1984

1984 Resumen y Análisis de Parte tercera, I-III

Winston está sentando en una celda con paredes blancas de porcelana, sin ventantas, y techos altos. No está seguro de donde está, pero asume que se trata del Ministerio del Amor. La celda está llena de luz, y hay un leve zumbido que, Winston asume, viene del sistema de ventilación. Hay un banco alrededor de la celda, del lado de afuera, una telepantalla en cada una de las cuatro paredes y un depósito para la orina en una de las esquinas. Winston tiene hambre, y no sabe cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que comió, ni desde que fue arrestado. Tal vez un día, tal vez dos. Intenta quedarse lo más quieto posible para evitar la ira de las voces detrás de la telepantalla, pero después de acordarse que tal vez tiene un pedacito de pan en el bolsillo, cede a la tentación. Inmediatamente, la voz detrás de la telepantalla grita ¨¡Smith! ¡6079! ¡Smith W! ¡En las celdas, las manos fuera de los bolsillos!¨. Winston obedece.

Antes de llegar a esta celda, Winston estaba en una otra mucho más sucia, con por lo menos diez o quince personas adentro todo el tiempo. La mayoría de ellos eran proles o criminales comunes, y solo unos pocos eran presos políticos del Partido. Los criminales comunes eran mucho menos miedosos. Se peleaban con los guardias, escribían en las paredes, gritaban a la telepantalla y comían descaradamente lo que habían traido, mientras los presos del Partido permanecían horrorizados, en un obediente silencio. Interesantemente, las guardias parecían ser más tolerantes con los criminales comunes. Winston comprendió, de lo que oyó en su celda, que en los campos de trabajo forzado "se estaba bien (...) siempre que se tuvieran ciertos apoyos y se conociera el tejemaneje¨, pero los peores trabajos siempre se los daban a los presos políticos.

Winston observaba a los presos mientras los traían y se los llevaban. En un momento, los guardias metieron a una mujer muy grande que gritaba y pateaba, y que fue lanzada bruscamente sobre el regazo de Winston. Ella se levantó, insultó a las guardias y le pidió disculpas de Winston agregando: ¨No me hubiera sentado encima de ti, pero esos matones me empujaron. No saben tratar a una dama¨. Luego vomitó y después, ya recuperada, puso sus brazos alrededor de Winston y le preguntó su nombre. Su apellido también era Smith, y pensó que tal vez era su madre. Winston consideró esa posibilidad, pero no indagó más en ella. Ningún otro prisionero le habló, pero escuchó charlas temerosas en voz baja sobre la Habitación 101.

En la celda de paredes blancas, Winston piensa en qué le va a pasar. Se imagina siendo golpeado y torturado, implorando clemencia. Apenas piensa en Julia, y le resulta incluso difícil fijar la imagen de ella en su mente. Se pregunta si O´Brien sabrá que fue arrestado, y recuerda que le dijo que, aunque no puede ayudar a un preso de la Hermandad, quizás podría llevarle alguna hoja de afeitar en secreto. Winston espera que eso suceda, imaginando con qué rapidez podría quitarse la vida. Winston pierde completamente la noción del tiempo, reconociendo que, con las luces siempre encendidas, el Ministerio del Amor realmente es ¨el sitio donde no hay oscuridad¨. De repente, Ampleforth es lanzado dentro de la celda. Está sucio, descalzo y en pésimo estado. Los dos hablan, y Ampleforth dice que, aunque no está seguro, piensa que lo arrestaron por dejar la palabra ¨Dios¨ en un poema de Kipling. Simplemente no había otra manera de hacerlo rimar. Ellos continúan hablando, pero la telepantalla de repente los silencia. Los guardias regresan a por Ampleforth, y lo mandan a la Habitación 101. Pasa un rato y los guardias regresan de nuevo, esta vez con Tom Parsons. Winston está asombrado: nunca se imaginó que lo arrestarían a él. Parsons está visiblemente asustado y empieza a preguntarle a Winston si van a dispararle. Tiene confianza en que recibirá un juicio justo, y espera que su lealtad al Partido le garantice una estadía corta en los campos de trabajo. Winston le pregunta a Parsons si es culpable, a lo que Parsons responde, ¨¡Claro que soy culpable! ¿No creerás que el Partido puede detener a un hombre inocente?¨ Luego le cuenta a Winston cómo su hija de siete años lo escuchaba tras la puerta de su habitación por la noche y le oyó decir: ¨¡Abajo El Gran Hermano!¨ mientras dormía. No tiene dudas de que es culpable por haberlo dicho, y está orgulloso de su hija por cumplir con su deber para con el Partido al denunciarlo. Luego Parsons usa el orinal de manera ruidosa y obscena, apestando la celda por horas.

