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Militancia en Montoneros

A mediados de 1970, había empezado a relacionarse con el Peronismo de Base, brazo político de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). Luego de una escisión, producida por diferencias políticas, un sector de esta organización se fusionó con Montoneros. Allí, su nombre de guerra fue «Esteban»; luego, «El Capitán», «Profesor Neurus» o «Neurus».

Según Horacio Verbitsky, Walsh conoció a los hermanos Villaflor, sobre quienes escribió en ¿Quién mató a Rosendo?, en la CGTA y, al principio, cuando le plantearon entrar en las Fuerzas Armadas Peronistas se negó.[23]​

En 1972, escribió durante un año en el Semanario Villero y a partir de 1973 en el diario Noticias junto a sus amigos Verbitsky, Paco Urondo, Juan Gelman y Miguel Bonasso, entre otros. Fue corresponsal de ese mismo medio enviado a Palestina. Ese año colaboró en la adaptación al cine de Operación Masacre, dirigida por Jorge Cedrón, con la participación de Julio Troxler, un sobreviviente del episodio que se interpretó a sí mismo. La película fue filmada en la clandestinidad y estrenada un año más tarde.

En 1973 publicó su tercera y última investigación en libro, el Caso Satanowsky, sobre el asesinato de un abogado por agentes de la SIDE por un conflicto de propiedad del diario La Razón. Aunque el caso y su investigación por parte de Walsh tuvieron lugar entre 1958 y 1959, Walsh no publicó las notas en forma de libro hasta ese momento.

Al mismo tiempo publicó el relato Un oscuro día de justicia con una entrevista hecha por Ricardo Piglia a modo de prólogo, en la que exponía su pensamiento y su idea de que la escritura no puede desligarse de la militancia política. Walsh no volvió a publicar ficción, se dedicó a la actividad periodística y la militancia en Montoneros, movimiento al que ingresó ese año.

En 1974 comenzaron las diferencias de Walsh con la dirigencia del movimiento, a partir del pase a la clandestinidad decidido por la misma.[24]​ A finales de 1975 algunos oficiales, entre los que estaba Walsh, comenzaron a elaborar documentos afirmando que Montoneros debía «volver a integrarse al pueblo, separar a la organización en células de combate estancas e independientes, distribuir el dinero entre las mismas y tratar de organizar una resistencia masiva, basada más en la inserción popular que en operativos del tipo foquista».

ANCLA

Véase también: ANCLA

El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas derrocaron a Estela Martínez, y dieron comienzo a lo que llamaron Proceso de Reorganización Nacional. La Junta Militar de Gobierno aplicó censuras sobre los medios de comunicación, intervino los sindicatos y emprendió una política de Terrorismo de Estado que implicó el secuestro, la tortura y la desaparición de miles de personas.

Ante la censura, Walsh creó ANCLA (Agencia de Noticias Clandestina), junto a los militantes y periodistas Carlos Aznárez, Lila Pastoriza y Lucila Pagliai. El proyecto consistía en la puesta en marcha de una cadena informativa que emitió más de 200 cables que circulaban de mano en mano.[25]​ En estas gacetillas se podía leer:

Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información. Rodolfo Walsh[26]​

Tras el asesinato de Walsh, el exilio de Aznárez y Pagliai y el secuestro de Pastoriza, la tarea fue continuada por Verbitsky hasta el año siguiente.[27]​

Muerte de su hija Victoria y de Paco Urondo

El año 1976 no sólo representó un cambio en la vida de Walsh por su pase a la clandestinidad, sino también por dos pérdidas muy significativas: la de su amigo, el poeta y guerrillero Urondo y la de su hija Victoria.

