La carretera

La carretera Resumen y Análisis Parte 2

Resumen

Padre e hijo continúan viajando hacia el sur. Quieren atravesar las montañas para llegar a la costa; al padre le preocupa tener suficiente comida para hacerlo. Ha empezado a nevar. A lo lejos, pueden ver incendios forestales que se desatan en las montañas.

Por la mañana, el fuego en las montañas todavía es visible. Hace más frío. Continúan hacia el sur. El padre sueña que su esposa está enferma y él la cuida, pero enseguida recuerda que "ella murió a solas en la oscuridad y no hay ningún otro sueño ni otro mundo de vigilia y no hay ninguna otra historia que contar" (30).

Se nos presenta una breve escena del pasado: "Personas sentadas en la acera al amanecer medio inmoladas y humeando en sus prendas de vestir. Como frustrados suicidas sectarios. Otros vendrían a ayudarlos. Antes de transcurrido un año había incendios en las montañas y cánticos delirantes. Los gritos de los asesinados. De día los muertos empalados en estacas a lo largo de la carretera" (30).

El padre, que conoce la región, espera llegar pronto a la cima. Finalmente, reconoce su ubicación. Se detienen a descansar y el hombre le prepara chocolate caliente a su hijo. Él solo bebe agua caliente. El niño le recuerda que le prometió no hacer eso, por lo que el padre reparte el chocolate caliente entre ambos. El hijo le recuerda: "Si no cumples una promesa pequeña tampoco cumplirás una grande. Es lo que tú me dijiste" (31).

Siguen avanzando. Cuando el camino está obstruido por árboles caídos, deben sacar todo del carrito, pasar sus cosas al otro lado y volver a cargarlo. Por la noche, el niño sueña con un pingüino a cuerda al que nadie le dio cuerda y se asusta.

Les toma cuatro días salir de la nieve. Descubren un río con una cascada y se bañan, a pesar del frío. En el bosque encuentran colmenillas, una especie de hongo, recolectan algunas y luego se acomodan para pasar la noche, satisfechos con su campamento improvisado. Cocinan y comen los hongos con algunos enlatados.

Por la mañana, el padre comprueba que no hay otras personas cerca. Luego de unos días, y a pesar de la insistencia del chico, el padre decide que deben irse: la cascada puede atraer a otros, y además sigue haciendo cada vez más frío. Consultan un antiguo mapa en pedazos y planifican su ruta. El hombre le explica al niño, nacido después de la catástrofe, que el área solía estar dividida en estados.

Se dirigen a un puente que cruza el río, pero un camión les bloquea el camino. El padre debe pasar el carrito por debajo. Duermen allí esa noche, y a la mañana siguiente investigan el remolque. El padre se mete en el remolque y descubre cuerpos humanos "Espatarrados en toda suerte de posturas" (40).

El hombre y el niño acampan esa noche en el bosque. Un relámpago asusta al chico. A la mañana siguiente, el padre nota un incendio en el horizonte. Continúan caminando, ven unas huellas sobre el alquitrán quemado y las siguen hasta dar con el hombre que las está dejando: ha sido alcanzado por un rayo. El chico quiere ayudarlo, pero su padre se niega y siguen caminando. El chico mira hacia atrás continuamente, hasta que el hombre cae y queda tirado en el suelo.

Un día, el padre vacía su billetera de dinero, tarjetas de crédito, su licencia de conducir y una fotografía de su esposa fallecida. Tira la billetera, luego deja la foto de su esposa sobre la carretera y se va.

El hombre le recuerda a su hijo que no podían haber ayudado al hombre quemado. El chico no estaba hablando con el padre desde el episodio, pero ahora cede. Esa noche, el hombre sueña que lo llama un grupo de dioses harapientos desde la otra orilla de un río.

Se narran breves escenas del pasado. En la primera, la mujer está embarazada del niño cuando los relojes se detienen a 1:17, se corta la luz y el padre ve, a través de la ventana, "Un fulgor rosado" (44). Abre los grifos para recolectar agua. Luego, el hombre recuerda la última vez que escuchó bandadas de aves.

Mientras viajan, el hombre intenta enseñarle a su hijo juegos de cartas infantiles que ha olvidado hace mucho tiempo. Piensa en la foto de su esposa, abandonada en el camino, y piensa que debería haber intentado conservar a la mujer con ellos. Un día se despierta tosiendo sangre y despierta a su hijo. El niño dice desear estar con su madre. El padre le responde que eso significa que le gustaría estar muerto, y que no debería decir eso.

El siguiente flashback involucra una conversación entre el hombre y la mujer después del nacimiento del niño. En este punto, ellos han luchado por sobrevivir durante algún tiempo. El hombre le ruega a su esposa que no se suicide, pero ella está decidida: quiere adelantarse a la violación y el asesinato, que considera inminentes. El hombre continúa rogándole que reconsidere su decisión, o al menos que espere hasta la mañana para despedirse de su hijo. Ella se niega y se va. El hombre sabe que ella se suicidó usando una hojuela de obsidiana. A la mañana siguiente, el hombre y el chico empacan levantan campamento, y el chico pregunta: "Se ha marchado, ¿verdad?" (48). Él responde afirmativamente. En otro flashback, se describe el nacimiento del niño "en la cama de matrimonio a la luz de una lámpara de pila seca. Guantes para fregar los platos" (49).