Eventualmente Parsons es removido, y otros presos siguen entrando y saliendo. Algunos son relegados a la Habitación 101, y Winston empieza a darse cuenta de que algunos tiemblan de miedo al escuchar esas palabras. Los guardias llevan a la celda a un hombre tan demacrado que parece estar muerto de hambre. Un otro hombre le ofrece un pedazo de pan, pero la telepantalla le grita de repente, ¨¡2713 Bumstead J! Tira ese pedazo de pan¨. El hombre obedece. Los guardias irrumpen en la celda y Bumstead es golpeado tan fuertemente que vuela al otro lado de la sala. Las dos mitades de su dentadura postiza se le caen de la boca, y la sangre sale a chorros de su cara. Se sienta, y Winston ve que su boca está extremadamente hinchada y moretoneada. Todos los demás prisioneros se quedan en silencio. Un guardia abre la puerta y manda al hombre hambriento a la Habitación 101. Este empieza a suplicar, y respirando con dificultad se le pone verde la cara. Suplica que le hagan cualquier cosa que no sea llevarlo a la Habitación 101, diciendo incluso que preferiría que le cortaran el cuello a su esposa y a sus hijos en vez de llevarlo a él allí. En pánico, mira alrededor de la celda y encuentra a Bumstead, el hombre que le había intentado dar un pedazo de pan, e insiste en que los guardias se lo lleven a él, que es un verdadero enemigo del Partido. Finalmente, se tira al suelo, aferrándose a una pata del banco y rogando, a los gritos, que no lo lleven a la Sala 101. Ignorando sus súplicas, los guardias luchan con él, logran que se suelte y lo sacan de la celda mientras todos los otros presos se quedan mirando en silencio.

Pasan muchas horas. Winston tiene un hambre y una sed feroces, y sus pensamientos sobre Julia y O´Brien van disminuyendo. Las puertas se abren y entra O´Brien. Winston piensa que él también ha sido capturado, pero O´Brien le explica: ¨Hace mucho tiempo que me han cogido. Ya sabías que ocurriría esto, Winston -dijo O'Brien-. No te engañes a ti mismo. Lo sabías... Siempre lo has sabido¨. El guardia que entró con él golpea a Winston en el codo, y este cae del dolor. El guardia se ríe y Winston se da cuenta de que, frente al dolor, no hay héroes. No hay nada peor que el dolor físico.

Winston se despierta y se da cuenta de que está recostado sobre un catre. O´Brien y un hombre con una jeringa hipodérmica están a su lado. No sabe por cuánto tiempo ha estado inconsciente, ni por cuánto ha sido torturado. Tal vez meses, semanas, días o pocas horas. Ha sido interrogado y forzado a confesar a una larga lista de delitos, y ha sido golpeado agresiva y regularmente, sufriendo grandes moretones y fracturas por todo su cuerpo. Algunas veces, sabe, ha gritado pidiendo clemencia aún antes de ser golpeado, y otras veces se ha convencido a sí mismo de no confesar hasta que el dolor se volviera intolerable. Después de un tiempo, las golpizas se hicieron menos frecuente. Cuando sus interrogadores se convertían en intelectuales del Partido, se veía forzado a sufrir golpes en la cara y a quedares de pie por largos períodos de tiempo. Las complejas oleadas de preguntas podían durar horas, atrapándolo en contradicciones y llevándolo a un estado de fatiga nerviosa. A veces lo trataban bien y le hablaban como si fuera un igual, pero luego se volvían de repente contra él. Para ganar la aprobación de ellos, Winston confesó cualquier cosa que se le ocurrió, incluso el asesinato de miembros del Partido y otros actos de traición.