Urondo fue emboscado y asesinado en Mendoza el 17 de junio.[28]​ En un texto en que relató el hecho, Walsh criticó la decisión de la conducción del movimiento de enviarlo a una zona que se sabía peligrosa:

El traslado de Paco a Mendoza fue un error. Cuyo era una sangría permanente desde 1975, nunca se la pudo mantener en pie. El Paco duró pocas semanas… Fue temiendo lo que sucedería. Hubo un encuentro con un vehículo enemigo, una persecución, un tiroteo de los dos coches a la par. Iban Paco, Lucía con la nena y una compañera. Tenían una metra, pero estaba en el baúl. No se pudieron despegar. Finalmente Paco frenó, buscó algo en su ropa y dijo: «Escapen ustedes». Luego agregó: «Me tomé la pastilla y ya me siento mal». La compañera recuerda que Lucía le dijo: «Pero, papá, ¿por qué hiciste eso». La compañera escapó entre las balas, y días después llegó herida a Buenos Aires… A Paco le pegaron dos tiros en la cabeza, aunque probablemente ya estaba muerto.[29]​

[30]​ Urondo falleció por estallido de cráneo provocado por un culatazo de fusil que le propinó el policía Celustiano Lucero.[31]​

El 29 de septiembre de 1976, su hija María Victoria (su nombre de guerra era «Hilda», y «Vicki» para los familiares y amigos), oficial 2.º de Montoneros, murió en un enfrentamiento (el Combate de la calle Corro) con el Ejército, un día después de cumplir 26 años. Al verse rodeada y sin posibilidad de escape en la terraza, ella y Alberto Molina, el último sobreviviente, levantaron los brazos y tras un breve discurso que finalizó con la frase «Ustedes no nos matan, nosotros elegimos morir», se dispararon en la sien. En diciembre, Walsh publicó un mensaje ―en el que relata las circunstancias del hecho― llamado Carta a mis amigos.[32]​ Termina con esta reflexión:

En el tiempo transcurrido he reflexionado sobre esa muerte. Me he preguntado si mi hija, si todos los que mueren como ella, tenían otro camino. La respuesta brota desde lo más profundo de mi corazón y quiero que mis amigos la conozcan. Vicki pudo elegir otros caminos que eran distintos sin ser deshonrosos, pero el que eligió era el más justo, el más generoso, el más razonado. Su lúcida muerte es una síntesis de su corta, hermosa vida. No vivió para ella, vivió para otros, y esos otros son millones. Su muerte sí, su muerte fue gloriosamente suya, y en ese orgullo me afirmo y soy quien renace de ella.[32]​

Su otra hija, Patricia, es una dirigente política argentina que llegó a ser diputada nacional por la coalición Izquierda Unida, en 1999 fue candidata a Presidente de la Nación y desde 2007, se desempeñó como legisladora de la ciudad de Buenos Aires.

Los Papeles de Walsh y su Carta abierta

Carta abierta de Rodolfo Walsh, obra de León Ferrari ubicada en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (exESMA).

Entre noviembre de 1976 y enero de 1977 Rodolfo Walsh, que tenía grado de oficial primero bajo los nombres de guerra de “Esteban" o "Neurus”, escribió cinco documentos internos criticando punto por punto varios documentos autocríticos emitidos por la Conducción de Montoneros en esos días.[33]​ Estos documentos internos conocidos como los Papeles de Walsh, se encuadran en la redacción simultánea de la célebre "Carta abierta de un escritor a la Junta Militar", fechada un día antes de desaparecer, el 25 de marzo de 1977.[34]​[35]​

La crítica de Walsh es terminante. Aclara en los papeles que se trataba de su opinión y las de "sus subordinados". Walsh sostiene que la autocrítica de la Conducción es aparente y que sus documentos "soslayan la real gravedad de nuestra situación militar", criticando el enfoque "triunfalista" y "militarista" -utiliza esos términos-, que había adoptado la Conducción, que subestimaba por un lado a la dictadura y por el otro adoptaba métodos de lucha que también violaban los derechos humanos, refiriéndose a los asesinatos de personas:

Uno de los grandes éxitos del enemigo fue estar en guerra con nosotros y no con el conjunto del pueblo. Y esto en buena medida por errores nuestros, que nos auto aislamos con el ideologismo y nuestra falta de propuestas políticas para la gente real. Nuestras armas también son violatorias de las convenciones internacionales. Ellos se autoaislan, pero nosotros también, y en ese trueque ganan ellos, porque nosotros teníamos con qué impedirlo y ellos no. Rodolfo Walsh en "Observaciones sobre el documento del Consejo del 11/11/76"[36]​