Un día, el padre despierta alerta, pistola en mano. Ve gente acercándose, varios con máscaras de gas, sucios, llevando trozos de tubería. Agarra al chico y el carrito y se esconden. Escuchan el motor de un camión. Los hombres que caminan los pasan, pero el camión se detiene con un chisporroteo. Los hombres del camión se bajan para empujarlo más allá de la pendiente. El padre ve a uno de esos hombres parado a unos seis metros de distancia. Le apunta con la pistola y le ordena que se acerque, advirtiéndole que si llama a los demás, le disparará. Le pregunta a dónde se dirigen, si tienen municiones. El otro no cree que el padre le disparará debido a la presencia del niño. Adivina correctamente que el padre solo tiene una o dos balas. Al padre no le gusta la forma en que el hombre mira a su hijo. Este les ofrece unirse al clan, prometiéndoles comida, pero el padre sabe que el otro quiere engañarlo. Entonces el hombre se lanza hacia el chico y le pone su cuchillo en la garganta. El padre le dispara en la cabeza, pone al chico sobre sus hombros y sale corriendo.

Continúan su camino tropezando por el bosque. La tos del padre empeora. Han dejado el carrito y solo tienen una manta en la mochila. Tienen que continuar caminando para no morir de frío. El chico no le habla. Con la primera luz del día, se acercan a la carretera. Hay rastros de que el grupo del camión hizo un fuego sobre el asfalto antes de seguir su camino.

Análisis

McCarthy ofrece en esta sección más pistas sobre el escenario posapocalíptico de la novela. Por su alusión a los estados que dividían el país, comprendemos que estamos en Estados Unidos, y que todo el sistema gubernamental fue destruido tras la catástrofe. Además, se nos ofrecen ciertas pistas del proceso de degradación del mundo: si bien hubo un hito que inició la catástrofe (los relojes se paran, se ve un fulgor por la ventana), en recuerdos sucesivos entendemos que las cosas fueron empeorando. El chico, por ejemplo, nació en la casa, por lo que entendemos que la necesidad de moverse constantemente vino después.

El acto del hombre de dejar la fotografía de su mujer sobre la carretera tiene una gran carga simbólica. Su esposa decidió suicidarse antes de viajar por la carretera con ellos, y es allí donde él deja su foto. Podemos leer en ese gesto una confirmación de que ella ha estado viajando con ellos, pero que es momento de dejarla atrás. No obstante, también podemos entrever allí cierta negación a aceptar la decisión que ella tomó: a pesar de que ella decidió no hacerlo, él la pone en la carretera. En todo caso, con ese gesto él marca una separación, la aceptación de un fracaso. No es casualidad que deje la foto junto al dinero, las tarjetas de crédito, la licencia de conducir: aquí el hombre acepta la desaparición definitiva de ese viejo mundo.

Esta aceptación tiene lugar después de la escena del hombre quemado, como si pasar por al lado de un hombre agonizante y no hacer nada marcara el límite definitivo, confirmando la desaparición de todo lazo social. Más aún, se abre la pregunta de cuánta humanidad queda en él, como en los otros supervivientes. Lo que queda es el caos, la mera supervivencia.

Aquí aparecen también varias escenas del pasado. Estas nos ayudan a comprender el desastre del presente y conocer la tragedia de los protagonistas, pero no solo eso. Dado que los flashbacks no están claramente separados del resto de la narración, rompen intencionalmente la linealidad de la historia y reflejan así el vaivén del protagonista entre los recuerdos y la realidad del presente. El hombre, como los lectores, entra y sale de sus sueños y sus recuerdos, y la realidad demuestra ser, por contraste, insorportablemente oscura y opresiva.

El sueño del chico sobre un pingüino a cuerda que se sale de control puede leerse como una alegoría de la catástrofe que ha golpeado la tierra. En el sueño, el niño está asustado por un pingüino que lo acecha en su propia casa a pesar de que nadie le ha dado cuerda. De algún modo, la escena replica la catástrofe ambiental que asola el planeta: las creaciones de la humanidad siguen operando por inercia, ya fuera del control de sus creadores, convirtiéndose en una fuerza destructiva e incontrolable.

El momento de mayor tensión en esta sección tiene lugar durante el encuentro entre el hombre del camión y los protagonistas. Inicialmente, el peligro que presenta el hombre del camión es ambiguo: aunque el padre sospecha de las intenciones del otro, este actúa de manera conciliadora y se ofrece a sumar al padre y el chico a su grupo. Sin embargo, las sospechas del padre se justifican cuando el hombre amenaza al chico con un cuchillo. El padre, entonces, no duda ni por un instante, y le dispara el otro en la cabeza. Éticamente, la decisión para él es muy sencilla: está protegiendo la vida de su hijo. Para el chico, sin embargo, no parece ser tan simple, y deja de hablar con su padre durante un tiempo.

Una breve escena ya había puesto en primer plano el tema de la confianza en esta sección: cuando el padre le prepara una chocolatada al chico y empieza a beber agua caliente, el hijo le recuerda que le había prometido no hacer eso, y también que, según él mismo le había enseñado, si no podía cumplir una promesa pequeña, mucho menos cumpliría una importante. Ahora, en la escena entre el extraño y los protagonistas, vemos que la confianza del padre respecto a cualquier otro que no sea su hijo ha desaparecido por completo: él no cree, ni por un momento, en las palabras del otro, y parece llevar razón en no hacerlo. Para el chico, sin embargo, las cosas no son tan claras, y después de que el padre asesina al otro, él permanece en silencio. Así, en esta parte de la novela se ponen en primer plano las tensiones que atraviesan la confianza entre padre e hijo, así como hacia el exterior de ese vínculo.

En esta parte también somos testigos de que el estado de salud del padre empeora. La tos con sangre, cada vez más presente en el relato, se va convirtiendo tanto en un elemento de presagio como en un recordatorio del frágil equilibrio sobre el que se sostiene la supervivencia de los protagonistas, lo que aporta a la sensación de opresión y desesperación que acompaña el relato.