Durante todo esto, O´Brien siempre está cerca, guiando y definiendo la duración de la tortura de Winston. Este se ve a sí mismo atado a una silla con O´Brien a su lado, sentado al lado de un dial y una palanca. O´Brien mueve la palanca y Winston es vencido por el dolor. O´Brien le sigue hablando, advirtiéndole que el dial puede subir hasta 100. Le explica que se está tomando la molestia de trabajar bien con él para corregir su locura mental y su memoria defectuosa. Empieza por preguntarle con qué país está en guerra Oceanía, y con cuál siempre lo ha estado. Luego pasa al recorte del periódico que encontró Winston sobre Jones, Aaronson y Rutherford. Produce una copia de la foto, la pone en un agujero de la memoria, y le explica que nunca ha existido. Obliga a Winston a entender que el pasado no existe en el espacio, y por lo tanto solo existe en los registros y en la memoria humana. Al controlar estas dos cosas, el Partido controla también el pasado. Winston razona que el Partido no ha controlado su memoria, y O´Brien le contesta que, de hecho, Winston no ha controlado su propia memoria. Él está en el Ministerio del Amor porque ¨te han faltado humildad y autodisciplina. No has querido realizar el acto de sumisión que es el precio de la cordura¨. O´Brien agrega: ¨La realidad existe en la mente humana y en ningún otro sitio¨.

O´Brien comienza a forzar a Winston destruir este último vestigio de espíritu independiente. Trabaja para mostrarle que si el Partido dice que dos más dos son cinco, son cinco. Durante de todo este diálogo, O´Brien tortura a Winston con el dial, elevándolo hasta el 60, y tal vez más. Finalmente, O´Brien suelta el dial y rodea a Winston con sus brazos. En su corazón, Winston aún no ha admitido que dos y dos son realmente cinco. O´Brien empieza de nuevo, sube más el dial, y Winston se desespera más y más. O´Brien le revela a Winston que las personas no son llevadas al Ministerio del Amor para que confiesen, sino para ser curarlas. Analiza cómo los regimenes del pasado torturaban y mataban a sus enemigos, pero no hacían el esfuerzo por cambiarlos. Por el contrario, el Partido cambia a sus enemigos, convirtiéndolos en uno de ellos antes que matarlos. Le dice a Winston:

¨Te aplastaremos hasta tal punto que no podrás recobrar tu antigua forma. Te sucederán cosas de las que no te recobrarás aunque vivas mil años. Nunca podrás experimentar de nuevo un sentimiento humano. Todo habrá muerto en tu interior. Nunca más serás capaz de amar, de amistad, de disfrutar de la vida, de reírte, de sentir curiosidad por algo, de tener valor, de ser un hombre íntegro... Estarás hueco".

O´Brien ordena una nueva forma de castigo, similar a la terapía de electroshock, mientras sigue su interrogamiento. Al fin, tiene éxito en convenver a Wnston que su memoria está defectuosa. Al final de la sesión, cuando Winston está a punto de poder ver cinco dedos donde solo hay cuatro, O´Brien le revela que le cae bien, porque su mente le recuerda la suya, con la excepción de que la de Winston está perturbada. Luego le permite a Winston preguntarle algo, y este le pregunta por Julia. Ella lo ha traicionado, y cada parte de su independencia ha sido destruida. Winston le pregunta si el Gran Hermano existe. O´Brien le contesta que sí, de la misma manera que existe el Partido, y que nunca morirá. Winston le pregunta si existe la Hermandad, y O´Brien le explica que jamás sabrá la respuesta a esa pregunta. Winston le pregunta qué hay dentro de la Habitación 101. O´Brien le contesta: "Sabes muy bien lo que hay en la habitación 101, Winston. Todo el mundo sabe lo que hay en la habitación 101".