Walsh sostenía que la raíz del problema era política: la equivocada suposición de Montoneros que el movimiento peronista se había agotado y que su lugar lo estaba ocupando el "movimiento montonero". Desmiente que exista en el seno del pueblo y puntualmente en la clase obrera, un sentimiento de adhesión a un supuesto "movimiento montonero". Todo lo contrario, el terrorismo de Estado, sostiene Walsh, llevó al pueblo a refugiarse aún más en su propia cultura política, el peronismo, y a alejarse de Montoneros, perdiendo "la representatividad popular" que supo tener dos años antes. De ese modo, Montoneros y sus militantes, en lugar de refugiarse en la amplia cobertura que le ofrecía el peronismo, se separó del mismo, quedando sin refugio ante una represión que llegó a niveles desconocidos.

Negamos el Movimiento Peronista y el Movimiento Montonero no existe. Entonces ¿dónde nos vamos a refugiar cuando el enemigo aprieta? Rodolfo Walsh en "Observaciones sobre el documento del Consejo del 11/11/76"[36]​

Walsh proponía y consideraba que aún había tiempo para hacerlo, "replegarse hacia el peronismo", disolver el Ejército Montonero, abandonar la "tarea de inventar el Movimiento Montonero, que no tendrá existencia real" y dar amplia autonomía a los grupos militantes, "para resistir junto con el pueblo a la dictadura". Los cinco documentos internos de Walsh fueron publicados por Baschetti y pueden ser consultados en línea, en una edición especial de la revista Sudestada.[36]​

El 24 de marzo de 1977, mientras Montoneros debatía las críticas formuladas en los Papeles, Walsh envió a las redacciones de los diarios su célebre Carta abierta de un escritor a la Junta Militar, calificada por Gabriel García Márquez como una «obra maestra del periodismo».[37]​ El texto de Walsh es un texto pavoroso. Les habla a los miembros de la Junta en primera persona. Les habla sobre su hija "muerta combatiéndolos", unos meses antes. Les habla "del cuadro de exterminio", del "terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina", de las "desapariciones", de los "campos de concentración", de los miles de habeas corpus rechazados, de "la tortura absoluta, intemporal, metafísica", las masacres, la coordinación de la represión con otros países sudamericanos y Estados Unidos, la ilegitimidad del gobierno, de la política antipopular que estaban ejecutando:

Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada. Rodolfo Walsh, Carta abierta...

Walsh concluye su carta con un pedido a la Junta y una advertencia anticipatoria, aunque aclara que sabe que no será escuchado:

...pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aun si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas. Rodolfo Walsh, Carta abierta...[38]​

Walsh pasó sus últimos meses en una casa de San Vicente, dado que una de sus dos casas en el Delta (Liberación) habían sido allanada por la Armada. A pesar de que no había vuelto a publicar ficción, continuó escribiendo relatos como Juan se iba por el río. Tanto este como otros inéditos suyos fueron secuestrados por personal de las Fuerzas Armadas cuando allanaron esa vivienda (también usurpada) el día de su asesinato y no han podido ser recuperados.[39]​

Su asesinato

Estación Rodolfo Walsh, en el lugar donde fue abatido el conocido escritor montonero.

La desaparición y asesinato de Rodolfo Walsh fue investigada en el marco de la llamada «Megacausa ESMA (Segundo Juicio, Testimonio C») y resuelto judicialmente por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n° 5, en su sentencia del 27 de octubre de 2011, cuando el tribunal condenó por el homicidio de Rodolfo Walsh a Jorge Eduardo Acosta (cadena perpetua), Antonio Pernías (cadena perpetua), Alfredo Astiz (cadena perpetua), Jorge Radice (cadena perpetua), Ricardo Cavallo (cadena perpetua), Ernesto Weber (cadena perpetua) y Juan Carlos Fotea (25 años de prisión).[5]​ Juan Carlos Rolón y Pablo García Velasco fueron absueltos en primera instancia, pero las absoluciones fueron declaradas nulas por la Cámara, al ser tratadas las apelaciones.[40]​[41]​

