mujer muy feliz. Confundida, Tita sabe que deberá tomar una decisión definitiva muy pronto.

Análisis

En este capítulo, la confrontación entre Tita y Rosaura exhibe los fuertes contrastes a la hora de pensar en los roles femeninos del México de principios de siglo XX. Rosaura encarna los valores tradicionales de la familia como pilar sagrado, ya que prefiere mantener las apariencias de su matrimonio fallido con Pedro aún aceptando que Tita y su marido tengan encuentros sexuales. En este punto emerge la dicotomía entre ser una mujer digna o una mujer “cualquiera”: "Que se busque una cualquiera como tú para sus cochinadas, pero eso sí, en esta casa yo voy a seguir siendo la esposa" (p. 228) le dice Rosaura a su hermana. Este argumento permite entender la sexualidad femenina en la novela de una manera peculiar, ya que para Rosaura está absolutamente desligada del deseo y del amor; bajo su óptica, Tita es entonces una mujer indecente sin la legitimidad que sólo puede otorgar el matrimonio. Por este mismo motivo, le prohíbe encargarse de la educación de Esperanza, ya que "de ti sólo recibiría malos ejemplos y malos consejos" (p. 229). Sin embargo, Tita no se da por vencida y convence a Esperanza de luchar por amor, sin importar la imposición de soltería que Rosaura le exige.

La pelea de gallinas que ocurre en este capítulo puede parecer banal, pero permite leerse como símbolo del caos y desorden que reina la vida de Tita. En este sentido, la protagonista está bajo una presión tan intensa como la que sienten los animales en el rancho De la Garza. De esta manera, los blancos y limpios pañales de Esperanza representan la pureza de Tita, cuestionada brutalmente por su hermana Rosaura. Cuando estas telas se ensucian con la sangre de las gallinas, la protagonista queda muy afectada ya que lo interpreta como una mancha sobre su propia honra y valor.

El cuidado y empatía con los que John oye la confesión de Tita lo distingue del resto de los personajes de la novela. Mientras que Mamá Elena ejemplifica la subordinación del deseo individual a la tradición familiar, el Dr. Brown ofrece un acercamiento racional en el que le plantea con honestidad las opciones disponibles para la protagonista: "me encantaría ser el compañero de toda tu vida, pero quiero que pienses muy bien si ese hombre soy yo o no.” (p. 238). En este punto, John le da a Tita la posibilidad de tomar el control de su propia vida y ser libre a partir de estas decisiones. Estos valores contrastan con las perspectivas de Mamá Elena, para quien no existía la voluntad individual y toda acción debía estar enmarcada en los fundamentos tradicionales de la familia De la Garza.