Kafka en la orilla

Kafka en la orilla Resumen y Análisis Capítulos 28-35

Resumen

Capítulo 28

Hoshino y el Colonel ingresan al patio de un templo sintoísta. A Hoshino le resulta sumamente rara la elección del lugar para tener sexo con una prostituta y le hace saber a Colonel, el proxeneta, cuán inapropiado le parece. Colonel le dice que se deje de tonterías, llama a una mujer hermosa que se presenta en el santuario y, luego, conduce a Hoshino a un motel cercano. Allí tienen sexo y, tal como le prometió Colonel. La mujer es tan excitante que Hoshino eyacula tres veces. Durante el sexo, la prostituta le habla a Hoshino sobre Hegel y la filosofía.

De regreso con Colonel, Hoshino le insiste en que le muestre dónde se encuentra la piedra de entrada.

Capítulo 29

A partir de la noticia de Oshima de que la policía lo está buscando, Kafka decide llamar a Sakura para advertirle que pueden acudir a ella para hacerle preguntas sobre su paradero. Desde la noche en la que Sakura hospedó a Kafka no han tenido más contacto. Kafka le pide disculpas por el modo que eligió para despedirse y Sakura le reprocha no haberse quedado cuando ella quería cuidar de él porque lo considera un hermano menor. Sakura le pide que vuelva a quedarse con ella, pero Kafka rechaza la oferta cortésmente y le explica que no puede dejar el lugar en el que está, entre otras cosas, porque está enamorado de alguien.
Esa noche, Kafka nota una presencia en su cuarto. Esta vez no es el espíritu vivo de la señora Saeki a sus quince años, sino la señora Saeki en carne y hueso. Ella se acerca a la cama de Kafka y se desnuda. Todo lo hace con los ojos abiertos, pero “todas sus acciones las está realizando en sueños” (p.427). La señora Saeki se mete en la cama de Kafka y lo toca hasta que inicia una relación sexual entre ellos. Como está dormida, Kafka sabe que lo que corresponde es despertarla y no dejarla seguir, pero siente que no tiene fuerzas para “detener el flujo de los acontecimientos” (p.428). Kafka pierde su virginidad con la señora Saeki y siente que su “semen está siendo engullido por un mundo distinto” (p.429).

Capítulo 30

En este capítulo volvemos a la trama de Hoshino y Nakata. Colonel Sanders conduce a Hoshino a un bosque. En el camino, hablan sobre la verdadera identidad de Colonel, quien le explica a Hoshino que él no es otra cosa que un ente conceptual o metafísico. Así describe Colonel su propósito en este mundo: “Mi función es supervisar la correlación entre mundos distintos. Vigilar que las cosas estén ordenadas a la perfección. Que no se confundan los significados. Que el pasado preceda al presente. Que el futuro vaya detrás del presente” (p.434).

En medio del bosque, encuentran una capilla sintoísta. Hoshino no quiere entrar porque tiene miedo de que caiga sobre él una maldición. Se acuerda de que su abuelo siempre le dijo que respetara los santuarios. Colonel Sanders se exaspera y le dice que no pierda el tiempo, abra el santuario y tome de allí la piedra en forma de mochi. Hoshino insiste en que no corresponde tomar una piedra que le pertenece a Dios. A Colonel esa excusa le parece absurda, porque él está más allá del bien y el mal. Además, en Japón las personas son muy flexibles cuando se trata de Dios, así que la excusa de Hoshino le parece una moralina barata.
Hoshino toma la piedra del santuario y se la lleva con él al hotel, donde Nakata todavía duerme. Cuando se despierta, a las cinco de la mañana, Nakata encuentra la piedra que ha estado buscando al lado de su almohada.

Capítulo 31

Como otras veces, Kafka lleva una taza de café al estudio de la señora Saeki. Se pregunta si ella se acuerda de lo que sucedió la noche anterior. Kafka decide compartir con la señora Saeki la hipótesis que tiene sobre la relación entre ellos dos. Para Kafka, la señora Saeki tuvo una relación con su padre y este se enamoró perdidamente de ella. Cuando ella lo abandonó, el padre de Kafka deseó la muerte y, como no podía recuperar al amor de su vida, decidió programar un destino en su hijo: que mate a su padre y se acueste con su madre y su hermana. Cuando el relato de Kafka termina, la señora Saeki le aclara que él ha “lanzado una piedra a una diana que está muy lejos” (p.447), es decir, que su hipótesis está lejos de ser verdadera.

