La carretera

La carretera Metáforas y Símiles

“(...) él no podía avivar en el corazón del niño lo que en el suyo propio eran cenizas” (116). (Metáfora)

Con esta metáfora el narrador comparte los pensamientos del protagonista acerca de la dificultad de mantener en su hijo las esperanzas. La metáfora es muy interesante porque remite al fuego que padre e hijo utilizan con frecuencia para referirse a la resiliencia, la empatía y la esperanza, es decir, a los valores que los atan al bando de los buenos. Pero además, las cenizas que el padre llevaría en su corazón no son sino la interiorización de las que los rodean por todas partes: el suelo que recorren está generalmente cubierto de cenizas, y el aire se describe con frecuencia como gris, ceniciento.

“Esbozada sobre el palio de hollín corriente abajo el perfil de una ciudad quemada como un lienzo de papel negro” (119-120). (Símil)

Este símil construye una imagen visual contundente de una ciudad totalmente quemada: la destrucción ha sido tal que, a lo lejos, la ciudad se erige como un plano totalmente ennegrecido. Como sucede a lo largo de todo el texto, la imagen aparece solo a través del aire sucio, cargado de ceniza.

“Siguieron avanzando a marchas forzadas, esqueléticos e inmundos como adictos callejeros” (132). (Símil)

Así describe el narrador al hombre y el chico caminando sobre la carretera. El símil produce una imagen muy concreta que remite al mundo de los lectores, pero no al de los protagonistas. Así, la introducción de la imagen de un par de adictos callejeros en un mundo donde la civilización ya no existe produce un efecto de extrañamiento y llama nuestra atención.

Los omóplatos afilados moviéndose como sierras bajo la piel pálida (162). (Símil)

Así ve el hombre la espalda del chico. El símil enfatiza la delgadez y la palidez del chico, y da cuenta, solo en ese detalle, de su debilidad y su estado avanzado de desnutrición.

Siguieron adelante. Pisando por aquel mundo muerto como ratas en una rueda (200). (Símil)

Una vez que padre e hijo alcanzan la costa y corroboran que nada los espera allí, se torna más y más difícil sostener sus esperanzas: no tienen un objetivo claro, no hay planes a mediano plazo, y lo único que hacen es caminar hacia el sur para escaparle al frío. El símil que los compara con ratas en una rueda destaca la sensación de sinsentido.