Kafka en la orilla

Kafka en la orilla Resumen y Análisis Capítulos 44-49

Resumen

Capítulo 44

Nakata quiere cumplir con lo que le pidió Saeki al pie de la letra. Hoshino sugiere que se podría triturar el manuscrito, pero Nakata quiere prenderlo fuego. Cuando esa tarea ha terminado, Nakata menciona que lo único pendiente ahora es cerrar la “piedra de entrada”.

De regreso en el departamento, Nakata solo quiere tirarse a dormir. Hoshino aprovecha para agradecerle por cómo cambió su vida. Pronto se da cuenta de que antes de que termine de agradecerle, Nakata ya está dormido. Hoshino admira la paz en la que vive Nakata.

En la mañana, Hoshino encuentra a Nakata muerto. A Hoshino eso le entristece mucho, pero aprecia que Nakata haya muerto de una manera pacífica. Por otra parte, sin Nakata, es ahora su responsabilidad cerrar la “piedra de entrada”. Sin saber qué hacer, Hoshino considera todas las posibilidades: llamar a la policía, volver a su trabajo, contactar a Colonel Sanders. Después de no sabe cuántos años, Hoshino llora por la muerte de su amigo.

Capítulo 45

Paralelamente, en el bosque, Kafka sigue a los soldados de la Segunda Guerra Mundial hacia la entrada que ellos custodian. A Kafka le cuesta seguir el ritmo de los soldados pero, finalmente, llega a una cabaña, parecida a la de Oshima, que se encuentra del otro lado del portal. Allí los soldados le indican que puede usar todo cuanto hay: la comida, el televisor, la luz eléctrica, el agua. Ellos deben regresar a su puesto para cuidar la entrada.

Kafka se queda dormido y, cuando despierta, se encuentra con Saeki a sus quince años. La chica está preparando la cena y ya no es espíritu, sino una chica real. Ella no recuerda la biblioteca y tampoco sabe su nombre, porque en ese lugar nadie tiene nombre.
Al anochecer, la chica se despide, pero promete regresar la mañana siguiente.

Capítulo 46

Hoshino no ha podido hacer nada con el cuerpo de Nakata. Se le ocurre prender el aire acondicionado para mantener el cuerpo frío. Hoshino habla con Nakata y con la piedra, pero ninguno de los dos responde.

A pesar de sentirse un poco tonto, decide continuar su conversación con la piedra; al fin y al cabo, lo mismo hacía Nakata cuando estaba vivo. Hoshino le cuenta a la piedra sobre las mujeres con las que ha compartido en su vida. Considera que no ha sido un hombre digno del amor de una mujer, porque siempre las usó para su placer y nunca pensó en ellas.

Hoshino escucha otra vez el disco con la música de Beethoven. A pesar de que se siente culpable por haber sido egoísta toda su vida, intenta dejar ir esos pensamientos; Beethoven mismo le diría que deje eso en el pasado y que él también cometió errores a lo largo de su vida.

En un momento, decide abrir la ventana para disfrutar del buen tiempo que hace ese día. Le habla a un gato que se encuentra en la barandilla y, para su sorpresa, el gato le contesta.

El joven llamado Cuervo

Cuervo vuela por encima del bosque hasta que encuentra un claro. Allí ve a un hombre sentado en una piedra lisa. El hombre lleva un sombrero de copa y parece estar esperando la llegada de Cuervo. Lo primero de lo que habla el hombre es sobre la flauta que construyó con las almas de gatos a los que se las arrebató mientras todavía estaban vivos. Le cuenta a Cuervo que eligió su propia muerte y que ahora permanece en el limbo, entre la vida y la muerte.

El hombre provoca a Cuervo diciéndole que, sin importar su determinación, no tiene el poder de matarlo o siquiera lastimarlo. Como si se tratara de un reto, Cuervo reacciona de inmediato y vuela hacia él. Taladra con su pico los cuencos de sus ojos y lo deja ciego. No obstante, el hombre reacciona riéndose a carcajadas. No para de reír hasta que Cuervo le introduce el pico en la boca y le arranca la lengua. El hombre no cesa con su risa muda. Por su aspecto y la historia que cuenta, sabemos que es Johnnie Walker.

Capítulo 47

Poco antes del amanecer, Kafka se despierta. Tal y como prometió, Saeki de quince años está ahí para tomar el desayuno. Durante su conversación, ella le dice lo mismo que Cuervo le aconsejó antes: solo se sentirá en casa cuando descubra que "no es necesario cortarte algo de tí mismo para arrojarlo fuera” (p.668). Es decir, solo se sentirá a gusto cuando haya aceptado lo que tiene en su interior.

