Variaciones en rojo

Variaciones en rojo La literatura policial en Argentina

El género policial en su vertiente de enigma nace en Europa entre 1890 y 1920 y llega a la Argentina en traducciones tempranas de los clásicos como Edgar Allan Poe, Arthur Conan Doyle y Gastón Leroux. Las primeras producciones locales del género aparecen también muy prontamente, con las iniciativas narrativas de autores como Eduardo L. Holmberg (1852-1937), Luis V. Varela (1845-1911) y Paul Groussac (1848-1929). Además, el género se hace popular enseguida con la circulación a través del folletín, en colecciones que se venden en los kioscos a partir de 1915, en publicaciones como La novela semanal, El cuento ilustrado y La novela universitaria. También comienzan a venderse versiones locales de los pulps fiction norteamericanos, que incluían relatos de aventuras, westerns, pero también historias de misterio. En 1931, la Editorial Tor lanza la "Colección Misterio" de literatura detectivesca, que se edita en volúmenes semanales y se vende en puestos de revistas y kioscos callejeros.

Sin embargo, la producción original y autóctona todavía es escasa y fragmentaria. Aun cuando la popularidad del género crece para la década del 40 y aumentan las colecciones destinadas a él, se considera un mero entretenimiento, sin lugar en la esfera de la literatura nacional. Quien da el mayor impulso, en este sentido, es Jorge Luis Borges, que lo pone en el centro del debate literario argentino. Junto a Adolfo Bioy Casares, no solo escriben relatos fantásticos y policiales (géneros hasta el momento considerados "menores") que se convierten en hitos, sino que fundan, en 1945, para la editorial Emecé, la célebre colección El Séptimo Círculo, dedicada exclusivamente al género. La serie incluía novedades de las editoriales norteamericanas en boga y autores recomendados por el prestigioso suplemento londinense del Times Literary Supplement, pero también producciones locales. Los primeros en incursionar en el género gracias a este impulso fueron Silvina Ocampo, Angélica Bosco, Manuel Peyrou y el mismo Bioy.

Por su parte, entre 1943 y 1955, la editorial Hachette lanza dos colecciones: la Serie Naranja y Evasión que recopila grandes clásicos del género, pero también novedades nunca antes traducidas al español. En esta empresa, colabora como traductor y antólogo el propio Rodolfo Walsh. En 1953, publica la primera antología del género totalmente constituida por autores nacionales que él mismo selecciona: Diez cuentos policiales argentinos. En el prólogo, Walsh realiza una historización y precisa la fecha en la que él considera que nació el policial en Argentina: "Hace diez años, en 1942, apareció el primer libro de cuentos policiales en castellano. Sus autores eran Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Se llamaba «Seis problemas para don Isidro Parodi»" (p. 7). Además, señala que Buenos Aires es ya un escenario para las aventuras detectivescas, antes restringidas al espacio anglosajón. Esta operación literaria y editorial da cuenta no solo del interés de Walsh por el género, sino de una clara intención de hacerle un espacio dentro de la historia de la literatura argentina.