Noli me tangere

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La religion católica

La religión católica tiene una presencia fundamental dentro de la novela, y aparece de diferentes maneras.

En primer lugar, por supuesto, está la Iglesia católica, institución que detenta el poder en las Islas Filipinas, incluso por sobre el Estado. La Iglesia católica es fuertemente criticada: los dos representantes más importantes, el padre Salvi y fray Dámaso, son hipócritas, no profesan una fe verdadera; son curas solo para ejercer el poder. Además, ambos faltan a su voto de castidad y mantienen relaciones sexuales. En el caso de Dámaso, tiene una hija, María Clara, que no reconoce como tal. El caso del padre Salvi es aún más grave, ya que viola a María Clara sobre el final de la novela.

Más allá de lo institucional, la obra se detiene en diversos personajes católicos que, teóricamente, tienen una fe inquebrantable. Sin embargo, dicha fe aparece atravesada por las conveniencias terrenales de una manera absurda. Capitán Tiago, por ejemplo, enciende velas a los santos pensando en cuál de ellos le rendirá más frutos económicos, o les paga a los pobres para que recen por él. Del mismo modo, el capítulo XIX, "Almas en pena", nos muestra a un conjunto de mujeres discutiendo acerca de cuál es el medio más rendidor de administrar las indulgencias para evitar el purgatorio. Hablan de las indulgencias como si fueran inversiones económicas.

Otras figuras, como Elías y Rafael Ibarra, mantienen fuertes convicciones católicas a pesar de su oposición a la iglesia como institución. Consideran que esta corrompe la verdadera fe y, por supuesto, creen que sus representantes son personas tiranas, ávidas de poder, que poco tienen que ver con la esencia del catolicismo.

El Estado

El Estado aparece como la institución que se dirime el poder con la Iglesia católica en las Islas Filipinas. Ambas instituciones dependen de la corona española.

Históricamente, la Iglesia católica fue el poder máximo en las colonias de España, como las Islas Filipinas. Sin embargo, tras la independencia de las colonias sudamericanas, la corona pierde confianza en la Iglesia católica como entidad encargada de regir el poder, y comienza a darle más espacio al Estado.

En Noli me tangere, esta disputa de poder entre la iglesia y el Estado aparece representada en la constante puja entre el padre Salvi y el alcalde. Ahora bien, el Estado, a diferencia de la iglesia, tiene ideas liberales y progresistas. La figura del Capitán General, quien elogia a Ibarra por su idealismo, es un ejemplo claro al respecto.

Sin embargo, sobre el final, ambas instituciones se unen en contra de Crisóstomo Ibarra y los "subversivos". De esta manera, Rizal introduce la idea de que el Estado y la Iglesia católica pueden estar en puja por el poder, y tener ideas opuestas en términos políticos, pero ambas instituciones desean mantener a la sociedad sometida, conservar el statu quo vigente, y si, para lograrlo, deben unirse, lo hacen sin problemas.

Radicalismo vs. reformismo

Aunque Ibarra y Elías están de acuerdo en que se deben introducir cambios significativos en la sociedad filipina, existe una fuerte oposición entre ambos respecto a cuál es el modo en el que estos cambios deben introducirse.

Ibarra sostiene que los cambios deben llevarse a cabo a través de reformas, sin alterar las jerarquías de poder vigentes. Según él, por ejemplo, si la Guardia Civil pierde facultades, puede ser que menos personas inocentes sean golpeadas injustamente, pero es muy probable que aumente de manera considerable la delincuencia. Por lo tanto, hay que introducir cambios, pero sin quitarle poder a la Guardia Civil.

Elías, por su parte, sostiene que la única manera de cambiar la sociedad es radicalmente, a través de la revolución, aunque esta sea a través de las armas y cueste vidas. Según Elías, las reformas que desde hace siglos promueve España solo han generado mayor desigualdad y favorecido la opresión por parte de los colonos. Desde su punto de vista, Ibarra es un hombre inteligente que cree en el reformismo porque no ha sufrido las injusticias en carne propia, como las ha sufrido él.

La trama le da la razón a Elías. La moderación de Ibarra lleva al fracaso absoluto y, además, no evita que la iglesia lo persiga y encarcele, como persiguió y encarceló a su padre. Tras sufrir en carne propia la persecución, tal como lo predijo Elías, Ibarra cambia de parecer y termina la novela deseando una revolución radical.

La educación

Crisóstomo Ibarra, el protagonista de la novela, confía en que la educación es la herramienta más importante para cambiar la sociedad y mejorarla.