Más tarde, quien visita a Kafka no es la chica de quince años, sino la señora Saeki. Le cuenta que decidió quemar todas sus memorias, pero quería verlo una última vez antes de olvidarse de él. Además, quiere pedirle que cruce el portal y vuelva al mundo. Le advierte que la puerta está por cerrarse. Kafka siente que no tiene nada por lo que volver; aun así, la señora Saeki le insiste en que no le importa si el mundo se olvida de ella, si él la recuerda. Además, quiere regalarle el cuadro de Kafka en la orilla.

Luego, hablan sobre si la señora Saeki es efectivamente la madre de Kafka. Ella le dice que Kafka sabe la respuesta a esa pregunta y que no tiene ningún valor ponerlo en palabras. La señora Saeki reconoce que en algún momento de su vida abandonó a la persona a la que más quería y que él, Kafka, fue abandonado por la única persona que jamás debió dejarlo. Ella le pide perdón y Kafka perdona a la señora Saeki y a su madre en ese mismo momento. Saeki y Kafka se dan un abrazo y él siente que algo en su interior se quiebra: “Y algo helado que se halla dentro de tu corazón empieza a crujir” (p.675). Luego, la señora Saeki toma una horquilla de su pelo y se la clava en el brazo; su sangre empieza a manar y Kafka se la bebe. Ella se va y lo deja solo en la cabaña, sin antes recomendarle que, cuando se sienta perdido, mire el cuadro de Kafka en la orilla.

A partir de esa conversación, Kafka decide volver a cruzar el portal y regresar al mundo real. Los soldados lo conducen de regreso. Kafka llega a la cabaña de Oshima y se queda dormido.

Capítulo 48

La conversación entre Hoshino y el gato en el balcón continúa. Si bien Hoshino está sorprendido de haber adquirido esta capacidad, el gato le explica que nada más pueden comunicarse porque ambos habitan “el borde del mundo” (p.683). Es este gato, que se presenta a sí mismo con en nombre “Toro”, quien le indica a Hoshino cómo debe seguir su historia. Al parecer, Hoshino deberá matar a alguien para acabar con todo lo relacionado con la “piedra de entrada”. Ese ser, que toma formas diversas, intentará usar el portal, pero Hoshino debe evitar que eso suceda, a toda costa.

En la madrugada, Hoshino nota ruidos extraños que vienen de la habitación en la que se encuentra el cuerpo de Nakata. Cuando entra en la habitación ve a una criatura blanca, parecida a una serpiente, que se desliza desde el interior de la boca de Nakata. De inmediato, sabe que esa es criatura la que tiene que matar, porque intenta emplear el cuerpo de Nakata como portal para llegar a la “piedra de entrada”. Hoshino prueba descuartizar la serpiente, pero, cada vez que la lastima, la criatura se recompone. Finalmente, decide levantar la “piedra de entrada” y aplastarla. Sin embargo, la piedra está más pesada que nunca y Hoshino no la puede alzar. Habla con la piedra para que colabore, hasta que consigue darle vuelta. Con ese movimiento, Hoshino cierra el portal. Una vez que el portal está cerrado, la serpiente intenta volver al cuerpo de Nakata, pero esta vez Hoshino consigue cortarla en pedacitos y la reúne en una bolsa de basura con el propósito de quemar lo que queda de su cuerpo en la playa.
Por último, Hoshino se despide de la piedra y le pide disculpas por no llevarla de vuelta al santuario donde la encontró.

Capítulo 49

En el último capítulo de la novela, Sada, el hermano de Oshima, recoge a Kafka de la cabaña para llevarlo de regreso a Takamatsu. En el camino, ellos hablan sobre sus experiencias al internarse en el bosque, pero ambos coinciden en que prefieren no compartir los detalles de lo que vieron allí.

En la Biblioteca Komura, Oshima espera a Kafka con la triste noticia de la muerte de Saeki. De todas maneras, Oshima sospecha que Kafka ya sabe de su muerte. Siguiendo los deseos expresados en el testamento de la señora Saeki, Oshima le entrega a Kafka el cuadro del chico en la orilla. Aparte, Oshima le regala a una copia del disco de "Kafka en la orilla".