Winston otra vez está atado, ahora acostado sobre sus espaldas. O´Brien menciona la entrada en su diario en la que escribió: ¨Comprendo el cómo; no comprendo el porqué¨. En referencia a esto, O´Brien menciona el libro de Goldstein y revela que colaboró en su escritura. Winston le pregunta si el libro dice la verdad, y O´Brien le contesta que la idea de la iluminación y la rebelión del proletariado es absurda. El Partido nunca podrá ser derrocado: ¨su dominio es para siempre¨. Después de explicar este hecho, O´Brien le pregunta a Winston por qué existe el Partido. Sabiendo la respuesta correcta, pero sin creer en ella, Winston le contesta: ¨Nos gobernáis por nuestro propio bien¨. O´Brien gira el dial y le explica a Winston que el Partido ¨ el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder¨. Compara el Partido con los nazis y los comunistas rusos, pero sostiene que el Partido es muy superior porque no tiene ilusiones de igualdad. El Partido acepta el poder por amor al poder, no por ningun otro motivo. En total sumisión total, los individuos pueden pertenecer a una gran e inmortal totalidad: el Partido. Como tal, ¨la libertad es la esclavitud...(y) la esclavitud es la libertad¨. O´Brien continúa explicándole que el Partido define todo, incluso las leyes de la naturaleza, y agrega que, antes del hombre, no había un mundo. Sin consciencia humana, nada existe. Winston sostiene que los dinosaurios y las antiguas bestias vivieron antes que los humanos, y O'Brien argumenta que los científicos del siglo XIX los inventaron. El hombre es el centro del universo, y la Tierra es el centro del universo: ¨Fuera del hombre no hay nada¨.

O'Brien pausa este discurso filosófico para volver al asunto principal del poder sobre los hombres, que se logra al hacerlos sufrir. Habrá un progreso hacia más dolor, más odio y más destrucción. El arte, la ciencia y la literatura desaparecerán. No habrá manera de distinguir la belleza de la fealdad. O'Brien descibe ¨Un mundo de victoria tras victoria, de triunfos sin fin, una presión constante sobre el nervio del poder¨. Winston no está de acuerdo, y asegura que tal sociedad morirá. Le dice a O'Brien que el Partido nunca vencerá el espíritu del Hombre¨. O'Brien argumenta que, si Winston es un hombre, entonces es el último en la Tierra. Winston admite que se siente superior a O'Brien, lo que marca el instante en el que O'Brien reproduce una grabación que revela la ironía de la declaración de Winston en la que este acepta hacer cualquier cosa para apoyar a la Hermandad, incluso asesinar o espiar.

O'Brien obliga a Winston a mirar su cuerpo desnudo en el espejo. Winston se horroriza al ver su cuerpo gris, débil y encorvado. Está demacrado, medio pelado, muy sucio y tiene innumerables cicatrices. Apenas se reconoce a sí mismo. O'Brien se burla de su apariencia, señalándole cómo se está pudriendo, incluso sacando uno de los dientes que le quedan. Winston se pone a llorar, y O'Brien le asegura que puede escaparse de ese infierno si así lo decide. Winston se niega a aceptar la derrota, asegurando que todavía no ha traicionado su amor por Julia. Winston le pregunta cuándo lo van a fusilar, y O'Brien le contesta que quizás suceda en mucho tiempo, pero que al final sucederá.