A pesar de ser un mestizo, Ibarra ha vivido 7 años en Europa y sus ideales, tal como se lo dice el Capitán General, se condicen más con la realidad europea que con la realidad filipina. Durante su viaje, ha visto la importancia que los Estados europeos le dan a la educación, así como su poder transformador. Considera, erróneamente, que en Filipinas será del mismo modo. Por eso, apenas regresa, se propone fundar una escuela.

Sin embargo, Ibarra advierte rápidamente que el poder de la educación tiene límites. Por ejemplo, la iglesia impide que los filipinos aprendan español en la escuela, lo que esencialmente les impide obtener trabajos prestigiosos dentro de la sociedad colonial. Además, la educación es financiada por la iglesia y esta exige, entre otras cosas, que se golpee a los alumnos para "facilitar" su aprendizaje, lo que termina generando que los niños no quieran asistir a clases.

Incluso, en la figura de Ibarra, Rizal muestra que el potencial revolucionario de la educación es limitado. A pesar de la educación que este ha obtenido en Europa, Ibarra es ingenuo a la hora de comprender el alcance de la opresión que sufren los filipinos por parte de los colonos.

Finalmente, la escuela que intenta fundar Ibarra no solo no se pone en funcionamiento realmente, sino que el protagonista de la novela casi es asesinado durante su inauguración. Este fracaso demuestra simbólicamente el fracaso de la educación dentro de la sociedad filipina, una sociedad regida por tiranos que consideran que la educación no es una herramienta, sino una amenaza.

El honor familiar

El tema del honor familiar es extremadamente importante en Noli me tangere, y atraviesa la historia de diferentes personajes.

En primer lugar, después de la muerte de su padre, Crisóstomo Ibarra debe decidir cuál es la mejor manera de honrar su legado. Se propone construir una escuela, algo que a su padre le hubiera encantado. Luego, cuando Ibarra es excomulgado, el Capitán General lo defiende, en gran parte, porque admira el deseo de Ibarra de, precisamente, honrar la memoria de su padre. La historia de Crisóstomo está tan atravesada por su intención de honrar a Rafael que termina siendo perseguido como lo fue él.

También la vida de María Clara está marcada por sus intentos de honrar a sus padres, el Capitán Tiago y su difunta madre. Incluso, casi llega a casarse con un hombre al que no ama, Linares, porque no quiere causarle un problema a su padre, y finalmente traiciona a Ibarra porque no quiere que se revele que, en realidad, ella es hija de fray Dámaso, lo que deshonraría tanto a Capitán Tiago, como a la memoria de su madre.

Incluso el proceder de Elías está motivado por la historia de su familia. Elías es el hijo de un hombre pobre pero virtuoso que, tras ser deshonrado, lo pierde todo. La hermana de Elías, además, es asesinada. Estas experiencias influyen profundamente en la decisión de Elías de rebelarse contra el régimen español en Filipinas e intentar iniciar una revolución.

El sacrificio

Al principio de la novela, Ibarra declara que la prosperidad de cualquier país es proporcional a sus libertades y al sacrificio de su pueblo. A lo largo de Noli me tangere, Ibarra, un joven noble que llega a su patria con el plan de casarse y vivir una vida cómoda, aprende a hacer tales sacrificios con el ideal de que Filipinas algún día sea grande y libre. Su último sacrificio es, sin dudas, el encarcelamiento y el exilio (o la muerte, aunque la obra es ambigua al respecto, y el lector no tiene la certeza de que el protagonista realmente haya muerto).

Elías, por su parte, muere como resultado de su lucha por el pueblo filipino, y en sus últimas palabras, dichas a Basilio, enfatiza la importancia de honrar el sacrificio y no olvidar a aquellos que dejaron la vida por cambiar la realidad filipina.

Más allá de la obra, es interesante destacar que Rizal, el autor de carne y hueso, también sacrificó su vida en pos de un cambio social: la independencia filipina llegó dos años después de que él fuera ejecutado por subversivo.

El aislamiento

El aislamiento aparece en la novela en dos sentidos contrapuestos: las Islas Filipinas -y, por tanto, su población- están aisladas de España, país que la rige. Debido a este aislamiento, los españoles tienen mayor facilidad para aprovecharse de los nativos, ya que imponen la ley a su manera, sin tener que responder prácticamente a nadie. Los curas y los gobernantes hacen lo que quieren; el Doctor Espadaña se hace pasar por médico y nadie puede saber si en verdad lo es, así como Linares se hace pasar por abogado y ejerce con total libertad.

Los filipinos, en contraposición, están en desventaja a causa de este aislamiento. No solo sufren una opresión despiadada, sino que carecen de posibilidades educativas y de crecimiento laboral o económico. Para cambiar su realidad, deben viajar hasta Europa, aunque solo unos pocos filipinos pudientes, como Ibarra, tienen la posibilidad concreta de hacerlo.