Kafka le pregunta a la señora Saeki si decidió volver a Takamatsu para morir. Ella contesta que no está intentando morir, sino que espera la muerte como se espera un tren. Kafka le confiesa que está enamorado de ella, pero la señora Saeki le recuerda que hay muchos años de diferencia entre los dos. Él le explica que, en realidad, está enamorado de la señora Saeki a los quince años, quien sigue viviendo en el interior de la mujer de cincuenta y tantos.

Al final de la jornada, Oshima lleva a Kafka a cenar afuera. Allí hablan sobre el amor y la tristeza ineludible que experimentan todos cuantos aman.

De regreso en la biblioteca, la señora Saeki visita a Kafka en su habitación. Hablan del cuadro que cuelga en una de las paredes y la señora Saeki lleva a Kafka a conocer el lugar en el que fue pintado. La señora Saeki entristece y empieza a hablar con Kafka como si se tratara de su novio; le pregunta por qué tuvo que morir.

Vuelven a la habitación y tienen sexo. La señora Saeki llora tanto que moja la almohada de la cama de Kafka.

Capítulo 32

Cuando Nakata se despierta con la piedra de entrada al lado de su almohada, no se sorprende en lo absoluto. Si bien ya tiene lo que estaba buscando, no sabe bien qué es lo que debe hacer con ello. Sin saber de dónde viene la premonición, Nakata les dice a Hoshino y a una empleada del hotel que a la tarde habrá una tormenta.

Durante el desayuno, Nakata comparte con Hoshino su angustia: comprende que es un envase vacío, lo que hace que otros espíritus, como el de Johnnie Walker, habiten su cuerpo y le hagan hacer cosas que Nakata no quiere ni comprende. Su deseo más grande es volver a ser la persona que era antes de perder su capacidad para leer y escribir. Nakata intuye que todos sus problemas, incluso el que su sombra sea más clara que la de otros, nació el momento en que cruzó un portal y, luego, regresó al punto de partida.

A continuación, Nakata intenta hablar con la piedra para que esta le revele qué hay que hacer con ella. En un momento, decide que hay que darla vuelta. Hoshino se dispone a hacerlo, confiado porque el día anterior pudo traerla en brazos desde la capilla sintoísta. No obstante, cuando intenta levantarla, la piedra es mucho más pesada. Aun así, Hoshino logra darla vuelta, y Nakata le agradece por haber abierto un portal.

Capítulo 33

La mañana después de tener sexo con la señora Saeki y que ella deje la habitación en lágrimas, Kafka decide ir al gimnasio.
De regreso en la biblioteca, se presenta en la oficina de la señora Saeki y ambos vuelven a hablar sobre la hipótesis de Kafka. Él le pide una copia del libro que escribió sobre personas a las que les cayó un rayo. La señora Saeki se da cuenta de que el interés de Kafka por el libro tiene que ver con la hipótesis de que ella es su madre. Ella niega haber entrevistado a una persona de apellido Tamura durante la investigación para su libro, pero Kafka no le cree.

La señora Saeki desvía la conversación y le dice a Kafka que siente que las cosas están cambiando a su alrededor, y que “Es como si una acumulación de incesantes cambios diminutos fuera formando una gran corriente.” (p.484). Esa noche tienen otro encuentro sexual.

Capítulo 34

Después de dar vuelta la piedra, Hoshino siente en el cuerpo el esfuerzo físico y se siente defraudado con el resultado: “yo casi me mato dando vuelta a la piedra para abrir la “entrada” esa, y ¿qué ha pasado? Pues nada. Ni ranas, ni demonios ni cosas raras” (p.487). Nakata no le presta atención, porque se encuentra muy cansado y solo quiere dormir. Hoshino piensa que debería ir al médico, pues no es normal dormir treinta y seis horas seguidas. Nakata la asegura que no necesita un médico, sino un descanso.

Hoshino sale a recorrer la ciudad. Entra en un café y se hunde en un sillón mientras escucha música clásica. Reflexiona sobre su trabajo, su vida y su misión. Por primera vez en su vida siente que le es útil a alguien y le gusta esa sensación: “La pregunta esa de “pero quién diablos soy yo”, cuando estoy junto a Nakata deja de tener importancia. Si he de compararlo con algo, tal vez sea un poco exagerado, pero es como debían de sentir los discípulos de Buda o Jesucristo” (p.494).

Al día siguiente, mientras Nakata descansa todavía, Hoshino vuelve al café y conversa con el dueño sobre música clásica. Hoshino recuerda su niñez feliz y se da cuenta de que había perdido esa sensación hasta que se encontró con Nakata. Decide quedarse con él mientras le pueda ser útil.