Si bien Oshima le ofrece un lugar en la Biblioteca Komura, Kafka está decidido a volver a Tokio y terminar sus estudios. Oshima coincide en que es lo mejor para él, y le ofrece un trabajo en la biblioteca para más adelante. Oshima y Kafka se despiden.
Desde la estación de tren, Kafka llama a Sakura para despedirse. Se entera de que ella también soñó con él recientemente: Kafka se encontraba en una casa que se asemejaba a un laberinto, lo que le dificultaba encontrar el cuarto que buscaba. Sakura se encontraba allí y podía ver que alguien perseguía a Kafka; intentaba gritar para alertarle sobre ello, pero no conseguía que él la escuchara.

En el tren, Kafka llora y Cuervo lo consuela diciéndole que hizo lo correcto, y que es el chico de quince años más fuerte del mundo. Finalmente, Cuervo predice lo siguiente para él: “Dentro de poco te dormirás. Y, al despertar, habrás pasado a formar parte de un mundo nuevo” (p.714).

Análisis

Del mismo modo, en que Kafka tiene a Cuervo como su alter ego, Johnnie Walker parece ser el alter ego de Koichi Tamura, el padre de Kafka. Anteriormente, la identificación entre ambos personajes ha quedado clara el momento en que Nakata mata a Johnnie Walker con un cuchillo de trinchar carne y Koichi aparece muerto en su estudio, acuchillado con ese mismo implemento. En un capítulo que no tiene número, sino que lleva el mismo título que aquel que inicia la novela, “El joven llamado Cuervo”, los dos alter egos se encuentran. Este capítulo es una metáfora sobre el modo en que Kafka logra superar su pesada herencia y consigue acallar la voz del padre. En el enfrentamiento de los dos alter egos, Cuervo arranca la lengua de Johnnie Walker, neutralizando así las palabras que más han herido a Kafka, y que impulsaron su viaje en primer lugar. La profecía de Koichi es lo que, hasta ahora, ha determinado la vida de Kafka. Por ese motivo, es tan importante en su viaje de maduración que sea capaz de acallar esa voz.

De hecho, los capítulos de Kafka de esta última sección nos muestran cómo él consigue enfrentar sus miedos y las heridas psicológicas y emocionales que arrastra desde pequeño. Cuando se adentra en el bosque, en realidad, se sumerge en lo más profundo de su psiquis. No es casual que viva esta experiencia en solitario y que coincida con Sada, el hermano de Oshima, en que a veces es necesario acudir a la cabaña para estar solo consigo mismo. Tanto Kafka como Sada descubren algo en ese bosque que es de carácter tan personal e individual que no quieren compartirlo con nadie más. En varias ocasiones se asocia el bosque con un laberinto, y Oshima asocia explícitamente el laberinto con la psiquis cuando le explica el origen de estas construcciones a Kafka. Por eso, cuando este se interna en el bosque, el lector sabe que está realizando también un viaje de introspección.

En este sentido, es sumamente significativo que Kafka deje atrás su mochila con las provisiones para sobrevivir en el bosque. El gesto de abandonar la mochila que carga en su espalda simboliza dos procesos. Por una parte, vemos que Kafka ya no está intentando ser el chico de quince años más fuerte del mundo, sino que se permite ser vulnerable e indefenso ante lo que lo amenaza a un nivel psicológico y emocional: el trauma del abandono y la violencia del padre, que toma la forma de una profecía. Por otra parte, el gesto de dejar de lado la mochila anticipa que Kafka va a ser capaz de desactivar la enorme influencia de su padre y la profecía en su camino vital.

Al enfrentarse a lo más oscuro que habita en su interior, Kafka consigue dejar de temer su pasado, sus deseos y su pensamiento. Al fin, Kafka madura. Esto lo vemos con claridad en la conversación final con Sakura. En el nuevo estado en el que se encuentra Kafka, habiendo enfrentado su viaje a lo más profundo de su psiquis, él ya no les teme a los sueños. Cuando Sakura le dice que tuvo un sueño angustiante con él, Kafka responde: “Pero solo era un sueño” (p.712). Mientras él temía lo que habitaba en su interior, temía a los sueños, porque, al fin y al cabo, estos son la manifestación del inconsciente. Por eso, durante la parte de la historia en la que la profecía y sus traumas todavía no estaban procesados, Kafka se atormentaba a sí mismo con la cita de Yeats: “La responsabilidad empieza en los sueños” (p.206). Esto, ahora, ha cambiado.

Paralelamente, Hoshino también ha sido transformado por su experiencia. El haber vivido en la orilla entre este mundo y una realidad paralela hace que sea imposible para él volver a ser la misma persona. En definitiva, Murakami escribe una novela sobre personajes liminales, que viven en la frontera entre la realidad física y la experiencia metafísica, que únicamente se comprende a través de metáforas.