La sentencia describe de este modo su asesinato:

Que, al llegar a Constitución, Walsh confirmó telefónicamente una “cita” con José María Salgado, apodado “Pepe”, que se llevaría a cabo, entre las 13.30 y las 16.00, en inmediaciones de las avenidas San Juan y Entre Ríos, de esta ciudad y que tenía por objeto, al igual que las otras previstas para ese día, difundir el contenido de la carta que el nombrado había escrito con motivo de cumplirse el primer aniversario de la dictadura militar. Ese día, el damnificado concurriría a tres citas; además de encontrarse con Salgado, se reuniría con René Haidar y con la mujer de un militante, que había fallecido junto a su hija en un operativo.

Que, en circunstancias en que la víctima caminaba por la acera de avenida San Juan, entre Combate de los Pozos y Entre Ríos, vistiendo una guayabera de color beige con tres bolsillos, pantalón marrón, un sombrero de paja, zapatos marrones, y anteojos, y portando consigo un portafolio y una pistola marca “Walther”, modelo PPK, calibre 22, fue abordado por un grupo operativo perteneciente a la UT 3.3.2, que estaba compuesto por, aproximadamente, entre 25 y 30 hombres, que se desplazaban en más de seis vehículos, entre ellos un “Peugeot 504”, un “Ford Falcon”, una “Ford F 100”, una “recoleta” y una camioneta a la que denominaban “Swat”. Se tuvo por acreditado que Rodolfo Jorge Walsh, introdujo una de sus manos dentro de una bolsa, y dentro de una bolsa, y ante la sospecha de que opusiera resistencia, uno de los intervinientes dio aviso de una emergencia, y al grito de “Pepa, pepa” -término utilizado para denominar a la granada-, una gran cantidad de oficiales comenzó a dispararle, hasta que la víctima se desplomó (conforme lo señalan los testigos Lauletta y Gras; cuyos testimonios serán analizados más adelante). Que Walsh sufrió varios impactos de bala en su tórax que le provocaron la muerte. Con posterioridad, el nombrado fue introducido en uno de los rodados, y conducido a la ESMA, donde arribó sin vida. Una vez allí, fue descendido raudamente por la escalera que unía el hall de la planta baja con el “Sótano” del edificio, sin poderse precisar, al día de la fecha, el destino dado asus restos.

Que la información relativa a esa “cita” fue obtenida por medio del interrogatorio mediante torturas, practicado a José María Salgado, en algún momento posterior a su secuestro, con la suficiente antelación para diseñar y planificar minuciosamente el operativo. (pags. 878-879 de la sentencia)[5]​

Un día después, tras enviar por correo las primeras copias de la Carta abierta en la Plaza Constitución (según narra su última pareja, Lilia Ferreyra, en el documental P4R+Operación Walsh), Walsh fue emboscado y secuestrado. Las versiones afirman que el escritor había sido citado por un contacto en el cruce de las avenidas San Juan y Entre Ríos, en el barrio de San Cristóbal, cuando el Grupo de Tareas 3.3. de la Escuela de Mecánica de la Armada, comandado por Alfredo Astiz y Jorge «Tigre» Acosta, lo emboscó y le dio la orden de entregarse, pero Walsh se resistió, sacó una pistola Walther PPK calibre 22[42]​[43]​[44]​ y logró herir a un oficial, pero fue acribillado por una ráfaga de FAL. Herido de muerte, fue subido al auto y secuestrado. Existen versiones que indican que disparó para no ser atrapado vivo, ya que su pequeña arma no era suficiente para un enfrentamiento armado. Sobrevivientes señalaron haber visto su cuerpo sin vida en la ESMA, permanece desaparecido.

La estación de subte que se encuentra en el lugar en que fue abatido, lleva su nombre, mientras que en los jardines de la ex ESMA, convertido en Espacio Memoria y Derechos Humanos, se encuentra una obra del artista León Ferrari, llamada "Carta abierta", en la que se reproduce el texto de la carta, sobre paneles de acrílico transparente.


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