Capítulo 35

En la Biblioteca Komura, el teléfono suena muy temprano en la mañana. Al responder el llamado, Kafka escucha la voz de Oshima, que le informa que las cosas han cambiado y que debe regresar a la cabaña por un tiempo.

En el auto, Kafka se entera de que la policía lo busca para determinar si él conspiró con un hombre de sesenta y pico de años que vivía en un barrio cercano a la casa de Tamura en Tokio, quien parece ser el responsable de la muerte de Koichi Tamura. Al parecer, este hombre es responsable también de la lluvia de sardinas y sanguijuelas. La policía sabe que Nakata viajó al sur, a Takamatsu, acompañado de un joven de veinticinco años. A los detectives les llama la atención que haya tantos puntos de contacto entre Nakata y Kafka.

Oshima también le dice a Kafka que sería mejor que se alejara de la señora Saeki, porque presiente que ella está acercándose a su muerte y que la presencia de Kafka acelera ese proceso. Oshima no le reprocha a Kafka el papel de precipitar la muerte de la señora Saeki, pero considera es mejor que se ocupe de sus cosas, ya que no hay nada que pueda hacer para ayudarla.

Análisis

En estos capítulos vemos que el personaje de Kafka, en lugar de experimentar un proceso de maduración, muestra cada vez con más claridad su indefensión. Primero se enamora del espíritu vivo de la señora Saeki y desarrolla sentimientos sobre los cuales su alter ego le alerta. Cuervo le hace caer en cuenta a Kafka el absurdo de enamorarse de un fantasma y tener celos de una persona que murió hace más de veinte años. No obstante, Kafka no puede evitar esperar cada noche la presencia del espíritu. Su comportamiento destructivo se vuelve más peligroso en el momento en que decide iniciar una relación sexual con la señora Saeki en la actualidad, es decir, con una mujer casi cuarenta años mayor que él.

Ese comportamiento es aún más perturbador cuando vemos que el personaje sostiene este tipo de relación al mismo tiempo que intenta confirmar una hipótesis extravagante según la cual la señora Saeki es efectivamente su madre. En este punto de la novela, Kafka no está intentando huir de su destino, como sí lo hace al inicio de la novela, sino que intenta convertirlo en realidad. A pesar de que la señora Saeki le dice concretamente que su hipótesis es desatinada, Kafka hace un esfuerzo por convertirla en una figura materna, al mismo tiempo que sostiene encuentros sexuales con ella.

Por su parte, la señora Saeki también proyecta sus propias necesidades y carencias en Kafka. En un momento dado, incluso le habla como si fuera su novio de la juventud, y le pregunta por qué tuvo que morir.

Paralelamente, Hoshino también proyecta las memorias felices de su niñez en Nakata. Las frustraciones de su vida pasan a segundo plano el momento en que se da cuenta de que puede serle útil a un viejo indefenso que le recuerda muchísimo a su querido abuelo.

Por el contrario, Nakata y Oshima parecen ser los únicos dos personajes que lidian con sus propias carencias sin depositar en el otro la responsabilidad y sin que quienes los rodean sean instrumentos de su propia sanación. Oshima reconoce que las personas siempre están en busca de una parte de sí mismos que han perdido. Esto nos remite a lo que Oshima dijo sobre Platón y la separación que sufrieron los seres humanos cuando los dioses decidieron romper con la unidad de la que gozaban.

Finalmente, en estos capítulos el tema del destino se torna cada vez más central a la trama. Kafka, la señora Saeki, Nakata y Hoshino actúan por intuición y parecen vivir para completar una historia cuyos autores parecen estar en otro plano de la existencia. La presencia de Colonel Sanders como un ente metafísico cuya única función es precipitar los hechos tal y como están diseñados refuerza la idea de que las personas están arrojadas a la existencia para cumplir con un camino que está trazado. Sin embargo, son los mismos personajes los que accionan ese destino y muchas veces lo buscan activamente hasta el absurdo. Kafka es el mejor ejemplo de esto, porque es capaz de forzar la realidad para que coincida con una profecía. En las antípodas de Kafka se encuentra Nakata, que carece de una idea preconcebida de quién es y hacia dónde se dirige. Ahora bien, en ambos casos, el destino lleva a la decadencia. Oshima plantea el funcionamiento del mundo en los siguientes términos: “Que nosotros vayamos decayendo y perdiéndonos se debe a que el mecanismo del mundo, en sí mismo, se basa en la decadencia y en la pérdida. Y nuestra existencia no es más que la silueta de este principio. El viento sopla. Podrá ser un viento violento que asole los campos o una brisa agradable. Pero ambos irán perdiéndose, desapareciendo” (p.510).