Análisis

La Parte segunda describe tanto el principio como el final de la aventura amorosa entre Winston y Julia. Su arresto los mantiene separados durante toda su estadía en el Ministerio del Amor. Así, el único acto de verdadera rebelión de Winston se termina. Su tortura llega a ser tan horrorosa como siempre imaginó. Concluye fácilmente que el dolor físico es lo peor del mundo, completamente insorportable. Durante el proceso de tortura, O'Brien toma rápidamente control sobre él y empieza a penetrar en su mente mediante una profunda manipulación psicológica, asistido por terapia de electroshock. En manos de O'Brien y del Ministerio del Amor, Winston no puede detener su proceso de ruina física y psicológica.

O'Brien es un personaje central en esta parte, y aquí llegamos a una profunda comprensión de su mente, hasta ahora misteriosa. Es un ardiente seguidor del Partido y cree profundamente en la pureza de su misión y de su trabajo. De manera interesante, Winston conserva su mirada fatalista en la cárcel, cuando reconoce que, en el fondo, probablemente siempre supo que O´Brien era un seguidor del Partido. Lo cierto es que Winston sabía que lo iban a arrestar antes de conocer a O´Brien, y por eso la reunión con él no aumentó ni redujo su riesgo. Quizas Winston sí imaginaba que O´Brien era un seguidor del Partido, pero quería tanto confiar en él y creer en la Hermandad que ignoró esos pensamientos. El sueño de Winston, de hacía siete años, de la voz de O´Brien diciéndole que se iban a ¨encontrar en el sitio donde no hay oscuridad¨ lleva Winston a obsesionarse con O´Brien, y le brinda una esperanza de que él, tal vez, podría ser fuente de apoyo. O´Brien se convierte en el héroe de Winston. Aún en sus sesiones de tortura se siente más tranquilo cuando él está cerca. Como destaca O´Brien, Winston escribió una vez en su diario que no importaba si O´Brien estaba o no de su lado, porque sentía que el hombre lo entendía. Irónicamente, Winston parece querer a O´Brien, aun durante el proceso de tortura, y así llega a creer en la propaganda del Partido contra la que se ha rebelado hace tanto tiempo.

En esta parte, Winston finalmente recibe la respuesta a su pregunta: ¨¿Por qué?¨. O´Brien le demuestra que el Partido persigue el poder por su propio bien, y no por otro motivo. Esta es la razón por la que el Partido puede definir el presente, el pasado y cada aspecto de la sociedad. Aquí también vemos cómo el Partido se ha separado del socialismo y de la Revolución para convertirse en un gobierno totalitario. Esta es la frustración más grande de Orwell en relación a los regímenes totalitarios. Orwell observaba cómo revoluciones supuestamente socialistas se transformaron en regímenes totalitarios, específicamente en los casos de la URSS y de la Alemania de Hitler. Estos regímenes hablaban de su objetivo de mejorar la vida del hombre común, pero en realidad buscaban simplemente el poder. En 1984, el Partido admite su objetivo es tener el poder por su propio bien. Esta sociedad totalitaria, eficaz en sofocar la disidencia y la individualidad, y en definirse a sí misma y al mundo, es la distopía definitiva.

El proceso de tortura de Winston demuestra el grado de violencia al que son sometidos los prisioneros. Son matados de hambre, golpeados y desfigurados. Llevados a su punto más débil, finalmente se les otorga la salvación. Al estar roto por completo, el espíritu y la mente del preso se rendirá finalmente a la manipulación. Winston es destruido, físicamente, casi por completo durante el proceso de tortura, pero es solo cuando ve la cáscara en la que se ha convertido que se somete a O´Brien. O´Brien se convierte en su salvador en los siguientes capítulos, permitiéndole comer, curarse y ponerse más fuerte. Como su salvador, O´Brien influye mucho en la mente y en los procesos de pensamiento de Winston, guiándolo hacia las formas del Partido y removiendo cualquier sentido de individualidad e independencia.